[Terminado] Saludos al sol
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Re: [Terminado] Saludos al sol
pasara algo entre carmen y tina¿? ... noooo xD...
grax ... sigue cuando puedas julia
grax ... sigue cuando puedas julia
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
Carmen intentaba aclarar la vista para ver a quien había dicho aquellas palabras, pero tenía dificultades. “Tina, ¿qué haces aquí?”, preguntó con curiosidad.
Tina la miró fijamente, suspiró y murmuró, “Bueno, he oído hablar tan bien de este sitio que pensé que debería conocerlo”. “Soy yo, ¿recuerdas?. Nos conocimos bastante, aunque no demasiado tiempo. ¿Por qué estás aquí?. Pero de verdad”.
Tina miró al suelo intentando parpadear para retener las lágrimas que otra vez pugnaban por salir. “Ummm, sólo vine para centrarme otra vez. Estoy desequilibrada y descentrada, y todo parece malo. Estoy aquí para intentar recuperarme”. Tina se encogió e intentó sonreir. Se sintió mejor después de haber admitido todo esto, y se estremeció por la ironía de la situación de ambas. Bette no le había permitido a Tina expresar su opinión sobre el viaje a Nueva York. Tomó la decisión sin tener en cuenta a Tina. De la misma forma, la decisión de Tina de terminar su relación con Carmen la tomó sin tener en cuenta a Carmen. Bastante irónico.
Carmen podía ver en los ojos de Tina y en su lenguaje corporal que Bette Porter era un tema que no se podía tratar en este momento.
“Mira, Tina, sé que no me hiciste daño intencionadamente, y creo que puedo perdonarte. Hizo caso a las advertencias. Ya he comenzado a superarlo. Nuestra ruptura me volvió loca. En serio. Es como cuando tuve aquel sueño contigo y con Bette y luego me dijiste al día siguiente que todo había acabado entre nosotras. Estaba tan enfadada, que nada de lo que hiciera me hacía sentir mejor. Es por eso que todas las veces que nos vimos después de nuestra ruptura yo parecía una loca. Yo quería que me escucharas, pero tu no querías. Siento de verdad la forma en que te devolví tus cosas. Realmente no pensaba lo que dije sobre Bette, que te dejaría tan pronto como te dieras la vuelta”.
“Misión cumplida”, pensó Tina.
“Tu no merecías esto. Me enamoré de ti y lo que me pasó es que no podía estar sin ti”.
“Carmen, ¿lamentas haberte implicado conmigo?”.
“¿Francamente?”.
“Sí”.
“A veces sí”, admitió Carmen, buscando los ojos tristes de Tina. “Pero desde ayer, no”. La dulzura apareció en la sonrisa de la mujer y Tina también sonrió. “Sorprendentemente hoy resulta ser un día bastante bueno”, sonrió suavemente.
“Bueno”, susurró Tina pensativa, “¿podemos regresar al taller?”.
“Probablemente”. Caminaron hacia la sala juntas, cada perdida en sus propios pensamientos.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
Bette estaba recibiendo un maravilloso masaje de piedras, cuando bruscamente recuperó el conocimiento. “Ya he acabado, Bette”.
Bette, muy relajada, pronunció mal. “Gracias, Gina. Eres la mejor. Ha sido muy bueno verte”. La terapeuta, agradecida, le dio un consejo generoso, “lo mismo digo, pero la próxima vez no deberías tardar tanto tiempo en volver”, sonrió.
Bette se duchó y volvió a su habitación refrescada y revivificada. Marcó el número de Tina otra vez y se sorprendió cuando su novia lo cogió. La mujer de moca se quedó desarmada porque se disponía ya a dejar otro mensaje. La llamada la había hecho desde el hotel en lugar de su móvil, y se preguntó si esto habría tenido algo que ver.
“¿Hola?”.
“Hola, Tina”, dijo Bette suavemente.
“Hola”.
“T, te dejé un mensaje en el teléfono de casa esta mañana temprano. También te he dejado un par de mensajes en el móvil. ¿Los has escuchado?”.
“Todavía no. ¿Qué pasa?”.
“Por favor, escucha antes de colgar. Sólo escúchame hasta el final, ¿vale?”.
“Vale”.
Bette suspiró. Parecía que tenía una cantidad de tiempo limitada para conseguir sus propósitos. “Bien, vamos a coger la ruta corta”, pensó. “No me he acostado con Helena, ni me voy a acostar con ella. No la amo, Tina. De vez en cuando es bastante despreciable. No me estoy quedando con ella en su apartamento. Y como sugeriste, me estoy tomando un tiempo para pensar. Ella está todavía aquí, pero no me voy a mudar con ella. Tina, por favor, créeme. No la amo, te amo a ti, cariño. Te amo y sólo quiero estar contigo. Te echo tanto de menos que me vuelvo loca”. Comenzó a sollozar de forma incontrolada. “¿Tu me amas Tina?”.
“Bette, tu sabes que te amo”, declaró Tina fríamente. Podría haber estado transmitieno el parte meteorológico por la forma impasible en que lo dijo.
“¿Por qué no contestaste al teléfono cuando te llamé ayer a casa, Tina?”
“Porque no estaba en casa, Bette”.
“Um… ¿dónde estás ahora, Tina?”, preguntó Bette suavemente.
Una sonrisa sarcástica se dibujó en los labios de Tina. “Bette, tu sabes donde estoy. Me compraste el ticket de primera clase, ¿recuerdas?”.
“Tina, me confundes. ¿De qué hablas?”.
“No. ¿De qué hablas tu, Bette?. ¿De repente te preocupas por mi?. Tu tuviste tu revelación ¿y ahora te preguntas dónde estoy?. Sabes bien donde estoy, Bette, pero en caso de que necesites que te lo recuerde, estoy en el infierno. ¿Satisfecha?”.
“Tina, por favor…”
Bette no pudo seguir con su súplica, otra vez le habían colgado.
“Joder.”
Cogió su esterilla de yoga y se dirigió a la puerta. Su mente estaba agitada y Tina no estaba cerca para calmarla.
…………………..
Tina la miró fijamente, suspiró y murmuró, “Bueno, he oído hablar tan bien de este sitio que pensé que debería conocerlo”. “Soy yo, ¿recuerdas?. Nos conocimos bastante, aunque no demasiado tiempo. ¿Por qué estás aquí?. Pero de verdad”.
Tina miró al suelo intentando parpadear para retener las lágrimas que otra vez pugnaban por salir. “Ummm, sólo vine para centrarme otra vez. Estoy desequilibrada y descentrada, y todo parece malo. Estoy aquí para intentar recuperarme”. Tina se encogió e intentó sonreir. Se sintió mejor después de haber admitido todo esto, y se estremeció por la ironía de la situación de ambas. Bette no le había permitido a Tina expresar su opinión sobre el viaje a Nueva York. Tomó la decisión sin tener en cuenta a Tina. De la misma forma, la decisión de Tina de terminar su relación con Carmen la tomó sin tener en cuenta a Carmen. Bastante irónico.
Carmen podía ver en los ojos de Tina y en su lenguaje corporal que Bette Porter era un tema que no se podía tratar en este momento.
“Mira, Tina, sé que no me hiciste daño intencionadamente, y creo que puedo perdonarte. Hizo caso a las advertencias. Ya he comenzado a superarlo. Nuestra ruptura me volvió loca. En serio. Es como cuando tuve aquel sueño contigo y con Bette y luego me dijiste al día siguiente que todo había acabado entre nosotras. Estaba tan enfadada, que nada de lo que hiciera me hacía sentir mejor. Es por eso que todas las veces que nos vimos después de nuestra ruptura yo parecía una loca. Yo quería que me escucharas, pero tu no querías. Siento de verdad la forma en que te devolví tus cosas. Realmente no pensaba lo que dije sobre Bette, que te dejaría tan pronto como te dieras la vuelta”.
“Misión cumplida”, pensó Tina.
“Tu no merecías esto. Me enamoré de ti y lo que me pasó es que no podía estar sin ti”.
“Carmen, ¿lamentas haberte implicado conmigo?”.
“¿Francamente?”.
“Sí”.
“A veces sí”, admitió Carmen, buscando los ojos tristes de Tina. “Pero desde ayer, no”. La dulzura apareció en la sonrisa de la mujer y Tina también sonrió. “Sorprendentemente hoy resulta ser un día bastante bueno”, sonrió suavemente.
“Bueno”, susurró Tina pensativa, “¿podemos regresar al taller?”.
“Probablemente”. Caminaron hacia la sala juntas, cada perdida en sus propios pensamientos.
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Bette estaba recibiendo un maravilloso masaje de piedras, cuando bruscamente recuperó el conocimiento. “Ya he acabado, Bette”.
Bette, muy relajada, pronunció mal. “Gracias, Gina. Eres la mejor. Ha sido muy bueno verte”. La terapeuta, agradecida, le dio un consejo generoso, “lo mismo digo, pero la próxima vez no deberías tardar tanto tiempo en volver”, sonrió.
Bette se duchó y volvió a su habitación refrescada y revivificada. Marcó el número de Tina otra vez y se sorprendió cuando su novia lo cogió. La mujer de moca se quedó desarmada porque se disponía ya a dejar otro mensaje. La llamada la había hecho desde el hotel en lugar de su móvil, y se preguntó si esto habría tenido algo que ver.
“¿Hola?”.
“Hola, Tina”, dijo Bette suavemente.
“Hola”.
“T, te dejé un mensaje en el teléfono de casa esta mañana temprano. También te he dejado un par de mensajes en el móvil. ¿Los has escuchado?”.
“Todavía no. ¿Qué pasa?”.
“Por favor, escucha antes de colgar. Sólo escúchame hasta el final, ¿vale?”.
“Vale”.
