[Terminado] Saludos al sol
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Re: [Terminado] Saludos al sol
El descanso de Bette duró la tarde casi entera. Mientras paseaba por el camino de asfalto húmedo, admirando el maravilloso paisaje, sus ojos vacilantes vieron a Carmen y Tina paseando cogidas de la mano. Su estómago se revolvió y casi perdió el equilibrio. Incapaz de moverse, Bette permaneció aturdida fija al suelo, como un árbol con raíces imaginarias.
La lluvia se había tomado otro descanso mientras Tina asistía a una clase de yoga de puesta de sol en la playa. Permaneció allí mucho tiempo después de que su clase hubiera terminado y realizó una serie de posturas en un esfuerzo por aumentar su grado de atención. Estaba de pie, con los ojos completamente cerrados, las manos extendidas al cielo y el pie derecho en alto colocado sobre el muslo derecho.
La postura del árbol era una de las favoritas de Tina para lograr fácilmente el sentido del equilibrio y conectar con todo lo que la rodeaba. Mentalmente colocó su pie en el suelo intentando conectarse con la tierra, como el árbol que modelaba. La base mental era algo más difícil de alcanzar. La concentrada rubia se sobresaltó cuando unas manos cálidas se posaron en sus estrechas caderas.
“No quiero Verte, Bette”, indicó la sobresaltada yogui.
“Sé que no quieres verme, T. Yo tampoco querría ver a nadie si estuviera en tu situación. Es por eso que estoy detrás de ti. Aunque yo si quiero verte”, susurró la voz tranquila. Bette no era consciente del tiempo que había estado en el camino después de ver a Tina y Carmen paseando, pero tenía que intentar con todas sus fuerzas volver a estar juntas.
La maravilla de caramelo comenzó a susurrar al oído de Tina uno de sus poemas favoritos mientras el calor intenso de las manos inmóviles comenzó a exterdense por el cuerpo de Tina.
“Pienso que nunca veré, un poema amoroso como un árbol”. La respiración fresca de Bette cosquilleaba en el oído de Tina.
“Bette,no quiero verte”.
La mujer bronceada sonrió al notar como había cambiado la entonación en la frase de Tina.
“Un árbol cuya boca hambrienta está presionada contra el pecho dulce de la tierra”. Bette comenzó a atacar a besos el cuello liso de Tina. Sus manos se deslizaban por los lados de sus pechos. Una ráfaga de besos diminutos contuvieron el aliento de Tina. Cogiendo las manos de su novia entre las suyas, Bette las bajó despacio hasta colocarlas en posición normal. Después ayudó a colocar la pierna de Tina apoyada en el suelo. “Tina, eres un árbol maravilloso. Me gusta mirarte en esta postura. Eres impresionante”.
Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre la pareja y la playa prácticamente se quedó sola. Las manos de Bette se movieron lentamente por los pechos de Tina, dibujando el contorno de sus pezones sobre el tejido elástico. “Te he echado tanto de menos”, susurró vez, sintiendo que los pezones de Tina tomaban vida cuando los tocaba. El asalto continuó.
“Bette”
“¿Si, cariño?”, preguntó Bette mientras sus dedos tiraban de la cremallera en el centro de la camiseta de Tina.
“Por favor, para”.
“¿Que pare qué, T.?”, preguntó una Bette sonriente lanzando a la arena la ropa de yoga de moda. La mujer antes triste se apresuró a dejar sus manos otra vez en los pechos anhelantes que tanto había echado de menos. Un latido profundo anunció su presencia entre sus piernas y respiró con fuerza para permanecer concentrada. Las yemas del dedo de Bette rodaron por los pezones de Tina, que comenzó a ir a la deriva.
“Para ya”. Las palabras suaves estaban acompañadas por una respiración profunda, desigual, y apenas se podían oír.
“¿Qué dices, Tina? ¿Qué pare?”, preguntó con inocencia la feliz atacante. Una de las manos de Bette permaneció sobre el pezón, mientras la otra se desplazó hacia abajo y se introdujo dentro del Capris elástico.
“¿Quieres que pare, Tina?”, preguntó Bette mientras su mano encontraba el pelo suave, húmedo, que estaba en el camino de su destino final. “¿Quieres que deje de sentir mis dedos rodeados por todo lo que eres? ¿Quieres que deje de estar dentro del lugar que tu dijiste que me pertenece?”. El interrogatorio de Bette alimentaba su necesidad feroz de satisfacer a la mujer que la desanimaba en sus esfuerzos arriesgados. Sus dedos llegaron a la humedad que fácilmente podría competir con el mar enorme que estaba delante de ellas. “¿Lo oyes, Tina?. Esto es para Bette Porter, ¿verdad?”. Bette se acercaba a la estratosfera. Un movimiento rápido en el clit de Tina hizo que ambas mujeres lucharan por no perder los sentidos. Un gemido. El clit de Bette se excitaba al oír los maravillosos sonidos que salían de los labios de Tina. La rubia aturullada y estupefacta no podía respirar. ¿Cómo podía ser que no tuviera suficiente aire para respirar estando al aire libre?. El corazón de Tina palpitaba tan fuerte como su sexo.
“Por favor, para”, pidió Tina.
La mujer de moca detuvo sus acciones y quitó su mano del lugar donde estaba. Bette siguió susurrando al oído de la mujer que amaba. “Estoy tan contenta de haberte conocido, Tina. Eres una persona especial. Siento haber sido tan estúpida, tan irreflexiva, tan idiota. Te amo. Por favor, créeme”. La cabeza de Tina sentía vertigo por las sensaciones que le provocaban las palabras, los sentimientos, el aire marino y la lluvia, mezclados con una Bette Porter que causaba estragos en su mente, su cuerpo y su alma.
Tina cogió la mano que la había estado llevando al borde de la locura y la devolvió a su posición anterior entre sus piernas.
“¿Bette?”
“¿Si, cariño?”
“No pares”.
La lluvia se había tomado otro descanso mientras Tina asistía a una clase de yoga de puesta de sol en la playa. Permaneció allí mucho tiempo después de que su clase hubiera terminado y realizó una serie de posturas en un esfuerzo por aumentar su grado de atención. Estaba de pie, con los ojos completamente cerrados, las manos extendidas al cielo y el pie derecho en alto colocado sobre el muslo derecho.
La postura del árbol era una de las favoritas de Tina para lograr fácilmente el sentido del equilibrio y conectar con todo lo que la rodeaba. Mentalmente colocó su pie en el suelo intentando conectarse con la tierra, como el árbol que modelaba. La base mental era algo más difícil de alcanzar. La concentrada rubia se sobresaltó cuando unas manos cálidas se posaron en sus estrechas caderas.
“No quiero Verte, Bette”, indicó la sobresaltada yogui.
“Sé que no quieres verme, T. Yo tampoco querría ver a nadie si estuviera en tu situación. Es por eso que estoy detrás de ti. Aunque yo si quiero verte”, susurró la voz tranquila. Bette no era consciente del tiempo que había estado en el camino después de ver a Tina y Carmen paseando, pero tenía que intentar con todas sus fuerzas volver a estar juntas.
La maravilla de caramelo comenzó a susurrar al oído de Tina uno de sus poemas favoritos mientras el calor intenso de las manos inmóviles comenzó a exterdense por el cuerpo de Tina.
“Pienso que nunca veré, un poema amoroso como un árbol”. La respiración fresca de Bette cosquilleaba en el oído de Tina.
“Bette,no quiero verte”.
La mujer bronceada sonrió al notar como había cambiado la entonación en la frase de Tina.
“Un árbol cuya boca hambrienta está presionada contra el pecho dulce de la tierra”. Bette comenzó a atacar a besos el cuello liso de Tina. Sus manos se deslizaban por los lados de sus pechos. Una ráfaga de besos diminutos contuvieron el aliento de Tina. Cogiendo las manos de su novia entre las suyas, Bette las bajó despacio hasta colocarlas en posición normal. Después ayudó a colocar la pierna de Tina apoyada en el suelo. “Tina, eres un árbol maravilloso. Me gusta mirarte en esta postura. Eres impresionante”.
Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre la pareja y la playa prácticamente se quedó sola. Las manos de Bette se movieron lentamente por los pechos de Tina, dibujando el contorno de sus pezones sobre el tejido elástico. “Te he echado tanto de menos”, susurró vez, sintiendo que los pezones de Tina tomaban vida cuando los tocaba. El asalto continuó.
“Bette”
“¿Si, cariño?”, preguntó Bette mientras sus dedos tiraban de la cremallera en el centro de la camiseta de Tina.
“Por favor, para”.
“¿Que pare qué, T.?”, preguntó una Bette sonriente lanzando a la arena la ropa de yoga de moda. La mujer antes triste se apresuró a dejar sus manos otra vez en los pechos anhelantes que tanto había echado de menos. Un latido profundo anunció su presencia entre sus piernas y respiró con fuerza para permanecer concentrada. Las yemas del dedo de Bette rodaron por los pezones de Tina, que comenzó a ir a la deriva.
“Para ya”. Las palabras suaves estaban acompañadas por una respiración profunda, desigual, y apenas se podían oír.
“¿Qué dices, Tina? ¿Qué pare?”, preguntó con inocencia la feliz atacante. Una de las manos de Bette permaneció sobre el pezón, mientras la otra se desplazó hacia abajo y se introdujo dentro del Capris elástico.
“¿Quieres que pare, Tina?”, preguntó Bette mientras su mano encontraba el pelo suave, húmedo, que estaba en el camino de su destino final. “¿Quieres que deje de sentir mis dedos rodeados por todo lo que eres? ¿Quieres que deje de estar dentro del lugar que tu dijiste que me pertenece?”. El interrogatorio de Bette alimentaba su necesidad feroz de satisfacer a la mujer que la desanimaba en sus esfuerzos arriesgados. Sus dedos llegaron a la humedad que fácilmente podría competir con el mar enorme que estaba delante de ellas. “¿Lo oyes, Tina?. Esto es para Bette Porter, ¿verdad?”. Bette se acercaba a la estratosfera. Un movimiento rápido en el clit de Tina hizo que ambas mujeres lucharan por no perder los sentidos. Un gemido. El clit de Bette se excitaba al oír los maravillosos sonidos que salían de los labios de Tina. La rubia aturullada y estupefacta no podía respirar. ¿Cómo podía ser que no tuviera suficiente aire para respirar estando al aire libre?. El corazón de Tina palpitaba tan fuerte como su sexo.
“Por favor, para”, pidió Tina.
La mujer de moca detuvo sus acciones y quitó su mano del lugar donde estaba. Bette siguió susurrando al oído de la mujer que amaba. “Estoy tan contenta de haberte conocido, Tina. Eres una persona especial. Siento haber sido tan estúpida, tan irreflexiva, tan idiota. Te amo. Por favor, créeme”. La cabeza de Tina sentía vertigo por las sensaciones que le provocaban las palabras, los sentimientos, el aire marino y la lluvia, mezclados con una Bette Porter que causaba estragos en su mente, su cuerpo y su alma.
Tina cogió la mano que la había estado llevando al borde de la locura y la devolvió a su posición anterior entre sus piernas.
“¿Bette?”
“¿Si, cariño?”
“No pares”.
