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[Terminado] Más que un sentimiento

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Mensaje  malena Lun 24 Sep 2012 - 16:53

Autora: Manda L

Título original: More than a feeling

Traducción: Ciela, Anybetty y Menfisar

Capítulo 1

El despertador sonó durante unos cinco minutos hasta que de un fuerte manotazo fue apagado. Con los ojos entreabiertos, miró la hora para asegurarse de que aún podía dormir un poco más. 6:05 a.m.

Tres minutos después, la puerta de su habitación se abría. “Cariño, es hora de levantarse, o llegarás tarde.”

“Cinco minutos más.” Contestó con un quejido sordo.

“¿Quieres llegar tarde el primer día de colegio?”

“Me da igual.”

“Vamos, levántate. Venga, uno, dos…” La voz se volvió más fuerte, a la que se le incorporaron palmadas.

“¡Mamá!” Chilló bajo su almohada Christina Kennard de 16 años. “Sólo quiero cinco min…” El despertador volvió a sonar de nuevo interrumpiéndola. Refunfuñó, quitándose y lanzando la almohada de su cabeza. “Genial, solamente quería cinco minutos más en la cama y tu vas y lo echas a perder.”

Amy Kennard sonrió ampliamente a pesar de ser tan temprano en la mañana. “Tu autobús sale a las siete. Será mejor que te vayas moviendo.” Luego, cerró la puerta.

Tina puso los ojos en blanco y tiró la manta. Hoy empezaba tercero en el instituto (algo así como 4º de eso).

El verano había sido divertido, pero ya se había terminado. Ahora tocaba trabajar. Tercero era un curso muy importante, o al menos eso era lo que le decían sus tutores, lo que le produjo una presión muy fuerte en el pecho.

Inspirando fuerte, Tina se pasó los dedos entre sus rubios y ondulados mechones antes de meterse en la ducha.

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El despertador sonó fuertemente hasta que poco después una mano limpia y fina tocó el botón de apagar.

Se abrió la puerta. “Oh bien, ya estás lista.”

Elizabeth Porter miró a su padre por el espejo. “Bajo en seguida.”

“Date prisa. Tengo una sorpresa para ti.” Contestó Melvin Porter antes de cerrar la puerta.

Sólo eran las 6:05 a.m. pero ya llevaba desde las cinco despierta. Había algo en el primer día de colegio que siempre ponía inquieta a Bette. No, inquieta no era exactamente la palabra. Más bien nerviosa. ¿Podría ser el hecho de que cada año desde que empezó el instituto, tenía esa mala reputación por llamarse Porter debido a su hermana Kit? Quizá.

O también podría ser debido a que este era su último año en el instituto y eso comportaba una gran responsabilidad y esfuerzo por su parte: empezar a rellenar solicitudes para la universidad, sacar buenas notas para tener una media buena…todo esto hizo acelerarle el corazón.

Mirándose una última vez en el espejo. Bette suspiró profundamente y se dirigió hacia las escaleras. Ya le llegaba el olor de los pamcakes de mermelada.

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Rápidamente, Tina se envolvió en una toalla y fue a su armario a buscar algo limpio que ponerse. No se acordaba de la última vez que puso la lavadora, pero estaba casi segura de que había unos pantalones y una camiseta limpios por algún lugar de su habitación.


Le llevó unos diez minutos encontrar una camiseta negra ajustada y unos vaqueros cómodos, y sus converse negras. Se cepilló un poco el pelo dejando que sus mechones cayeran donde quisieran.

Se echó un vistazo en el espejo y bajo con dificultad por las escaleras hacia la cocina donde podía oler el olor a tostadas quemadas.

“Buenos días.” Tina bostezó mientras entraba en la cocina arrastrando los pies, dejándose caer en una silla.

“Waw, diez minutos antes. ¿Significa eso que tomarás un desayuno decente?” Dijo Amy dándose la vuelta mientras hacía huevos fritos.

Tina se encogió de hombros. “Depende de lo que estés quemando.” Contestó inexpresivamente, recibiendo una pícara mirada de su madre.

Segundos más tarde, Samantha Kennard, la hermana mayor de Tina, entraba corriendo por la cocina y cogía una tostada. “Ey Tina, ¿quieres que te lleve en coche al colegio?”

Sammy Kennard era una estudiante universitaria, cuatro años mayor que Tina pero la mejor hermana mayor que se podía tener. No se parecían en nada. Sam se parecía a su padre, con el pelo liso oscuro, ojos verdes y de tersa piel. Tina por otro lado, se parecía más a su madre, con el pelo ondulado rubio, ojos marrones y de piel más blanquita que con el sol le salían pecas.

Tina sacudió la cabeza. “No, está bien. Es mejor que me coja un sitio en el autobús el primer día o sino tendré que sentarme con el niño apestoso durante todo el curso.”

“¡Tina!” Le riñó Amy

Sammy se rió. “Un problema muy serio, seguro.”
Tina asintió.
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“¿Por qué no comes?” Preguntó Melvin a Bette, examinando su plato lleno. Bette había comido dos bocados de los pancakes antes de parar.

“Los nervios, supongo.” Dijo Bette sorbiendo el zumo de naranja.


“El desayuno es alimento para el cerebro. ¿Cómo se espera que una persona funcione el resto del día, si no ha tomado un desayuno en condiciones?”

“Papá, es el primer día de cole. Siempre estoy nerviosa.” Contestó Bette, mirando su reloj. Se empezó a levantar de la silla. “Hablando del colegio, será mejor que vaya tirando o llegaré tarde.”

Melvin le puso una mano haciendo parar a Bette. “Espera. Te dije que tenía una sorpresa.” Se limpió su cara recién afeitada con una servilleta y se levantó. “Sígueme.”

Entonces, Melvin se dirigió hacia la puerta principal. Desconcertada Bette cogió sus libros y siguió a su padre que había desaparecido en cuestión de segundos por la puerta. Bette despacio salió afuera, protegiéndose los ojos del fuerte sol Californiano. Cuando sus ojos se adaptaron a la luz, Bette dio un grito.

Allí, aparcado en la carretera, había un Saab azul-oscuro descapotable nuevo. Bette no se lo podía creer. “Dios mío.” Dijo entrecortadamente, mirando del coche a su padre y otra vez al coche. “¿Me has comprado un coche?”

Melvin asintió riéndose. “Si, uno nuevo, así que espero que cuides bien de el.” Sacó un juego de llaves de su bolsillo y las agitó en el aire.

Allí, aparcado en la carretera, había un Saab azul-oscuro descapotable nuevo. Bette no se lo podía creer. “Dios mío.” Dijo entrecortadamente, mirando del coche a su padre y otra vez al coche. “¿Me has comprado un coche?”

Melvin asintió riéndose. “Si, uno nuevo, así que espero que cuides bien de el.” Sacó un juego de llaves de su bolsillo y las agitó en el aire.
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Bette no se dio cuenta. Se había acercado al coche y estaba estudiando cada detalle. Era precioso y le debería haber costado a su padre un dineral. Bette se preguntó qué habría echo ella para merecerse tal regalo, pero no lo iba e expresar en alto. El tintineo de las llaves la hizo despertar. Dejó caer sus libros y abrazó a Melvin. “¡Muchas gracias papi!” Exclamó, dándole un beso en la mejilla.

Melvin se rió, dándole golpecitos con la mano en la espalda. “De nada cariño.” Apartó a Bette y le puso en la mano las llaves. “Porqué no te metes y ves qué tal está.”

Bette sonrió y arqueó las cejas mientras cogía las llaves y abría la puerta. Casi saltó dentro. El interior era bonito, de cuero negro. Bette ajustó los retrovisores y puso las manos en el volante haciendo ver que conducía.

Espérate a que Alice vea esto. Se morirá. Bette pensó. Melvin otra vez la sacó de sus pensamientos.

“Ahora acuérdate, nadie más excepto tú puede llevar este coche, ¿entendido?”

“Completamente. Tampoco iba a dejar a nadie conducir este coche.”
“Ni siquiera a tu amiga Pieszecki.”

“Ni siquiera a Alice.” Aunque me apuesto a que me suplicará durante días. Bette sonrió saliendo del coche. Abrazó a su padre de nuevo. “Muchísimas gracias.”

“Será mejor que te vayas Elizabeth, o vas a llegar tarde.” Melvin se agachó y recogió los libros de Bette. “Aquí tienes.” Dijo dándole los libros. “Que tengas un buen día.”

Bette volvió al coche y Melvin cerró la puerta. Lo puso en marcha, sacando la cabeza por la ventanilla. “Lo haré. Adiós papi.”

Melvin retrocedió, diciéndole adiós con la mano a su hija mientras salía dando marcha atrás y se iba dirección al colegio. La siguió con la mirada hasta que el coche se perdió en la primera esquina. Luego volvió adentro.


Última edición por camila el Mar 25 Sep 2012 - 13:02, editado 2 veces
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Mensaje  malena Lun 24 Sep 2012 - 16:55

Tina se subió al autobús, dándole arcadas de la fetidez que nunca parecía irse. Caminó hacia los asientos finales del autobús mientras esquivaba bolas de papel. Atrás estaba prácticamente vacío, buena señal. Escogió un sitio que tenía una larga cinta adhesiva en el, pero se veía bien. Estiró las piernas en el asiento, apoyándose contra la ventana. Cerró los ojos y se puso los cascos de música para dejar de oír los gritos de los niños.

Un par de minutos después, alguien le estaba dando golpecitos en la pierna. Tina abrió los ojos y miró a la persona que se atrevió a molestarla. Era una niña, no mayor de quince años. Tenía la típica mirada nerviosa de estudiante de primer año. Su pelo largo y negro escondía una inusual cara pálida. Miró a Tina a través de sus dulces y grandes ojos oscuros. “Lo siento, pero ¿puedo sentarme aquí? No hay más asientos libres.”

Tina obligada, bajó las piernas y se sentó recta. La niña se sentó. “Gracias.”

“Nada.” Contestó Tina, y se volvió a poner la música.

Minutos después, Tina pilló a la niña mirándola varias veces como si quisiera decirle algo pero estaba muy nerviosa para hacerlo. Tina suspiró. Podría empezar este año haciendo un poco de buena caridad. Se quitó el casco de su oreja derecha. “¿Es tu primer año?”

La niña asintió.

“Me lo imaginaba. Soy Tina.” Tina le extendió la mano.

La niña vaciló un poco antes de darle la mano. “Soy Jenny.”

“Encantada de conocerte Jenny. Si necesitas ayuda en encontrar algo, puedes buscarme y te ayudaré.”

“Gracias. Acepto tu ofrecimiento.” Jenny sonrió tímidamente, jugando con el botón de su camisa.

El autobús frenó en la parada del colegio. Habían llegado a su destino. Inmediatamente, los estudiantes empezaron a bajar del autobús. Jenny y Tina estaban entre las últimas por bajar, saliendo del autobús a la fuerte luz del día.

“Bueno Jenny, en nombre del instituto Corona Bay te doy la bienvenida. Buena suerte.” Dijo entre dientes.

Tina miró al edificio de ladrillo al que había ido durante tres años. El instituto Corona Bay, era uno de los dos institutos públicos en Corona Bay.

El campus estaba lleno de estudiantes. A su derecha unas chicas chillaban al encontrarse con sus amigas, saltando y abrazándose.

Al otro lado, a su izquierda, un grupo de chicos estaban jugando con la pelota. Más allá de los árboles del campus un grupo de heavys estaba intentando sin éxito darle patadas a una bolsa en el aire. La gente corría, patinaba, iba en bici, y patinaban en ruedas alrededor de ella. Diferentes tipos de música, atronaban a través de equipos de música, creando un total caos.
Instituto del infierno…

Agarrándose fuerte a su libreta, el único material escolar que llevaba aparte de un bolígrafo metido en la libreta, Tina comenzó el difícil y largo camino hacia la entrada del colegio, rezando que nada ni nadie golpease contra ella.

“¡Tina!” Alguien gritó detrás de ella y se giró.

Dana Fairbanks, la mejor amiga de Tina desde primaria, se acercaba hacia ella corriendo y le dio un tremendo abrazo. Dana era la hija de una de las familias más adineradas en Corona Bay, y una futura promesa del tenis. “¡Ey Dana!” Dijo Tina abrazándola.

“Dios mío, te he echado de menos, ¿cómo has estado? ¿Qué es de tu vida?”

“Dana, me viste ayer por la noche.”

“Lo sé, solo que he visto a todas las chicas saltando, viendo a sus amigos después de las vacaciones y me he sentido excluida, jeje.”

“Bicho raro…”

“Bueno, y ¿en qué clase te ha tocado?” Preguntó Tina.

“Jenkins. ¿Tú?

“La misma.”

“Gracias a Dios. Odio cuando tengo que sentarme al lado de alguien que no conozco.”

“Sabes, deberíamos intentar hacer nuevos amigos” Dijo Tina, y entonces las dos chicas se miraron la una a la otra y movieron las cabezas.

“Nah.”

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Bette avanzaba muy lentamente siguiendo a Alice que iba andando por la acera.
Sonriendo, tocó el claxon y se rió cuando Alice apenas pudo reconocerla. Bette volvió a tocar el claxon, acercándose un poco más en su dirección, pero no lo suficiente para que Alice la reconociera. Bette decidió ver hasta donde llegaba con ello. Profundizando su voz, gritó. “¡Ey, sexy!”

Pudo ver a Alice estremecerse de disgusto. “¡Ey nena! ¿Vienes a dar una vuelta?” Tuvo que contenerse la risa con una de sus manos. Alice empezó a acelerar el paso. Cayéndole las lágrimas, Bette tocó el claxon otra vez, y Alice no pudo más.

Se volvió bruscamente. ”Escucha gilipollas, es muy temprano en el puto día para que…” Alice se calló y se quedó boquiabierta. Bette estalló en carcajadas y paró en un stop. Alice corrió hacia ella y pegó su cara a la ventanilla. “¡Qué pija eres Porter! Dios santo, ¿de dónde has sacado este coche?”

“Regalo de mi padre. Súbete.”

Bette no se lo tuvo que decir dos veces. En segundos, estaba sentada en el asiento delantero, admirando el interior, el salpicadero, la guantera, la radio. “Bueno, muchas gracias papi” Exclamó Alice. “¿Por cuánto le ha salido esto?”

Bette se encogió de hombros. ”No tengo ni idea.” Se pararon en un semáforo en rojo y Bette miró a Alice con una sonrisa maliciosa. “Pero lo que sí sé.” Tocó un botón. “Es que es descapotable.”

Alice dio un grito ahogado mientras la parte superior del coche se separaba del parabrisas y se metía en el maletero. “Oye, ¿crees que tu padre podría adoptarme? Necesito desesperadamente otro coche nuevo. Mi coche de mierda sigue en el taller.”