Bette suspiró. Parecía que tenía una cantidad de tiempo limitada para conseguir sus propósitos. “Bien, vamos a coger la ruta corta”, pensó. “No me he acostado con Helena, ni me voy a acostar con ella. No la amo, Tina. De vez en cuando es bastante despreciable. No me estoy quedando con ella en su apartamento. Y como sugeriste, me estoy tomando un tiempo para pensar. Ella está todavía aquí, pero no me voy a mudar con ella. Tina, por favor, créeme. No la amo, te amo a ti, cariño. Te amo y sólo quiero estar contigo. Te echo tanto de menos que me vuelvo loca”. Comenzó a sollozar de forma incontrolada. “¿Tu me amas Tina?”.
“Bette, tu sabes que te amo”, declaró Tina fríamente. Podría haber estado transmitieno el parte meteorológico por la forma impasible en que lo dijo.
“¿Por qué no contestaste al teléfono cuando te llamé ayer a casa, Tina?”
“Porque no estaba en casa, Bette”.
“Um… ¿dónde estás ahora, Tina?”, preguntó Bette suavemente.
Una sonrisa sarcástica se dibujó en los labios de Tina. “Bette, tu sabes donde estoy. Me compraste el ticket de primera clase, ¿recuerdas?”.
“Tina, me confundes. ¿De qué hablas?”.
“No. ¿De qué hablas tu, Bette?. ¿De repente te preocupas por mi?. Tu tuviste tu revelación ¿y ahora te preguntas dónde estoy?. Sabes bien donde estoy, Bette, pero en caso de que necesites que te lo recuerde, estoy en el infierno. ¿Satisfecha?”.
“Tina, por favor…”
Bette no pudo seguir con su súplica, otra vez le habían colgado.
“Joder.”
Cogió su esterilla de yoga y se dirigió a la puerta. Su mente estaba agitada y Tina no estaba cerca para calmarla.
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Re: [Terminado] Saludos al sol
un poco groserita tina xD... ahhh q solucionen sus problemas ..
grax julia ... aigue cunado puedas =D
grax julia ... aigue cunado puedas =D
Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
“Te he echado de menos Tina. Quería estar molesta contigo cuando te vi antes, pero realmente me sentí aliviada. Que idiotez, ¿verdad?”. Tina no respondió. Sus ojos estaban pegados a la mujer tranquila que estaba delante de ella. “Me sentí aliviada porque cuando te vi te sentí como a alguien conocida. Estamos a millas de distancia de casa y había alguien a quien conocía. Alguien a quien no tenía que explicarle quien era para que entendiera como me siento. Fue un alivio verte”.
Se sentaron en una mese pequeña, una frente a la otra, bebiendo una botella de agua y limpiándose el sudor que les goteaba por la frente. La clase de yoga ashtanga había sido intensa, y las había relajado a las dos.
“Tina, ¿has disfrutado del taller hoy?”.
“Si, ha sido genial. Si pudiera poner en práctica todo lo que se ha hablado, sería feliz. ¿Y tu?”.
“Mmmmm, ha sido maravilloso. Pero creo que lo mejor del día ha sido hablar contigo. Nuestra conversación ha sido terapéutica para mi. Necesitaba que me escucharas, y aquí estabas, haciéndolo. Hemos necesitado mucho tiempo, pero al final se hizo. Gracias”.
“Carm, lo he hecho con agrado”, Tina quería decir más cosas pero le disgustó cuando ella le dio las gracias y sonó como algo falso. No sabía como se sentía.
“Entonces, ¿te gustó ser estudiante?. Tu eres una instructora talentosa, supongo que no estás en esa posición a menudo.
Los ojos de Tina encontraron los de Carmen; seguía preocupada por Bette. “Me gustó mucho. Todavía hay muchas cosas por aprender y esto es algo que me excita. Estaba agotada espiritualmente cuando llegué aquí y me empiezo a sentir un poco mejor ahora”:
“Me alegra que estés mejor”.
Tina sabía que Carmen era totalmente honesta y apreció su preocupación. “Sabes, Carm; no salí con nadie mientras estuve contigo”, Tina movió la cabeza asombrada, “es un logro para mi”.
“Lo sé Tina. Estábamos bien juntas. Sobre todo en la cama”, se rió. Tina no lo hizo. “Sólo desearía…”.
“¿Qué Carmen? Estamos siendo honestas ahora, y finalmente tenemos la conversación que debimos tener hace tiempo. ¿Qué desearías?”.
Desearía que me hubieras dicho alguna vez que me querías. Pero nunca dijiste una maldita palabra. Sólo despreciaste mis sentimientos y continuaste con tu siguiente tema de conversación”.
Tina se estremeció como si sintiera dolor físico. Apoyó la mano en el borde de la silla para apoyarse. Sabía que Carmen estaba a punto de empezar a atacar.
“¿Cómo es que nunca estuve en tu agenda Tina? ¿Cómo es que yo era bastante buena para follar pero no para amar?. Lo pasamos bien juntas. Hasta tuvimos conversaciones provocativas e hicimos cosas juntas. Cosas divertidas. Carreras, bicicleta, lectura de poesías, y hasta bailamos. ¿Recuerdas el merengue y la salsa?. ¿Por qué no podía ser amada, Tina?. Yo quería saberlo todo sobre ti pero tu no me dejabas. ¿Por qué no podía visitar a tus niños de Sur Central? ¿Por qué estaban prohibidos para mi?. No me preocupaba que tu no quisieras saberlo todo de mi. Yo sólo era feliz estando contigo. Nunca en mi vida he sentido nada igual por nadie. Yo te miraba mientras dormías, ¿lo sabías Tina?. A veces, cuando estábamos juntas, yo no podía dormir porque tu estabas en mi cama. ¡MI CAMA!”, dijo, señalándose a si misma, “pensaba que si me dormía me perdería algo. Como un niño. ¿Entiendes lo que digo?”.
“Si, Carmen, sé exactamente lo que dices”, contestó Tina suavemente pensando en Bette. Ella compartía esos mismos sentimientos. La emocionaba mirar como dormía Bette Porter. Era tan bonita. Bette era hermosa.
“Sabes, Carmen, no tengo las respuestas a lo que estás buscando, pero esta es la verdad. Siempre que me decías que me amabas me quedaba parada. No sabía que hacer. Yo no podía devolverte esos sentimientos. Sabía cuando comenzamos a salir que yo no iba a enamorarme. Es como lo que dijiste antes en el taller, te tenía encasillada. Siento haber menospreciado tus sentimientos. Sé que me amabas, se notaba en tus acciones. Tu siempre me tratabas muy bien, y lo apreciaba, aunque nunca te lo dije. Gracias. No era mi intención complicar tanto las cosas cuando apareció la mujer…”, Tina se paró en medio de la frase y miró al suelo. Las cejas de Carmen se arrugaron, turbadas. Lo había entendido, la mujer de su vida no estaba aquí.
“Ey, Tina, está bien. Lo entiendo. Tiene sentido. Bien, déjame aclarar esto. Esto tiene sentido si tu eres una mujeriega”. Carmen se rió suavemente. Dudaba si investigar la razón por la que Tina estaba allí tan sola y tan triste. Decidió no hacerlo y tomó un camino alternativo. “Es una locura, ¿verdad?. Estamos aquí, en Cabo, teniendo una conversación decente. Casi es irreal. Quizás tenía que ocurrir así?”.
“¿Tenía que ocurrir asi?”, preguntó Tina.
“Un cierre. Ya sabes, un cierre para nosotras después de todo lo que pasó”.
“Si, tal vez tienes razón”, declaró Tina molesta y distraída, su corazón herido al pensar en Bette.
“¿Qué tienes en tu agenda mañana?”, preguntó Tina con tono demasiado alegre. Su pregunta era falsa, y sabía que Carmen se daría cuenta. Pero Carmen no contestó inmediatamente y no notó la falsedad. Ella también estaba distraída por la disposición de Tina. La rubia cansada estaba visiblemente triste. La morena picante admiró a la mujer que estaba frente a ella. Siempre lo hacía”.
“¿Vas a contestar mi pregunta, Carm?”.
“Lo siento. Mañana tengo otro taller, y no me estaba riendo de ti”.
“No pensaba que te rieras de mi. ¿Y de qué es?”.
“Dirigir la cólera”. Compartieron una risa atronadora y ambas se levantaron de la mesa.
………………….
Se sentaron en una mese pequeña, una frente a la otra, bebiendo una botella de agua y limpiándose el sudor que les goteaba por la frente. La clase de yoga ashtanga había sido intensa, y las había relajado a las dos.
“Tina, ¿has disfrutado del taller hoy?”.
“Si, ha sido genial. Si pudiera poner en práctica todo lo que se ha hablado, sería feliz. ¿Y tu?”.
“Mmmmm, ha sido maravilloso. Pero creo que lo mejor del día ha sido hablar contigo. Nuestra conversación ha sido terapéutica para mi. Necesitaba que me escucharas, y aquí estabas, haciéndolo. Hemos necesitado mucho tiempo, pero al final se hizo. Gracias”.
“Carm, lo he hecho con agrado”, Tina quería decir más cosas pero le disgustó cuando ella le dio las gracias y sonó como algo falso. No sabía como se sentía.
“Entonces, ¿te gustó ser estudiante?. Tu eres una instructora talentosa, supongo que no estás en esa posición a menudo.
Los ojos de Tina encontraron los de Carmen; seguía preocupada por Bette. “Me gustó mucho. Todavía hay muchas cosas por aprender y esto es algo que me excita. Estaba agotada espiritualmente cuando llegué aquí y me empiezo a sentir un poco mejor ahora”:
“Me alegra que estés mejor”.
Tina sabía que Carmen era totalmente honesta y apreció su preocupación. “Sabes, Carm; no salí con nadie mientras estuve contigo”, Tina movió la cabeza asombrada, “es un logro para mi”.
“Lo sé Tina. Estábamos bien juntas. Sobre todo en la cama”, se rió. Tina no lo hizo. “Sólo desearía…”.
“¿Qué Carmen? Estamos siendo honestas ahora, y finalmente tenemos la conversación que debimos tener hace tiempo. ¿Qué desearías?”.