Re: [Terminado] Saludos al sol
wow!!! sin palabras xD...
grax julia... sigue cuando puedas =D
grax julia... sigue cuando puedas =D
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
Capítulo 26
Amor y comprensión
Las mujeres están hechas para ser amadas, no para entenderlas –Oscar Wilde-
Por un breve momento, el mundo de Bette Porter se vino arriba. Intentaba procesar dos de las palabras mas seductoras que nunca había oído. Escuchar el deseo, la pasión y las ganas que envolvían el “no pares” de Tina, le provocó mariposillas en el estómago y esperanzas a su dolorido corazón. La intensidad con la que esta expresión fue articulada era irrefutable. Estas dos palabras tenían el mismo impacto que el seductor “ven aquí” de antaño, cuando Tina llamó a Bette para que se sentara en su regazo. “Mierda, Bette. Has venido a Cabo para recuperar a Tina. Tienes que conseguir volver a estar juntas”. Cuando Tina concedió permiso a su novia para que siguiera su valiente y cariñoso ataque, Bette se quedó inmóvil. Sin embargo, en este momento particular, estaba ligeramente nerviosa e insegura sobre que hacer después. Era consciente de que su amor desconcertado y ella tenían que hablar, pero ya lo había intentado antes. También sabía que su visita sorpresa a Tina simplemente confirmaba su deseo de mostrar a la rubia cuanto la amaba. Además, después de ver a su amor de la mano de Carmen, no había otra cosa que ella deseara hacer más. La morena se había tomado un momento de respiro antes de continuar su tortura consumada. Después de comprender que este no era el momento para esconderse, Bette rodeó a Tina para afrontarla y fijó su mirada intensa llena de deseo en ella. En la oscuridad lluviosa la pareja podía verse más claro que en el sol. Los ojos de Tina se volvieron rápidamente al suelo, no queriendo afrontar a la hermosa mujer que estaba ante ella.
Cuando las manos fuertes, suaves y cálidas de Bette se deslizaron de nuevo por las curvas cálidas del cuerpo de Tina, la diosa del sol lamió sus labios y volvió a mirar a su novia. Su boca estaba medio abierta, mientras luchaba por cada suspiro que daba. Las gotas de lluvia seguían cayendo y Tina inconscientemente tragó algunas de ellas preguntándose como había terminado en esa situación. Tener las manos de Bette vagando descaradamente por su cuerpo, empujaba a la rubia cada vez más cerca del punto de no retorno. Tina Kennard se sentía como si fuera a explotar en cualquier momento.
Cuando los dedos de caramelo descubrieron sus pechos llenos, redondos, Tina tembló suavemente. Las oleadas de electricidad recorrieron todas las partes de su cuerpo, y sólo esperaba que la combinación de lluvia, deseo y Bette Porter no provocaran una electrocución. Simplemente le gustaba el modo en que la hacía sentir el toque de Bette Porter y con impaciencia esperó el destino de las manos decididas. La novia de Tina Kennard podía ser una novata, pero sabía exactamente lo que hacía. Cuando sus pechos perfectos, flexibles, estaban entre sus manos y eran masajeados ligeramente, Tina fijó su mirada soñadora en Bette y comenzó a ir a la deriva. Una sonrisa apareció en los labios de la torturadora. De pie, cara a cara, Bette se daba cuenta de que la postura de Tina se debilitaba, así que llevó a su víctima hacia atrás para apoyarla en una palmera. La lluvia seguía cayendo a ritmo estable y Bette Porter había recuperado el control de sus pensamientos, así como de sus acciones. Estaba dispuesta, preparada, y no había ningún otro lugar en el mundo donde quisiera estar en ese momento.
La pequeña sonrisa de Bette se transformó en una risa abierta cuando lentamente pegó su cuerpo al de la aturdida rubia en topless. Ver como caía la lluvia mágica y la pasión de su novia, la excitaba cada vez más. La sonrisa de Bette Porter era infinita y omnipotente, llenaba el espacio enorme al aire libre y el espacio enorme del corazón de Tina.
“Te quiero, Tina”, confesó la mujer bronceada mientras su lengua penetraba a través de los labios abiertos de Tina y se lanzaba dentro de su boca. Dedos expertos siguieron tocando y acariciando los pezones de Tina. La respiración de Tina se hizo más errática y trabajada mientras la lengua de Bette se aventuraba por un camino conocido y se deslizaba hacia abajo por la barbilla hasta llegar al cuello. Deseando no ceder ante el placer que sacudía su cuerpo, Tina mantuvo sus manos firmemente sobre el árbol que estaba detrás de ella. Oir a Bette decir aquellas palabras tan sentidas llegó al corazón de Tina e hizo que su clit palpitara simultáneamente. El rítmico palpitar seguía el ritmo del repiqueteo de la lluvia, y la hizo sentir tan bien, que quiso gritar. Pequeños gemidos de placer escaparon de la boca de la diosa del sol trastornada mientras Bette seguía lamiendo y chupando su cuello, frotando también los pezones.
Besos estratégicos sobre los párpados cerrados y una lengua cálida capturaron una gota de lluvia que bajaba por la nariz de Tina.
Durante largo tiempo Tina había estado intentando que su mente y su boca cooperaran, pero había fracasado en sus esfuerzos.
"¿Bette?"
“¿Si, cariño?”, contestó Bette deslizando las manos por el estómago de Tina. Bette se distanció un poco para mirar a Tina a los ojos.
“Pareces no entender que estoy enfadada contigo”.
“Si, lo sé, T. Yo también estoy enfadada conmigo”, declaró Bette francamente mientras se ponía de rodillas y metía los dedos dentro del pantalón de lycra mojado de Tina. Tocando despacio el material obstinado que la separaba de la piel húmeda, Bette presionó su boca en el centro del sexo de su novia y besó la tela húmeda dejando un rastro circular mojado sobre la ropa ya empapada. Cuando Bette lamió y besó todo lo que estaba a su alcance, la carne de gallina apareció mágicamente en el rastro dejado por su lengua. A cada movimiento nervioso, Bette escuchaba un suspiro de su amante. Esto hacía muy feliz a Bette Porter. Las manos de Tina se desplazaron más lejos en el árbol que estaba detrás de ella, y aunque deseaba coger la cabeza de Bette y apretarla contra ella, no lo hizo.
“Necesitamos hablar, Bette”.
En medio de besos suaves, mojados y lentos sobre el estómago plano de Tina, Bette contestó de manera seductora. “De acuerdo, baby”.
Con un mínimo esfuerzo, Tina dio un paso vacilante, con la determinación de no agarrarse a Bette para apoyarse. Bette se rió tontamente al notarlo. Tina pudo mantener un equilibrio perfecto, y se sintió satisfecha de su esfuerzo.
Con las piernas de Tina rodeándola, Bette sintió humedad entre sus propias piernas. De rodillas, la adoradora fiel respetaba a su ídolo querido y le dirigió la sonrisa más sexy que Tina había visto en su vida.
Agarrando firmemente con ambas manos el trasero de Tina, Bette se sintió en la cuerda floja de un orgasmo. Los ojos de Tina se cerraron y se concentraron en la mujer que tenía delante de ella.
“No me gustas, Bette”.
“A mi me gustas tu”, canturreó la mujer de caramelo deslizando besos sobre la pierna de Tina mientras la lluvia seguía cayendo.
“Pensaba que te había perdido”, jadeó Tina.
“Yo también pensaba que te había perdido”, jadeó Bette, mientras su nivel de entusiasmo subía. “Abre las piernas, T.”
Tina abrió más las piernas y se agarró al árbol con toda su fuerza. “Me sentía muy perdida”, gimoteó la rubia.
“Y yo me sentía muy sola”, confesó Bette poniendo su cara en el pelo suave de Tina.
Tina quitó las manos del árbol y las puso sobre el pelo mojado de Bette. “Nunca he llorado tanto en mi vida, Bette”.
Bette suspiró de forma sonora notando que las manos de su novia ahora la consolaban. Estaba en el cielo. “Me quedé sin lágrimas, Tina”.
“No me quiero sentir así otra vez”, dijo Tina suave pero severamente. “Ha sido un infierno”.
“Lo ha sido”, confirmó Bette dócil. Hubo un silencio cómodo entre las dos y Bette plantó un beso sobre el clit de su novia, que se estremeció como respuesta.
La lengua de Bette entró otra vez en el sexo que más le gustaba. Tina se sintió caliente, mojada, la suavidad de algodón de la lengua de Bette explorando su existencia misma llevó a Tina a sentirse salvaje. Sentía que era demasiado bueno para permanecer silenciosa. Tina se anticipaba a cada movimiento; cada golpe y cada agitación placentera eran acompañados con los movimientos entrecortados de sus caderas. Tanto el deseo como la satisfacción se reflejaban en su cara, y los gemidos y jadeos surcaban el aire. “Bette, si, sigue por ahí. Lo echaba de menos”. Para Tina, oir el chupeteo de Bette la hacía sentirse increiblemente mojada. Luchaba con fuerza para respirar, y también para guardar la conscienciencia en la playa, con la lluvia con su magnifica y talentosa amante. Bette tenía indudablemente una misión y la estaba consiguiendo. Otra vez Tina se quedó sin aire, medio borracha y agotada. Gimió profundamente cogiendo la cabeza de Bette e inclinando sus caderas adelante. Bette siguió chupando y lamiendo con determinación, se apretaron y se besaron hasta que ya no pudo respirar. La lluvia no podía borrar el placer sabroso que ahora cubría la boca de Bette, que alzó la vista hacia su novia y gimoteó: “Tina, sabes muy bien, baby, dime que tu coño es mío. Tengo que saberlo, baby. Por favor, dímelo. ¿Es mío?”.
La passion que había en la súplica de Bette era demasiada como para que Tina pudiera negarse. “Es tuyo Bette. Lo sabes muy bien”.
“Eso suena delicioso, Tina”, gimió Bette mientras ponía una de las piernas de su novia sobre su hombro. Tina se apretó más al árbol sobre el que se apoyaba. Bette estaba centrada en la zona y muy bien colocada. El repiqueteo constante de la lluvia aumentó su placer enormemente. Esta experiencia era un sueño. El aguacero de la naturaleza, combinado con con el aguacero de T. era sin duda una combinación victoriosa y era evidente que Bette estaba en el buen camino. Quería pasar toda la noche acariciando, degustando, besando y gozando a la mujer que estaba tan enfadada con ella. Quería satisfacer a su novia y no había nada que pudiera pararla.
“¿Lo hago bien, Tina?”.
“Si, cariño, lo haces muy bien. No pares”, gimoteó Tina.
Amor y comprensión
Las mujeres están hechas para ser amadas, no para entenderlas –Oscar Wilde-
Por un breve momento, el mundo de Bette Porter se vino arriba. Intentaba procesar dos de las palabras mas seductoras que nunca había oído. Escuchar el deseo, la pasión y las ganas que envolvían el “no pares” de Tina, le provocó mariposillas en el estómago y esperanzas a su dolorido corazón. La intensidad con la que esta expresión fue articulada era irrefutable. Estas dos palabras tenían el mismo impacto que el seductor “ven aquí” de antaño, cuando Tina llamó a Bette para que se sentara en su regazo. “Mierda, Bette. Has venido a Cabo para recuperar a Tina. Tienes que conseguir volver a estar juntas”. Cuando Tina concedió permiso a su novia para que siguiera su valiente y cariñoso ataque, Bette se quedó inmóvil. Sin embargo, en este momento particular, estaba ligeramente nerviosa e insegura sobre que hacer después. Era consciente de que su amor desconcertado y ella tenían que hablar, pero ya lo había intentado antes. También sabía que su visita sorpresa a Tina simplemente confirmaba su deseo de mostrar a la rubia cuanto la amaba. Además, después de ver a su amor de la mano de Carmen, no había otra cosa que ella deseara hacer más. La morena se había tomado un momento de respiro antes de continuar su tortura consumada. Después de comprender que este no era el momento para esconderse, Bette rodeó a Tina para afrontarla y fijó su mirada intensa llena de deseo en ella. En la oscuridad lluviosa la pareja podía verse más claro que en el sol. Los ojos de Tina se volvieron rápidamente al suelo, no queriendo afrontar a la hermosa mujer que estaba ante ella.