“Alice, tu “coche de mierda” es porque lo estampaste contra un poste la semana pasada” Bette asintió.

“Ese coche estaba ya para el desguace y ambas lo sabíamos.” Alice argumentó. “Lo único que hice fue quitarle de su sufrimiento.”


“Y aumentar el seguro de tu madre por otros tantos años.”

“Retrasarlo un poquito.”

Bette puso los ojos en blanco.

“Así que” Empezó Alice volviéndose hacia Bette con una gran sonrisa maliciosa. “¿Cuándo me dejarás dar una vuelta con este pequeño?

“Alguna vez en tus sueños y nunca en la vida.”

“Ouch.”

Pronto llegaron al parking del colegio. Bette puso de nuevo la capota del coche mientras Alice se quejaba.

“Oh, joder, me alegro tanto de que este sea nuestro último año en este colegio infernal.”

Bette exhaló. “Si, un año más.” Y entonces me podré ir de aquí, lejos de esos idiotas descerebrados para siempre. Bette cerró el coche y Alice y ella se dirigieron a la entrada.

A cinco metros del coche alguien se chocó violentamente con Bette, haciendo que se le cayeran los libros y dar un traspiés. “¡Ey! mira por donde vas gilipollas.” Bette le dijo a la alta y desgarbada chica de pelo corto. La única manera que reconoció que era una chica fue por sus finos rasgos. La culpable se giró y se burló. Haciéndole perder los estribos a Bette mientras ésta continuó su camino hacia clase.

Bette se agachó para recoger sus libros mientras Alice meneaba la cabeza. “Tío, los nuevos cada vez son más agresivos.”

“Maldita gilipollas.” Dijo entre dientes Bette, cogiendo una de sus libretas. De repente, alguien le estaba sosteniendo un boli que había perdido. Bette miró hacia arriba. Era una chica de piel blanca y pelo rubio ondulado. Llevaba los cascos de música puestos.

“Se te ha caído esto.”

Bette sonrió. “Gracias.”

Se pusieron de pie. La amiga que acompañaba a la chica, que Bette reconoció como Dana Fairbanks, la estrella de tenis del colegio, estaba a su lado. “¿Estás bien?” Dana preguntó.

Bette asintió, mirando a Dana y luego a la rubia. Alice se acercó. “¿Eres Dana Fairbanks, verdad?”

Dana se ruborizó un poco. “Si.”

“Alice Pieszecki, yo llevo el periódico de este agujero infernal.”

“Ah.” Dana arqueó las cejas.

Mientras estas dos empezaron a hablar, Tina habló con Bette. “Menudo choque, espero que tengas la matrícula.”

Bette se rió y extendió la mano. “Bette Porter.”

“Tina Kennard.” Tina cogió la mano de Bette que casi salta de la electricidad que paso a través de su mano a su brazo.

“¿Primer año aquí?” Preguntó Bette.

“Oh, has herido mis sentimientos.” Dijo Tina, poniéndose una mano en el corazón. Ella se rió un poco, mirándose a los zapatos. “No, voy a tercero.”

“Vaya, lo siento. Pareces más joven de lo que eres.”

Tina asintió. “Supongo que me lo tomaré como un cumplido.”

Bette se puso roja. “Oh si, lo siento. No quería que sonase así.”¿Por qué me estoy poniendo tan nerviosa?

“Seguro que no.” Tina aseguró a Bette.

De repente, el estridente timbre sonó por todo el campus, señalando el comienzo de las clases. Ambas, Tina y Bette, miraron al edificio. “Será mejor que vayamos dentro antes de llegar tarde.” Dijo Tina cogiendo el brazo a Dana empezando a irse.

“¿Te veré por aquí?” Preguntó Bette, teniendo miedo de no volver a ver a Tina otra vez, que la asustó por alguna extraña razón.

Tina asintió. “Supongo que me lo tomaré como un cumplido.”

Bette se puso roja. “Oh si, lo siento. No quería que sonase así.”¿Por qué me estoy poniendo tan nerviosa?

“Seguro que no.” Tina aseguró a Bette.

De repente, el estridente timbre sonó por todo el campus, señalando el comienzo de las clases. Ambas, Tina y Bette, miraron al edificio. “Será mejor que vayamos dentro antes de llegar tarde.” Dijo Tina cogiendo el brazo a Dana empezando a irse.

“¿Te veré por aquí?” Preguntó Bette, teniendo miedo de no volver a ver a Tina otra vez, que la asustó por alguna extraña razón.

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Tina se encogió de hombros. “Claro.”

Entonces desapareció en medio de la multitud de estudiantes, dejando a Bette en estupor.

“Parece que ya tengo mi primera historia.” Exclamó Alice, mirando a su reloj. “¡Y sólo llevamos aquí cinco minutos! Joder, qué buena soy.”

“Ajá.” Bette masculló. Buscando entre la inmensa multitud a Tina.

“¿Qué pasa Porter? Te han dado más fuerte de lo que pensaba.”

“Ajá.”

Alice estudió a Bette con los ojos bizcos durante un minuto, confusa. Finalmente, puso los ojos en blanco y cogió a Bette por el brazo. “Vayámonos antes de que lleguemos tarde.” Se rió, llevando a Bette adentro.

Capítulo 2

El timbre sonó y los estudiantes empezaron a llenar los pasillos dirigiéndose hacia sus taquillas. No habían pasado más de diez minutos y los pasillos estaban guarrísimos. Papeles, envoltorios, chicles, botellas, y otro tipo de basuras estaban esparcidas por todo el pasillo y escondidas en los pequeños huecos que había entre las taquillas y el suelo.

Tina y Dana salieron de su clase y de dirigieron hacia sus taquillas, estudiando sus nuevos horarios. Dana miró al de Tina y luego al suyo. “Joder, este año sólo tenemos dos clases juntas.” Dijo Dana frunciendo el entrecejo.

“Y la comida.” Añadió Tina. “Al menos podemos comer juntas.”

“Dios, este año tenemos mates con el viejo de Cramer.”

Tina hizo una mueca de disgusto. “¿Ése que huele a café y gasolina?”

Dana asintió. “Sip, el mismo.”

“Quiero morir.” Dijo Tina dramáticamente tapándose la nariz. Las dos chicas se rieron y llegaron a las taquillas. “¿Qué más tenemos juntas?” Tina se apoyó en su taquilla. No tenía nada que meter dentro.

Dana abrió la suya y sacó una libreta nueva. Mirando a su horario, dijo, “Gimnasia.”

“Yuju.” Exclamó Tina cansinamente. “Más oportunidades para que tengas un encontronazo.”

“Una vez Tina. ¡Una vez!” Gritó Dana defensivamente. “Y tú sabes que no fue para tanto.”

“Las cejas de la señorita Pitman no volverán a ser las mismas.”

Dana cerró su taquilla y se apoyó contra ella. “Y me siento muy mal por ello.”

Tina se rió. Mientras bajaban le dio unos golpecitos en el hombro mientras dijo: “¿te acuerdas de las cejas que se dibujó las primeras semanas?”

Dana sonrió y le intentó dar en el brazo. “¡Déjalo!”

“Se parecía a Jack Nicholson con una frente enorme.”

“¡Tina!”

“Ojalá hubiese sacado una foto.”

Dana puso los ojos en blanco y cambió de tema. “Entonces, ¿qué te toca ahora?”

Tina examinó su horario. “Historia avanzada.” Se quejó.

“¡Ala! Es la clase de los mayores. Seguramente que seas la única de tercero.”
“¿Tú crees?”

Se encogió de hombros. “Ya me contarás qué tal va.” Se paró, esa era su clase. “¿Te veo después?”

“Vale.” Tina asintió y Dana entró en clase.

Tres clases más abajo estaba la clase de historia. Tina era uno de los primeros alumnos en llegar a la clase, así que se cogió una mesa de la última fila al lado de la ventana y se sentó apoyando los hombros contra el respaldo de la silla. Se colocó los cascos y puso la música, mirando por la ventana a los coches que pasaban.

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Última edición por camila el Mar 25 Sep 2012 - 13:04, editado 1 vez
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Mensaje  malena Lun 24 Sep 2012 - 16:58

Bette y Alice entraron, cogiendo dos mesas de la segunda y tercera fila, sólo a un sitio de la primera fila.

“Dios Porter, qué pelota eres. Mírate, sentándote en las primeras filas.” Burlándose Alice.

“Al, tú te sientas a mi lado, ¿eso no te pone en el mismo lugar?”

“Yo me siento aquí por obligación. ¿Dónde sino me voy a sentar?”

Bette meneó la cabeza. “Donde sea.”

Los últimos rezagados llegaron antes de que sonase el segundo timbre. El profesor cerró la puerta. Tosió fuerte. Pidiendo que cesase el ruido de fondo. Era un hombre pequeño y corpulento de unos cincuenta largos. Llevaba su pelo gris peinado con la raya en medio y hacia atrás. Sus ojos redondos y brillantes se movían regularmente detrás de sus gafas delgadas. Llevaba un chaleco multicolor y unos pantalones marrones, flojos, y llenos de tiza que le quedaban demasiado largos para sus piernas. “Atención. Estáis en clase de historia avanzada. Yo soy vuestro profesor, el Sr. Donavon.”

El Sr. Donavon se dio la vuelta y escribió su nombre en la pizarra. Después, se sentó en su escritorio y abrió su carpeta. “Voy a pasar lista. Si estáis aquí, por favor, no dudéis en decirlo.” Hizo una pausa para ver si alguien se reía. Cuando nadie lo hizo, continuó. “Muy bien, Byrdman.”

Alice puso los ojos en blanco y apoyó la cabeza contra la mesa. “Me aburro.”

Bette se rió. “Algo me dice que esa sensación te va a acompañar durante todo este curso.”

“Filmore.”

“Aquí.”

“¿Cuánto queda?” Susurró Alice.

Bette miró su reloj. “Cuarenta minutos.”

“¡Jesús!” Resopló Alice cogiéndose la cabeza con las manos.

“Kennard”

“Si.”

Bette se giró al oír su voz y vio un pálido brazo alzado. ¡Es ella! ¿Qué está haciendo aquí? Se preguntaba Bette mientras miraba a Tina haciendo garabatos en su libreta, apoyando su cabeza contra la pared. Tina levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Bette. Sonrió y saludó con la mano.

Sonrió y le devolvió un tímido saludo con la mano. Bette le sonrió y se giró. Pudo sentir un calor que le invadía su cara.

“¿De qué te ríes?” Preguntó Alice, su cabeza ahora estaba apoyada en sus brazos.

“Nada.” Bette movió la cabeza. "Creo que historia se ha vuelto muchísimo mejor."

“Piezkecki.”

“Es Pieszecki, y estoy aquí.”

“Está bien. Porter.”

“Aquí.” Contestó Bette intentando no reírse mientras Alice hacía un movimiento de darse con la cabeza contra la mesa. Bette se giró otra vez para alcanzar a ver a Tina, que seguía dibujando en su libreta. Donavon estaba allí, riñendo a los alumnos por hablar. Bette se volvió y apoyó su barbilla en su mano intentando prestar atención al profesor mientras comenzaba la clase.

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Cuando terminó la clase, los alumnos iban saliendo poco a poco. Tina se levantó, mientras se guardaba el walkman. De repente, alguien le tocaba por detrás. Se giró. Era Bette. “Ey.” Dijo, cogiendo su libreta de la mesa.

“No te ofendas, pero ¿qué estás haciendo aquí?”

“¿Porqué me tendría que ofender?” Preguntó Tina sarcásticamente, pero sin mala intención. Se rió un poco para enseñar a Bette la cual frunció el ceño que estaba bromeando. “Oh, me lo recomendaron. Por lo visto soy buena en historia.”
“¿Ah si?” Dijo Bette arqueando las cejas. Lista y guapa, ¿qué? Para, para.


Tina asintió. “Pero no lo vayas contando. Tengo una reputación que mantener.”

“¿Y qué reputación es esa?”

Tina se encogió de hombros. “Ni idea, sólo que me apetecía decirlo.”

Bette se rió. Tina sonrió tímidamente y se volvió. “Oye, me tengo que ir.”

“Vale, entonces te veré por aquí.”

“Si.” Dijo Tina mientras se marchaba. Una vez fuera de la mirada de Bette, movió la cabeza. ¿Qué le pasa a esa tía?

“Ey Porter, ¿te gusta tanto esta clase que nunca te quieres ir?”

Bette se giró y le lanzó una mirada de impaciencia. “Vamos.”

Mientras caminaba hacia el pasillo, Alice miraba a Bette. Notando el calor de su mirada Bette se volvió hacia su amiga. “¿Qué?” Alice no contestó enseguida, haciendo poner nerviosa a Bette. “¡Qué!”

“¿Qué está pasando contigo hoy?”

“¿De qué estás hablando?”

“Estás actuando más raro de lo normal. ¿Qué pasa? ¿Y quién era esa chica con la que hablabas?”

“No pasa nada y esa era Tina. La conocimos esta mañana, ¿te acuerdas?”

Alice miró a Bette sin comprender. Bette gruñó y puso los ojos en blanco. “¿Te acuerdas cuando esa chica se chocó conmigo? Ella estaba con Dana Fairbanks.”

El reconocimiento al final llegó a Alice. “¡Oh si! Mi primera historia” Alice pensó por un segundo y se encogió. “¿Y cuál es su historia?”

“No lo se. Sé que es de tercero.”

“Así que de tercero, eh, ¿y qué está haciendo en nuestra clase?”

“Se ve que es buena en historia.”

“Qué interesante.” Expresó rotundamente Alice. Después de quedársela mirando por un minuto, Alice cayó. Se le dibujó una amplia sonrisa burlona.

“¿Qué pasa ahora?”

“Estás pillada por ella.” Cantó Alice.

“¡Qué! No digas tonterías. No estoy…”

“Si que lo estás. Aaahh, ¡te has pillado por una de tercero! ¡Asaltacunas!

“Al.” Advirtió Bette.

“¡No me lo puedo creer! Tengo que verla bien. ¿Está buena?”

“¡Alice!” Gritó Bette. “¡Déjalo!”

“¿Qué? No tiene nada de malo esa pregunta. No quiero que mi mejor amiga salga con un trol.”

“Alice eso es terrible.” Bette reprendió. “Y yo no estoy pillada por ella. Sólo quería agradecerle por ayudarme esta mañana, ¿es eso tan malo?”

Alice negó con la cabeza. “No, pero son todo tonterías.”

Bette puso los ojos en blanco. Una vez que la idea le vino a la cabeza de Alice, Bette sabía que estaba luchando contra una batalla perdida. Empezó a caminar detrás de su amiga rubia mientras ésta iba cantando.