Desearía que me hubieras dicho alguna vez que me querías. Pero nunca dijiste una maldita palabra. Sólo despreciaste mis sentimientos y continuaste con tu siguiente tema de conversación”.
Tina se estremeció como si sintiera dolor físico. Apoyó la mano en el borde de la silla para apoyarse. Sabía que Carmen estaba a punto de empezar a atacar.
“¿Cómo es que nunca estuve en tu agenda Tina? ¿Cómo es que yo era bastante buena para follar pero no para amar?. Lo pasamos bien juntas. Hasta tuvimos conversaciones provocativas e hicimos cosas juntas. Cosas divertidas. Carreras, bicicleta, lectura de poesías, y hasta bailamos. ¿Recuerdas el merengue y la salsa?. ¿Por qué no podía ser amada, Tina?. Yo quería saberlo todo sobre ti pero tu no me dejabas. ¿Por qué no podía visitar a tus niños de Sur Central? ¿Por qué estaban prohibidos para mi?. No me preocupaba que tu no quisieras saberlo todo de mi. Yo sólo era feliz estando contigo. Nunca en mi vida he sentido nada igual por nadie. Yo te miraba mientras dormías, ¿lo sabías Tina?. A veces, cuando estábamos juntas, yo no podía dormir porque tu estabas en mi cama. ¡MI CAMA!”, dijo, señalándose a si misma, “pensaba que si me dormía me perdería algo. Como un niño. ¿Entiendes lo que digo?”.
“Si, Carmen, sé exactamente lo que dices”, contestó Tina suavemente pensando en Bette. Ella compartía esos mismos sentimientos. La emocionaba mirar como dormía Bette Porter. Era tan bonita. Bette era hermosa.
“Sabes, Carmen, no tengo las respuestas a lo que estás buscando, pero esta es la verdad. Siempre que me decías que me amabas me quedaba parada. No sabía que hacer. Yo no podía devolverte esos sentimientos. Sabía cuando comenzamos a salir que yo no iba a enamorarme. Es como lo que dijiste antes en el taller, te tenía encasillada. Siento haber menospreciado tus sentimientos. Sé que me amabas, se notaba en tus acciones. Tu siempre me tratabas muy bien, y lo apreciaba, aunque nunca te lo dije. Gracias. No era mi intención complicar tanto las cosas cuando apareció la mujer…”, Tina se paró en medio de la frase y miró al suelo. Las cejas de Carmen se arrugaron, turbadas. Lo había entendido, la mujer de su vida no estaba aquí.
“Ey, Tina, está bien. Lo entiendo. Tiene sentido. Bien, déjame aclarar esto. Esto tiene sentido si tu eres una mujeriega”. Carmen se rió suavemente. Dudaba si investigar la razón por la que Tina estaba allí tan sola y tan triste. Decidió no hacerlo y tomó un camino alternativo. “Es una locura, ¿verdad?. Estamos aquí, en Cabo, teniendo una conversación decente. Casi es irreal. Quizás tenía que ocurrir así?”.
“¿Tenía que ocurrir asi?”, preguntó Tina.
“Un cierre. Ya sabes, un cierre para nosotras después de todo lo que pasó”.
“Si, tal vez tienes razón”, declaró Tina molesta y distraída, su corazón herido al pensar en Bette.
“¿Qué tienes en tu agenda mañana?”, preguntó Tina con tono demasiado alegre. Su pregunta era falsa, y sabía que Carmen se daría cuenta. Pero Carmen no contestó inmediatamente y no notó la falsedad. Ella también estaba distraída por la disposición de Tina. La rubia cansada estaba visiblemente triste. La morena picante admiró a la mujer que estaba frente a ella. Siempre lo hacía”.
“¿Vas a contestar mi pregunta, Carm?”.
“Lo siento. Mañana tengo otro taller, y no me estaba riendo de ti”.
“No pensaba que te rieras de mi. ¿Y de qué es?”.
“Dirigir la cólera”. Compartieron una risa atronadora y ambas se levantaron de la mesa.
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Re: [Terminado] Saludos al sol
muchas gracias Julia .menudo curro impresionante cenkiu por todo
(pobre Tinaaaaaa )
:arbolnavidad:
(pobre Tinaaaaaa )
:arbolnavidad:
lurdes beals- Un respeto, soy forera VIP
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Fecha de inscripción : 05/03/2008
Re: [Terminado] Saludos al sol
Bette llamó al trabajo para informar a sus compañeros de la prolongación de su ausencia. Paul, el hombre anuncio, contestó la llamada con su mejor voz de vendedor.
“Edificio de los cuerpos esculturales. Buenas tardes, soy Paul. ¿Cómo puedo ayudarte a ser más sano?.
“Hola Paul, soy Bette Porter”.
“Porter, ¿Qué eres tu, la señorita Perezosa?”.
Bette se rió. “Bueno Paul, parece que estaré aquí unos días más y volveré la semana que viene”, explicó tranquilamente.
“Sé que estarás fuera toda la semana, señora. Tu mujer también ha hecho ahora ese viaje que tenía planeado. ¿Estáis disfrutando tu y Tina de Cabo?. ¿Le ha gustado tu sorpresa? ¿La habitación es tan fabulosa como ponía en la web?. Tina está seria contigo, Bette. ¿Cómo es el balneario? Siempre se está mejor fuera de casa, ¿no?. Ah, antes de que se me olvide, ¿cómo es la comida?”.
Bette estaba asombrada y no sabía como responder. Su estómago daba saltos mortales mientras la mirada se le quedó perdida en algún punto. Su corazón galopaba y la boca se le quedó tan seca como el Sahara. Tina estaba en Cabo, y se suponía que ella estaba allí acompañándola. Su amor había planeado un viaje sorpresa al balneario.
“No puedo creer esta mierda. Que pesadilla. Oh Tina, lo siento tanto. Ha sido un error enorme venir a Nueva York. Una mierda de error”. Bette parpadeó y volvió a su conversación.
“Bueno, pasó algo y no pude ir, Paul”
“¿Y enviaste al bomboncito allí sola? ¿Cariño, en que estabas pensando?”, preguntó Paul sarcástico, “podías habérselo hecho más lento pero entonces no habría sido una sorpresa completa”, se rió sin disimulo, “Bueno, señorita, voy a dejar tus asuntos y vuelvo a los míos. Entonces nos vemos la semana que viene, Porter. Cuídate”, y se siguió riendo.
Bette colgó el teléfono sin despedirse. Necesitaba un plan y tenía que ser infalible. “La he fastidiado otra vez. Esto es una mierda”.
…………………………..
Mientras Tina caminaba por la playa semidesierta, los pensamientos de Bette le hacían compañía. La relajada estudiante de yoga se puso en cuclillas y comenzó a dibujar sobre la arena. Sonrió al pensar que a Bette le habría gustado el resort. Lo pondría en su lista de sitios impresionantes para visitar. La diosa del sol se rió a carcajadas. “Impresionante, eso eres tu, cariño”. Tina encontró una bolita solitaria en la arena y la apartó de su camino. Recordó que Bette separaba las bolitas en pequeños montones según el color antes de comérselas. Bette era tan metódica, que asustaba. Después se las comía por orden alfabético, las amarillas antes que las rojas, y al final las verdes. El humor de Tina cambió cuando sus pensamientos volvieron a la conversación del patio. La trastornada rubia recordó la mirada satisfecha de Bette cuando por casualidad mencionó que iba a Nueva York con Helena. “Jódete Bette”. Tina escribió sus pensamientos en la arena fresca y húmeda con el dedo.
Un par de suaves y firmes manos se deslizaron alrededor de la cintura de Tina. Un beso suave, húmedo en el cuello hizo que se le pusiera la carne de gallina. La respiración de Tina inmediatamente se cortó e inconscientemente la contuvo todo el tiempo que pudo.
“Hola”, le susurraron al oído, y Tina se giró para enfrentarse a su invitado. En cuanto lo hizo, los labios suaves de Carmen se encontraron con los suyos. Asustada, Tina se apartó rápidamente. “Carmen, no hagas esto”.
No pudo terminar la frase, Carmen colocó rápidamente su índice sobre los labios de Tina. “SShhhh. Ya sabes que eres mi error favorito, Tina”.
Tina apartó el dedo delicado para poder hablar. “Exactamente. Yo fui un error, Carm”, replicó severa, “y no es bueno repetir los mismos errores”.
“Pero si no aprendes de ellos”, declaró Carmen de manera seductora, “estás obligada a repetirlos, ¿no?”. Y le dirigió una sonrisa deslumbrante mientras se acercaba a la boca de Tina todo lo que podía, sin llegar a tocarla. Su aliento dulce, sutil, era un elixir hipnotizador, y muy familiar.
Tina contestó a la pregunta retórica cerrando los ojos y relajando la lengua en el dulzor de la boca de Carmen. El encuentro fue lento y apacible. Después de todo, no había ninguna necesidad de precipitarse. No había ningún sitio al que ir, ni gente a la que ver.
“Mmmmm. Todavía sabes como un arcoiris, Tina”.
“Creo que me has confundido con bolitas”, rió Tina. Su mente pensó en Bette y en la organización en colores de los vistosos caramelos.
“¿Por qué hablas?”, se rió Carmen tontamente.
“Igual que tu”, la mente de Tina volvió al instante al arcoiris normal, sin bolitas.
Otra vez los labios sensuales hicieron callar a Tina y una lengua con sabor a fruta dulce le recordó a su viejo amor. Sus besos eran rojo profundo. La diosa del sol, sin aliento, se retiró bruscamente y miró con atención los ojos de Carmen. Sosteniendo la mirada de Tina, Carmen comenzó a hablar satisfecha. “Tina, sólo quería agradecerte este gran día, esto terminó realmente mucho mejor de lo que nunca pensé. Si alguna vez quieres hablar, aquí estoy, soy buena oyente”.
“Y besas muy bien”, añadió Tina.