Cuando las manos fuertes, suaves y cálidas de Bette se deslizaron de nuevo por las curvas cálidas del cuerpo de Tina, la diosa del sol lamió sus labios y volvió a mirar a su novia. Su boca estaba medio abierta, mientras luchaba por cada suspiro que daba. Las gotas de lluvia seguían cayendo y Tina inconscientemente tragó algunas de ellas preguntándose como había terminado en esa situación. Tener las manos de Bette vagando descaradamente por su cuerpo, empujaba a la rubia cada vez más cerca del punto de no retorno. Tina Kennard se sentía como si fuera a explotar en cualquier momento.
Cuando los dedos de caramelo descubrieron sus pechos llenos, redondos, Tina tembló suavemente. Las oleadas de electricidad recorrieron todas las partes de su cuerpo, y sólo esperaba que la combinación de lluvia, deseo y Bette Porter no provocaran una electrocución. Simplemente le gustaba el modo en que la hacía sentir el toque de Bette Porter y con impaciencia esperó el destino de las manos decididas. La novia de Tina Kennard podía ser una novata, pero sabía exactamente lo que hacía. Cuando sus pechos perfectos, flexibles, estaban entre sus manos y eran masajeados ligeramente, Tina fijó su mirada soñadora en Bette y comenzó a ir a la deriva. Una sonrisa apareció en los labios de la torturadora. De pie, cara a cara, Bette se daba cuenta de que la postura de Tina se debilitaba, así que llevó a su víctima hacia atrás para apoyarla en una palmera. La lluvia seguía cayendo a ritmo estable y Bette Porter había recuperado el control de sus pensamientos, así como de sus acciones. Estaba dispuesta, preparada, y no había ningún otro lugar en el mundo donde quisiera estar en ese momento.
La pequeña sonrisa de Bette se transformó en una risa abierta cuando lentamente pegó su cuerpo al de la aturdida rubia en topless. Ver como caía la lluvia mágica y la pasión de su novia, la excitaba cada vez más. La sonrisa de Bette Porter era infinita y omnipotente, llenaba el espacio enorme al aire libre y el espacio enorme del corazón de Tina.
“Te quiero, Tina”, confesó la mujer bronceada mientras su lengua penetraba a través de los labios abiertos de Tina y se lanzaba dentro de su boca. Dedos expertos siguieron tocando y acariciando los pezones de Tina. La respiración de Tina se hizo más errática y trabajada mientras la lengua de Bette se aventuraba por un camino conocido y se deslizaba hacia abajo por la barbilla hasta llegar al cuello. Deseando no ceder ante el placer que sacudía su cuerpo, Tina mantuvo sus manos firmemente sobre el árbol que estaba detrás de ella. Oir a Bette decir aquellas palabras tan sentidas llegó al corazón de Tina e hizo que su clit palpitara simultáneamente. El rítmico palpitar seguía el ritmo del repiqueteo de la lluvia, y la hizo sentir tan bien, que quiso gritar. Pequeños gemidos de placer escaparon de la boca de la diosa del sol trastornada mientras Bette seguía lamiendo y chupando su cuello, frotando también los pezones.
Besos estratégicos sobre los párpados cerrados y una lengua cálida capturaron una gota de lluvia que bajaba por la nariz de Tina.
Durante largo tiempo Tina había estado intentando que su mente y su boca cooperaran, pero había fracasado en sus esfuerzos.
"¿Bette?"
“¿Si, cariño?”, contestó Bette deslizando las manos por el estómago de Tina. Bette se distanció un poco para mirar a Tina a los ojos.
“Pareces no entender que estoy enfadada contigo”.
“Si, lo sé, T. Yo también estoy enfadada conmigo”, declaró Bette francamente mientras se ponía de rodillas y metía los dedos dentro del pantalón de lycra mojado de Tina. Tocando despacio el material obstinado que la separaba de la piel húmeda, Bette presionó su boca en el centro del sexo de su novia y besó la tela húmeda dejando un rastro circular mojado sobre la ropa ya empapada. Cuando Bette lamió y besó todo lo que estaba a su alcance, la carne de gallina apareció mágicamente en el rastro dejado por su lengua. A cada movimiento nervioso, Bette escuchaba un suspiro de su amante. Esto hacía muy feliz a Bette Porter. Las manos de Tina se desplazaron más lejos en el árbol que estaba detrás de ella, y aunque deseaba coger la cabeza de Bette y apretarla contra ella, no lo hizo.
“Necesitamos hablar, Bette”.
En medio de besos suaves, mojados y lentos sobre el estómago plano de Tina, Bette contestó de manera seductora. “De acuerdo, baby”.
Con un mínimo esfuerzo, Tina dio un paso vacilante, con la determinación de no agarrarse a Bette para apoyarse. Bette se rió tontamente al notarlo. Tina pudo mantener un equilibrio perfecto, y se sintió satisfecha de su esfuerzo.
Con las piernas de Tina rodeándola, Bette sintió humedad entre sus propias piernas. De rodillas, la adoradora fiel respetaba a su ídolo querido y le dirigió la sonrisa más sexy que Tina había visto en su vida.
Agarrando firmemente con ambas manos el trasero de Tina, Bette se sintió en la cuerda floja de un orgasmo. Los ojos de Tina se cerraron y se concentraron en la mujer que tenía delante de ella.
“No me gustas, Bette”.
“A mi me gustas tu”, canturreó la mujer de caramelo deslizando besos sobre la pierna de Tina mientras la lluvia seguía cayendo.
“Pensaba que te había perdido”, jadeó Tina.
“Yo también pensaba que te había perdido”, jadeó Bette, mientras su nivel de entusiasmo subía. “Abre las piernas, T.”
Tina abrió más las piernas y se agarró al árbol con toda su fuerza. “Me sentía muy perdida”, gimoteó la rubia.
“Y yo me sentía muy sola”, confesó Bette poniendo su cara en el pelo suave de Tina.
Tina quitó las manos del árbol y las puso sobre el pelo mojado de Bette. “Nunca he llorado tanto en mi vida, Bette”.
Bette suspiró de forma sonora notando que las manos de su novia ahora la consolaban. Estaba en el cielo. “Me quedé sin lágrimas, Tina”.
“No me quiero sentir así otra vez”, dijo Tina suave pero severamente. “Ha sido un infierno”.
“Lo ha sido”, confirmó Bette dócil. Hubo un silencio cómodo entre las dos y Bette plantó un beso sobre el clit de su novia, que se estremeció como respuesta.
La lengua de Bette entró otra vez en el sexo que más le gustaba. Tina se sintió caliente, mojada, la suavidad de algodón de la lengua de Bette explorando su existencia misma llevó a Tina a sentirse salvaje. Sentía que era demasiado bueno para permanecer silenciosa. Tina se anticipaba a cada movimiento; cada golpe y cada agitación placentera eran acompañados con los movimientos entrecortados de sus caderas. Tanto el deseo como la satisfacción se reflejaban en su cara, y los gemidos y jadeos surcaban el aire. “Bette, si, sigue por ahí. Lo echaba de menos”. Para Tina, oir el chupeteo de Bette la hacía sentirse increiblemente mojada. Luchaba con fuerza para respirar, y también para guardar la conscienciencia en la playa, con la lluvia con su magnifica y talentosa amante. Bette tenía indudablemente una misión y la estaba consiguiendo. Otra vez Tina se quedó sin aire, medio borracha y agotada. Gimió profundamente cogiendo la cabeza de Bette e inclinando sus caderas adelante. Bette siguió chupando y lamiendo con determinación, se apretaron y se besaron hasta que ya no pudo respirar. La lluvia no podía borrar el placer sabroso que ahora cubría la boca de Bette, que alzó la vista hacia su novia y gimoteó: “Tina, sabes muy bien, baby, dime que tu coño es mío. Tengo que saberlo, baby. Por favor, dímelo. ¿Es mío?”.
La passion que había en la súplica de Bette era demasiada como para que Tina pudiera negarse. “Es tuyo Bette. Lo sabes muy bien”.
“Eso suena delicioso, Tina”, gimió Bette mientras ponía una de las piernas de su novia sobre su hombro. Tina se apretó más al árbol sobre el que se apoyaba. Bette estaba centrada en la zona y muy bien colocada. El repiqueteo constante de la lluvia aumentó su placer enormemente. Esta experiencia era un sueño. El aguacero de la naturaleza, combinado con con el aguacero de T. era sin duda una combinación victoriosa y era evidente que Bette estaba en el buen camino. Quería pasar toda la noche acariciando, degustando, besando y gozando a la mujer que estaba tan enfadada con ella. Quería satisfacer a su novia y no había nada que pudiera pararla.
“¿Lo hago bien, Tina?”.
“Si, cariño, lo haces muy bien. No pares”, gimoteó Tina.
Re: [Terminado] Saludos al sol
!joder!
gracias Yul que tal las vacaciones? :arbolnavidad:
lurdes beals- Un respeto, soy forera VIP
- Cantidad de envíos : 1375
Localización : EE.UU
Personajes favoritos : bastante
Fecha de inscripción : 05/03/2008
Re: [Terminado] Saludos al sol
q bn habalron estas dos xD...
grax julia sigue cuando puedas
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Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
La diosa del sol empapada estaba pegada al árbol. Cuando el cuerpo de Tina comenzó a ponerse rígido, Bette cubrió su clit palpitante con su boca y lo chupó con cuidado. Dulces gemidos melódicos escaparon de la boca de Tina y llegaron hasta los oídos de Bette. La lluvia que caía sólo servía como acompañamiento sensual de Tina. Bette no sabía si hacía suficiente. Subía la escalera del éxtasis era un peldaño que la conducía al orgasmo. Intentando atenuar sus propias emociones, Bette introdujo dos dedos en el sexo de su novia, que se retorcía de placer.
“Bette, me excitas tanto, baby, eres maravillosa”, las palabras al salir de la boca, competían con el aire que quería entrar, y la diosa del sol, excitada, se quedaba sin aliento. “No podría entenderlo si le hicieras esto a alguien más, si compartieras esta experiencia tan maravillosa con otra persona. Creo que me volvería loca”. Tina sentía que le faltaba el aire y que su vida dependía de ello. “¿Sabes, baby? ¿Sabes cuanto te amo? ¿No lo sabes?”.
Bette era incapaz de contestar porque su atención estaba toda puesta entre las piernas de Tina. Cuando Bette aumentó el ritmo, entonces se incrementaron los desahogos expresivos de Tina.
“Siiiii, Bette, mmmmmm”, gimió Tina, “me corro, oh Dios. No pares baby, no pares”. El cuerpo de Tina comenzó a temblar por todas partes de una forma muy familiar para Bette. “Esto es tan bueno”, gritó, “eres muy buena, Bette, la mejor, siiii, aaaaaahhh”.
El tan esperado orgasmo estalló en la boca de Bette de forma monumental. Bette gimió cuando saboreó el gusto único, delicioso, de la mujer que le gustaba. “Joder T.”, susurró en medio de la degustación del líquido magnífico. Grandes convulsiones sacudieron a Tina que siguió apretando el pelo mojado de Bette. La maravilla de caramelo sonrió, consciente del estado en que estaba Tina. Y sonreía más al saber que era ella quien la ponía así.