“Porter está pillada, Porter está pillada.”

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Cuando Tina llegó a su taquilla, Dana ya estaba allí esperando. “¿Porqué has tardado tanto?”

“Me cogieron.”

“Vale.” Dana entrecerró los ojos a la vaguedad de la información de Tina. Dándose cuenta que no iba a sacarle nada más cambió de tema. “Bueno y ¿qué tal historia?”

“Una tortura. Me parece que muchas de las lecciones de mi profesor provienen de su propia experiencia.”
“¿Eing?”

“Porque es tan viejo, es igual.”

“No me refería a eso, de todas maneras. ¿Tenía yo razón? ¿Eras la única de tercero?”

“Creo que si.”

Mientras las chicas caminaban por el pasillo a sus perspectivas clases, Jenny se acercó a Tina. “Ey, perdón por interrumpir.”

Tina miró a Jenny y luego sonrió. “No pasa nada. ¿Estás bien?”

“¿Podrías decirme por dónde se va al gimnasio?”

“Si claro.” Dijo Tina mirando de reojo a Dana, que la estaba mirando confusa. Tina apuntó hacia abajo del pasillo. “Sólo tienes que ir al final del pasillo y giras a la izquierda. El gimnasio está justo ahí.”

Jenny miró en la dirección, después se volvió a Tina. “Gracias, este sitio es como un laberinto.”

“Te acostumbrarás, no te preocupes.”

Jenny asintió, pero sus ojos le dijeron a Tina que ella no estaba tan segura. Ella continuó con su camino. Tina y Dana la vieron irse. Sintiendo que Dana la estaba mirando se giró hacia ella. “¿Qué?”

“¿Quién era esa?”

“Oh, una niña del autobús esta mañana. Es estudiante de primer curso y le dije que la ayudaría si lo necesitaba. Eso es todo.”

“¿Qué es esto?” Tina, reina de los marginados echando una mano.”

“Sólo me sentí mal por ella, es todo.”

Dana asintió, riéndose. “Si, claro.”

Tina le dio un codazo a Dana mientras las dos chicas se reían. Anduvieron un poquito más, luego Tina miró a su horario y se paró. “Aula 324, inglés avanzado, esta soy yo.”

“¿Inglés avanzado también? ¡Qué repelente eres! ¿Lo sabes?”

“La que más.” Contestó Tina. “Hasta luego.”

Dana asintió con la cabeza y continuó por el pasillo. Tina suspiró mientras abría la puerta y entraba en la clase. La clase estaba casi llena. Sólo quedaban dos sitios. Uno estaba justo en el centro de la clase en frente de la mesa del profesor. El otro a la izquierda al lado de las ventanas a dos mesas de la primera fila. ¡Bingo! Tina fue hacia esa mesa y se sentó apoyando la cabeza contra la mesa. Sólo llevaba dos clases pero ya se sentía agotada. El colegio es una mierda.

“Tenemos que dejar de encontrarnos así.”

Tina levantó la cabeza y siguió la voz. Sentada a su derecha estaba Bette Porter. Tina sonrió nerviosa. “Ey. Supongo que si.”

“No me lo digas. También eres buena en ingles.”

“O eso es lo que dice mi tutor.”

Bette dejo escapar una risa. “Y dime, ¿cuántas más de estas clases tienes?”

“Sólo esta e historia. Luego vuelvo a ser de tercero.”

Bette sintió que su corazón se aceleraba un poco, pero intentó no mostrar nada. “Eso está bien.”

Antes de que Bette tuviera la oportunidad de decir nada más, el profesor entró en clase. Era una profesora jove, sobre los treinta y pocos, de pelo largo, rizado y rubio. Se vestía hippy. Llevaba una blusa con estampado de flores y unos vaqueros ajustados que cubrían sus sandalias. Escribió su nombre en la pizarra y se giró sonriente. “Buenos días clase. Soy la Srta. Stone. Bienvenidos al interesante mundo de la literatura.”

Bette se giró a Tina, pero ésta estaba mirando por la ventana. A su otro lado tenía a Alice y cuando Bette se giró hacia ella, Alice sostenía un papel que ponía “9” en grande con permanente negro. Alice sonrió y puso los pulgares en alto. Los ojos de Bette se hicieron más grandes mientras cogía el papel y se lo arrebataba del alcance de Alice.

“¿Qué demonios pasa contigo?” Susurró severamente.

“Tenía que poner un punto de la edad. Parece que tenga doce, pervertida.” Alice le susurró riéndose de ella.

“Idiota.”

Os voy a pasar una ficha. Por favor, intentad no perderla, hacer con ella un avión o arrugarla porque no tengo las justas y no os podré dar más.” Interrumpió la Srta. Stone mientras dejaba unas cuantas fichas por cada fila. En un revuelo se pasaron todas las fichas.

Alice miró a la ficha y se dio cuenta que por detrás había cosas escritas. Dándole la vuelta Alice se echó una carcajada. Por el otro lado había una antigua propaganda de una pizzería que justo acababa de abrir a no más de un bloque del colegio. Decidiendo que la respuesta no tendría nada que perder Alice levantó la mano y dijo, “Srta. Stone, ¿se da cuenta que hay una vieja propaganda de la Pizzería Marty’s detrás de la ficha?”

La Srta. Stone asintió. “Si, lo sé.”

“En mi ficha hay un anuncio de un lavado de coche gratis.” Dijo un alumno.

“En la mía hay viejos cupones.” Dijo otro.

Bette dio la vuelta a la suya para encontrar un anuncio de una inmobiliaria.

“¿Puedo preguntar porqué?” Dijo Alice tratándose de controlar la risa.

“Usar sólo un lado de este preciado papel es derrocharlo. ¿Sabéis cuántos árboles tienen que talar cada año para hacer anuncios como este?” Discutió la Srta. Stone alzando el papel mientras se dirigía a la clase. “La conservación es la clave. Por favor clase, no malgastéis el papel. ¡Pensad en los árboles!”

Hubo un segundo de silencio antes de que la clase estallara en risas y a hablar. Alice puso las manos en alto en derrota, secándose las lágrimas que le caían mientras Bette la miraba con una acalorada intensidad. Figurando que se encontraría algo mejor a su izquierda, Bette se giró hacia Tina y (para su sorpresa) la encontró doblando la ficha.

“Ey, pensaba que eso iba en contra de las reglas.”

“Ella me dio la idea.” Farfulló Tina, concentrándose en su trabajo. “Además, no va a ser un avión.”

“¿Qué vas a hacer?”

“Ya lo verás.” Dijo Tina, mientras ponía la lengua a un lado de sus labios.

“¿No necesitarás la ficha para saber que es lo que tenemos que leer?”

Tina negó con la cabeza. “Mucho de los libros ya me los he leído.” Sonrió completando su trabajo. “Ya está.”

Tina sostuvo un barquito de papel. “No es un avión, así que ¿va en contra de las normas?”

“Creo que hacer con la ficha cualquier tipo de vehículo está mal, pero has hecho un buen trabajo.”

“Gracias.” Sonrió Tina afectuosamente a Bette, y Bette notó que se le aceleraba el pulso. ¿Cómo consigue hacerme esto a mí?


Notando la presión de la mirada de Bette, Tina desvió la vista. No sabía qué decir. Bette parecía muy maja pero toda esta indeseada atención estaba poniendo a Tina incómoda. ¿Por qué me está mirando de esa forma?

Reaccionando de su trance, Bette se dio cuenta de lo que había hecho e intentó salvarlo. “Oh, perdona. Me he quedado parada por un momento.”

“No pasa nada.” Tina dijo sin darle importancia.

De repente, sonó el timbre y la clase se terminó. Mientras caminaban hacia el pasillo, Alice cogió a Tina. Extendiendo su mano dijo, “Hola, Alice Pieszecki, reportera del periódico del instituto y la mejor amiga de una tal Bette Porter.”

“Lo sé, te oí esta mañana. Tina Kennard.” Tina chocó la mano con Alice. “Encantada de conocerte pero me tengo que ir. Mi amiga me debe estar esperando así que…” Tina miró de Bette a Alice y luego a Bette.

“Te dejaremos marchar entonces.” Alice susurró. “Di adiós Bette.”

Bette obviamente se puso roja, intentó sonreir. “Adiós Tina.”


“Adiós.” Se rió nerviosa Tina. Miró a Bette y Alice una vez más antes de perderse por el pasillo.

Bette podría haber matado a Alice ahora y allí. “¿Qué crees que estás haciendo?”

Alice que seguía siguiendo a Tina con la mirada por el pasillo, dijo, “Parece lo suficiente simpática, aunque un poquito reservada. Pero podemos ocuparnos de ello.”

“No nos vamos a ocupar de nada porque no hay nada de lo que ocuparse.”

“Dios Bette, cálmate eh.” Alice miró a Bette como si estuviera loca. “Sólo estoy bromeando contigo. Tío, llevamos siendo amigas desde cuando, ¿siete, ocho años?, y sigues sin tener sentido del humor.”

“Tengo sentido del humor Al, pero no tan retorcido como el tuyo.”

Alice estuvo apunto de replicar pero fue interrumpida.

“Ey Moji-Porter, quítate la camisa.” Una voz masculina gritó y todos a su alrededor se rieron.

Bette se quedó inmóvil en medio del pasillo, su cara se tornó roja de furia y humillación. Jesús, ¿es que no van a para nunca?

“¡Eso es ingenioso!” Empezó Alice echándoles el dedo mientras las dos chicas giraban la esquina dejando al grupo de chicos riéndose detrás. “Putos gilipollas. ¿Tú te crees que después de cuatro años no puede venir con algo original?”

“Al…”

“Quiero decir, en serio, “¿quítate la camisa?”, ¿acaso saben lo que significa mojigato?”

“Alice…”

“Porque si al menos…”

“¡Alice! Déjalo ya.” Bette se rió de la furia de su amiga, algo que perdió hace unos cuantos pasos.

“Está bien.”

“¿Si?” Preguntó Alice dócilmente, parando a Bette en la entrada y mirándola con una profunda inquietud de la que Bette estaba agradecida.

Bette asintió. “Si. No pasa nada. Esto lleva pasando desde tanto tiempo que ya ni siquiera me enfado. Son sólo imbéciles que después de este año ya no los tendré que aguantar más.”

“Si. Un año más.” Alice acordó y continuaron andando. “Así que les den.”

“Eso.” Que les den a todos.

Bueno…casi todos.



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Mensaje  malena Mar 25 Sep 2012 - 13:05

CAPITULO 3


Tina bajó del autobús y se encaminó hacia su casa, escuchando el ruido que hacían las uñas de su perro en el parqué de la entrada de su casa. El tintineo de las llaves provocó un fuerte y entusiasta ladrido del otro lado de la puerta. Abrió la puerta y prácticamente fue atacada por Jagger, su rottweiler de ocho años. Tina se agachó y le rascó la cabeza. “¿Qué pasa perrito?” Preguntó, sabiendo que estaba completamente sola.

Amy estaba en el trabajo y Sam seguía en la uni, así que Tina tenía toda la casa para ella sola, algo que pasaba a menudo. Jagger le siguió por toda la casa hasta su habitación, sentándose delante de ella mientras ella se sentaba en la cama. Dos segundos después, el teléfono sonó.

Quejándose, Tina se levantó y corrió para coger el teléfono justo antes de que el contestador saltase. “¿Hola?”

“Ey, ¿dónde estás?”

“¿De verdad que me estás preguntando eso?” Dijo Tina moviendo la cabeza.

“Quiero decir, ¿por qué estás en casa y no aquí?”

“¿De que estás hablando Dana?”

“Estoy en las pistas, escuchando al entrenador pegar uno de sus sermones y miro a la pista y no estás aquí. ¿Por qué?”

Tina suspiró. “Ya hemos hablado de esto Dana.”

“Lo sé, pero sigo sin cogerlo.”

“Sólo que no quiero seguir con el atletismo, ¿por qué es tal crimen?”

“No es un crimen, sólo que es raro. Te encanta el atletismo Tina y nadie entiende porqué lo has dejado.”

“Mira, quizá nadie tenga que entender. Yo sé porqué lo he dejado y eso debería bastar. ¿Por qué todo el mundo se cuestiona esto? Ya hice atletismo durante dos malditos años, yo no iba a por la medalla de oro. Ni siquiera era lo suficientemente buena.”

“No digas eso. Era buena. Nosotros estamos preocupados Tina.”

“¿Quiénes son nosotros? ¿Es que acaso mi madre y tú os habéis sentado a hablar?”

“Vamos, no seas así. Lo siento.”

Silencio.

“¿Tina? ¿Tina? ¿Sigues ahí?” Después de unos segundos de silencio Dana dijo, “venga Tina. Lo siento, de verdad.”

“Vale.”

“No volveremos a hablar de ello, lo prometo.”

“Vale.”

“Y dime, ¿qué vas a hacer para cenar?”

“Algo en el microondas seguramente.”

“Vente a mi casa, que tengo que hablar contigo.”

“¿Sobre qué?”

“No puedo contártelo aquí. Quiero decírtelo en privado.”

“¿De qué va todo esto Dana?”

“No puedo aquí, tengo que irme, el entrenador está esperando. Adiós” Dana colgó.

Tina se quedó al teléfono durante unos segundos. ¿De qué demonios iba eso? No tuvo demasiado tiempo para pensarlo, porque Jagger le estaba tocando a su pierna con la correa en su boca. “Está bien, está bien.” Refunfuñó Tina, cogiendo la correa y atándola en su collar. “Soy una blanda. Vamos.”

Tina se tropezó al salir mientras Jagger le tiraba. Se dirigieron al camino cuando alguien la llamó. “Ey Tina.”

Tina se giró para ver a su vecino, Tim Haspel, sentado en el capó de su coche. “Ey Tim. ¿Qué cuentas?”

“No mucho. Hoy no te he visto en el cole.”

Tina entrecerró los ojos debido al sol, sonriendo. Tim sólo era un año mayor que ella, pero era como el hermano mayor que nunca tuvo. El era un chico muy simpático y algún día haría muy feliz a alguna mujer. El problema era que el quería hacer feliz a su hermana mayor, Samantha, pero salir con un chico que va al instituto mientras tu vas a la universidad era como un pecado mortal o algo así. Samantha constantemente impedía sus esfuerzos pero él ya la estaba agotando. “Yo estaba por allí. ¿Dónde estabas tú?”

“Por ahí.”

“¿Porqué no estás en la reunión de la piscina?”

“Ya se que estoy en el equipo. Es sólo que es siempre lo mismo: hazlo lo mejor que puedas, no toméis esteroides (doping). Chorradas del primer día. ¿Y tú porqué no has ido a la reunión de atletismo?”