“Si, y beso bien”
Tina se levantó despacio, estirándose pulgada a pulgada, vértebra a vértebra. Carmen pensó que su ex era muy sexy cuando hacía esto. “Tu también hiciste mi día mejor, Carmen. Voy a correr un poco ahora. ¿Te gustaría venir mañana conmigo a hacer equitación después de haberte peleado con tu cólera en el taller?”.
“¿Te estás haciendo la graciosa?”.
“No del todo. Sólo un poquito. Mira, pagué por dos personas y es mucho dinero para tirarlo. Realmente me gustaría que vinieras conmigo. Será divertido. Considéralo un ofrecimiento para firmar la paz”.
“Parece un buen plan. ¿Puedo darte un abrazo Tina?.
“Por supuesto que puedes”. Compartieron un abrazo familiar tan apretado como significativo. “Tina, no vas a querer oír esto, pero quiero que sepas algo. Me importas mucho, y probablemente siempre va a ser así. No estoy pidiendo que me correspondas, no quiero que te enfríes. Sólo pensé que debías saberlo”.
“Vale, Carm”. Tina sonrió antes de darse la vuelta para ir en dirección opuesta. Carmen se rió.
“Bette Porter, que idiota eres”, murmuró Carmen mientras miraba a una triste Tina corriendo a paso cansino por la orilla del mar. Carmen comprendió que había la posibilidad de que lo que sentía Tina ahora fuera efímero, aún así le dolía verla tan deprimida y sin vida. El amor de Carmen por Tina no sólo permanecía, sino que se había hecho más profundo (si esto era posible). Y si había algo que ella pudiera hacer para que Tina sonriera, Carmen de la Pica Morales iba a hacerlo.
“Edificio de los cuerpos esculturales. Buenas tardes, soy Paul. ¿Cómo puedo ayudarte a ser más sano?.
“Hola Paul, soy Bette Porter”.
“Porter, ¿Qué eres tu, la señorita Perezosa?”.
Bette se rió. “Bueno Paul, parece que estaré aquí unos días más y volveré la semana que viene”, explicó tranquilamente.
“Sé que estarás fuera toda la semana, señora. Tu mujer también ha hecho ahora ese viaje que tenía planeado. ¿Estáis disfrutando tu y Tina de Cabo?. ¿Le ha gustado tu sorpresa? ¿La habitación es tan fabulosa como ponía en la web?. Tina está seria contigo, Bette. ¿Cómo es el balneario? Siempre se está mejor fuera de casa, ¿no?. Ah, antes de que se me olvide, ¿cómo es la comida?”.
Bette estaba asombrada y no sabía como responder. Su estómago daba saltos mortales mientras la mirada se le quedó perdida en algún punto. Su corazón galopaba y la boca se le quedó tan seca como el Sahara. Tina estaba en Cabo, y se suponía que ella estaba allí acompañándola. Su amor había planeado un viaje sorpresa al balneario.
“No puedo creer esta mierda. Que pesadilla. Oh Tina, lo siento tanto. Ha sido un error enorme venir a Nueva York. Una mierda de error”. Bette parpadeó y volvió a su conversación.
“Bueno, pasó algo y no pude ir, Paul”
“¿Y enviaste al bomboncito allí sola? ¿Cariño, en que estabas pensando?”, preguntó Paul sarcástico, “podías habérselo hecho más lento pero entonces no habría sido una sorpresa completa”, se rió sin disimulo, “Bueno, señorita, voy a dejar tus asuntos y vuelvo a los míos. Entonces nos vemos la semana que viene, Porter. Cuídate”, y se siguió riendo.
Bette colgó el teléfono sin despedirse. Necesitaba un plan y tenía que ser infalible. “La he fastidiado otra vez. Esto es una mierda”.
…………………………..
Mientras Tina caminaba por la playa semidesierta, los pensamientos de Bette le hacían compañía. La relajada estudiante de yoga se puso en cuclillas y comenzó a dibujar sobre la arena. Sonrió al pensar que a Bette le habría gustado el resort. Lo pondría en su lista de sitios impresionantes para visitar. La diosa del sol se rió a carcajadas. “Impresionante, eso eres tu, cariño”. Tina encontró una bolita solitaria en la arena y la apartó de su camino. Recordó que Bette separaba las bolitas en pequeños montones según el color antes de comérselas. Bette era tan metódica, que asustaba. Después se las comía por orden alfabético, las amarillas antes que las rojas, y al final las verdes. El humor de Tina cambió cuando sus pensamientos volvieron a la conversación del patio. La trastornada rubia recordó la mirada satisfecha de Bette cuando por casualidad mencionó que iba a Nueva York con Helena. “Jódete Bette”. Tina escribió sus pensamientos en la arena fresca y húmeda con el dedo.
Un par de suaves y firmes manos se deslizaron alrededor de la cintura de Tina. Un beso suave, húmedo en el cuello hizo que se le pusiera la carne de gallina. La respiración de Tina inmediatamente se cortó e inconscientemente la contuvo todo el tiempo que pudo.
“Hola”, le susurraron al oído, y Tina se giró para enfrentarse a su invitado. En cuanto lo hizo, los labios suaves de Carmen se encontraron con los suyos. Asustada, Tina se apartó rápidamente. “Carmen, no hagas esto”.
No pudo terminar la frase, Carmen colocó rápidamente su índice sobre los labios de Tina. “SShhhh. Ya sabes que eres mi error favorito, Tina”.
Tina apartó el dedo delicado para poder hablar. “Exactamente. Yo fui un error, Carm”, replicó severa, “y no es bueno repetir los mismos errores”.
“Pero si no aprendes de ellos”, declaró Carmen de manera seductora, “estás obligada a repetirlos, ¿no?”. Y le dirigió una sonrisa deslumbrante mientras se acercaba a la boca de Tina todo lo que podía, sin llegar a tocarla. Su aliento dulce, sutil, era un elixir hipnotizador, y muy familiar.
Tina contestó a la pregunta retórica cerrando los ojos y relajando la lengua en el dulzor de la boca de Carmen. El encuentro fue lento y apacible. Después de todo, no había ninguna necesidad de precipitarse. No había ningún sitio al que ir, ni gente a la que ver.
“Mmmmm. Todavía sabes como un arcoiris, Tina”.
“Creo que me has confundido con bolitas”, rió Tina. Su mente pensó en Bette y en la organización en colores de los vistosos caramelos.
“¿Por qué hablas?”, se rió Carmen tontamente.
“Igual que tu”, la mente de Tina volvió al instante al arcoiris normal, sin bolitas.
Otra vez los labios sensuales hicieron callar a Tina y una lengua con sabor a fruta dulce le recordó a su viejo amor. Sus besos eran rojo profundo. La diosa del sol, sin aliento, se retiró bruscamente y miró con atención los ojos de Carmen. Sosteniendo la mirada de Tina, Carmen comenzó a hablar satisfecha. “Tina, sólo quería agradecerte este gran día, esto terminó realmente mucho mejor de lo que nunca pensé. Si alguna vez quieres hablar, aquí estoy, soy buena oyente”.
“Y besas muy bien”, añadió Tina.
“Si, y beso bien”
Tina se levantó despacio, estirándose pulgada a pulgada, vértebra a vértebra. Carmen pensó que su ex era muy sexy cuando hacía esto. “Tu también hiciste mi día mejor, Carmen. Voy a correr un poco ahora. ¿Te gustaría venir mañana conmigo a hacer equitación después de haberte peleado con tu cólera en el taller?”.
“¿Te estás haciendo la graciosa?”.
“No del todo. Sólo un poquito. Mira, pagué por dos personas y es mucho dinero para tirarlo. Realmente me gustaría que vinieras conmigo. Será divertido. Considéralo un ofrecimiento para firmar la paz”.
“Parece un buen plan. ¿Puedo darte un abrazo Tina?.
“Por supuesto que puedes”. Compartieron un abrazo familiar tan apretado como significativo. “Tina, no vas a querer oír esto, pero quiero que sepas algo. Me importas mucho, y probablemente siempre va a ser así. No estoy pidiendo que me correspondas, no quiero que te enfríes. Sólo pensé que debías saberlo”.
“Vale, Carm”. Tina sonrió antes de darse la vuelta para ir en dirección opuesta. Carmen se rió.
“Bette Porter, que idiota eres”, murmuró Carmen mientras miraba a una triste Tina corriendo a paso cansino por la orilla del mar. Carmen comprendió que había la posibilidad de que lo que sentía Tina ahora fuera efímero, aún así le dolía verla tan deprimida y sin vida. El amor de Carmen por Tina no sólo permanecía, sino que se había hecho más profundo (si esto era posible). Y si había algo que ella pudiera hacer para que Tina sonriera, Carmen de la Pica Morales iba a hacerlo.
Re: [Terminado] Saludos al sol
que panorama
gracias Julia
:arbolnavidad:
lurdes beals- Un respeto, soy forera VIP
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Re: [Terminado] Saludos al sol
Lo siento lu, pero ahora tendrás que esperar un par de semanas hasta que haga mi proxima actualización de este fic. Me voy de vacaciones!!!
Te recomiendo que mientras tanto le eches un vistazo a ese otro fic tibette que se llama el amor de mi vida. Seguro que te va a gustar
Te recomiendo que mientras tanto le eches un vistazo a ese otro fic tibette que se llama el amor de mi vida. Seguro que te va a gustar
Re: [Terminado] Saludos al sol
que disfrutes de tus vacaciones Julia y
:arbolnavidad:
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Re: [Terminado] Saludos al sol
grax julia por el ff,, muy bueno xD.... disfruta de tus vacaciones =D...