Bette agarró a Tina de la mano y la derribó sobre la arena mojada. La rubia enferma de amor no tenía otra opción, sólo seguirla, ya que no estaba en condiciones de pensar claramente. Las grandes convulsiones cambiaron a temblores menores mientras Tina Kennard estaba segura en el limbo. Bette se libró rápidamente de su ropa empapada y puso su cuerpo desnudo encima de su novia temblorosa. Parecía que se podría correr sólo por el contacto con la piel de su novia.
“Estás bien T.?”.
“Mmmmmm”, logró gemir Tina, “estoy mejor que bien”, susurró la mujer agotada.
La lengua de Bette se abrió camino perezosamente hacia la boca de Tina y se metió dentro de ella. La diosa del sol le devolvió el beso disfrutando de su sabor. Después de chupar el labio de Bette, dijo despacio, “acepto tus disculpas, Bette”.
Mostrando una hilera de dientes nacarados, la radiante mujer plantó un beso suave en los labios de Tina. “No te estoy pidiendo perdón”. Bette de manera seductora arrastró besos dulces por todo el cuerpo de Tina. La torturadora bronceada gimió suavemente cuando chupó uno de los pezones de Tina. Un jadeo sonoro llegó a oídos de la diosa del sol cuando Bette resbaló una mano en medio de sus piernas.
“¿Bette?”
“Si, Baby”
“¿Por qué me estás haciendo esto?”
“¿Qué te hago, T?”.
“Me haces sentir maravillosamente”, jadeó Tina cuando los dedos de su novia entraron en el lugar que a ella le gustaba.
“Ah, esto. Bueno. Quiero que sepas cuanto lo siento. Además quiero que se sepas que eres asombrosa y te amo”. Aunque los ojos de Tina estaban cerrados, sintió el calor de la sonrisa que ella sabía que estaba presente en la cara de su novia.
Bette se apretó tanto como pudo a Tina. Sintió sus pezones contra su piel y Tina, apretando su húmedo sexo contra el de Bette la obligó a tomar aire y centrarse en su respiración. A medida que el sol de Bette inducido por su diosa aumentaba, la lluvia reducía su marcha y se convertía en rocío.
“¿Te gusta esto T.?”, preguntó Bette mientras sus caderas comenzaban un baile lento y sensual.
“Si, baby”.
“¿Lo echabas de menos?”.
Respondió el silencio. La boca de Tina estaba abierta, pero ningún sonido salió de ella.
“Tina, te he hecho una pregunta”.
“Si, cariño, lo echaba de menos. Te echaba de menos”, susurró Tina levantando sus caderas para acompasar sus movimientos a los de Bette.
“Tengo que hacerte una pregunta Tina”.
Siempre que Bette decía esas palabras, los latidos del corazón de Tina se cuadriplicaban. Otra vez se acercaba al limbo, pero de repente recordó que aún no había vuelto de su viaje anterior.
“Bette”.
“Tina, por favor, déjame hacerte la pregunta”. Las caderas de Bette se movían cada vez con más ritmo y la rubia no podía pensar. Su clit entraba en calor de nuevo y sin duda disfrutaba de la compañía del otro.
“Bette, uuummm”.
“Tina, tu sólo contesta, ¿vale?”.
“Joder. Bette”. La excitada rubia refunfuñó frustrada, convencida de que aquel no e3ra el momento.
Los talones de Tina estaban clavados en la arena mojada mientra sus caderas se movían hacia arriba al ritmo inequívoco de Bette. La voz de Bette y su respiración caliente llegaban a sus oídos encendiendo un millón de chispas. Un nuevo chorro de humedad hizo su presencia en un lugar ya deslizante.
“¿Le has dado a alguien más mi coñito?”
Bette miró la cara hermosa debajo de ella, y ya sabía la respuesta antes de que las palabras fluyeran de su boca encantadora.
“No, cariño, no se lo he dado nadie”, gimoteó Tina, “tu eres su única dueña”.
Labios convincentes hicieron callar el gimoteo de Tina y una lengua impaciente empezó a buscar todas las áreas de su boca. Bette gimió en el beso y Tina gimió en la respuesta. Bette levantó su cuerpo del de su novia y Tina automáticamente extendió sus piernas, apretando con sus tobillos el trasero de su novia.
“Bette, soy tuya, baby. Ya te lo dije. Tu me haces sentir cosas que nadie me ha hecho sentir nunca”, la voz de Tina se suavizó. “He recordado esto muy recientemente. Te estoy tan agrade3cida”. Cuando Tina sintió que el cuerpo de Bette se ponía rígido, se agarró fuerte a ella, y comprendió que la vista de la mujer hermosa que tenía encima indudablemente le daba vida”.
“Bette, ¿tu sabes lo hermosa que eres?. Te quiero mucho Bette Porter. Por favor, respira”. Bette gimió cuando se le puso la carne de gallina en todo el cuerpo. “Dieme a quien amas. ¿A quién amas más que a nadie en el mundo, Bette?”, preguntó la rubia seductora sintiendo que su orgasmo estaba próximo.
“Oh, Dios mío, eres tu Tina”, dijo Bette apretando su cuerpo antes de ceder a los sentimientos que la dominaban. Cada vez que Tina alcanzaba el clímax, ella misma estaba a punto de alcanzarlo. Nunca había visto tanta belleza, erotismo, satisfacción y de ello, todo ello simultáneamente en la misma persona. Mientras su corazón intentaba alcanzar un ritmo normal, Bette dijo jadeando, “Parece que no soy la única a la que se le corta la respiración”.
“Siempre te digo que tu me cortas la respiración, Bette. No debería ser una sorpresa para ti. Lo que sí debería ser una sorpresa es que quiero que me muestres otra vez lo mucho que lo sientes. Sólo quiero asegurarme que lo he entendido”.
“Bette, me excitas tanto, baby, eres maravillosa”, las palabras al salir de la boca, competían con el aire que quería entrar, y la diosa del sol, excitada, se quedaba sin aliento. “No podría entenderlo si le hicieras esto a alguien más, si compartieras esta experiencia tan maravillosa con otra persona. Creo que me volvería loca”. Tina sentía que le faltaba el aire y que su vida dependía de ello. “¿Sabes, baby? ¿Sabes cuanto te amo? ¿No lo sabes?”.
Bette era incapaz de contestar porque su atención estaba toda puesta entre las piernas de Tina. Cuando Bette aumentó el ritmo, entonces se incrementaron los desahogos expresivos de Tina.
“Siiiii, Bette, mmmmmm”, gimió Tina, “me corro, oh Dios. No pares baby, no pares”. El cuerpo de Tina comenzó a temblar por todas partes de una forma muy familiar para Bette. “Esto es tan bueno”, gritó, “eres muy buena, Bette, la mejor, siiii, aaaaaahhh”.
El tan esperado orgasmo estalló en la boca de Bette de forma monumental. Bette gimió cuando saboreó el gusto único, delicioso, de la mujer que le gustaba. “Joder T.”, susurró en medio de la degustación del líquido magnífico. Grandes convulsiones sacudieron a Tina que siguió apretando el pelo mojado de Bette. La maravilla de caramelo sonrió, consciente del estado en que estaba Tina. Y sonreía más al saber que era ella quien la ponía así.
Bette agarró a Tina de la mano y la derribó sobre la arena mojada. La rubia enferma de amor no tenía otra opción, sólo seguirla, ya que no estaba en condiciones de pensar claramente. Las grandes convulsiones cambiaron a temblores menores mientras Tina Kennard estaba segura en el limbo. Bette se libró rápidamente de su ropa empapada y puso su cuerpo desnudo encima de su novia temblorosa. Parecía que se podría correr sólo por el contacto con la piel de su novia.
“Estás bien T.?”.
“Mmmmmm”, logró gemir Tina, “estoy mejor que bien”, susurró la mujer agotada.
La lengua de Bette se abrió camino perezosamente hacia la boca de Tina y se metió dentro de ella. La diosa del sol le devolvió el beso disfrutando de su sabor. Después de chupar el labio de Bette, dijo despacio, “acepto tus disculpas, Bette”.
Mostrando una hilera de dientes nacarados, la radiante mujer plantó un beso suave en los labios de Tina. “No te estoy pidiendo perdón”. Bette de manera seductora arrastró besos dulces por todo el cuerpo de Tina. La torturadora bronceada gimió suavemente cuando chupó uno de los pezones de Tina. Un jadeo sonoro llegó a oídos de la diosa del sol cuando Bette resbaló una mano en medio de sus piernas.
“¿Bette?”
“Si, Baby”
“¿Por qué me estás haciendo esto?”
“¿Qué te hago, T?”.
“Me haces sentir maravillosamente”, jadeó Tina cuando los dedos de su novia entraron en el lugar que a ella le gustaba.
“Ah, esto. Bueno. Quiero que sepas cuanto lo siento. Además quiero que se sepas que eres asombrosa y te amo”. Aunque los ojos de Tina estaban cerrados, sintió el calor de la sonrisa que ella sabía que estaba presente en la cara de su novia.
Bette se apretó tanto como pudo a Tina. Sintió sus pezones contra su piel y Tina, apretando su húmedo sexo contra el de Bette la obligó a tomar aire y centrarse en su respiración. A medida que el sol de Bette inducido por su diosa aumentaba, la lluvia reducía su marcha y se convertía en rocío.
“¿Te gusta esto T.?”, preguntó Bette mientras sus caderas comenzaban un baile lento y sensual.
“Si, baby”.
“¿Lo echabas de menos?”.
Respondió el silencio. La boca de Tina estaba abierta, pero ningún sonido salió de ella.
“Tina, te he hecho una pregunta”.
“Si, cariño, lo echaba de menos. Te echaba de menos”, susurró Tina levantando sus caderas para acompasar sus movimientos a los de Bette.
“Tengo que hacerte una pregunta Tina”.
Siempre que Bette decía esas palabras, los latidos del corazón de Tina se cuadriplicaban. Otra vez se acercaba al limbo, pero de repente recordó que aún no había vuelto de su viaje anterior.
“Bette”.
“Tina, por favor, déjame hacerte la pregunta”. Las caderas de Bette se movían cada vez con más ritmo y la rubia no podía pensar. Su clit entraba en calor de nuevo y sin duda disfrutaba de la compañía del otro.
“Bette, uuummm”.
“Tina, tu sólo contesta, ¿vale?”.
“Joder. Bette”. La excitada rubia refunfuñó frustrada, convencida de que aquel no e3ra el momento.
Los talones de Tina estaban clavados en la arena mojada mientra sus caderas se movían hacia arriba al ritmo inequívoco de Bette. La voz de Bette y su respiración caliente llegaban a sus oídos encendiendo un millón de chispas. Un nuevo chorro de humedad hizo su presencia en un lugar ya deslizante.
“¿Le has dado a alguien más mi coñito?”
Bette miró la cara hermosa debajo de ella, y ya sabía la respuesta antes de que las palabras fluyeran de su boca encantadora.
“No, cariño, no se lo he dado nadie”, gimoteó Tina, “tu eres su única dueña”.
Labios convincentes hicieron callar el gimoteo de Tina y una lengua impaciente empezó a buscar todas las áreas de su boca. Bette gimió en el beso y Tina gimió en la respuesta. Bette levantó su cuerpo del de su novia y Tina automáticamente extendió sus piernas, apretando con sus tobillos el trasero de su novia.