“Oh.” Tina miró abajo. “Ya no voy a correr más.”

“Ah vale.” Tim se encogió de hombres y se deslizó del coche.

Eso fue. Obtuvo su respuesta y se movió. No preguntó.

Por eso es por lo que te quiero Tim. Pensó Tina con una sonrisa. De pronto se despertó de su trance. “Oye, tengo que ir a pasear a Jagger o explotará sinó. Nos vemos.”

“Muy bien. Hasta luego.” Tim levantó la mano. Tina estaba apunto de continuar con el paseo cuando Tim la llamó. “¿Tina?”

“¿Si?” Se giró.

“Sabes” Tim rió y miró abajo. “¿Sabes cuando Sam estará en casa?”

Tina se rió.

A eso de las cinco creo.”

“Vale, gracias.”

“No hay problema. Buena suerte.” Gritó Tina mientras Jagger le daba una sacudida.

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Bette llegó a su calle, dejando el coche delante de su garaje. Paró el motor y salió. Alice rápidamente la siguió. “¿Crees que tu padre estará en casa?”

“Probablemente.” Bette suspiró, viendo venir la cantidad de preguntas. Estaba bien saber que su padre se preocupaba lo suficiente como para preguntar, pero a veces, no le apetecía hablar. Ser un profesor adjunto en la facultad le permitía a Melvin Porter tener un montón de tiempo libre y flexibilidad para asaltar a su otra hija con cosas triviales, cosas que nunca tuvo la oportunidad de acosar con ellas a Kit mientras ésta iba creciendo.

Bette abrió la puerta, donde pudo encontrar a su padre sentado en su sillón favorito del salón, leyendo el periódico. Levantó la vista; sonriendo mientras hábilmente plegaba el periódico a su posición original.”Hola pequeña, ¿qué tal tu primer día como pre-universitaria?” Preguntó Melvin con excitación cuando se dio cuenta que estaba Alice. “Oh, hola Srta. Pieszecki.” Farfulló con desánimo.

“Hola, Sr. Porter.” Sonrió Alice con encanto. “Me encanta su corbata.” Añadió mientras y se dirigió hacia la cocina moviéndose como si viviera allí. Melvin miró confuso a su corbata de color azul marino con un dibujo de un diamante rojo.

Bette movió la cabeza. “El cole fue bien papa.” Contestó mientras se dirigía hacia la cocina también. Melvin pronto la siguió.

“Bueno, y ¿qué clases has cogido? ¿Cómo están?”

Bette se sentó en la mesa al lado de Alice que en unos segundos se había hecho un bocadillo de pavo y queso dejándolo todo en la encimera, sin ordenarlo. “He cogido cuatro clases avanzadas, gimnasio y español, y eso es todo.”

“¿Eso es todo?” Preguntó Melvin. Se podía ver la decepción en su rostro. “¿No hay otras clases que puedas coger?”

Bette encogió de hombros. “Creo que ya no me quedaban más horas libres en mi horario.”

“Bette, cariño, cómo esperas ser aceptada en Yale si no haces un paso extra, esa clase de más, eso les mostraría que tu eres material de Ivy League. (De las universidades más prestigiosas de EEUU)

“Papá…”

“Mañana, visitarás a tu tutor y encontrarás otras clases.”

“Pero papá.” Empezó Bette, pero lo dejó. Una vez que a Melvin se le metía algo en la cabeza así tenía que ser. Suspiró, vencida. “Está bien.”

“Esa es mi chica.” Sonrió Melvin orgulloso. “Y dime, ¿pasó algo interesante hoy?”

Antes de que Bette pudiera detenerla, Alice habló. “Bette ha conocido a una chica hoy.”
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El silencio se apoderó de la habitación. Bette se mordió el labio inferior, rezando que pudiese desaparecer en aquel preciso instante o derretirse en la silla. Melvin miró a Alice con toda la intensidad como si un asesinato estuviera apunto de ocurrir, pero mantuvo la compostura.

“Oh, ¿una amiga nueva?”

“Si.” Bette soltó la respiración que no sabía que la estaba manteniendo. “Una amiga nueva.”

Melvin sonrió. “Eso está bien.” Miró alrededor de la cocina, obviamente asombrado por un momento. Poner buena cara era lo que el Sr. Porter sabía hacer mejor. “Bueno, os dejo que comáis. Srta. Pieszecki.” Melvin cabeceó mirando a Alice.

Alice cabeceó también mientras bebía su refresco. Bette esperó a que Alice dejase la lata en la mesa para darle un puntapié en la espinilla.

“¡Ay!” Gritó Alice dando un bote en la silla.

“¡Qué coño te pasa a ti! ¿Es que quieres acabar conmigo? ¿Eh? ¿Quieres empezar una pelea?” Bette gritó, levantándose de la silla con tal furia que casi la tira.

Alice solamente se frotó su pierna dolida. “Bette, tú ya se lo has dicho a tu padre hace seis meses. Creo que va siendo hora que empiece a reconocerlo.”

Caminando de un lado a otro Bette agitó la cabeza. “Al, conoces a mi padre. No presta atención a las cosas que más le molestan, y después de todo, lo que pasó con Kit, tú fuiste la que me hiciste salir del armario. Yo no quería…”

“Ey Porter, yo no hice nada, sólo te dije que deberías. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Esperar a que lo de Kit pasase al olvido? ¿Cuánto iba a tardar? Mi filosofía es: cuanto antes lo digas, antes lo comprenderán.”

“Eso es fácil para ti decirlo, tu madre no es como mi padre. A ella no le importa ese tipo de cosas. Quiero decir que te abrazó cuando le dijiste que eras bi como si le hubieras dicho que habías sacado un excelente o algo así.”

“Cierto.” Reconoció Alice, pero luego se encogió de hombros. “Pero vamos Bette, al menos ya lo sabe. Escucha, él ya lo sabe, y que lo niegue o no, no te va a matar á cuando le presentes a tu novia.”

Bette dejó escapar un exasperado quejido. “Alice, por última vez, ¡Tina no es mi novia!”

Alice echó una risilla. “Estaba hablando en general, pero está bien saber donde está ahora mismo tu cabeza.”

Bette paró de repente y miró a Alice que subió las cejas y la miró con picardía mientras bebía del refresco. Dejando escapar una pequeña risa, Bette apoyó sus manos en las piernas de Alice. “¿Es posible quererte y odiarte a la vez?”

“No te llamaría mi amiga si no lo hicieras.”

Bette dejó escapar otro sonoro suspiro, haciendo un gesto de estrangulación a Alice que le sonrió.

Tina llegó a la puerta de la casa de los Fairbanks y tocó el timbre, escuchando el sonido del timbre retumbar por toda la casa. Segundos después la chica de la limpieza, Jessica, abrió la puerta. Tina sonrió mientras entraba. “Hola Jess, ¿cómo te va la vida?”

“Bien, gracias. Le diré a Dana que estás aquí.”

“Gracias.”

Jessica se marchó, pero Tina no se quedó sola por mucho tiempo. Al poco rato, Dana bajaba por las escaleras de dos en dos. “Sed puntuales para la cena.” Lesdijo Jessica.
Dana cogió la mano de Tina y la condujo hacia el comedor.

“Y ¿qué será para esta noche?” Se burló Tina. “¿Pato asado? ¿O salmón asado?”

“Creo que pasta.” Contestó Dana haciendo caso omiso a la broma de Tina.

Llegaron al comedor donde encontraron a Irwin y a Sharon Fairbanks ya sentados. El pequeño Howie estaba sentado en su silla alta al lado de Sharon, haciendo esos sonidos extraños de bebé. Irwin y Sharon Fairbanks eran gente muy amable; siempre había pensado Tina. Siempre habían tratado de hacer todo lo posible por ella, más que nada porque conocían su situación y se sentían mal por ella. Eran simpáticos y muy complacientes hasta tal punto que hacían sentir incómoda a Tina, pero nunca le contaría eso a Dana, porque le sentaría mal y la avergonzaría.

“Hola Sr. Fairbanks, Sra. Fairbanks.” Saludó Tina tímidamente. “Espero que no les moleste que me quede a cenar.”

“Oh, no digas tonterías Tina.” Exclamó Sharon mientras Tina y Dana se sentaban.

“Puedes venir a cenar siempre que quieras.” Añadió Irwin, terminándose el whisky.

Mientras servían la cena, Sharon y Irwin empezaron a preguntar a Tina todas esas preguntas que ella odiaba. “Bueno, y ¿cómo fue el colegio? Dana nos ha dicho que tienes algunas clases avanzadas.”

“Si, inglés e historia.”

“Buenas materias.” Dijo Irwin, masticando la pasta. “¿Qué tal las otras clases?”

“Están bien, supongo.” Dijo Tina, moviendo la comida del plato con el tenedor. “Las mates parecen que vayan a ser duras, y quiero asegurarme de que este año saco buenas notas.”

Sharon asintió. “Oh si, he oído que este curso es el más duro. Estás serán las notas que las universidades van a tener en cuenta, ¿verdad?”

“Si, mamá.” Dijo Dana.

“No te preocupes, estoy seguro que una chica tan brillante como tú lo hará bien.” Dijo Irwin.

“A que sí, querida.” Dijo Sharon.

“Gracias.” Dijo Tina, sonrojándose un poco.

Comieron en silencio durante unos minutos, pero al poco, Sharon volvió de nuevo. “Y dime Tina, Dana me ha contado que ya no estarás en el equipo de atletismo este año. ¿Cómo es eso?”

Tina echó una gélida mirada a Dana y dejó los cubiertos en su plato. “Bueno, Sra. Fairbanks, yo sólo quiero concentrarme en mis estudios. Quiero sacar buenas notas este año, y el equipo de atletismo significa quitarme mucho tiempo de estudio.”

“Bueno, eso suena razonable.” Irwin dijo.

“Además, que no era la mejor. No soy una estrella del deporte como vuestra hija.” Añadió Tina con algo de enfado en su voz que sólo reconocía Dana.

“Va a ser la siguiente Billy Jean King.”

“Menos el fro (¿?)” Cortó Dana y todos se rieron.

Las preguntas pararon después de eso, dejando que pudieran disfrutar de su comida. Pronto terminaron de cenar y Dana arrastró a Tina al piso de arriba. Una vez a salvo en su habitación, Dana cerró su puerta y se volvió a Tina que estaba sentada en la cama.

“¿Por qué les has tenido que contar a tus padres que había dejado el equipo de atletismo?” Se quejó Tina.

“Lo siento. Me preguntaron por ti y se me escapó.”

Tina puso los ojos en blanco y cambio de tema. “Bueno y de qué querías hablar.” Dana suspiró y se sentó al lado de su amiga. Estaba insegura, reconsiderando todo aquello, y Tina se dio cuenta. “Ey, Dana, ¿qué pasa?”

Mordiéndose la uña de su dedo índice, Dana miró a Tina. “No se si puedo.”

“¿Si puedes que?” Tina se sentó recta curiosa. “¿Qué es?”

Dana miró a los ojos de Tina, pero continuó en silencio. Después de un rato de tenso silencio, finalmente susurró. “Esto es más difícil de lo que pensaba.”

“¿El qué?”

“Tengo miedo de que me vayas a odiar.”

“Estoy segura de que no.” Tina respondió rápidamente. Dana estaba actuando de forma extraña y estaba empezando a preocupar a Tina. “Sea lo que sea, puedes contármelo.”

“No lo creo.” Susurró Dana, se podía sentir el miedo en su voz mientras los ojos se le ponían llorosos. “Sabes que eres mi mejor amigas, ¿si?”

“Pues claro Dana. Tú eres también la mía. Ahora vamos, estás empezando a asustarme.”

“Y no puedes contárselo a nadie. Nadie.”

Lo prometo. De verdad.” Contestó Tina, iba a soltar una broma sobre Dana guardando su secreto de lo de atletismo, pero el momento parecía demasiado serio. Cogiendo las manos de Dana, Tina gentilmente susurró, “Dana, puedes contarme lo que sea, y te prometo que no me enfadaré. Lo prometo.”

Dana se mordió el lado de su labio inferior y cerró los ojos mientras una lágrima le caía de sus ojos. “Vale.” Dijo entre un sollozo. “Algo ha pasado en el campamento de tenis y”

“¿Y qué? ¿Qué ha pasado?” Preguntó Tina con pánico. Quizá prometerle que no alucinaría no era del todo buena idea. Tina no sabía que haría si Dana le dijera que estaba molesta o algo por el estilo, y tampoco sabía porque le había venido esta idea a su cabeza.

“Tina, soy gay.” Dijo Dana y de inmediato se calló, esperando la reacción de Tina.

Tina miró fijamente a Dana, su cara estaba completamente pálida. Después de unos segundos, Dana no pudo aguantarlo más. “¿Estás bien?”

Tina dejó escapar un profundo suspiro. Dejó caer sus hombros. “¿Era eso?”


“¿Era eso?” Repitió Dana sorprendida. “¿Era eso? Te digo que soy gay y todo lo que puedes decir es, ¿era eso?”

“Bueno, si. ¡Estaba muy asustada de que me dijeras que te habían violado o algo! ¡Jesús Dana! Me habías asustado.” Dijo Tina riéndose nerviosa.

“Así que, ¿no me odias?”

“Por supuesto que no.” Dijo Tina dándole en el brazo. “Eres mi mejor amiga del mundo entero Dana. No me importa que seas gay.”

Dana miró a Tina por un segundo. Una enorme sonrisa se le dibujó en la cara cuando le dio un fuerte abrazo a la rubia. “Oh Dios, estaba tan asustada de que te fuera a sentar mal.”

“Dana, Dana, me estoy quedando sin oxígeno.” Dijo Tina entrecortadamente. Dana se dio cuenta y la soltó.

“Perdona.”

Tina se frotó la espalda mientras cogía aire. “¿Así que nadie más lo sabe?”

Dana movió su cabeza enérgicamente. “No, ni de broma. Y no se lo puedes contar a nadie.”

“No lo haré. Te lo prometo.” Tina esperó un poco antes de preguntar. “Y, ¿se lo vas a decir a tus padres?”

“¿¡Estás loca!?”

“Deduzco que es un no.”

Dana asintió. “Nadie excepto tú lo puede saber, ¿vale?”

“Vale, pero Dana, al final se lo tendrás que acabar contando.”

“Ya, pero eso no será ni hoy, ni mañana, ni dentro de veinte años.”

Tina rió. “Como quieras.” Entonces sus ojos brillaron. “¿Y qué pasó exactamente en el campamento de tenis?”

“Oh Dios mío, te lo tengo que contar.”

Dana pasó la siguiente hora y media contándole cómo era enamorarse de una chica en el campamento de tenis.