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Re: [Terminado] Saludos al sol
CAPÍTULO 25
Llega la lluvia otra vez
En toda vida debe caer la lluvia. Algunos días son oscuros y tristes. - Henry Wadsworth Longfellow (The Rainy Day)
Un trueno violento despertó a Tina. No tenía ni idea de la hora que era porque el mismo día de su llegada oscura había guardado dentro del cajón de la mesilla de noche el molesto reloj digital. Intentando calmar su corazón, la asustada rubia investigó la habitación intentando averiguar donde estaba. “Oh, está bien. Estoy en una habitación de lujo en Cabo”. pensó, “Sin Bette”, añadión en voz alta. Se estiró enla cama, y en ese momento un relámpago iluminó la estancia. Una sonrisa triste y burlona apareció en su cara. Le fascinaban las tormentas desde que era una niña. La despeinada rubia creía que la Madre Naturaleza le enviaba una orden y de buen grado la quiso cumplir. Se levantó, y en el mismo suelo se puso en la posición de loto, cerró los ojos y se centró en el presente. Después de llegar a un lugar de paz y calma, fue hasta el lugar donde tenía el cepillo de dientes y lo cogió. Volvió a su posición en el suelo, colocó la cabeza entre las manos, y comenzó a llorar. Echaba de menos a Bette más de lo que podía expresar con palabras y enfrentarse a otro día sin su amor le parecía muy inquietante.
El ruido incesante de la tormenta casi ocultó el golpe en la puerta. Tina sonrió al recordar que a Carmen le asustaban los truenos y relámpagos. Se levantó del suelo y fue a la puerta, hablando a la vez, “¿Carmen?... Sí, puedes quedarte conmigo, que miedica eres”. Tina se quedó con la boca abierta, y toda la calma se marchó de su espíritu.
“Hola, T.”, saludó Bette. La visitante hubiera querido preguntar por Carmen, pero decidió no hacerlo. “Una cosa detrás de otra, Porter”.
Tina no podía creer lo que veían sus ojos. La mujer a la que amaba y que tanto dolor le había causado estaba allí delante de ella tan radiante como siempre. La melena rebelde de Bette estaba mojada por la lluvia y grandes manchas de agua aparecían en su ropa. A Tina le recordaba un cachorro encantador pero triste.
“¿Qué haces aquí, Bette?”. El corazón de Tina se aceleró.
Los ojos de Bette inmediatamente se humedecieron mientras intentaba recordar las palabras que antes había estado ensayando. Durante todo el viaje, en el avión y en el taxi, Bette había venido interpretando en su cabeza el discurso una y otra vez. Hasta había escrito sus pensamientos en unas tarjetas, como si se estuviera preparando para una gran representación. Dirigiendo los ojos a la rubia que estaba delante de ella, Bette comenzó a hablar lentamente pero con seguridad. “Necesito verte. Necesito hablar contigo. Te echo de menos, Tina y te quiero”. La cansada viajera suspiró. “¿Puedo entrar?”.
Tina estrechó los ojos y siguió bloqueando la entrada a la habitación con su cuerpo. Finalmente, comenzó a hablar dulcemente, controlando las palabras ácidas que acudían a su boca. “Bette, ¿has notado que has hablado de ti cinco veces por sólo una vez que has mencionado mi nombre?. ¿Qué te dice esto, Bette?”. Bette echó la cabeza a un lado, Tina la miró socarronamente y abrió la boca, pero no salió nada de ella.
“Bien, ya que eres incapaz de responder, contestaré por ti”, sonrió brevemente. “Esto me dice que no quiero verte. ¿Por qué?. Porque solo quieres hablar de ti, de lo que Bette quiere. Bette se va a Nueva York para aclarar sus ideas. Bette puede amar a dos personas a la vez. ¿Quieres saber algo sobre Bette?. Bette no da nada a nadie, solo a Bette”. La voz melódica había ido in crescendo hasta llegar al final de la declaración.
Bette suspiró pero sus ojos permanecieron fijos sobre la mujer que bloqueaba la puerta. Ella sabía que venir aquí sería difícil, pero ver a Tina así era insoportable. Los canalones vertían el agua de la lluvia desde la azotea a ambos lados del edificio. El ruido era insoportable, continuo y espantoso. Parecía como si el mundo entero repitiese un “Sssshhh” interminable. Un bien orquestado conjunto de relámpagos y truenos acompañaron ahora al chaparrón anterior. La pareja permanecía de pie, separadas por una puerta y cientos de millas de distancia.
El timbre del teléfono en la habitación de Tina hizo que ambas mujeres se sobresaltasen. Ninguna de ellas apartaba sus ojos de la otra. Las dos se preguntaban cuanto tiempo se quedarían allí preguntándose si alguna vez podrían volver a la situación anterior de cariño. Además Bette se preguntaba en primer lugar quien llamaba por teléfono y las distraía.
“¿Quién te llama a las 5,30 de la mañana?”, preguntó Bette inquisitiva.
Tina ignoró a Bette y al teléfono que sonaba.
“Bette, no quiero verte, de verdad. Si no te importa, me gustaría seguir durmiendo”. Tina comenzó a cerrar la puerta de Bette, pero Bette no se lo permitió. Contestó con esfuerzo, por su propia Resistencia. “No estabas durmiendo T”, dijo Bette despacio, dando un paso hacia Tina, “¿Puedo entrar, por favor?. No me llevará mucho tiempo”.
Tina abandonó la puerta y extendió el brazo concediendo permiso para entrar a Bette. La mojada mujer de moca entró cautelosamente e inspeccionó la enorme habitación. Signos reveladores de los pensamientos de Tina estaban esparcidos por todas partes de la habitación. Un florero gigantesco con las flores favoritas de Bette saludaba a todo aquel que entraba en la bien decorada habitación. Una cesta con la comida basura favorita de Bette permanecía intacta sobre la mesa. Una botella del vino favorito de Bette estaba sobre la barra, casi vacía. “Debe haber arreglado todo esto antes de que nosotras llegáramos. Tina, lo siento mucho, cariño”. Tina notó los ojos errantes de Bette y decidió cortar su inventario visual. “Bette, ¿por qué estás aquí?”.
“Ya te dije por qué estoy aquí, T”. Bette le dirigió una sonrisa burlona. “Me hiciste una pregunta referente a mi, y aún te trastornaste más cuando te contesté sobre lo que sentía. Si, fui a Nueva York para aclarar mis sentimientos, y mientras estuve allí, lo hice. No, no estoy enamorada de dos mujeres, estoy segura que estoy enamorada de una. Lo siento mucho por ti, Tina. Es sólo que estaba muy perdida y alterada conmigo misma. Sé que soy una idiota. Por favor, intenta perdonarme”. Los suplicantes ojos marrones oscuros se fijaron en los de color avellana sin parpadear. El corazón de Tina revoloteó.
Llega la lluvia otra vez
En toda vida debe caer la lluvia. Algunos días son oscuros y tristes. - Henry Wadsworth Longfellow (The Rainy Day)
Un trueno violento despertó a Tina. No tenía ni idea de la hora que era porque el mismo día de su llegada oscura había guardado dentro del cajón de la mesilla de noche el molesto reloj digital. Intentando calmar su corazón, la asustada rubia investigó la habitación intentando averiguar donde estaba. “Oh, está bien. Estoy en una habitación de lujo en Cabo”. pensó, “Sin Bette”, añadión en voz alta. Se estiró enla cama, y en ese momento un relámpago iluminó la estancia. Una sonrisa triste y burlona apareció en su cara. Le fascinaban las tormentas desde que era una niña. La despeinada rubia creía que la Madre Naturaleza le enviaba una orden y de buen grado la quiso cumplir. Se levantó, y en el mismo suelo se puso en la posición de loto, cerró los ojos y se centró en el presente. Después de llegar a un lugar de paz y calma, fue hasta el lugar donde tenía el cepillo de dientes y lo cogió. Volvió a su posición en el suelo, colocó la cabeza entre las manos, y comenzó a llorar. Echaba de menos a Bette más de lo que podía expresar con palabras y enfrentarse a otro día sin su amor le parecía muy inquietante.
El ruido incesante de la tormenta casi ocultó el golpe en la puerta. Tina sonrió al recordar que a Carmen le asustaban los truenos y relámpagos. Se levantó del suelo y fue a la puerta, hablando a la vez, “¿Carmen?... Sí, puedes quedarte conmigo, que miedica eres”. Tina se quedó con la boca abierta, y toda la calma se marchó de su espíritu.
“Hola, T.”, saludó Bette. La visitante hubiera querido preguntar por Carmen, pero decidió no hacerlo. “Una cosa detrás de otra, Porter”.
Tina no podía creer lo que veían sus ojos. La mujer a la que amaba y que tanto dolor le había causado estaba allí delante de ella tan radiante como siempre. La melena rebelde de Bette estaba mojada por la lluvia y grandes manchas de agua aparecían en su ropa. A Tina le recordaba un cachorro encantador pero triste.
“¿Qué haces aquí, Bette?”. El corazón de Tina se aceleró.
Los ojos de Bette inmediatamente se humedecieron mientras intentaba recordar las palabras que antes había estado ensayando. Durante todo el viaje, en el avión y en el taxi, Bette había venido interpretando en su cabeza el discurso una y otra vez. Hasta había escrito sus pensamientos en unas tarjetas, como si se estuviera preparando para una gran representación. Dirigiendo los ojos a la rubia que estaba delante de ella, Bette comenzó a hablar lentamente pero con seguridad. “Necesito verte. Necesito hablar contigo. Te echo de menos, Tina y te quiero”. La cansada viajera suspiró. “¿Puedo entrar?”.
Tina estrechó los ojos y siguió bloqueando la entrada a la habitación con su cuerpo. Finalmente, comenzó a hablar dulcemente, controlando las palabras ácidas que acudían a su boca. “Bette, ¿has notado que has hablado de ti cinco veces por sólo una vez que has mencionado mi nombre?. ¿Qué te dice esto, Bette?”. Bette echó la cabeza a un lado, Tina la miró socarronamente y abrió la boca, pero no salió nada de ella.
“Bien, ya que eres incapaz de responder, contestaré por ti”, sonrió brevemente. “Esto me dice que no quiero verte. ¿Por qué?. Porque solo quieres hablar de ti, de lo que Bette quiere. Bette se va a Nueva York para aclarar sus ideas. Bette puede amar a dos personas a la vez. ¿Quieres saber algo sobre Bette?. Bette no da nada a nadie, solo a Bette”. La voz melódica había ido in crescendo hasta llegar al final de la declaración.