“Bette, soy tuya, baby. Ya te lo dije. Tu me haces sentir cosas que nadie me ha hecho sentir nunca”, la voz de Tina se suavizó. “He recordado esto muy recientemente. Te estoy tan agrade3cida”. Cuando Tina sintió que el cuerpo de Bette se ponía rígido, se agarró fuerte a ella, y comprendió que la vista de la mujer hermosa que tenía encima indudablemente le daba vida”.
“Bette, ¿tu sabes lo hermosa que eres?. Te quiero mucho Bette Porter. Por favor, respira”. Bette gimió cuando se le puso la carne de gallina en todo el cuerpo. “Dieme a quien amas. ¿A quién amas más que a nadie en el mundo, Bette?”, preguntó la rubia seductora sintiendo que su orgasmo estaba próximo.
“Oh, Dios mío, eres tu Tina”, dijo Bette apretando su cuerpo antes de ceder a los sentimientos que la dominaban. Cada vez que Tina alcanzaba el clímax, ella misma estaba a punto de alcanzarlo. Nunca había visto tanta belleza, erotismo, satisfacción y de ello, todo ello simultáneamente en la misma persona. Mientras su corazón intentaba alcanzar un ritmo normal, Bette dijo jadeando, “Parece que no soy la única a la que se le corta la respiración”.
“Siempre te digo que tu me cortas la respiración, Bette. No debería ser una sorpresa para ti. Lo que sí debería ser una sorpresa es que quiero que me muestres otra vez lo mucho que lo sientes. Sólo quiero asegurarme que lo he entendido”.
Re: [Terminado] Saludos al sol
vaya muy muy hot .... , muy bueno ..
... gracias julia... sigue cuando puedas =D
... gracias julia... sigue cuando puedas =D
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
CAPÍTULO 27
La luz del día
Ningún día vale más que el día de hoy, Johann Wolfgang von Goethe
Carmen miró detenidamente las gruesas letras que intimidaban y suspiró. Una fila de dientes blancos contestó rápidamente la estricta orden. Al leer las poderosas palabras “No molesten” impresas en un cartel que colgaba en la puerta, se le revolvió el estómago. Alzó la vista al techo, como si esperara que una respuesta a duda de llamar a la puerta le cayera del cielo. Después de la cena del día anterior Tina se retiró tan tranquila que Carmen se preguntaba si estaba bien. Cuando Carmen estaba levantando la mano para llamar, apareció Tina con una sonrisa más brillante que el sol.
“Ey, Carm”, saludó la rubia burbujeante que se disponía a ir a hacer footing. Era evidente que una Tina contenta estaba a punto de ir a correr y de algún modo se había olvidado de sus planes del día anterior con la sra. De la Pica Morales.
“¿Siguen en pie nuestros planes para esta mañana, Tina?”, preguntó Carmen. De pronto se había dado cuenta que tenía que aprender sus recientemente aprendidos conocimientos sobre redirección de la cólera.
Las piernas de Tina dejaron de moverse. “Joder, Carm. Lo olvidé totalmente. Lo siento. Voy a cambiarme rápidamente y luego nos vamos”.
Carmen no podía ignorar la sonrisa interminable de Tina y su felicidad aplastante. Era demasiado placentera para una hora tan temprana. “No, ve a correr”. En ese momento Carmen comprendió por qué Tina era tan feliz y había retomado sus costumbres diarias como si todo estuviera bien. Los ojos oscuros inmediatamente se volvieron fríos y venenosos, de la misma forma que estaban después de la ruptura que tuvo que soportar.
“¿Cuándo vino, Tina?”, preguntó Carmen con ira.
“Ayer por la mañana”, respondió la rubia francamente, “fue una sorpresa total”, a Tina le costó completar la frase.
“Entonces, ¿por qué estabas tan desanimada en la cena?”, escupió, “y antes, cuando empezamos a enrollarnos, tu no podías porque tenías a Bette en la mente, ¿verdad?. Apuesto a que si ella no se hubiera presentado…”, el dolor la hizo callar de repente, después susurró, “Lo siento. Esto no es asunto mío. Umm, yo solo…”, los ojos de Carmen se llenaron de lágrimas. Era como si le hubieran colocado un gran peso sobre los hombros. Con los brazos caídos, se giró para marcharse. “Por favor, sólo déjame llegar hasta el ascensor”, pensó, “déjame llegar al ascensor y aún podré tener un buen día”.
Una mano cálida se colocó sobre un hombro tenso y Carmen se la quitó de encima como si Tina fuera venenosa. “Joder Carmen, no vamos a dar un espectáculo aquí fuera”, pensó Tina.
“Carmen, escúchame por favor, yo no sabía que esto iba a pasar”.
La voz de Carmen subió de volumen. “¿Me estás tomando el pelo Tina?. Estás de broma, ¿verdad?. Durante dos días he estado intentando que hablaras conmigo. Te he pedido que me cuentes que te pasaba porque, como idiota que soy, todavía te amo. Ahora, de repente, tu eres feliz otra vez ¿y quieres hablar conmigo?. “No lo digas Carmen, no grites jódete Tina con toda la fuerza de tus pulmones. Intento conseguir que estés bien”, pensó Tina. La voz enfadada se suavizó cuando los ojos oscuros comprendieron que no tenían nada que demostrar. “Mira, Tina. Estoy aquí peleándome con las cosas correctas que debo decir y el modo correcto de decirlo. Ahora mismo estoy muy alterada y comprendo que no tengo derecho a estarlo. Así que me voy”.
“Jesús Tina, ¿Qué es todo este alboroto de aquí fuera?”, preguntó una soñolienta Bette que miraba desde la puerta.
Dos pares de ojos oscuros se encontraron y se miraron fijamente sin parpadear. No se intercambiaron palabras, sólo un silencio tenso se extendió por el vestíbulo.
“Hola cariño. Estoy hablando con Carmen. Intentaremos hablar más bajo”.
“¿Puedo hablar un momento contigo Tuna?”, preguntó Bette seriamente mientras mantenía su mirada maligna sobre la morena picante que estaba a unos metros de distancia.
“Mierda, mierda, mierda. ¡Joder!”, pensó Tina. Y dirigiéndose a Carmen, “Carmen, por favor, quédate aquí, vuelvo enseguida”.
Tina fue rápidamente hacia la puerta y entró. Se preparó para la esperada pregunta que iba a venir a continuación. Bette capturó la mirada de Tina y la sostuvo con intención un rato largo. Los ojos de Tina rápidamente miraron al suelo para comprobar los granos de arena de la noche antes que cubrían la alfombra.
“Tina, por favor, mírame”.
Cuando la rubia inestable encontró el valor necesario para buscar los ojos negros deseosos, Bette comenzó a hablar. “Umm, sólo quiero que sepas que te amo T.”. Las cejas se plegaron y las lágrimas amenazaron con desbordarse, pero atendieron a su orden de quedarse quietas. “Podría haberte perdido muy fácilmente en los últimos días, pero no te perdí y estoy muy contenta con ello. Eso es todo. Y ahora me vuelvo a dormir”.
“Gracias cariño. Yo también te amo”, contestó Tina, aliviada. No se podía creer que Bette no hubiera armado un escándalo. Esto era bueno. “Hoy va a ser un buen día”, pensó. Cuando la rubia feliz reapareció en el vestíbulo, Carmen estaba al final del pasillo, caminando hacia el ascensor, las manos caídas a ambos lados de su cuerpo, como si no le pertenecieran.
……………………..
La luz del día
Ningún día vale más que el día de hoy, Johann Wolfgang von Goethe
Carmen miró detenidamente las gruesas letras que intimidaban y suspiró. Una fila de dientes blancos contestó rápidamente la estricta orden. Al leer las poderosas palabras “No molesten” impresas en un cartel que colgaba en la puerta, se le revolvió el estómago. Alzó la vista al techo, como si esperara que una respuesta a duda de llamar a la puerta le cayera del cielo. Después de la cena del día anterior Tina se retiró tan tranquila que Carmen se preguntaba si estaba bien. Cuando Carmen estaba levantando la mano para llamar, apareció Tina con una sonrisa más brillante que el sol.
“Ey, Carm”, saludó la rubia burbujeante que se disponía a ir a hacer footing. Era evidente que una Tina contenta estaba a punto de ir a correr y de algún modo se había olvidado de sus planes del día anterior con la sra. De la Pica Morales.
“¿Siguen en pie nuestros planes para esta mañana, Tina?”, preguntó Carmen. De pronto se había dado cuenta que tenía que aprender sus recientemente aprendidos conocimientos sobre redirección de la cólera.
Las piernas de Tina dejaron de moverse. “Joder, Carm. Lo olvidé totalmente. Lo siento. Voy a cambiarme rápidamente y luego nos vamos”.
Carmen no podía ignorar la sonrisa interminable de Tina y su felicidad aplastante. Era demasiado placentera para una hora tan temprana. “No, ve a correr”. En ese momento Carmen comprendió por qué Tina era tan feliz y había retomado sus costumbres diarias como si todo estuviera bien. Los ojos oscuros inmediatamente se volvieron fríos y venenosos, de la misma forma que estaban después de la ruptura que tuvo que soportar.
“¿Cuándo vino, Tina?”, preguntó Carmen con ira.
“Ayer por la mañana”, respondió la rubia francamente, “fue una sorpresa total”, a Tina le costó completar la frase.
“Entonces, ¿por qué estabas tan desanimada en la cena?”, escupió, “y antes, cuando empezamos a enrollarnos, tu no podías porque tenías a Bette en la mente, ¿verdad?. Apuesto a que si ella no se hubiera presentado…”, el dolor la hizo callar de repente, después susurró, “Lo siento. Esto no es asunto mío. Umm, yo solo…”, los ojos de Carmen se llenaron de lágrimas. Era como si le hubieran colocado un gran peso sobre los hombros. Con los brazos caídos, se giró para marcharse. “Por favor, sólo déjame llegar hasta el ascensor”, pensó, “déjame llegar al ascensor y aún podré tener un buen día”.
Una mano cálida se colocó sobre un hombro tenso y Carmen se la quitó de encima como si Tina fuera venenosa. “Joder Carmen, no vamos a dar un espectáculo aquí fuera”, pensó Tina.
“Carmen, escúchame por favor, yo no sabía que esto iba a pasar”.
La voz de Carmen subió de volumen. “¿Me estás tomando el pelo Tina?. Estás de broma, ¿verdad?. Durante dos días he estado intentando que hablaras conmigo. Te he pedido que me cuentes que te pasaba porque, como idiota que soy, todavía te amo. Ahora, de repente, tu eres feliz otra vez ¿y quieres hablar conmigo?. “No lo digas Carmen, no grites jódete Tina con toda la fuerza de tus pulmones. Intento conseguir que estés bien”, pensó Tina. La voz enfadada se suavizó cuando los ojos oscuros comprendieron que no tenían nada que demostrar. “Mira, Tina. Estoy aquí peleándome con las cosas correctas que debo decir y el modo correcto de decirlo. Ahora mismo estoy muy alterada y comprendo que no tengo derecho a estarlo. Así que me voy”.
“Jesús Tina, ¿Qué es todo este alboroto de aquí fuera?”, preguntó una soñolienta Bette que miraba desde la puerta.
Dos pares de ojos oscuros se encontraron y se miraron fijamente sin parpadear. No se intercambiaron palabras, sólo un silencio tenso se extendió por el vestíbulo.
“Hola cariño. Estoy hablando con Carmen. Intentaremos hablar más bajo”.