------------------------------------------

Tina y Dana bajaron las escaleras dirigiéndose a la puerta principal. Dana le dio otro de sus abrazos de oso. “¿Estás segura que no quieres que te lleve mi padre?”

“El bus está bien.”

“¿Seguro?”

“Completamente.”

Las chicas se separaron y Dana abrió la puerta. “Te veo mañana entonces. Llámame cuando llegues a casa para que sepa que estás viva.”

“Si mamá.” Tina farfulló mientras salía. “Adiós.”

Dana llamó a Tina cuando ésta bajaba por el escalón. “Ey Tina.”

Tina se giró. “¿Si?”

“Gracias, por todo.”

“Sin problema.” Tina sonrió a su amiga. “Cuando quieras.”

Dana cabeceó, diciendo adiós con la mano a Tina antes de cerrar la puerta. Tina se giró otra vez, exhalando fuerte. Qué día.

Continuó hacia la parada del bus.

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Bette se cepilló el pelo antes de meterse en la cama y cubrirse con las sábanas. Había sido un día largo y estaba cansada. Mañana empezaría todo de nuevo, haciendo a Bette fruncir el entrecejo.

Bueno, su primer día de colegio no fue el mejor, ¿pero cuándo lo había sido? Se tumbó y cerró los ojos. De repente, el rostro de Tina se le apareció en su mente y bruscamente abrió los ojos.

Oh Dios, realmente estoy pillada por esa chica.

¿Qué hay de eso? Moji-Porter está pillada.
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Mensaje  malena Dom 30 Sep 2012 - 16:30

Capítulo 4

Tina y Dana se encontraron en el patio del colegio a la mañana siguiente, hablaban como si Dana no le hubiera revelado la noche anterior que era lesbiana. Lo tenían presente, pero Tina quería respetar los deseos de Dana de mantenerlo en secreto y Dana parecía hacer lo mismo.

“Te conozco desde hace cuánto y sigo sin creer que solamente lleves esa libreta contigo.” Dijo Dana apuntando a la libreta de espiral que llevaba Tina bajo el brazo.

Tina se encogió. “Oye, que lleva tres asignaturas. No soy del todo un desastre.”

“Tienes como cinco clases Tina, sin contar gimnasia.”

“Ya, pero en inglés nunca tomo apuntes y…” Tina fue interrumpida por una pelota de futbol que le dio en el omoplato. Se quejó del balonazo cuando la pelota ya caía en sus pies. Dana se llevó las manos a la boca sofocando un grito de sorpresa.

“Dios mío.” Dijo Dana a través de sus manos. “¿Estás bien?”

Frotándose el hombro, Tina asintió. “Si, ¿de dónde demonios salio esa pelota?” Tina se agachó y cogió la pelota, buscando al culpable. Se quedó parada. Un chico alto, fornido, y moreno corría hacia ella.

“Ey, perdona por eso. ¿Estás bien?” Preguntó, su suave voz le penetraba por el oído, haciendo que su cerebro enviase señales a sus mejillas que se acaloraron y se pusieron rojas.

“Casi le arrancas la cabeza.” Contestó Dana furiosa, cruzando los brazos. “Mira a dónde tiras esa cosa.”

Miró a Dana, después miró a Tina. Con una sonrisa se inclinó y con delicadeza le cogió la pelota a Tina. “Lo siento mucho. Me llamo Eric. Eric Montague.”

Mordiéndose el labio, Tina preguntó, “¿Cómo Romeo?”

Eric asintió, riéndose un poco. “Algo así. En verdad se pronuncia, Mon-tay-gue, pero todo el mundo lo dice mal.”

“Qué interesante.” Dijo Dana entre dientes sarcásticamente, ganándose un codazo por parte de Tina.

“Yo soy Tina Kennard. Se pronuncia tal cual.”

“Bueno, Tina Kennard, ¿estás bien entonces?” Preguntó Eric, haciendo caso omiso de Dana.

Tina asintió. “Estoy más aturdida que otra cosa.”

“Sigo sintiéndome mal. Déjame que haga algo por ti.”

“Como por ejemplo”

“Déjame que te invite a comer, ¿te parece bien?”

“Hmmmm.” Tina de verdad quería contemplarlo. “Déjame que lo piense.”

“¿Estarás en la cafetería?”

Entonces el timbre sonó y Dana cogió a Tina por el brazo, empezando a arrastrarla. Tina se giró mientras caminaba asintiendo a Eric. El saludó con la mano.

Una vez que llegaron a sus taquillas Dana dejó el brazo de Tina. “Jesús Dana, ¿qué pasa contigo?” Dijo Tina mientras se frotaba su brazo.

“Eric Montague, Tina, ¿estás bromeando?”

“¿Qué? Es mono.”

“Siii, también es de último curso y el mejor jugador del colegio, sabías eso.”

“¿Y? No me voy a casar con él Dana; solamente me va a comprar la comida. Que la comida del cole cuesta como, un dólar.”

“Oh, ¿así que le vas a dejar que te compre la comida?” Preguntó Dana apoyándose en su taquilla, se evidenciaba el cabreo en su voz.

Tina se encogió de hombros. “Me lo voy a pensar.” La mirada de Dana lo dijo todo, Tina puso los ojos en blanco. “Vamos Dana, no es el fin del mundo, es sólo…”

“Comida.” Interrumpió Dana, poniéndose las manos en las caderas.

“Eso, así que no te preocupes tanto.” Tina agarró a Dana por los hombros y le dio una sacudida haciendo reír a la morena. “¿Vale?”

Después de pensarlo, Dana finalmente cedió. “Si.”

“Bien.” Tina le dio un abrazo a Dana. “Tengo que ir a clase. Hasta luego.”

“Vale.” Dijo Dana, abriendo su taquilla mientras Tina se iba por el pasillo.

---------------------------

“Oh no.” Alice lloriqueó cuando Bette y ella llegaban a la entrada de clase. “No quiero entrar.”

“Vamos.” Dijo Bette, tomando de la mano a Alice.

“No, vamos a hacer campana.” Exclamó Alice, cogiendo la muñeca a Bette y a llevársela de la clase.

“¡Es el segundo día de clase!”

“Nunca es demasiado pronto.”

“Bien, haz campana. Yo voy.” Dijo Bette, librándose del brazo de Alice y entrando en clase.

“¡No Bette, aaarrgh!” Dijo Alice, mientras entraba en clase con desgana. Bette ya estaba sentada, sonriendo a su amiga. Alice refunfuñando, tomó asiento, se cruzó de brazos y echó a Bette una mirada de hielo.

“¿Qué? Podrías haberte ido.” Dijo Bette.


“No puedo hacer campana. ¿Qué habría hecho yo sola?” Argumentó Alice. “Dios, necesito más amigos.”

Bette puso los ojos en blanco. Justo entonces, Tina entró en clase y sin mirar a nadie se sentó. Bette la siguió con la vista hasta que se sentó. Saludó con la mano cuando Tina levantó la vista. Ella respondió al saludo, sonriendo educadamente. Sin querer ponerla nerviosa, Bette se giró hacia Alice.

“Quizá aún tenga tiempo de hacer campana.” Susurró Alice mirando hacia la puerta.

“Corre, oh, demasiado tarde.” Susurró Bette alegremente cuando el Sr. Donavon entraba en clase.

Alice se desplomó en la silla. “Mierda.”

“Venga, anímate, siempre hay un mañana.”

“Muchas gracias Annie.” Alice se cruzó de brazos. “Muy bien, me quedo aquí, pero me niego a escuchar.”

“De acuerdo.” Se burló Bette alzando un puño al aire.

“Buenos días clase.” Farfulló el Sr. Donavon, dejando su maletín en la mesa. Lo abrió y sacó un fajote de fichas. “Como todos sabéis, esta es una clase de historia.”

“¿Cómo? ¿Quieres decir que esta no es una clase de física nuclear avanzada?” Alice dio un grito.

“Y qué mejor manera de comenzar este curso que con un trabajo.” La clase se quejó haciendo sonreír a Donavon. “Lo haréis de dos en dos y no tratéis de emparejaros vosotros porque yo ya lo he hecho.” Donavon esperó por otra queja la cual obtuvo. “El tema es: ¡historia! Sorpresa, sorpresa. Tenéis una semana para prepararlo con vuestra pareja y aprender su historia. Os he preparado una serie de preguntas para que os hagáis. Después de reunir toda la información necesaria sobre vuestra pareja, la pasaréis a ordenador. Sin ocupar más de cinco páginas.”

Donavon repartió las fichas mientras la clase empezaba a hablar. Bette estudió la ficha. Habían cincuenta preguntas y algunas un tanto personales:

Pregunta 1: ¿Cuál es tu nombre completo?

Pregunta 8: ¿Cuál es tu origen étnico?

Pregunta 23: Situación matrimonial de los padres.

Pregunta 45: ¿Qué planes tienes para el futuro?

Alice interrumpió a Bette. “Mira esto. Pregunta 18: ¿Cuál es tu color preferido y porqué? ¿Lo dice realmente en serio? ¿Qué tiene eso que ver con historia?” Entonces, poniendo un falso acento inglés, Alice pestañeó y dijo, “Oh si, a la familia Pieszecki siempre les ha encantado el color aguamarino. Generación tras generación han elegido siempre el aguamarino como color preferido. Ningún pieszecki ha elegido otro diferente.”

“Está bien clase, calmaos. Calmaos.” Riñó Donavon sosteniendo una hoja en su mano. “Aquí están vuestras parejas.”

“Byrdman, vas con Glascow.”

Donavon fue diciendo nombre tas nombre mientras Bette cruzaba los dedos. La última cosa que necesitaba era que le tocase de pareja uno de los idiotas de su clase. Alice no había sido emparejada todavía, quizá tuviera alguna oportunidad…

“Huber, tu pareja es Piesekecki.”

Mierda.

“¡Pieszecki!” Gritó Alice. Luego se giró hacia Bette. “¿Quién coño es Huber?” Susurró.

“Kennard, vas con Porter.”

Ohh, todavía mejor. Bette se giró hacia Tina que sonrió con inquietud. Alice dio un golpecito a Bette en el hombro, haciendo que la morena se girase.

“Parece ser que el destino te ha dado su mano con suerte. Te odio.” Refunfuñó, recorriendo con la vista la habitación en busca de su pareja. “¿Quién demonios es Huber?”

“Eso es todo.” Dijo Donavon dejando la ficha en su mesa. “Podéis tomaros el resto de la clase para ir conociendo a vuestras parejas, pero por favor, en silencio. Y el Sr. Huber está en la esquina de la última fila, Srta. Pieselzekecki.”

“¡Jesús!” Susurró Alice irritada. “Es Piesz…es igual, por favor, simplemente llámame Alice. Te lo ruego.”


“Al final lo acabaré diciendo bien.” Dijo Donavon. Luego señaló a la esquina de la última fila. “Por favor, Sr. Huber, levántese.”

Alice miró hacia el final de la clase y se estremeció. El Sr. Huber, llevaba su largo pelo color negro azabache en toda su cara pálida. Llevaba una chupa de cuero negro y una camiseta negra de heavy-metal. Las hebillas de su chaqueta tintinearon cuando alzó una mano con el pulgar y el meñique levantados. Alice suspiró. “Oh santo Señor.” Rápido, puso su mejor sonrisa y saludó. “Estoy allí en un segundo.” Gritó en medio de la clase. Se volvió hacia Bette. “Reza por mi.”

“Varias veces.” Se rió Bette mientras Alice se dirigía de mala gana hacia Huber.
Se quedó vacío un asiento delante de Tina y Bette fue a por él, dejándose caer en la silla y se volvió hacia Tina que estaba haciendo dibujitos en su libreta y moviendo su cabeza al ritmo de la música de su walkman. Después de unos segundos, Tina se dio cuenta que estaba Bette y se quitó los cascos de músicas. “Ey.”

“Hola. ¿Qué estás escribiendo en esa libreta?”

“Nada. Estoy dibujando.” Tina giró la libreta para que Bette pudiera ver, se inclinó sobre su mesa para verlo. Era un dibujo del Sr. Donavon con cabeza de cerdo. Bette se rió de la caricatura devolviendo la libreta a Tina.

“Waw, es un retrato muy bueno y preciso. Dibujas bien.”

“Gracias.”

“Y dime, ¿es que quieres ser una artista cuando te gradúes?”

“Waw, pregunta 45. Vamos rápido.” Tina y Bette se rieron, luego Tina se encogió de hombros. “Nah, solamente me gusta dibujar. No soy ningún artista ni nada por el estilo.”

“Oh qué pena, porque seguramente que serías muy buena.”

“¿Eso crees?”

Bette asintió. “Si, me encanta el arte; lo llevo estudiando prácticamente toda mi vida.”

“¿A si? Entonces, ¿eres una artista?”

“Oh no, nada de eso. Quiero decir, que se pintar y dibujar, pero observar y estudiar las pinturas y trabajos de los artistas es mi verdadera pasión.”

Tina asintió. “Qué guay.” Tina miró su dibujo. “¿De verdad crees que es bueno?”

“Claro. El detalle con que lo has dibujado es impresionante para un dibujo y a la vez muy natural. Bueno, excepto por la cabeza de cerdo, por supuesto.”

“Por supuesto.” Admitió Tina apoyando el codo sobre la mesa y dejando reposar su barbilla en la mano. “Bueno, y ¿cuándo quieres que nos juntemos?”

Bette sintió que su corazón se le paraba. “¿Cómo?”

“Para el trabajo.” Aclaró Tina confundida de que tuviera que aclararlo.

“¡Oh!” Bette movió la cabeza. “Uhm, quizá podríamos empezar durante la comida.”

Tina apretó los labios e inclinó su cabeza hacia un lado. “Me parece que he quedado con alguien a la hora de comer.”

El corazón de Bette se hundió. Ha quedado con “alguien” para comer. No con un amigo, con alguien. Alguien como una cita, como un novio. “Oh.”

“¿Qué tal después del cole?” Se apresuró a decir Tina. Por alguna razón notó la decepción en la voz de Bette y quería remediarlo. Pero por qué. ¿Por qué parecía tan disgustada? ¿Qué le pasa a esta chica?

Bette movió la cabeza. “Tengo que hacer algo después del colegio.”

Llevándose el índice a sus labios, Tina entrecerró los ojos y se puso a pensar. “¿Y qué tal esta noche? Puedes venir a mi casa o yo puedo ir a la tuya. Lo que prefieras.”

La cara de Bette se iluminó por la idea. “Puedes pasarte por mi casa esta noche.” Dijo Bette lo más tranquilo que pudo, intentando no sonar muy entusiasmada. Oh espera, mi padre estará allí, y después de la cagada de ayer pensará lo que no es sobre Tina. “No, espera, borra eso. ¿Qué tal si me paso yo por la tuya? ¿Te parece bien?”