Bette suspiró pero sus ojos permanecieron fijos sobre la mujer que bloqueaba la puerta. Ella sabía que venir aquí sería difícil, pero ver a Tina así era insoportable. Los canalones vertían el agua de la lluvia desde la azotea a ambos lados del edificio. El ruido era insoportable, continuo y espantoso. Parecía como si el mundo entero repitiese un “Sssshhh” interminable. Un bien orquestado conjunto de relámpagos y truenos acompañaron ahora al chaparrón anterior. La pareja permanecía de pie, separadas por una puerta y cientos de millas de distancia.
El timbre del teléfono en la habitación de Tina hizo que ambas mujeres se sobresaltasen. Ninguna de ellas apartaba sus ojos de la otra. Las dos se preguntaban cuanto tiempo se quedarían allí preguntándose si alguna vez podrían volver a la situación anterior de cariño. Además Bette se preguntaba en primer lugar quien llamaba por teléfono y las distraía.
“¿Quién te llama a las 5,30 de la mañana?”, preguntó Bette inquisitiva.
Tina ignoró a Bette y al teléfono que sonaba.
“Bette, no quiero verte, de verdad. Si no te importa, me gustaría seguir durmiendo”. Tina comenzó a cerrar la puerta de Bette, pero Bette no se lo permitió. Contestó con esfuerzo, por su propia Resistencia. “No estabas durmiendo T”, dijo Bette despacio, dando un paso hacia Tina, “¿Puedo entrar, por favor?. No me llevará mucho tiempo”.
Tina abandonó la puerta y extendió el brazo concediendo permiso para entrar a Bette. La mojada mujer de moca entró cautelosamente e inspeccionó la enorme habitación. Signos reveladores de los pensamientos de Tina estaban esparcidos por todas partes de la habitación. Un florero gigantesco con las flores favoritas de Bette saludaba a todo aquel que entraba en la bien decorada habitación. Una cesta con la comida basura favorita de Bette permanecía intacta sobre la mesa. Una botella del vino favorito de Bette estaba sobre la barra, casi vacía. “Debe haber arreglado todo esto antes de que nosotras llegáramos. Tina, lo siento mucho, cariño”. Tina notó los ojos errantes de Bette y decidió cortar su inventario visual. “Bette, ¿por qué estás aquí?”.
“Ya te dije por qué estoy aquí, T”. Bette le dirigió una sonrisa burlona. “Me hiciste una pregunta referente a mi, y aún te trastornaste más cuando te contesté sobre lo que sentía. Si, fui a Nueva York para aclarar mis sentimientos, y mientras estuve allí, lo hice. No, no estoy enamorada de dos mujeres, estoy segura que estoy enamorada de una. Lo siento mucho por ti, Tina. Es sólo que estaba muy perdida y alterada conmigo misma. Sé que soy una idiota. Por favor, intenta perdonarme”. Los suplicantes ojos marrones oscuros se fijaron en los de color avellana sin parpadear. El corazón de Tina revoloteó.
Re: [Terminado] Saludos al sol
ahhh q lindo!!!! xD
... grax julia por seguir.... ya se te extrañaba demasiado xD.... continua cuando puedas ....
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Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
“No, ella no puede hacer esto. No puede venir aquí en medio de una tormenta, dirigirme una sonrisa hermosa, pedir perdón y luego esperar que todo vuelva a ser normal. Demonios, no. No ahora”, pensó Tina.
Tina se sentó en el brazo del sillón tropical manteniendo la mirada fija de Bette. Su postura exterior traicionó los sentimientos tórridos que bullían dentro. La diosa del sol estaba tensa, nerviosa y muy inestable. No estaba preparada para la aparición de Bette. Ella también tenía un discurso preparado en su mente que quería recitar a Bette cuando se volvieran a encontrar. La rubia, aturdida, no pensaba que su rompecorazones le haría una visita sorpresa. “Mierda. Ella ha venido. Bette, mantente lejos de mi”. La mujer bronceada se acercó a su novia, o a la mujer que esperaba que todavía tuviera ese título. La boca de Tina se separó ligeramente cuando Bette se acercó. “Joder, Tina. Respira”. Acercándose al brazo del sillón, la mujer visiblemente roja cayó de rodillas y alzó la vista con inocencia hacia la persona que había hecho que todo tuviera sentido otra vez. Bette cogió la mano delicada de Tina entre las suyas y comenzó a hablar en un tono susurrante.
“No eres la única que has vivido un infierno, Tina. Yo estaba en el mismo vuelo que tu, y además era el piloto. Sin ti, esto ha sido un infierno, y me he estado preguntando que demonios hacía”. Una sonrisa débil apareció en la cara preocupada. “Mis días han sido muy oscuros sin ti, Tina”, confesó Bette, concediendo permiso a las lágrimas para que fluyeran con libertad. Un trueno ensordecedor hizo que ambas mujeres saltasen.
“Te quiero mucho, T.”
Los ojos de Tina se trasladaron de la mujer que estaba expresando su dolor al techo antes de volver otra vez a los ojos de gama oscuros. Un suspiro ruidoso salió de la rubia. Tina habló quietamente mientras su voz rasgada perforaba los oídos de la persona que la escuchaba. “Me haces daño, Bette”. La mano de Bette se extendió hacia Tina.
Tina cogió sus manos en una señal de derrota mientras las lágrimas resbalaban por su cara. “No sé que hacer, Bette. No sé lo que estoy haciendo ahora. No pienso nada. No puedo pensar”.
La mujer arrodillada se levantó y permaneció de pie delante de Tina.
”Bette, no”.
“¿No, Tina?”, preguntó Bette mientras apartaba con cuidado un par de mechones rebeldes. “¿No te digo cómo lamento que sea una estúpida idiota? ¿No te pido perdón?. ¿Qué es lo que no quieres que haga, Tina? ¿Qué no te ame?. Por favor no me pidas que no te ame. ¿Qué es lo que quieres, T.?. Lo siento muchísimo”, sollozó Bette.
“Sólo quiero que te vayas. Por favor, déjame”
“De acuerdo”. Bette suspiró decepcionada y llorosa, intentando recuperar la calma. Al mismo tiempo, intentó planear estratégicamente su siguiente acción. “De acuerdo. Me marcharé. Por favour, escúchame solo un minuto más.Hay algo que tengo que decirte”.
“Vale, Bette”.
“Bien, allá vamos”, pensó Bette, “no lo estropees más”, murmuró para sí misma. “Cuando Ziggy se marchó yo no tenía ni idea del por que. Sólo sabía que su marcha era algo que yo no podía cambiar porque no me dio la oportunidad. El ya había tomado lsudecisión, y aunque eso me afectara enormemente, no me informó de ello. Nunca en mi vida me había sentido tan abandonada. Abandonada e incomprendida. Y ahora, gracias a mi y a mi maldita estupidez te he hecho sentir de la misma forma. De la forma que veo las cosas ahora, las situaciones son iguales. Tomé la decisión de ir a Nueva York, y aunque mi marcha te afectara enormemente, fui tan idiota que no me di cuenta. Pensarías que yo habría aprendido de mi experiencia con Ziggy a ser más sensible. Pero no, no aprendí. Tuve que irme y estropear las cosas entre nosotras. Tina, sé que no tengo ningún derecho a pedirte esto, pero por favor intenta perdonarme. Por favor, siento muchísimo todo esto. Me siento fatal por haberte hecho tanto daño”. Bette le dio un beso suave en la mejilla y la miró directamente a los ojos. Sus ojos pensativos buscaron los ojos enrojecidos de Tina para que fuera consciente de la seriedad de su siguiente declaración. “Y para que lo sepas, no amo a Helena Peabody. Amo a Tina Kennard. Muchísimo”.
Mientras esperaba que la puerta del ascensor se cerrara, Bette reparó en una mujer que se parecía a Carmen que salía del ascensor de enfrente. Al comprender que era realmente Carmen, un torbellino de pensamientos acudió a su mente. “¡Maldición!. ¡Joder!”.
Una vez fuera del maravilloso edificio Bette se quedó de pie, inmóvil bajo la lluvia torrencial, preguntándose que hacer después.
++++++++
Tina se sentó en el brazo del sillón tropical manteniendo la mirada fija de Bette. Su postura exterior traicionó los sentimientos tórridos que bullían dentro. La diosa del sol estaba tensa, nerviosa y muy inestable. No estaba preparada para la aparición de Bette. Ella también tenía un discurso preparado en su mente que quería recitar a Bette cuando se volvieran a encontrar. La rubia, aturdida, no pensaba que su rompecorazones le haría una visita sorpresa. “Mierda. Ella ha venido. Bette, mantente lejos de mi”. La mujer bronceada se acercó a su novia, o a la mujer que esperaba que todavía tuviera ese título. La boca de Tina se separó ligeramente cuando Bette se acercó. “Joder, Tina. Respira”. Acercándose al brazo del sillón, la mujer visiblemente roja cayó de rodillas y alzó la vista con inocencia hacia la persona que había hecho que todo tuviera sentido otra vez. Bette cogió la mano delicada de Tina entre las suyas y comenzó a hablar en un tono susurrante.
“No eres la única que has vivido un infierno, Tina. Yo estaba en el mismo vuelo que tu, y además era el piloto. Sin ti, esto ha sido un infierno, y me he estado preguntando que demonios hacía”. Una sonrisa débil apareció en la cara preocupada. “Mis días han sido muy oscuros sin ti, Tina”, confesó Bette, concediendo permiso a las lágrimas para que fluyeran con libertad. Un trueno ensordecedor hizo que ambas mujeres saltasen.
“Te quiero mucho, T.”
Los ojos de Tina se trasladaron de la mujer que estaba expresando su dolor al techo antes de volver otra vez a los ojos de gama oscuros. Un suspiro ruidoso salió de la rubia. Tina habló quietamente mientras su voz rasgada perforaba los oídos de la persona que la escuchaba. “Me haces daño, Bette”. La mano de Bette se extendió hacia Tina.