“¿Puedo hablar un momento contigo Tuna?”, preguntó Bette seriamente mientras mantenía su mirada maligna sobre la morena picante que estaba a unos metros de distancia.
“Mierda, mierda, mierda. ¡Joder!”, pensó Tina. Y dirigiéndose a Carmen, “Carmen, por favor, quédate aquí, vuelvo enseguida”.
Tina fue rápidamente hacia la puerta y entró. Se preparó para la esperada pregunta que iba a venir a continuación. Bette capturó la mirada de Tina y la sostuvo con intención un rato largo. Los ojos de Tina rápidamente miraron al suelo para comprobar los granos de arena de la noche antes que cubrían la alfombra.
“Tina, por favor, mírame”.
Cuando la rubia inestable encontró el valor necesario para buscar los ojos negros deseosos, Bette comenzó a hablar. “Umm, sólo quiero que sepas que te amo T.”. Las cejas se plegaron y las lágrimas amenazaron con desbordarse, pero atendieron a su orden de quedarse quietas. “Podría haberte perdido muy fácilmente en los últimos días, pero no te perdí y estoy muy contenta con ello. Eso es todo. Y ahora me vuelvo a dormir”.
“Gracias cariño. Yo también te amo”, contestó Tina, aliviada. No se podía creer que Bette no hubiera armado un escándalo. Esto era bueno. “Hoy va a ser un buen día”, pensó. Cuando la rubia feliz reapareció en el vestíbulo, Carmen estaba al final del pasillo, caminando hacia el ascensor, las manos caídas a ambos lados de su cuerpo, como si no le pertenecieran.
……………………..
Re: [Terminado] Saludos al sol
muy bueno el ff....
sigue cuando puedas julia... gracias ;)...
sigue cuando puedas julia... gracias ;)...
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
El mar de Cortez estaba tranquilo. Cuando Tina corría al lado de la masa gigantesca del agua, fingía que la playa entera era suya. Resultaba difícil creer que había llovido el día anterior. Hoy, sin embargo, el sol azotaba la tierra. Todavía era temprano, pero el encuentro tenso con Carmen le hacía parecer que era más tarde. La rubia tranquila reclamó tranquilidad y serenidad, y después aumentó la velocidad. Era la primera vez que la arena bajo los zapatos de deporte favoritos de Tina no era una como una corriente poderosa que la hundía en la depresión. Sus piernas eran ligeras y tan fuertes que la llevaban más rápido de lo que ella creía posible. Y despegó como un cohete. Los pensamientos de la noche anterior inundaron la mente de la corredora provocándole inmediatamente una sonrisa. “Bette Porter, follas increíblemente bien”, murmuró mientras corría a paso rápido. Su respiración era más libre que nunca, y sus pensamientos y su corazón unidos palpitaban con regularidad otra vez. Estaba viva.
Una melancólica Carmen se sentó en la terraza de uno de los restaurantes del resort. Se suponía que Tina y ella iban a desayunar allí después del Tai-chi. La morena no tuvo ganas de asistir a la clase, pero tenía hambre. Bebió un poco del fuerte zumo de pomelo que llenaba su vaso, mientras los pensamientos de los últimos días pasados con Tina invadieron su mente. Habían sido cálidos y agradables, profundos y difíciles, luminosos y despreocupados. La mujer que la había hecho sentir en lo más alto y en lo más bajo estaba sin duda bajo su piel, y Carmen comprendió que tenía que extraerla de allí. Una lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla, y entonces un pulgar suave se la limpió.
“¿Puedo sentarme, Carm?
“¿Acaso importa mi respuesta, Tina? ¿Qué pasaría si digo que no?”.
“Me marcharía. ¿Es eso lo que quieres que haga?”.
“No”.
Tina exploró su entorno mientras cogía una silla para sentarse. Estaba sudorosa, y probablemente olía mal, pero no podía dejar pasar la oportunidad de hablar con la mujer que la había acusado de tener un comportamiento horrible en una sala repleta de extraños. El ritmo del corazón de la rubia arrepentida aún no había vuelto a su estado normal después de la vigorosa carrera, lo que la hizo vacilar antes de hablar.
“Carmen, tengo que decirte algo y necesito que me escuches, por favor”.
Carmen soltó una sonrisita desprovista de todo humor. “Aquí estamos de nuevo, con Tina y sus conversaciones selectivas. Estoy harta de todo esto.”
“Carmen”, dijo Tina muy seria, “parece que ambas somos un poco selectivas. Si, soy culpable de ser selectiva en mis conversaciones como tu dices, y lo admito. Aunque tu eres culpable de escuchar selectivamente. Una de las cosas de las que sigo acordándome es de lo buena oyente que eres. Bien, esta es tu oportunidad. ¿Crees que puedes escucharme durante un minuto?”.
Carmen apretó los labios y con un gesto dijo “Si”.
“Gracias”.
Tina bebió un trago de agua de su botella y miró atentamente a la mujer triste y atractiva a través de ella.
“La razón por la que no hablé contigo es porque pensé que no sería cómodo para ti. Si te hubiera contado los detalles de lo que me estaba pasando sabía que harías todo lo posible para que volviéramos a estar juntas otra vez. Después de que rompimos, exhibí mi relación con Bette en tu cara y eso no estuvo bien. Te aprecio de verdad, Carmen, y no quiero engañarte de ninguna manera otra vez. Tu viniste aquí para acabar conmigo”, Tina sonrió, “pero en cambio caiste de lleno en lo que querías evitar. Quiero agradecerte que te hayas preocupado por mi cuando parecía que estaba a punto de morir. Gracias por hacerme saber que yo todavía te importaba. Sé que me odias ahora y no te culpo. Cuando estábamos juntas me costó reconocer que eras una buena persona, y nunca te lo dije. Quiero que sepas que aprecio la bondad con la que me has tratado estos días y que siempre lo recordaré. Eres realmente una buena persona, Carmen. Por favor, no seas dura contigo y pienses que no lo eres. Y ahora puedes volver a escuchar selectivamente. Esto es todo lo que quería decir”.
Carmen intentó parpadear tras las lágrimas que le nublaban la visión. “¿Cuándo había madurado Tina?”
En cuanto pensó la pregunta la guardó entre sus labios porque la respuesta indudablemente era que cuando encontró a Bette. Carmen sólo esperaba que Tina no verbalizara lo que ella ya sabía. No quería oírlo. No ahora. Posiblemente nunca.
Tina le dirigió una hilera brillante de dientes blancos.
“Te quiero”, dijo Carmen despacio, “tu haces lo imposible para que te odie, así que a veces lo intento. Lo que tenías que decirme merecía la pena de escucharse, estoy contenta de que me animaras a oirlo”. Una amplia sonrisa burlona apareció en la cara antes preocupada. “Tu eres algo más, Tina. Espero que Bette Porter sepa lo especial que eres porque si no lo sabe, yo sí”. Carmen sonrió para sí misma. “Joder. Ya estoy otra vez”. Se rió. “Es difícil deshacerse de los viejos hábitos. Mira, me voy hoy, así que necesito irme ahora”. La morena se levantó y colocó un beso rápido en la mejilla de Tina. “Cuídate. Te quiero, Tina, pero no te lo diré porque eso no importa”, pensó Carmen.
“Vale, Carmen. Que te vaya bien”.
“Gracias”.
Tina no vio a su impresionante novia cuando entró en su habitación. La reina de la casa obviamente había estado allí porque no estaban los montones de arena del suelo. Además, el aroma sutil de Bette mezclado con el sexo había sido sustituido por algo entre fruta y floral. Fue hacia la terraza. Tina descubrió a su amor en una postura de guerrero, de espaldas a ella. Maldición, se la veía muy buena. Tina sabía que debía dejar a Bette sola, pero algo la impulsaba a acercarse a la mujer que la hizo sentirse viva otra vez. Normalmente iba a la ducha cuando volvía de correr, pero esta vez era una excepción. Había sido todo demasiado duro y la rubia antes desesperada no podía soportar ver a Bette y no interaccionar con ella. Tina cruzó los brazos cómodamente delante del pecho y se apoyó en el borde de la puerta susurrando a la concentrada guerrera, “¿Por quién luchas?”.
Bette sonriente completó sus movimientos y se giró como una bailarina llena de gracia. “Lucho por nosotras”.
Dios. Amo a esta mujer. “Dios, te amo, Bette”. La sonrisa marca registrada que Tina amaba mirar apareció en la cara de Bette. “Tu postura era magnífica, cariño. Tu cuerpo entero estaba alineado y tu corazón estaba justo como debía estar…”
Asombraba a Bette como Tina podía entrar tan fácilmente en su propio mundo del yoga como si fuera la única cosa existente. Ya yogui excitada siguió hablando mientras Bette no podía hacer nada más que reflexionar sobre los acontecimientos de la noche anterior. Mientras lo hacía, miraba los pezones de Tina erguidos bajo su mirada firme.
“¿Me estabas escuchando?”, preguntó Tina algo molesta con las payasadas de Bette.
“Pues si, te escuchaba. A diferencia de algunas personas puedo escuchar y mirar al mismo tiempo”, sonrió Bette abiertamente cogiendo la mano de Tina y arrastrándola a la impresionante terraza.
“¿Qué haces, baby?”, rió Tina.
La atractiva mujer bronceada contestó con una mirada fija concentrada que provocó un pulso fuerte entre las piernas de Tina.
“Mierda, Bette, haces conmigo lo que quieres”.
“Dime Tina, ¿qué quieres hacer?.Podemos hacer lo que tu quieras”, ronroneó Bette mientras trazaba una T imaginaria con el dedo en el estómago desnudo de su novia. Tina se estremeció y mira a su alrededor notando que había demasiadas personas abajo y en las terrazas como para hacer algo.
“Trae tu maldito trasero aquí dentro, Bette”.
Una enorme sonrisa escapó de los labios de la mujer de moca mientras enrollaba la esterilla de yoga de Tina con la misma facilidad que lo hacía ella misma. “Si, pues no era muy maldito para ti anoche, no?”.
“En realidad si lo era, sólo que no quise decir nada”, se rió Tina tontamente mientras cerraba la puerta del balcón y comenzó a desnudarse.
Una melancólica Carmen se sentó en la terraza de uno de los restaurantes del resort. Se suponía que Tina y ella iban a desayunar allí después del Tai-chi. La morena no tuvo ganas de asistir a la clase, pero tenía hambre. Bebió un poco del fuerte zumo de pomelo que llenaba su vaso, mientras los pensamientos de los últimos días pasados con Tina invadieron su mente. Habían sido cálidos y agradables, profundos y difíciles, luminosos y despreocupados. La mujer que la había hecho sentir en lo más alto y en lo más bajo estaba sin duda bajo su piel, y Carmen comprendió que tenía que extraerla de allí. Una lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla, y entonces un pulgar suave se la limpió.
“¿Puedo sentarme, Carm?
“¿Acaso importa mi respuesta, Tina? ¿Qué pasaría si digo que no?”.
“Me marcharía. ¿Es eso lo que quieres que haga?”.
“No”.
Tina exploró su entorno mientras cogía una silla para sentarse. Estaba sudorosa, y probablemente olía mal, pero no podía dejar pasar la oportunidad de hablar con la mujer que la había acusado de tener un comportamiento horrible en una sala repleta de extraños. El ritmo del corazón de la rubia arrepentida aún no había vuelto a su estado normal después de la vigorosa carrera, lo que la hizo vacilar antes de hablar.
“Carmen, tengo que decirte algo y necesito que me escuches, por favor”.