“Claro.” Dijo Tina. “Déjame que te de mi dirección y número de teléfono en caso de que te pierdas o algo.” Tina arrancó un trozo de papel de su libreta y apuntó su dirección y número. Se lo dio a Bette justo cuando el timbre marcaba el final de la clase. Cerrando su libreta, Tina se levantó. “Bueno, te veo en inglés.”

Bette asintió. “Si, nos vemos luego.” Bette dobló el papel y se lo guardó en su libreta. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Alice, como siempre, la bajó de las nubes. “Oh Dios, tienes que salvarme de Michael Huber también conocido como el Hijo Querido de Satan.”

“Alice, eso no es muy bonito.” Contestó Bette. “Parece un buen chico.”Le provocó.

“No le he dado yo ese nombre, él mismo se llama así.” Dijo Alice muy convencida. “¿Ves?” Dijo mientras le acercaba su mano izquierda. En lo que parecía estar escrito con permanente negro, justo en la palma de la mano, estaban dibujadas las letras H,Q y S. “¡Dice que ahora le pertenezco!”

Bette no pudo evitarlo más y estalló en carcajadas. “Bueno, te echaré de menos.” Se levantó, abrazó a Alice y salio de clase.

Sintiendo que la estaba mirando, Alice se giró. Huber estaba en la esquina de la clase mandándole besitos. Se estremeció y echó a correr detrás de Bette.

El comedor estaba lleno de estudiantes haciendo casi imposible que Tina pudiese encontrar a Eric y viceversa. Mientras se sentaba en una mesa con Dana, echando un vistazo por la cafetería, los deseos de Tina se derrumbaron. “Nunca me va a encontrar.” Refunfuñó.

“Oh venga.” Dijo Dana. “Ten paciencia.”

“Pensaba que tú no querías que comiese con Eric.” Contestó Tina mirando a Dana y frunciendo el ceño.

Dana se encogió de hombros. “No soy tu madre, soy tu amiga. Quizá no me guste, pero odio verte tan disgustada. Y si no se presenta, le daré una patada donde tu ya sabes, así que tenga cuidado.”

Tina estalló en carcajadas sobre el comentario de Dana. “Gracias.”

De pronto, una mano rozó sus hombros y detrás de ella se alzaba de pie. “Ey, lo siento que he tardado. Eres una chica difícil de encontrar.” Susurró Eric al oído de Tina y ésta tuvo que controlar la emoción que le recorrió por la espalda.

Sonrió mientras Eric se sentaba. “Bueno, has llegado. Eso es lo que cuenta.”

Dana puso los ojos en blanco, cogió su bandeja y se levantó. “Me tengo que ir. Hasta luego Tina.”

“Adiós Dana.” Dijo Tina sonriendo a su amiga mientras se iba. Su atención rápidamente volvió hacia el chico mono que estaba a su lado. Ahora, a escasos centímetros que lo tenía, Tina pudo fijarse en sus ojos azules cristalinos. Parecían dos glaciares rodeados por el mar ártico. “Así que Romeo, ¿qué tenemos hoy de menú?”

Eric sonrió. “Lo que quieras. Te recomiendo la hamburguesa con queso y patatas fritas, pero también hay palitos de pescado, nuggets, y también bocadillos.”

“Te has aprendido el menú. Qué bonito.”

Se levantaron a buscar la comida y volvieron a la mesa. Eric se sentó justo al lado de Tina intentando ser lo más encantador posible. Le hizo cumplidos sobre todo: su pelo, sus ojos, su sonrisa, su figura. Era divertido y dulce y parecía todo un caballero, lo que confundió a Tina porque no se esperaría eso de un jugador de futbol americano.

“Espero que hayas disfrutado de la comida.” Dijo Eric cuando hubieron terminado. Cogió una patata de la bandeja de Tina y se la acercó a sus labios. Ella, despacio, abrió la boca y le dio un mordisco, perdiéndose en la mirada de Eric. “Espero que se vuelva a repetir, pero la próxima en un restaurante de verdad.”

Tina sonrió y movió la cabeza a un lado. “No lo sé.”

“¿Porqué no?”

“Porque lo sé todo sobre ti, Romeo.”

Eric rió y miró a otro lado. “Bueno, probablemente lo que hayas oído sea cierto…”

“Eso me consuela.”

“Espera, no me has dejado acabar. Si, puede que sea cierto, pero hay una excepción.”

“¿Y cuál es?” Preguntó Tina, apoyando su cabeza en su mano.

“Tú. Nunca antes había conocido a nadie como tú. Eres especial.”

“Ajá.”Dijo Tina dándose cuenta de la actuación de Eric. “Entonces, ¿cuántas chicas “especiales” has conocido Sr. Montague?”

“Sólo a ti, de verdad. Me has cautivado. Me gustan muchas chicas, pero no despiertan mi interés. Tú si, Srta. Kennard.”

El timbre sonó poniendo fin a su pequeña cita en el comedor del colegio. Tina se levantó para dejar su bandeja, pero Eric la cogió de la mano. “Espera. Sal conmigo esta noche.”

“No puedo.” Dijo Tina. “Tengo que hacer un trabajo.”

“No puedo esperar.” Rogó Eric.

Tina movió la cabeza. “Sí que puedes esperar si es cierto lo que has dicho.”

Eric suspiró y soltó la mano de Tina. “Muy bien, tu ganas.”

Tina le sonrió otra vez antes de marcharse. ¡Bien! 1 punto para Kennard, 0 para Romeo. Espérate a que Dana oiga esto.

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Bette se sentó incómoda en la silla de cuero, mirando a su tutor, el Sr. Plotkin, detrás de una pila de papeles. Ella, realmente no quería estar allí. Tenía suficiente por lo que preocuparse como para que encima todavía más cosas, pero Melvin era persistente. Era mejor escuchar lo que decía que escuchar sus fastidios. Bette deseaba bajo todas las circunstancias que no hubiese más tareas que el Sr. Plotkin le pudiera dar.

Después de ojear uno o dos papeles más el Sr. Plotkin movió su cabeza y dijo: “Lo siento Srta. Porter, pero no puedo ver cómo podrías coger más clases este año. Tienes una media muy buena y más clases de las que necesitarías para graduarte, no hay nada más que puedas hacer. Académicamente así es. También veo que sigues teniendo algunas horas de servicio que aún te quedan por completar.”

Bette asintió, aliviada. “Si, lo entiendo. He planeado en buscar algo de trabajo voluntario.”


“Bueno, ¿porqué no te ayudo a buscar algo de trabajo?” Dijo el Sr. Plotkin juntando sus manos. “El colegio necesita a estudiantes que ayuden a otros estudiantes que están suspendiendo, y con tu expediente académico, estoy seguro que serías perfecta. Por supuesto, que elegirías la asignatura que quisieras dar repaso, y estas clases servirían para tu servicio a la comunidad. ¿Qué me dices?”

“Creo que es una idea excelente Sr. Plotkin. Gracias.”

El Sr. Plotkin sonrió. “No hay de qué. No empezarás hasta dentro de unas cuantas semanas, pero ya te avisaré cuando empieces.”

“Vale.” Bette se levantó. “Gracias.” Dijo dándole la mano al Sr. Plotkin. Luego se marchó de la habitación.

“Oh, y Bette.” Dijo el Sr. Plotkin justo cuando Bette se disponía a cruzar la puerta.

“Dile a tu padre que no se preocupe. Estás a un paso de Yale.”

Bette sonrió. “Gracias, lo haré.”

Bajó por las escaleras del colegio hacia su coche mirando la hora mientras se metía dentro. Tenía tiempo suficiente como para llegar a casa, comer, ducharse y cambiarse antes de llegar a casa de Tina. Jesús Bette, vas a hacer un trabajo, ¡no es una cita!


Bette, mentalmente, discutió sobre ese punto durante las tres próximas horas, pensando si se lo creía o no.

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Mensaje  malena Mar 2 Oct 2012 - 10:45

Capítulo 5

Bette llegó a la residencia de los Kennard, volvió a mirar la dirección para asegurarse de que era la correcta. Era una casa blanca pequeñita muy bonita. Se veían las luces encendidas de la primera planta y sólo una encendida que emergía de la segunda planta. Vale, no era tan grande como la casa de Bette (de hecho, era como la mitad de la suya) pero se veía un hogar cálido y acogedor. Bette salió del coche y suspiró, cogiendo su mochila y colgándosela de un hombro.

A medida que se acercaba a la entrada, su corazón iba latiendo más rápido. Una vez en frente de la puerta, cautelosamente tocó el timbre. Se escuchó el suave ding-dong y acto seguido el ruido de un animal corriendo hacia la puerta. Dio un brinco cuando éste comenzó a ladrar. De pronto tuvo miedo. ¿Qué clase de bestia acecha justo detrás de la puerta?

“¡Jagger! Tranquilo chico, tranquilo” Bette oyó a Tina entre los ladridos del perro. “¿Quién es?”

Le costó unos segundos a Bette encontrar su voz. “S-soy Bette.”

Se escuchó el ruido de los candados de la puerta antes de que Tina abriera la puerta agarrando por el collar a un rottweiler. Sonrió. “Ey.”

“Hola.” Dijo Bette nerviosa mirando hacia la bestia con aprensión. “¿Va-va a estar bien?”

El perro volvió a ladrar haciendo estremecerse a Bette. Tina se rió. “Tiene un poco de miedo a los extraños. Déjale que te huela y te dejará en paz.”

“¿Cómo?” Exclamó Bette justo cuando Tina soltó al perro. Rápidamente se dirigió hacia Bette, acercando su morro a sus pantalones. Bette dio un vote. “¡Jesús, es enorme!”

“Si es un osito de peluche.”

“Perro ladrador poco mordedor, ¿no?” Bette se rió nerviosa mientras el perro la olisqueaba.

“Éste muerde.” Dijo Tina, apoyándose en el marco de la puerta, riéndose añadió. “Pero no te morderá.” lametazo a su mano, lo que provocó un gesto de disgusto por parte de Bette. “Ewww.”

Una vez hecho su trabajo, Jagger se volvió a la casa.

“¿Cómo estás tan segura?” Dijo Bette algo preocupada.

“No te preocupes. Ves, ahora te conoce.” Tina apuntó a Jagger que miraba a Bette con curiosidad.

Bette con mucho cuidado le dio un golpecito a Jagger en la cabeza. Éste le dio un Tina movió la cabeza y se hizo a un lado. “Bienvenida a mi humilde morada.”

Manteniendo su mano babeada lejos de su cuerpo, Bette entró y miró alrededor. La casa era pequeñita, pero se podía respirar el amor como si éste emanase de las paredes. Atravesó la entrada parando atención a todos los cuadros que colgaban de la pared. Muchos de ellos eran de la evolución de Tina desde pequeña hasta ahora, y con la que Bette asumió que era su hermana. Su hermana era más mayor, y no se parecía mucho a Tina, pero si que había algo de parecido. Había un cuadro donde salía toda la familia, Tina, su hermana, sus padres y Jagger. Parecía que se lo hubieran hecho en la entrada de la casa.

Tina se acercó a Bette. “Sígueme si ya has terminado con la cronología de la familia.”

“Oh, si, perdón.” Dijo Bette, volviendo a centrar su atención en Tina y sonriendo.

“No pasa nada, eso es justo por lo que mi madre los ha puesto aquí.” Le explicó a Bette mientras recorrían el pasillo. “Mira, hablando de ella.”

Sentada en una mesa y leyendo el periódico, estaba Amy. Lo dobló y se levantó. “Bueno, ¿a quién tenemos aquí?”

“Mama, esta es Bette Porter, mi pareja de historia. Bette, esta es mi madre.”

“Es un placer conocerte Bette.” Amy le extendió la mano a Bette.

“Ehm, ¿puedo lavarme un momentito la mano? Jagger me ha dado un lametazo.”

Amy se rió. “Claro.”

Bette se lavó rápidamente la mano en la pica. Se secó, y fue a darle la mano a Amy.

Sonriendo educadamente, Bette dijo, “Disculpe eso. Es un placer conocerla también, Sra. Kennard. Tiene una casa muy bonita.”

“Gracias.” Dijo afectuosamente Amy, y como buena anfitriona dijo, “¿Quieres tomar algo?”

“No gracias.” Movió la cabeza.

“Mama, estaremos en mi habitación.” Tina cogió la mano de Bette y la condujo fuera de la cocina.

“Muy bien. Llamadme si necesitáis cualquier cosa.”

“Si.” Respondió Tina, prácticamente arrastrando a Bette fuera de la cocina. Una vez fuera del alcance de su madre, Tina susurró, “Un segundo más con ella y nos hubiéramos quedado horas.”

Demasiado centrada en el hecho de que Tina seguía agarrándole la mano, Bette asintió. Pronto llegaron a la habitación de Tina donde ésta le soltó la mano. Bette sintió su corazón flaquear por un segundo al hecho de perder el contacto, pero lo dejó pasar y miró a su alrededor.

La habitación de Tina no era muy grande, pero el poco espacio que tenía estaba muy bien aprovechado. No había rincón que estuviese vacío. En un lado, se encontraba la cama de Tina, cubierta por un edredón a cuadros azules y blancos, en la que reposaban dos peluches. En la otra pared estaba el escritorio y el armario. Sus paredes estaban recubiertas por pósteres de bandas de rock. También había algún póster de películas antiguas y un par de los dibujos de Tina encima de su cama.

Bette miró al escritorio de Tina, donde había un ordenador viejo y montones de papel esparcidos por toda la mesa.

“Waw, tu habitación es...”

“Una selva.” Tina le cortó, riéndose.

“No, me gusta, eres tú.” Bette sonrió a Tina, echando otro vistazo.

“No te ofendas, pero a penas me conoces.” Dijo Tina sin querer causar daño.

“Lo se, pero no será por mucho.” Bette cogió su mochila y sacó el cuestionario. “Después de esto, me parece que si que te voy a conocer bien.”

“Y viceversa.” Dijo Tina, yendo hacia su escritorio y hurgando entre todos sus papeles hasta encontrar su cuestionario.

Se sentó en el suelo, cruzando las piernas en posición india.

Bette hizo lo mismo, sentándose justo en frente de la rubia. Sacó un boli de su mochila. “Mierda, no he traído una libreta. ¿Tienes algo en lo que me pueda apoyar?”

“Oh, si.” Dijo Tina, mirando alrededor. Después de unos segundos buscando, se estiró sobre la cama para alcanzar una libreta y un libro que estaban debajo de la cama. Le dio la libreta a Bette, y ella se apoyó con el libro.

Bette ladeó la cabeza para leer el título del libro. “Colección de poemas por varios autores.” Bette alzó las cejas impresionada. “¿Lees poesía?”