Tina cogió sus manos en una señal de derrota mientras las lágrimas resbalaban por su cara. “No sé que hacer, Bette. No sé lo que estoy haciendo ahora. No pienso nada. No puedo pensar”.
La mujer arrodillada se levantó y permaneció de pie delante de Tina.
”Bette, no”.
“¿No, Tina?”, preguntó Bette mientras apartaba con cuidado un par de mechones rebeldes. “¿No te digo cómo lamento que sea una estúpida idiota? ¿No te pido perdón?. ¿Qué es lo que no quieres que haga, Tina? ¿Qué no te ame?. Por favor no me pidas que no te ame. ¿Qué es lo que quieres, T.?. Lo siento muchísimo”, sollozó Bette.
“Sólo quiero que te vayas. Por favor, déjame”
“De acuerdo”. Bette suspiró decepcionada y llorosa, intentando recuperar la calma. Al mismo tiempo, intentó planear estratégicamente su siguiente acción. “De acuerdo. Me marcharé. Por favour, escúchame solo un minuto más.Hay algo que tengo que decirte”.
“Vale, Bette”.
“Bien, allá vamos”, pensó Bette, “no lo estropees más”, murmuró para sí misma. “Cuando Ziggy se marchó yo no tenía ni idea del por que. Sólo sabía que su marcha era algo que yo no podía cambiar porque no me dio la oportunidad. El ya había tomado lsudecisión, y aunque eso me afectara enormemente, no me informó de ello. Nunca en mi vida me había sentido tan abandonada. Abandonada e incomprendida. Y ahora, gracias a mi y a mi maldita estupidez te he hecho sentir de la misma forma. De la forma que veo las cosas ahora, las situaciones son iguales. Tomé la decisión de ir a Nueva York, y aunque mi marcha te afectara enormemente, fui tan idiota que no me di cuenta. Pensarías que yo habría aprendido de mi experiencia con Ziggy a ser más sensible. Pero no, no aprendí. Tuve que irme y estropear las cosas entre nosotras. Tina, sé que no tengo ningún derecho a pedirte esto, pero por favor intenta perdonarme. Por favor, siento muchísimo todo esto. Me siento fatal por haberte hecho tanto daño”. Bette le dio un beso suave en la mejilla y la miró directamente a los ojos. Sus ojos pensativos buscaron los ojos enrojecidos de Tina para que fuera consciente de la seriedad de su siguiente declaración. “Y para que lo sepas, no amo a Helena Peabody. Amo a Tina Kennard. Muchísimo”.
Mientras esperaba que la puerta del ascensor se cerrara, Bette reparó en una mujer que se parecía a Carmen que salía del ascensor de enfrente. Al comprender que era realmente Carmen, un torbellino de pensamientos acudió a su mente. “¡Maldición!. ¡Joder!”.
Una vez fuera del maravilloso edificio Bette se quedó de pie, inmóvil bajo la lluvia torrencial, preguntándose que hacer después.
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Re: [Terminado] Saludos al sol
bette va agarrar una gripe si sigue miojandose xD...
grax julia... sigue cuando puedas =D...
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Invitado- Invitado
Re: [Terminado] Saludos al sol
Tina miraba a la calle fijamente desde la gigantesca ventana del balcón intentando poner en orden su mente después de lo que acababa de ocurrir. El vaho de la mañana apenas le permitía identificar la figura de Bette en la niebla lluviosa. El sonido de una llave en la puerta interrumpió sus pensamientos. “Bueno, al menos sé quien no es”, murmuró en voz alta.
Carmen miró a Tina y preguntó, “¿Qué pasa?”.
Tina dudó si compartir su agonía, pero decidió no hacerlo. “Um, sólo que tengo muchas cosas en mi mente en este momento. Estoy sorprendida de verte tan temprano”.
“Si, bueno, te he llamado antes y quería saber si podía venir a tu habitación mientras duraba esta tormenta loca. Como no contestaste decidí venir de todos modos para asegurarme de que estabas bien. Siento haber venido sin avisar pero supuse que no tendrías compañía”.
“Otra vez las suposiciones”, pensó Tina y sonrió por una fracción de segundo.
“Tina, sé que he dicho esto antes, pero si quieres hablar, estoy aquí”.
“Aprecio tus palabras, Carmen. De verdad. Sólo que no quiero hablar ahora mismo”.
“Bien. De acuerdo”, dijo Carmen suavemente, “Si no quieres hablar, entonces, ¿qué quieres hacer, señorita triste?”.
La pregunta fue seguida de un beso rápido en los labios de Tina.Tina sorprendió a su contrincante respondiendo el beso y dirigiendo a la morena picante hacia la cama. Rompiendo el beso bruscamente Tina preguntó, “quizás la pregunta debería ser, ¿qué quieres hacer señorita feliz?”.
“Quiero hacerte feliz también”. Carmen se rió tontamente mientras caía de espaldas en la cama.
“Ah, ya lo veo. ¿Y qué propones para conseguir esa hazaña?”, susurró Tina tendiéndose encima de ella.
“Bueno, podría comenzar por…”
Antes de que Carmen pudiera terminar su frase, pareció como si Tina hubiera tenido una revelación. “Joder. Lo siento, Carmen. Esto… siento que esto no es correcto”.
“Yo si siento que esto es correcto”.
“¿De verdad?.¿Estarías de acuerdo si nos acostamos ahora mismo?”.
“Si, Tina”, dijo Carmen en un tono molesto.
“¿Y es suficiente para ti?. ¿Un polvo rápido?”.
“No. Un polvo rápido no es suficiente para mi. Mira Tina, no sé que es lo que está pasando. Has decidido no compartir esa información conmigo, y lo acepto. Pero si pudiera hacerlo una vez más contigo, lo haría. Sé que las cosas tendrían que ser diferentes, y esto no lo es”, se rió con disimulo, “pero no dejaría pasar la oportunidad de volverte a tener en mi vida otra vez. No me da miedo admitirlo”.
“¿Incluso después de la forma como traté, Carmen?. No tiene sentido”.
“No me tratarías de la misma forma porque yo no lo permitiría, Tina”.
“Es lo que dices, pero seguro que me dejarías fastidiarte. Es lo que hice la otra vez. Siempre dejas que te fastidie. Estoy intentando entender cual es la diferencia. ¿Qué pasaría si nos liamos otra vez? ¿Entonces qué?”.
“¿Hay alguna posibilidad de que podamos liarnos, Tina?”.
“No lo sé”.
“Bien, entonces por qué tenemos esta discusión. Soy una gran chica. Mi intención no es hacerte daño o que tu me hagas daño otra vez. Si, para mi fuiste un error, un error que repetiría aunque fuera en circunstancias diferentes. No voy a ir a ninguna parte. Bueno, excepto a mi taller de control de la cólera”. Carmen se rió mientras abría la puerta. “Deja de preocupare e intenta relajarte, Tina. Te veré después, ¿vale?. Espero que podamos ir a montar a caballo si el tiempo se aclara”.
“Si, eso sería genial”.
Bette se pasó la mayor parte de la mañana haciéndose preguntas mientras vagaba por ahí. Disfrutaba con la combinación de lluvia que caía del cielo y las lágrimas que caían por su cara. Hasta que paró la lluvia, pero las lágrimas no. Incluso durante el aguacero, estaba impresionada por la belleza del momento. Se veía asombroso. Bette había llegado a la conclusión de que Tina no quería seguir la conversación. La parte buena era que Tina no había podido colgar el teléfono esta vez, todo lo que podía hacer era pedirle que se fuera. Y es lo que había hecho. Bette odiaba que le colgaran. Prefería que le pidieran que se fuera. La ansiedad que la había consumido no había disminuido. Estaba muy desestabilizada y agotada, más allá de las palabras. Decidió descansar su fatiga en su habitación, una vez allí se arrojó sobre la enorme cama.
La lluvia continuó todo el día, acompañada a ratos por truenos y relámpagos. Tina no le prestaba atención. Se tomó un momento para reflexionar sobre su vida y lo que quería hacer. Después de pasar un buen rato pensando, la diosa del sol decidió respirar aire fresco. Cuando pasaba por el hall un conserje apareció y le dio un sobre con el nombre de Tina Kennard escrito claramente. Después de examinar la letra familiar, puso los ojos en blanco. Colocó el sobre en su mochila, y cruzó la puerta del hotel con un nudo en el estómago.
Carmen se sorprendió al encontrar a Tina sentada en un banco en la puerta del aula donde había acabado su taller. “¡Que sorpresa más agradable!”,exclamó sonriente la morena, dando un beso rápido a Tina en los labios. Una pequeña sonrisa surgió de los labios confiados de Tina. Carmen siempre hacía a Tina sentirse especial, aunque ella no lo admitiera.
“¿Cómo ha ido tu taller, Carm?. ¿Has aprendido algo?”.
“Ooooohhh siiii, he aprendido mucho. Ha estado muy bien. Estoy muy contenta de haber ido. Ya sabes, Tina, tu fuiste quien sugeriste que necesitaba unas clases para controlar mi cólera”, se rió, “Porque, ¿sabes? Tengo que controlar mi cólera”.
Tina se rió. “Si, lo sé. Pero no eres la única. Yo misma tendría que hacerlo”.
Tina cogió la mano de Carmen y la balanceó casualmente mientras caminaban. Carmen se rió cuando los recuerdos acudieron a su mente. Estaba en el paraíso, y no era cuestión de hacer a Tina preguntas relacionadas con su amor.
“Entonces Tina, ¿Te van a devolver el dinero de las clases de equitación?”.
“Aún no lo sé. Antes cuando llamé me salió una grabación informando de que todas las clases de equitación se habían suspendido debido al mal tiempo. Es toda la información que he conseguido”. Tina se rió.
“¿Y qué quieres que hagamos con este tiempo tan malo?”, Carmen sonrió astutamente.
Tina sonrió al responder. “Ahora empiezo a tener hambre. No recuerdo la última vez que comí”.