Carmen soltó una sonrisita desprovista de todo humor. “Aquí estamos de nuevo, con Tina y sus conversaciones selectivas. Estoy harta de todo esto.”
“Carmen”, dijo Tina muy seria, “parece que ambas somos un poco selectivas. Si, soy culpable de ser selectiva en mis conversaciones como tu dices, y lo admito. Aunque tu eres culpable de escuchar selectivamente. Una de las cosas de las que sigo acordándome es de lo buena oyente que eres. Bien, esta es tu oportunidad. ¿Crees que puedes escucharme durante un minuto?”.
Carmen apretó los labios y con un gesto dijo “Si”.
“Gracias”.
Tina bebió un trago de agua de su botella y miró atentamente a la mujer triste y atractiva a través de ella.
“La razón por la que no hablé contigo es porque pensé que no sería cómodo para ti. Si te hubiera contado los detalles de lo que me estaba pasando sabía que harías todo lo posible para que volviéramos a estar juntas otra vez. Después de que rompimos, exhibí mi relación con Bette en tu cara y eso no estuvo bien. Te aprecio de verdad, Carmen, y no quiero engañarte de ninguna manera otra vez. Tu viniste aquí para acabar conmigo”, Tina sonrió, “pero en cambio caiste de lleno en lo que querías evitar. Quiero agradecerte que te hayas preocupado por mi cuando parecía que estaba a punto de morir. Gracias por hacerme saber que yo todavía te importaba. Sé que me odias ahora y no te culpo. Cuando estábamos juntas me costó reconocer que eras una buena persona, y nunca te lo dije. Quiero que sepas que aprecio la bondad con la que me has tratado estos días y que siempre lo recordaré. Eres realmente una buena persona, Carmen. Por favor, no seas dura contigo y pienses que no lo eres. Y ahora puedes volver a escuchar selectivamente. Esto es todo lo que quería decir”.
Carmen intentó parpadear tras las lágrimas que le nublaban la visión. “¿Cuándo había madurado Tina?”
En cuanto pensó la pregunta la guardó entre sus labios porque la respuesta indudablemente era que cuando encontró a Bette. Carmen sólo esperaba que Tina no verbalizara lo que ella ya sabía. No quería oírlo. No ahora. Posiblemente nunca.
Tina le dirigió una hilera brillante de dientes blancos.
“Te quiero”, dijo Carmen despacio, “tu haces lo imposible para que te odie, así que a veces lo intento. Lo que tenías que decirme merecía la pena de escucharse, estoy contenta de que me animaras a oirlo”. Una amplia sonrisa burlona apareció en la cara antes preocupada. “Tu eres algo más, Tina. Espero que Bette Porter sepa lo especial que eres porque si no lo sabe, yo sí”. Carmen sonrió para sí misma. “Joder. Ya estoy otra vez”. Se rió. “Es difícil deshacerse de los viejos hábitos. Mira, me voy hoy, así que necesito irme ahora”. La morena se levantó y colocó un beso rápido en la mejilla de Tina. “Cuídate. Te quiero, Tina, pero no te lo diré porque eso no importa”, pensó Carmen.
“Vale, Carmen. Que te vaya bien”.
“Gracias”.
Tina no vio a su impresionante novia cuando entró en su habitación. La reina de la casa obviamente había estado allí porque no estaban los montones de arena del suelo. Además, el aroma sutil de Bette mezclado con el sexo había sido sustituido por algo entre fruta y floral. Fue hacia la terraza. Tina descubrió a su amor en una postura de guerrero, de espaldas a ella. Maldición, se la veía muy buena. Tina sabía que debía dejar a Bette sola, pero algo la impulsaba a acercarse a la mujer que la hizo sentirse viva otra vez. Normalmente iba a la ducha cuando volvía de correr, pero esta vez era una excepción. Había sido todo demasiado duro y la rubia antes desesperada no podía soportar ver a Bette y no interaccionar con ella. Tina cruzó los brazos cómodamente delante del pecho y se apoyó en el borde de la puerta susurrando a la concentrada guerrera, “¿Por quién luchas?”.
Bette sonriente completó sus movimientos y se giró como una bailarina llena de gracia. “Lucho por nosotras”.
Dios. Amo a esta mujer. “Dios, te amo, Bette”. La sonrisa marca registrada que Tina amaba mirar apareció en la cara de Bette. “Tu postura era magnífica, cariño. Tu cuerpo entero estaba alineado y tu corazón estaba justo como debía estar…”
Asombraba a Bette como Tina podía entrar tan fácilmente en su propio mundo del yoga como si fuera la única cosa existente. Ya yogui excitada siguió hablando mientras Bette no podía hacer nada más que reflexionar sobre los acontecimientos de la noche anterior. Mientras lo hacía, miraba los pezones de Tina erguidos bajo su mirada firme.
“¿Me estabas escuchando?”, preguntó Tina algo molesta con las payasadas de Bette.
“Pues si, te escuchaba. A diferencia de algunas personas puedo escuchar y mirar al mismo tiempo”, sonrió Bette abiertamente cogiendo la mano de Tina y arrastrándola a la impresionante terraza.
“¿Qué haces, baby?”, rió Tina.
La atractiva mujer bronceada contestó con una mirada fija concentrada que provocó un pulso fuerte entre las piernas de Tina.
“Mierda, Bette, haces conmigo lo que quieres”.
“Dime Tina, ¿qué quieres hacer?.Podemos hacer lo que tu quieras”, ronroneó Bette mientras trazaba una T imaginaria con el dedo en el estómago desnudo de su novia. Tina se estremeció y mira a su alrededor notando que había demasiadas personas abajo y en las terrazas como para hacer algo.
“Trae tu maldito trasero aquí dentro, Bette”.
Una enorme sonrisa escapó de los labios de la mujer de moca mientras enrollaba la esterilla de yoga de Tina con la misma facilidad que lo hacía ella misma. “Si, pues no era muy maldito para ti anoche, no?”.
“En realidad si lo era, sólo que no quise decir nada”, se rió Tina tontamente mientras cerraba la puerta del balcón y comenzó a desnudarse.
Re: [Terminado] Saludos al sol
ayy q bonito... porfin bette y tina juntas y felices xD...
grax julia,,, sigue cuando puedas =D
grax julia,,, sigue cuando puedas =D
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
ohhhhh q preciosidad!!!! x fin mis xicas están juntas.... (me ha costado llegar hasta el final pero lo e conseguido...)
gracias julia!!!
gracias julia!!!
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
“Realmente dudo de la señorita Stinky Winky”, contestó Bette colocando un suave y húmedo beso sobre la clavícula de Tina. Un gemido ligero se le escapó a la diosa del sol recién despertada. Un beso caliente salió de los labios de Bette mientras su lengua su propio trabajo de investigación. Bette se sintió abandonada cuando su novia terminó bruscamente con los gestos cariñosos y, en cambio, una pequeña sonrisa apareció en los labios de Tina.
“¿Por qué anoche estabas todo el rato encima, Bette?”.
“Porque lo mío es estar todo el rato encima”, contestó Bette abochornada.
“Me gustó”.
“¿Qué es lo que te gustó?”.
“Bueno, yo sabía que hacer el amor bajo la lluvia era algo que tu querías hacer. Y ese hecho hizo que la experiencia fuera profundamente gratificante porque estabas haciéndolo realidad. Me gustaba sentir la humedad de la lluvia y la humedad de tu lengua por todas partes de mi cuerpo. Era una sensación muy estimulante. Mi cuerpo entero estaba tan caliente que esperaba ver Salir humo de el en cualquier momento cuando la lluvia tomaba contacto con mi piel. Era imposible para mi mantener los ojos abiertos, así que no sé si apareció humo o no”. La rubia se rió con disimulo. “Aunque sí sentí un chisporroteo continuo cuando tu lengua pasaba por mi cuerpo. Especialmente cuando estaba por mi clit. Me pongo húmeda sólo de pensarlo”. Tina sonrió tímidamente. “¿Estás mojada tu, baby?”.
Una hiperventilada Bette cerró la boca antes de oír a su novia describir tan sinceramente sus sentimientos sobre la noche anterior.
“¿Te importa si lo miro?”.
“Si, me importa mucho”, Bette se rió tontamente observando la esterilla enrollada que todavía tenía en la mano. “Eyyyy, Tina , ¿qué son todas esas manchas en tu material de yoga?”, exclamó Bette mientras inspeccionaba el material antes de colocar la esterilla en su sitio.
“Mierda. Ya estamos. Fuera luna de miel”, pensó Tina suspirando resignada al sentir como cambiaba su humor. “Umm, la tiré cuando estaba en el aeropuerto esperando mi vuelo para venir aquí. Cuando iba a embarcar volví al cubo de basura y estuve rebuscando hasta que la encontré”.
“Ah”, contestó Bette desinflándose. “¿Qué te hizo cambiar de opinión? ¿Por qué volviste a buscarla?”.
“Porque hiciera lo que hiciera yo no podía borrarte de mi mente. Todo me recordaba a ti, Bette. Independientemente de si tu me correspondías o no, yo pensaba en ti. No tenía sentido tirar mis cosas porque aún así no podía dejar de pensar en ti”. Tina cogió una botella de agua de la nevera. En sus ojos apareció un brillo de ira.
“¿Cómo supiste donde estabas?”, preguntó la corredora agotada.
“Cuando estaba en Nueva York llamé al trabajo para decirles que no volvería hasta la semana que viene. Me contestó Paul y me dijo que ya lo sabía porque tu habías informado de nuestro viaje a El Cabo. Me hizo preguntas sobre como me había tomado la sorpresa que tu habías preparado para mi. Me sentí enferma y quise morir. Era muy extraño porque siempre que te llamaba yo me sentía idiota. Parecía que te habías cansado de mi y no querías hablar conmigo”.
“Lo estaba”.
Bette sintió el cambio de humor de Tina. Sabía que tenían que hablar pero no quería que Tina se encerrara en un lugar oscuro e inalcanzable. “¿Por qué no preparo un baño de espuma para ti, Tina?. Esto es tan lujoso.”
“Suena bien”, contestó Tina de forma cortante recordando la angustia que había sentido hasta la noche anterior.
Mientras Tina penetraba en la bañera tamaño súper, Bette se sentó a su lado y le contó todo sobre sus días y noches angustiosos sin ella. Hablaron de la situación con Helena y lo que motivó que Bette dejara el ático.
“Entonces, baby, ¿cómo te sientes teniendo a alguien que te ama y tu a ella no?”.
“Tu misma puedes contestar a esa pregunta. Estás en la misma situación”.
“Te estoy preguntando Bette si es posible que sintamos de manera diferente, ya sabes”.
“Es extraño Tina. Nunca pensé que las cosas serían tan complicadas. Helena y yo hemos estado juntas, pero hay algunas cosas de su personalidad que nunca entenderé y probablemente me causan aversión. Me siento mal porque no tengo ningún control sobre lo que ella siente, y hay una enorme desconexión entre nosotras. Todo lo que puede hacer es intentar que eso no te afecte, ¿sabes?”.
“Lo sé”.
Una vez se hubo secado Tina se puso una camiseta y unos pantalones cortos. Mientras lo hacía, pensaba como abordar la siguiente fase de su conversación. Sentada en el sofá, respiró profundamente, cerró los ojos y se recostó en los cómodos almohadones.
Bette se sentó en el suelo delante de Tina, cogió su pie izquierdo y lo masajeó. Notó en el una ampolla nueva y evitó tocarla. “Mmmm, gracias baby, mis pies están muy doloridos. Me sentía tan bien corriendo hoy que creo que exageré”. Bette dejó el pie izquierdo, cogió el derecho e hizo lo mismo.