Tina asintió. “Si.”

“¿Y escribes?”

“Oh no, Dios no. Soy mala escribiendo poesía, pero me encanta leerla.”

“¿Quién es tu autor favorito?”

“No recuerdo haber visto esa pregunta en el cuestionario.” Bromeó Tina, poniéndose un mechón de pelo detrás de su oreja. “No se, me gustan muchos poetas.”

“Sólo dime uno.”

“No puedo, ehm, supongo que Emily Dickens es buena, Poe es fabuloso, Frost.” Tina miró hacia arriba pensando.

“Ya, pero éstos no escriben precisamente poemas de amor.”

“Cierto. Supongo que si tuviese que elegir a uno, Donne, o también Cummings es uno de mis favoritos.”

Bette asintió. “Me gusta Cummings.”

“Sí.” Susurró Tina.

El silencio se apoderó de la habitación, pero no era incómodo. Era una tranquilidad reconfortante.

Dios, está tan guapa. Pensó Bette mientras miraba a Tina, escuchando su profunda respiración.

Madre mía, me hace sentir tan incómoda pero relajada a la vez. ¿Puede ser eso posible? Tina pensó mientras miraba a su papel, sintiendo las palpitaciones de su corazón en el pecho.

“Bueno, deberíamos empezar.” Tina finalmente rompió el silencio.

Bette se puso recta, cogiendo aire. “Si, probablemente.” Carraspeando, comenzó.
“Ehm, ¿cuál es tu nombre de pila?”

“Christina Amelia Kennard. ¿Tú?”

“Elizabeth Anne Porter.”

“Bien. ¿Cumpleaños?”

“15/11/88”

“23/08/90”

“Feliz cumpleaños atrasado.”

“Gracias.”

Rápidamente, las chicas se encontraron en una cálida atmósfera, haciendo preguntas y contestando, como si estuvieran en un concurso. Después de una hora, Amy las interrumpió.

“Ey chicas, venía para ver si queréis algo para merendar. Hay cereales de cuadraditos.”

“Eso suena estupendo, mamá.” Tina la interrumpió.

Amy sonrió y asintió. “Muy bien, ahora vuelvo.”

Cuando Amy cerró la puerta, Tina puso los ojos en blanco, “nos hubiera estado molestando cada quince minutos si no le hubiese dado un si como respuesta. Ella es tan, no se. A veces me enfado con ella, pero la quiero, me entiendes, ¿no?”

“Supongo.” Bette susurró, bajando la mirada. “Nunca llegué a conocer a mi madre.”

“Oh.”

“Se marchó cuando tenía tres años. No se...” La voz de Bette se fue apagando.

“Lo siento.” Dijo Tina. “Sé lo que sientes.”

Bette arrugó la frente.

“Perdimos a mi padre cuando tenía diez años.” Tina tragó fuerte, mirando hacia abajo. “Parece tan lejano y a la vez como si hubiera sido ayer, ¿sabes lo que digo?”

Bette sentía como si sus ojos le empezasen a quemar.

Todavía era una herida abierta para Tina. La manera con la que su cara se entristecía cuando hablaba le hizo saber a Bette que le seguía doliendo. Pero cuando alguien pierde a un ser querido ese dolor nunca se va. “Lo siento.”

“No pasa nada.” Gimió Tina, secándose una lágrima. “Supongo que tenemos algo en común, ¿no?”

“¿El qué?”

“Hemos sido criadas por solo uno de los dos padres.”

Antes de que nadie pudiese decir algo, Amy abrió la puerta, llevando una bandeja con los dos boles de cereales de cuadraditos. “Aquí tenéis.” Dijo Amy, intentando no perder el equilibrio mientras les daba los boles. Bette instintivamente, ayudó a Amy a dejar la bandeja en la alfombra. “Gracias Bette.”

“De nada.” Respondió Bette, soriendo otra vez.

Amy se puso en pie. “¿Queréis que os traiga algo más chicas?”

Tina movió la cabeza. “Creo que ya está todo. Gracias mama.”

“De nada cariño.” Amy acarició el pelo de Tina. “Bueno, si necesitáis algo, ya sabéis dónde estoy.”

“Lo sabemos.”

“Gracias, Sra. Kennard.” Dijo Bette.

Amy asintió y se marchó. Tina puso los ojos en blanco mientras comía los cereales.

“Sabes, tenemos otra cosa en común.” Dijo Bette, masticando los cereales.

“¿Si?”

Bette asintió, tragando. “Las dos tenemos hermanas mayores.”

“¿A si?” Dijo Tina. “¿Y como se llama?”

“Katie. Kit más corto. Es cuatro años mayor que yo.”

“Mi hermana tiene tres más que yo. Es como mi mejor amiga.”

Bette sonrió. “Qué bien.”

“Si, ahora está en la universidad.”

“Kit está de gira por el país con su banda.”

“¿Es cantante? ¿Alguien que conozca?”

“No creo, a menos que escuches bandas de jazz contemporáneo. Además, todavía no son muy conocidos, pero dale tiempo.”

Tina se rió. “Seguro.”

De repente, se abrió la puerta y entró Jagger directo hacia los boles de cereales. Tina saltó hacia él. “¡Jagger, no!”

Bette estalló en carcajadas mientras Tina luchaba con el gigantesco perro tratando de quitarle el bol de su boca. Finalmente, consiguió quitarle el bol aunque se habían desparramado todos los cereales por el suelo.

“¡Sal de aquí bestia!” Gritó Tina a pesar de sus risas y apuntando hacia la puerta.

Jagger a duras penas salió por la puerta y Tina cerró la puerta detrás de él. La risa de Bette se había calmado mientras Tina se volvía y suspiraba. Todavía con el bol en su mano, se sentó. Miró al bol y luego a Bette. “¿Hace otro?” Mostrándole el bol a Bette en el que antes estaba lleno de cereales y ahora estaba lleno de babas y hecho un total desastre.

Bette no se pudo contener la risa. “Gracias, pero creo que paso.”

“Venga, no se los ha comido todos. Mira ahí queda uno.” Tina apuntó a un cuadradito que parecía no haberle pasado nada. “¡Están muy buenos!”

Bette no podía más y se llevó una mano a la barriga de la risa. “Tienes razón, pero de todas formas paso.”

Tina se encogió de hombros. “Como quieras.” Dijo Tina mientras recogía los cuadraditos destrozados y se lo iba a poner en la boca.

Bette cerró los ojos. “Dios, eso es asqueroso.” Se rió, moviendo la cabeza. Tina dejó el cuadradito en el suelo.

Después de unos minutos de risas, volvieron a esa cálida atmósfera de silencio. Bette suspiró y miró su reloj. Metió sus cosas en la mochila. “Tengo que irme ya.”

Tina se levantó. “Oh, vale. Nos queda la otra mitad del cuestionario.”

A Bette le dio un vuelco el corazón. Parecía como si Tina no quisiese que Bette se marchara. “Aún queda una semana, estoy segura que tendremos tiempo de terminar. ¿Quedamos mañana a la misma hora?”

“Si a ti te va bien.”

“Si, claro.”

“Mama, Bette se va.” Dijo Tina. “Te querrá decir adiós.” Le susurró a Bette mientras salían de su habitación. Se dirigían hacia la entrada, pero antes pararon en la cocina donde estaba Amy y ahora Samantha.

“Oh, Sammy, esta es Bette Porter. Bette, mi hermana Sammy.”

“Hola.” Dijo Bette, saludándola.

“¿Porter? ¿Eres la hermana pequeña de Kit?”

Bette asintió. “¿Conoces a mi hermana?”

“Bueno, si, ella hacía último curso cuando estaba en el instituto. La conozco.”

Bette rápidamente bajo la mirada. La reputación de Kit no era muy buena. “Ah, bien.” Bette volvió a mirar su reloj. “Bueno, ahora si que me tengo que ir. Gracias por todo Sra. Kennard.”

“Encantada de haberte conocido Bette. ¿Vas conduciendo?”

Bette asintió.

“Muy bien. Ve con cuidado.”

“Lo tendré, gracias.” Le dijo a Amy y luego se volvió a Samantha. “Encantada de conocerte.”

“Igualmente.”

“Voy a acompañar a Bette fuera.” Dijo Tina y las dos chicas continuaron con su camino.

Tina le abrió la puerta a Bette y dijo, “espero que mi madre no te haya molestado mucho.”

“Qué va, si es muy simpática.” Dijo Bette.

Las dos chicas se quedaron de pie en silencio hasta que Bette habló. “Bueno, te veo mañana en el colegio.”

“Si, hasta mañana.”

“Vale, adiós.”

“Adiós.” Tina se apoyó contra la puerta, viendo a Bette marcharse. Cuando Bette se subió al coche, Tina cerró la puerta y se fue adentro.

“¿Qué estaba haciendo Bette Porter aquí?” Preguntó Samantha, cogiendo un refresco de la nevera.

“Tenemos que hacer un trabajo juntas. ¿Por qué?”

“Su hermana era una chica muy alocada. Las historias que contaban sobre ella en el instituto no dejaban indiferente a nadie.”

“Pues Bette es una chica muy maja, Sam. Muy educada.”

“Ya, la verdad es que se le veía correcta.” Contestó Samantha.

“Bueno, mañana viene otra vez porque sólo hemos hecho mitad del trabajo.” Dijo Tina.

“Invítala a cenar.” Dijo Amy, limpiando la encimera.

“Quiero que vuelva a venir, mama.” Dijo Tina, haciendo reír a Samantha y Amy le dio con el trapo.

“Te las sabes todas, eh.”

Tina se rió y se dirigió a su habitación a limpiar el desastre que había hecho Jagger.

Mientras Tina recogía su habitación se encontró pensando en Bette.

Es una chica muy guapa y simpática. ¿Por qué me parecía tan rara al principio? Es una buena chica, pero hay algo en su manera de actuar que me desconcierta. Algo diferente y por extraño que parezca a la vez familiar. Hmmm..

El teléfono empezó a sonar e interrumpió los pensamientos de Tina. Samantha lo cogió mientras Tina dejaba los platos en la pica.

“Tina, es para ti.” Samantha canturreó. “¡Es un chicoo!”

Desconcertada, Tina cogió el teléfono. “¿Hola?”

“Tina, soy Eric.”

“¿Romeo?” Dijo Tina, su cara se iluminó.

Eric se rió. “Si.”

“¿Cómo has conseguido mi número?”

“De la lista.”

“Ah, recuérdame que luego arregle eso.” Bromeó Tina. “¿Qué querías?”

“Bueno, esperaba que reconsiderases esa cita conmigo.”

“Eso depende.”

“¿De qué depende?”

“En cuando quieres que quedemos.”

“¿Qué tal mañana?”

Tina movió la cabeza como si Eric estuviera allí y pudiera verla. “No puedo Montague, aún no he terminado el trabajo de historia.”

“Y no puedes dejarlo.”

“Lo siento.”

“Bueno, y ¿qué día te iría bien?”

“Ehm, no sé. Déjame que lo piense.” Dijo Tina. Escuchó un quejido de Eric.

“Está bien, pero no me hagas esperar mucho.”

“No lo haré, te lo prometo.”

“Vale, buenas noches entonces.”

“Buenas noches.” Tina colgó, una amplia sonrisa se le dibujó en su cara.
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Mensaje  malena Miér 24 Oct 2012 - 17:24

Capítulo 6

Alice saltó al coche de Bette, sonriendo ampliamente. “¡Ey Porter!, ¿qué tal tu cita con Tina?”

“No era una cita. Teníamos que hacer un trabajo.”

“Si claro, ¿y cuánto habéis hecho?”

“Más o menos hasta la mitad, ¿por qué?”

Alice frunció la boca. “Hmmm…habéis hecho más que yo.” Dijo Alice, sus ojos brillaban cuando añadió, “Bueno, refiriéndose al trabajo...”

Bette se quedó boquiabierta, mientras apartaba la mirada de la carretera para mirar a su amiga. “Oh Dios mío, ¡dime que no!”

“Ajá.” Asintió Alice, con una amplia y maliciosa sonrisa.

“¿Tú y…Huber?”

“Sip.”

“¿El Hijo Querido de Satán?”

“Lo sigo teniendo en mi mano.” Dijo Alice orgullosamente, mirándose a la marca que le hizo Michael. “Y en otro lugar también…”

“Oh por favor, no sigas, demasiada información para estas horas de la mañana.” Ambas se echaron a reir. “¿Y cómo ocurrió?” Preguntó Bette, pero luego movió su cabeza. “Espera, sabes qué, que no quiero saberlo.”

“Es precioso Bette. Su mente, su cuerpo, su alma…es todo precioso.”

“Jesús, estás poseída.”

“Es poeta. Escribió un poema sobre mí. Fue…”

“Deja que lo adivine: precioso.”

“Divertido. Ya lo verás. Es un genio atrapado, una alma vieja y sabia atrapada en un cuerpo joven.”

“Por favor, Al, acabo de desayunar.” Gimió Bette mientras llegaban al aparcamiento del colegio. Salieron del coche y Alice examinó todo el aparcamiento. Al otro lado, donde los contenedores, estaba Huber fumando un cigarro.

“Oh, ahí está. ¡Te veo luego!” Dijo Alice, despidiéndose con la mano mientras se dirigía hacia su nuevo amor.

Bette movió la cabeza suspirando. “¡Demonios!”

“Ey mira, una moneda de cinco centavos.” Dijo una voz detrás de ella.

Bette se giró para encontrar a Tina y Dana detrás de ella. “¡Ey! Hola Dana.” Bette saludó. Su humor cambió completamente.

“¿A dónde va tu amiga?” Preguntó Dana viendo a Alice alejarse. “Quería quedar con ella para la entrevista.”

“Oh, se va con su…pareja del trabajo. Ya le diré que la estabas buscando, de todas maneras.” Bette se giró para ver a Alice, luego se volvió otra vez a ellas.

“¿Te vienes a clase con nosotras?” Preguntó Tina alzando las cejas.

“Claro.” Dijo Bette.

Las tres chicas caminaron hacia el cole juntas. Bette sonrió mientras se imaginaba cogiendo a Tina por la mano para hacer el camino. Oh, lo que haría por cogerla de la mano.

“…y el entrenador me está dando la brasa por mi revés. ¡Es ridículo! Yo sólo sé hacerlo de una forma y aunque esté perfecto siempre me tiene que decir algo.” La voz de Dana interrumpió los pensamientos de Bette.

“Qué mierda.” Dijo Tina con compasión. “Bueno, no puedes hacerle nada, pero quizá intenta esforzarte algo más.”

“¿Qué tal si apunto uno de mis disparos directo a su cabeza?”