“Bien, eso hay que solucionarlo entonces. Vamos a ver si conseguimos algo de comida”. Carmen sonrió, apretando a la vez la mano de Tina.
Vagaron por la ciudad y descubrieron un tugurio para comer. Comieron, hablaron y se rieron sin parar. Tina siempre disfrutaba con Carmen y su corazón estaba todavía dolido por la forma tan mala como había tratado a su ex. Aunque tanto como disfrutaba de su actual compañía, aún echaba mucho más de menos la compañía de su novia. Pensaba en su sonrisa, en su manera de hablar, Bette era simplemente magnífica cuando le pedía a Tina que hiciera el amor con ella. A Tina le gustaba ver a su novia a su lado, y le gustaba mirarla. “Joder, ahora no puedes hacer esto. Céntrate en Carmen. Ella está esperando que contestes una pregunta”.Tina volvió su concentración a su actual compañía, y a su conversación, y una sonrisa de compromiso apareció en sus labios.
Carmen notó el estado de ánimo de Tina y sabía que Bette Porter ocupaba su mente. No podía entender por qué Tina aguantaba una relación con alguien que no se preocupaba por ella. Bueno, al menos en el momento actual. La mujer inquisitiva no sabía que pasaba exactamente, pero conocía a la bonita rubia antes de que estuviera triste. Los ojos de Carmen traicionaron su intención de mirar a otro lado, y permanecieron en su compañera deprimida.
“¿Qué pasa, Carm?”, preguntó Tina.
Los ojos de Carmen la miraron fijamente.
“Dímelo tu, Tina. Dime tu que pasa”, sugirió Carmen.
La expresión de Tina permaneció tranquila. “Vámonos de aquí”.
“Tina ha hablado justo como tantas otras veces. Este es el final de la conversación. No va a pasar nada”.
“Si, vamos”, suspiró Carmen. Los pensamientos de las diferentes estrategias que debía seguir, aprendidos en su reciente taller de control de cólera, ocuparon su mente. Estaba poniendo en práctica una de ellas, y para su sorpresa, estaba funcionando. Las dos atractivas mujeres permanecieron silenciosas la mayor parte del trayecto de regreso.
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Carmen miró a Tina y preguntó, “¿Qué pasa?”.
Tina dudó si compartir su agonía, pero decidió no hacerlo. “Um, sólo que tengo muchas cosas en mi mente en este momento. Estoy sorprendida de verte tan temprano”.
“Si, bueno, te he llamado antes y quería saber si podía venir a tu habitación mientras duraba esta tormenta loca. Como no contestaste decidí venir de todos modos para asegurarme de que estabas bien. Siento haber venido sin avisar pero supuse que no tendrías compañía”.
“Otra vez las suposiciones”, pensó Tina y sonrió por una fracción de segundo.
“Tina, sé que he dicho esto antes, pero si quieres hablar, estoy aquí”.
“Aprecio tus palabras, Carmen. De verdad. Sólo que no quiero hablar ahora mismo”.
“Bien. De acuerdo”, dijo Carmen suavemente, “Si no quieres hablar, entonces, ¿qué quieres hacer, señorita triste?”.
La pregunta fue seguida de un beso rápido en los labios de Tina.Tina sorprendió a su contrincante respondiendo el beso y dirigiendo a la morena picante hacia la cama. Rompiendo el beso bruscamente Tina preguntó, “quizás la pregunta debería ser, ¿qué quieres hacer señorita feliz?”.
“Quiero hacerte feliz también”. Carmen se rió tontamente mientras caía de espaldas en la cama.
“Ah, ya lo veo. ¿Y qué propones para conseguir esa hazaña?”, susurró Tina tendiéndose encima de ella.
“Bueno, podría comenzar por…”
Antes de que Carmen pudiera terminar su frase, pareció como si Tina hubiera tenido una revelación. “Joder. Lo siento, Carmen. Esto… siento que esto no es correcto”.
“Yo si siento que esto es correcto”.
“¿De verdad?.¿Estarías de acuerdo si nos acostamos ahora mismo?”.
“Si, Tina”, dijo Carmen en un tono molesto.
“¿Y es suficiente para ti?. ¿Un polvo rápido?”.
“No. Un polvo rápido no es suficiente para mi. Mira Tina, no sé que es lo que está pasando. Has decidido no compartir esa información conmigo, y lo acepto. Pero si pudiera hacerlo una vez más contigo, lo haría. Sé que las cosas tendrían que ser diferentes, y esto no lo es”, se rió con disimulo, “pero no dejaría pasar la oportunidad de volverte a tener en mi vida otra vez. No me da miedo admitirlo”.
“¿Incluso después de la forma como traté, Carmen?. No tiene sentido”.
“No me tratarías de la misma forma porque yo no lo permitiría, Tina”.
“Es lo que dices, pero seguro que me dejarías fastidiarte. Es lo que hice la otra vez. Siempre dejas que te fastidie. Estoy intentando entender cual es la diferencia. ¿Qué pasaría si nos liamos otra vez? ¿Entonces qué?”.
“¿Hay alguna posibilidad de que podamos liarnos, Tina?”.
“No lo sé”.
“Bien, entonces por qué tenemos esta discusión. Soy una gran chica. Mi intención no es hacerte daño o que tu me hagas daño otra vez. Si, para mi fuiste un error, un error que repetiría aunque fuera en circunstancias diferentes. No voy a ir a ninguna parte. Bueno, excepto a mi taller de control de la cólera”. Carmen se rió mientras abría la puerta. “Deja de preocupare e intenta relajarte, Tina. Te veré después, ¿vale?. Espero que podamos ir a montar a caballo si el tiempo se aclara”.
“Si, eso sería genial”.
Bette se pasó la mayor parte de la mañana haciéndose preguntas mientras vagaba por ahí. Disfrutaba con la combinación de lluvia que caía del cielo y las lágrimas que caían por su cara. Hasta que paró la lluvia, pero las lágrimas no. Incluso durante el aguacero, estaba impresionada por la belleza del momento. Se veía asombroso. Bette había llegado a la conclusión de que Tina no quería seguir la conversación. La parte buena era que Tina no había podido colgar el teléfono esta vez, todo lo que podía hacer era pedirle que se fuera. Y es lo que había hecho. Bette odiaba que le colgaran. Prefería que le pidieran que se fuera. La ansiedad que la había consumido no había disminuido. Estaba muy desestabilizada y agotada, más allá de las palabras. Decidió descansar su fatiga en su habitación, una vez allí se arrojó sobre la enorme cama.
La lluvia continuó todo el día, acompañada a ratos por truenos y relámpagos. Tina no le prestaba atención. Se tomó un momento para reflexionar sobre su vida y lo que quería hacer. Después de pasar un buen rato pensando, la diosa del sol decidió respirar aire fresco. Cuando pasaba por el hall un conserje apareció y le dio un sobre con el nombre de Tina Kennard escrito claramente. Después de examinar la letra familiar, puso los ojos en blanco. Colocó el sobre en su mochila, y cruzó la puerta del hotel con un nudo en el estómago.
Carmen se sorprendió al encontrar a Tina sentada en un banco en la puerta del aula donde había acabado su taller. “¡Que sorpresa más agradable!”,exclamó sonriente la morena, dando un beso rápido a Tina en los labios. Una pequeña sonrisa surgió de los labios confiados de Tina. Carmen siempre hacía a Tina sentirse especial, aunque ella no lo admitiera.
“¿Cómo ha ido tu taller, Carm?. ¿Has aprendido algo?”.
“Ooooohhh siiii, he aprendido mucho. Ha estado muy bien. Estoy muy contenta de haber ido. Ya sabes, Tina, tu fuiste quien sugeriste que necesitaba unas clases para controlar mi cólera”, se rió, “Porque, ¿sabes? Tengo que controlar mi cólera”.
Tina se rió. “Si, lo sé. Pero no eres la única. Yo misma tendría que hacerlo”.
Tina cogió la mano de Carmen y la balanceó casualmente mientras caminaban. Carmen se rió cuando los recuerdos acudieron a su mente. Estaba en el paraíso, y no era cuestión de hacer a Tina preguntas relacionadas con su amor.
“Entonces Tina, ¿Te van a devolver el dinero de las clases de equitación?”.
“Aún no lo sé. Antes cuando llamé me salió una grabación informando de que todas las clases de equitación se habían suspendido debido al mal tiempo. Es toda la información que he conseguido”. Tina se rió.
“¿Y qué quieres que hagamos con este tiempo tan malo?”, Carmen sonrió astutamente.
Tina sonrió al responder. “Ahora empiezo a tener hambre. No recuerdo la última vez que comí”.
“Bien, eso hay que solucionarlo entonces. Vamos a ver si conseguimos algo de comida”. Carmen sonrió, apretando a la vez la mano de Tina.
Vagaron por la ciudad y descubrieron un tugurio para comer. Comieron, hablaron y se rieron sin parar. Tina siempre disfrutaba con Carmen y su corazón estaba todavía dolido por la forma tan mala como había tratado a su ex. Aunque tanto como disfrutaba de su actual compañía, aún echaba mucho más de menos la compañía de su novia. Pensaba en su sonrisa, en su manera de hablar, Bette era simplemente magnífica cuando le pedía a Tina que hiciera el amor con ella. A Tina le gustaba ver a su novia a su lado, y le gustaba mirarla. “Joder, ahora no puedes hacer esto. Céntrate en Carmen. Ella está esperando que contestes una pregunta”.Tina volvió su concentración a su actual compañía, y a su conversación, y una sonrisa de compromiso apareció en sus labios.
Carmen notó el estado de ánimo de Tina y sabía que Bette Porter ocupaba su mente. No podía entender por qué Tina aguantaba una relación con alguien que no se preocupaba por ella. Bueno, al menos en el momento actual. La mujer inquisitiva no sabía que pasaba exactamente, pero conocía a la bonita rubia antes de que estuviera triste. Los ojos de Carmen traicionaron su intención de mirar a otro lado, y permanecieron en su compañera deprimida.
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