“Asistí a un taller muy bueno el otro día. Se llamaba: Asuntos del corazón, aguantar y desinhibirse”.
“Y tu asististe por aguantar o por desinhibirte?”.
“Por las dos cosas”, contestó Tina rotundamente.
“Llegué aproximadamente 15 minutos tarde, y cuando llegué había una persona hablando sobre su vida, que había estado en una relación que intentaba superar”. Bette siguió masajeando los pies de Tina. Fue a coger una bote de loción y luego volvió.
“Dijo que esta persona abusó de su relación y la dominó, y aún así ella permanecía implicada”.
“¿Y por qué se quedó si la trataban así?”, preguntó Bette curiosa, “si lo permitía, siguió pasando”, añadió la masajista.
“Bien, ella dijo que cuando esta persona estaba centrada en ella parecía que era la única cosa que existía y que nada más importaba”.
“Sé como te hace sentir eso, Tina, y es un buen sentimiento, muy adictivo”, Bette sonrió mientras estiraba cada uno de los dedos de Tina con mucho cuidado.
“La mujer comenzó a llorar al contar lo mal que se sentía a veces porque no tenía voz. Intentó varias veces hablar con su compañera, pero no le hacía caso. La sala estaba muy tranquila en ese momento y lo único que se oía era como la mujer se limpiaba la nariz”.
“Espero que esa mujer plantara a esa gilipollas”, soltó Bette sosteniendo el tobillo de Tina y dándole vueltas al pie en sentido contrario a las agujas del reloj.
“Esto te hace sentir muy bien No, no dejó a esa mujer gilipollas. La mujer dijo que cuando la dejaron, la persona que la dejó lo decidió todo ella sola. Ninguna advertencia. Y después de que las cosas se terminaron se rió de ella”.
“Que perdedora de mierda”, declaró Bette enérgicamente mientras sustituía el pie y se limpiaba las manos con una toalla.
Hubo un silencio incómodo. “Si, soy una perdedora de mierda” dijo Tina suavemente abriendo los ojos y mirando fijamente a su novia.
“T…”, susurró Bette, dándose cuenta de lo que Tina acababa de compartir con ella. Se sentó en el sofá junto a su novia y la abrazó fuerte. “Lo siento. Tu no eres una perdedora, no eres nada de eso. Ya lo sabes, baby”.
“Bette, nunca me he sentido tan avergonzada en toda mi vida. Carmen estaba allí de pie, en una sala llena de extraños y les dijo todas aquellas cosas horribles sobre mi. ¿Y sabes qué? Todas eran ciertas. No dijo nada que no fuera verdad. Sólo quería irme a una esquina y morirme al comprender lo mal que la traté”.
“Tina, tu ya no eres esa persona. Esa ya no es tu realidad”.
“Pero era yo, Bette. Esa era yo”, sollozó Tina.
“¿No dices tu siempre que hoy es un día nuevo? Eres una de las personas más sinceras y cariñosas que he conocido. El hecho de que hasta esto te molesta muestra el buen corazón que tienes”. Bette colocó un beso sentido en la frente de Tina. Intentaba ser subjetiva, pero no se preocupaba por la respuesta a la siguiente pregunta. Sin embargo, ya que ella realmente se preocupaba por Tina, decidió hacer la pregunta de todos modos. “¿Carmen sabe lo mucho que lo sientes?”.
“¿Por qué anoche estabas todo el rato encima, Bette?”.
“Porque lo mío es estar todo el rato encima”, contestó Bette abochornada.
“Me gustó”.
“¿Qué es lo que te gustó?”.
“Bueno, yo sabía que hacer el amor bajo la lluvia era algo que tu querías hacer. Y ese hecho hizo que la experiencia fuera profundamente gratificante porque estabas haciéndolo realidad. Me gustaba sentir la humedad de la lluvia y la humedad de tu lengua por todas partes de mi cuerpo. Era una sensación muy estimulante. Mi cuerpo entero estaba tan caliente que esperaba ver Salir humo de el en cualquier momento cuando la lluvia tomaba contacto con mi piel. Era imposible para mi mantener los ojos abiertos, así que no sé si apareció humo o no”. La rubia se rió con disimulo. “Aunque sí sentí un chisporroteo continuo cuando tu lengua pasaba por mi cuerpo. Especialmente cuando estaba por mi clit. Me pongo húmeda sólo de pensarlo”. Tina sonrió tímidamente. “¿Estás mojada tu, baby?”.
Una hiperventilada Bette cerró la boca antes de oír a su novia describir tan sinceramente sus sentimientos sobre la noche anterior.
“¿Te importa si lo miro?”.
“Si, me importa mucho”, Bette se rió tontamente observando la esterilla enrollada que todavía tenía en la mano. “Eyyyy, Tina , ¿qué son todas esas manchas en tu material de yoga?”, exclamó Bette mientras inspeccionaba el material antes de colocar la esterilla en su sitio.
“Mierda. Ya estamos. Fuera luna de miel”, pensó Tina suspirando resignada al sentir como cambiaba su humor. “Umm, la tiré cuando estaba en el aeropuerto esperando mi vuelo para venir aquí. Cuando iba a embarcar volví al cubo de basura y estuve rebuscando hasta que la encontré”.
“Ah”, contestó Bette desinflándose. “¿Qué te hizo cambiar de opinión? ¿Por qué volviste a buscarla?”.
“Porque hiciera lo que hiciera yo no podía borrarte de mi mente. Todo me recordaba a ti, Bette. Independientemente de si tu me correspondías o no, yo pensaba en ti. No tenía sentido tirar mis cosas porque aún así no podía dejar de pensar en ti”. Tina cogió una botella de agua de la nevera. En sus ojos apareció un brillo de ira.
“¿Cómo supiste donde estabas?”, preguntó la corredora agotada.
“Cuando estaba en Nueva York llamé al trabajo para decirles que no volvería hasta la semana que viene. Me contestó Paul y me dijo que ya lo sabía porque tu habías informado de nuestro viaje a El Cabo. Me hizo preguntas sobre como me había tomado la sorpresa que tu habías preparado para mi. Me sentí enferma y quise morir. Era muy extraño porque siempre que te llamaba yo me sentía idiota. Parecía que te habías cansado de mi y no querías hablar conmigo”.
“Lo estaba”.
Bette sintió el cambio de humor de Tina. Sabía que tenían que hablar pero no quería que Tina se encerrara en un lugar oscuro e inalcanzable. “¿Por qué no preparo un baño de espuma para ti, Tina?. Esto es tan lujoso.”
“Suena bien”, contestó Tina de forma cortante recordando la angustia que había sentido hasta la noche anterior.
Mientras Tina penetraba en la bañera tamaño súper, Bette se sentó a su lado y le contó todo sobre sus días y noches angustiosos sin ella. Hablaron de la situación con Helena y lo que motivó que Bette dejara el ático.
“Entonces, baby, ¿cómo te sientes teniendo a alguien que te ama y tu a ella no?”.
“Tu misma puedes contestar a esa pregunta. Estás en la misma situación”.
“Te estoy preguntando Bette si es posible que sintamos de manera diferente, ya sabes”.
“Es extraño Tina. Nunca pensé que las cosas serían tan complicadas. Helena y yo hemos estado juntas, pero hay algunas cosas de su personalidad que nunca entenderé y probablemente me causan aversión. Me siento mal porque no tengo ningún control sobre lo que ella siente, y hay una enorme desconexión entre nosotras. Todo lo que puede hacer es intentar que eso no te afecte, ¿sabes?”.
“Lo sé”.
Una vez se hubo secado Tina se puso una camiseta y unos pantalones cortos. Mientras lo hacía, pensaba como abordar la siguiente fase de su conversación. Sentada en el sofá, respiró profundamente, cerró los ojos y se recostó en los cómodos almohadones.
Bette se sentó en el suelo delante de Tina, cogió su pie izquierdo y lo masajeó. Notó en el una ampolla nueva y evitó tocarla. “Mmmm, gracias baby, mis pies están muy doloridos. Me sentía tan bien corriendo hoy que creo que exageré”. Bette dejó el pie izquierdo, cogió el derecho e hizo lo mismo.
“Asistí a un taller muy bueno el otro día. Se llamaba: Asuntos del corazón, aguantar y desinhibirse”.
“Y tu asististe por aguantar o por desinhibirte?”.
“Por las dos cosas”, contestó Tina rotundamente.
“Llegué aproximadamente 15 minutos tarde, y cuando llegué había una persona hablando sobre su vida, que había estado en una relación que intentaba superar”. Bette siguió masajeando los pies de Tina. Fue a coger una bote de loción y luego volvió.
“Dijo que esta persona abusó de su relación y la dominó, y aún así ella permanecía implicada”.
“¿Y por qué se quedó si la trataban así?”, preguntó Bette curiosa, “si lo permitía, siguió pasando”, añadió la masajista.
“Bien, ella dijo que cuando esta persona estaba centrada en ella parecía que era la única cosa que existía y que nada más importaba”.
“Sé como te hace sentir eso, Tina, y es un buen sentimiento, muy adictivo”, Bette sonrió mientras estiraba cada uno de los dedos de Tina con mucho cuidado.
“La mujer comenzó a llorar al contar lo mal que se sentía a veces porque no tenía voz. Intentó varias veces hablar con su compañera, pero no le hacía caso. La sala estaba muy tranquila en ese momento y lo único que se oía era como la mujer se limpiaba la nariz”.
“Espero que esa mujer plantara a esa gilipollas”, soltó Bette sosteniendo el tobillo de Tina y dándole vueltas al pie en sentido contrario a las agujas del reloj.
“Esto te hace sentir muy bien No, no dejó a esa mujer gilipollas. La mujer dijo que cuando la dejaron, la persona que la dejó lo decidió todo ella sola. Ninguna advertencia. Y después de que las cosas se terminaron se rió de ella”.
“Que perdedora de mierda”, declaró Bette enérgicamente mientras sustituía el pie y se limpiaba las manos con una toalla.
Hubo un silencio incómodo. “Si, soy una perdedora de mierda” dijo Tina suavemente abriendo los ojos y mirando fijamente a su novia.
“T…”, susurró Bette, dándose cuenta de lo que Tina acababa de compartir con ella. Se sentó en el sofá junto a su novia y la abrazó fuerte. “Lo siento. Tu no eres una perdedora, no eres nada de eso. Ya lo sabes, baby”.
“Bette, nunca me he sentido tan avergonzada en toda mi vida. Carmen estaba allí de pie, en una sala llena de extraños y les dijo todas aquellas cosas horribles sobre mi. ¿Y sabes qué? Todas eran ciertas. No dijo nada que no fuera verdad. Sólo quería irme a una esquina y morirme al comprender lo mal que la traté”.
“Tina, tu ya no eres esa persona. Esa ya no es tu realidad”.
“Pero era yo, Bette. Esa era yo”, sollozó Tina.
“¿No dices tu siempre que hoy es un día nuevo? Eres una de las personas más sinceras y cariñosas que he conocido. El hecho de que hasta esto te molesta muestra el buen corazón que tienes”. Bette colocó un beso sentido en la frente de Tina. Intentaba ser subjetiva, pero no se preocupaba por la respuesta a la siguiente pregunta. Sin embargo, ya que ella realmente se preocupaba por Tina, decidió hacer la pregunta de todos modos. “¿Carmen sabe lo mucho que lo sientes?”.
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