“Oh si, seguro que le llegaría un mensaje muy claro…y tu irías de cabeza a la oficina del director.” Bette bromeó, haciendo que Tina y Dana se rieran.

“Me tengo que ir, nos vemos luego.” Dijo Dana, yendo hacia su clase.

Bette y Tina se dirigían juntas hacia clase, Bette miró a Tina y dijo, “me lo pasé muy bien ayer.”

“Si, fue divertido.”

“Deberíamos hacerlo otra vez.” Soltó Bette antes de darse cuenta. Oh eso ha sonado muy mal.

“Si..” Dijo Tina, mirando a Bette algo confundida. “¡Ah!, mi madre quiere que vengas a cenar.”

“¿A si?” Preguntó Bette.

“Pero te aviso, la comida de mi madre es terrible.”

“Seguro que no será para tanto.”

“¿Has oído hablar del desastre del Concurso de Chili de Corona Bay del 99?”

“¡Dios!” Exclamó Bette, llevándose una mano a la boca. “¿Esa era tu madre?”

“El Sr. Jones, el juez en aquel entonces, sigue sin poder probar nada que no sea o muy dulce, o muy salado o muy caliente.”

“Pobre hombre.” Se rió Bette.

“Se le quemaron las papilas gustativas. Fue muy triste. Sabes, mi madre se tiene que esconder cada vez que le ve en el mercado. Si no la persigue gritando por lo que le hizo.”

“¡No puede ser!” Exclamó Bette, estallando en risas mientras entraba en clase.

“Es verdad. Una vez estuve con ella, me puso debajo de la caja tan rápido que pensaba que me iba a tragar el suelo. Nos quedamos ahí escondidas durante diez minutos hasta que un empleado nos encontró. Tuve que hacer ver que había perdido una lentilla.”

“¿Sabe tu madre que te metes con su forma de cocinar así?”

Tina se mofó. “¿Estás bromeando? Yo soy la razón por la que Dana sigue conservando el sentido del gusto.” Tina se iba a sentar en su sitio cuando Bette la cogió por el brazo.

“Espera, siéntate en el sitio de Al.”

“¿No la dejará a ella sin sitio?”

“Créeme,” dijo Bette moviendo la cabeza, “hoy no vendrá a historia.”

“Pues si que está haciendo horas extras con Huber, ¿eh?” Dijo Tina con una risilla.

“Oh si. Más del tiempo que se necesita para conocer a una persona…y encima después de desayunar.”

“Ecs” Dijo Tina entre dientes mientras se sentaba al lado de Bette.

“Además, sentándote aquí, tienes mejor vista para seguir con tu dibujo.”

“O empezar otro nuevo.”

“Mejor y todo.”

Tina miró alrededor de la clase como si la viera por primera vez. “Tío, aquí cualquiera podría aprender un montón.”

“Eso es.” Bette suspiró y se inclinó hacia Tina. “Ya sabes, para alguien que es tan listo, seguro que debes odiar aprender.”
“¿Estás de broma? Historia es pan comido. Sólo hay que memorizar fechas y eventos.”

“¿E inglés?”

“Me encanta leer y aparentemente escribir buenas redacciones. Son las clases en las que tienes que pensar donde tengo problemas.”

“¿A qué te refieres? Escribir una redacción requiere pensar bastante.”

“Si, lo sé, pero es otra manera diferente de pensar. Cuando se trata de resolver problemas en mates o en ciencias, de eso es de lo que carezco.”

“Sabes, tengo unas cuantas horas de servicio que cubrir, así que mi tutor me sugirió que hiciera clases de repaso. Si en un par de semanas sigues con problemas podría ayudarte.”

“Vale, me apunto esa.” Dijo Tina.

El corazón de Bette dio un vuelco. Dios mío, ella y yo solas, cada día durante horas…

“Y estoy seguro de que a Dana le encantaría tu ayuda también, sino te importa claro.”

¡Mecachis! “No, claro que no.” Bette se sentó recta y miró a su libreta.

Justo entonces, Donavon entraba en clase y carraspeaba. “Muy bien, clase, calmaos. Es el tercer día de clase así que pensé que podríamos empezar a aprender. ¿Os parece bien?” Antes de que pudieran contestar, Donavon volvió a hablar. “Si, muy bien. Vale, abrid vuestros libros por la página 35.”

Se oyó un quejido general y el ruido de los alumnos pasando las páginas. Bette miró a Tina que ya había empezado un nuevo dibujo. “Psst.”

“¿Si?” Susurró Tina, sin apartar la mirada de su libreta.

“Deberías al menos abrir el libro para que no sospechase.”

“¡Oh! Si, claro. Gracias.” Tina abrió su libro y continuó a lo suyo.

“Bueno, ¿alguien quiere decirme quién escribió la Declaración de Independencia?” El Sr. Donavon permanecía de pié.

“Uhm… ¿Benjamín Franklin?” Dijo una voz.

“Oh Señor.” El Sr. Donavon se desplomó en su mesa, llevándose una mano al corazón. “¿No es esta una clase avanzada?”


Alice aparició en Inglés unos minutos más tarde, toda despeinada, su falda arrugada, y su camiseta torcida. Rápidamente se fue a su sitio, pidiéndole mil disculpas a la profesora. La Srta. Stone sólo asintió. “Todos tenemos que ser indulgentes en la vida.”
“Si, la vida.” Masculló Alice mientras se sentaba.

“Pero no haga muchas más Srta. Pieszecki.”

“Le prometo que no pasará más.”

La Srta. Stone solamente asintió y se centró otra vez en su lección.

“Dios Mío, Al.”

“Te juro que me ha hechizado…”

“Contrólate un poco. ¡Estamos en el colegio por el amor de Dios!” Susurró Bette con severidad.

Rápidamente peinándose y retocándose un poco con el espejo que le había dejado Bette, Alice simplemente sonrió. “Nos lo hemos montado en el armario del conserje, te lo juro.” Luego Alice le devolvió el espejo a Bette. “Y deja de tener un ataque al corazón.” Miró hacia donde estaba Tina. “Ey Tina.”

“Buenos días Alice.” Dijo Tina, alzando la mirada de su libreta para mirar a Alice.

“Muy buenos.” Contestó Alice, con una sonrisa de oreja a oreja.



Alice, Bette y Tina salieron de clase juntas hablando.

“Oh, Al, Dana quiere quedar contigo.”Dijo Bette dándole en el brazo.

“¿Quién?” Dijo Alice confusa.

“Dana Fairbanks, ¿la amiga de Tina?”

“¿La jugadora de tenis?” Añadió Tina.

“¡Ah si! Mi historia.” La cara de Alice se iluminó como si se le hubiese encendido una bombilla en su cabeza. “¿Vendrá a comer?”

“Seguramente.” Dijo Tina.

“Bueno, pues hablaré ahí con ella.”

“¿Por qué no quedamos todas?” Sugirió Bette.

“Si claro.” Dijo Tina, viendo a Dana a través de su taquilla. “¡Ey Dana!”

Dana se giró. “¿Qué hay?”

Alice sonrió. “Perdona he estado algo rara, me seguiría gustando hacer esa entrevista.”

“Ah, claro.” Asintió Dana, cerrando su taquilla. “¿Cuándo?”

“A la hora de la comida.” Dijo Alice.

El timbre sonó y los pasillos se fueron quedando vaciós.

“Vale.” Contestó Dana.

“Hasta la hora de comer.” Dijo Bette a Tina, que asintió en respuesta. Luego las chicas fueron cada una en dirección a sus clases.


Tina y Dana pagaron la comida y se giraron en busca de Bette y Alice. “¿Dónde están?” Dijo Tina poniéndose de puntillas para ver entre la multitud de gente. De repente, alguien que llevaba un polo azul le bloqueó la vista. Miró hacia arriba, era Eric. “¡Romeo! ¿Qué tal?”

“¡Oh, las veo!” Exclamó Dana.

“¿Puedo hablar contigo un minuto?” Preguntó Eric.

“Tina…” Empezó Dana, pero Tina simplemente la miró.

“Tira. Yo llegaré en un momento.”Devolvió la mirada a Eric, sonriéndole.

Dana puso los ojos en blanco y se fue donde Bette y Alice.

“Bueno, y ¿cómo va eso?” Preguntó Eric, frotándose las manos.

“¿El qué?”

“Lo de salir conmigo.”

“Ah…bien… ¿por qué lo preguntas?” Le provocó un poco Tina, riéndose mientras la cara de Eric lo decía todo.

Bette y Alice estaban sentadas en una mesa en medio del comedor, examinando la zona por si veían a Dana y Tina. De repente, apareció Dana, se dirigía hacia ellas, sin Tina. Sonrió y se sentó. “Ey chicas.”

“Hola Srta. Fairbanks.” Dijo Alice flojito.

“¿Dónde está Tina?” Preguntó Bette mirando alrededor.

Dana puso los ojos en blanco. “Hablando con Romeo…” Dana apuntó en la dirección de Tina.

“¿Es ese Eric Montague?” Preguntó Alice, mirando hacia atrás y estirando su cuello.

“Mon-tay-gue.” Se burló Dana, volviendo a poner los ojos en blanco.

“¡Waw Tina!” Exclamó Alice impresionada.

Bette sintió como se le fruncía el ceño mientras su estómago se le empezaba a girar. Tina estaba hablando con Eric, riéndose con él, poniendo una mano en su brazo. Estaba flirteando con él y Bette quería dejar de mirar aquello, pero no podía. ¡Eric Montague!

De todos los chicos que hay…tiene que flirtear con ese gilipollas.

“Venga Tina. ¿Entonces qué? ¿Eh?” Eric prácticamente suplicaba.

“¿Qué tal si nos vemos el viernes por la noche?” Finalmente dijo Tina viendo que el chico ya había sufrido lo suficiente.

“Eso sería estupendo.”

“Bien. Puedes llamarme con los demás detalles.” Tina le guiñó el ojo mientras se alejaba.

Eric la siguió con la mirada.

Tina se dejó caer al lado de Dana. “Siento el retraso. ¿Qué me he perdido?”

“Aparentemente, nada.” Alice sonrió y alzó las cejas. “¿Eric Montague? Estoy impresionada.”

“No es nada.”

“Seguro.” Se rió Alice. Sus ojos se agrandaron. “Sabes que ese chico va con todas, ¿no?”

“¡Gracias!” Exclamó Dana chocando la mano con Alice.

“Ya lo pillo, si. Ya estoy avisada, pero no os preocupéis que no bajaré la guardia.”

“O tus bragas.” Añadió Alice y ambas Dana y Alice estallaron en carcajadas.

Bette fulminó con la mirada a Alice. Tina puso los ojos en blanco, pero también se rió un poquito. Después de seguir bromeando un poco más Tina se giró hacia Bette en busca de ayuda, “Bette, ayúdame un poco con éstas.”

Bette simplemente se encogió de hombros y muy fríamente dijo, “Haz lo que quieras, supongo. Sólo que tengas cuidado.”

“Muy bien.” Dijo Tina despacio, confusa. ¿Por qué actúa de esa manera tan fría?

Mientras Dana y Alice fueron por faena, Bette y Tina comieron en silencio. Después de un rato, Tina rompió el silencio. “Ey, ¿qué te pasa?”

“Nada.” Se apresuró a responder Bette, llevándose una patata a la boca, evitando mirar a Tina a los ojos. Luchó por tragarse la comida, el simple hecho de imaginarse a Tina con Eric la ponía mala.

Tina suspiró. “Bueno, de todas maneras, ¿vas a querer venir hoy a mi casa?”

Bette asintió. “Si, aún tenemos que terminar ese trabajo.”

¿Qué demonios está pasando aquí? Hace unos momentos que estaba toda simpática conmigo, y ahora parece que sea la reina de hielo. Bueno, da igual. No voy a dejar de dormir por esto.

“¿Vendrás a cenar o que?” Le dio su propio ultimátum a Bette, para ponerla un poco a prueba. “Porque no tienes que venir sino quieres.”

Bette finalmente miró a Tina. Déjalo ya; si sigo actuando así no habrá manera alguna de mantener a Tina como amiga. “Si claro, a pesar de lo que piensas de la comida de tu madre.”

Escuchando el comentario de Bette, Dana se metió. “Tina, ¿qué le has estado contando a Bette sobre la comida de tu madre?”

“Dana por favor, sabes que es verdad.”

Dana simplemente movió la cabeza y se dirigió a Bette. “En serio, no es tan malo como lo pinta.”

“¿De qué estamos hablando aquí?” Preguntó Alice, sintiéndose fuera de la conversación.

“De la comida de mi madre.”

“Según dicen dejó lisiado a un hombre de por vida.” Provocó Bette.

“¿Cómo?” Preguntó Alice muy curiosa.

“¿Has oído hablar alguna vez del desastre del concurso de chili de Corona Bay del 99?” Preguntó Tina.

“Por supuesto que si, eso es una leyenda. El Sr. Jones sigue sin poder probar nada que no sea o muy dulce…”

“O salado o caliente.” Acabó Dana, poniendo los ojos en blanco.

“¿Y qué tiene que ver eso con la cocina de tu madre?” Preguntó Alice, sin pillarlo.

“¿Y tú te llamas una periodista?” Reprendió Bette.

Finalmente, pillándolo, los ojos de Alice se volvieron más grandes. “¡Santo Dios! ¡¿Esa fue tu madre?!”

Tina asintió. “Sip. Y creo que habría ganado sino hubieran suspendido el concurso y llamado a una ambulancia.”
“¡Tengo que conocer a tu madre!” Exclamó Alice, riéndose.

Las cuatro chicas continuaron riéndose, pasándolo bien el rato de comida que les quedaba. Y en esos momentos una nueva amistad se formó entre ellas.
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Mensaje  Anaïs Sáb 5 Mar 2016 - 17:45

Capítulo 7

El resto de la semana pasó volando para Bette ya que se encontraba en el séptimo cielo. Acercarse más a Tina y llevarse mejor con ella le había hecho muy feliz, incluso Alice notaba ese cambio de humor.

“Sabes que me gusta verte feliz Porter, pero esto es ridículo.”

Era maravilloso; Bette hacía años que no se había sentido así de feliz.

Hasta que llegó el viernes…

Las chicas estaban sentadas en la cafetería. Riendo, bromeando, pasándoselo bien, hasta que Tina decidió anunciarlo.

“Esta noche salgo con Eric.”

Si Bette alguna vez se había preguntado si tenía una doble personalidad, ese momento fue cuando lo mostró. Su humor cambio repentinamente. De repente, la comida empezó a saberle horrible, y ya no era un día de sol y calor como antes, el día entero se había convertido en una  ... en cuestión de segundos.

Sintiendo que le venían náuseas, Bette se levantó y se disculpo.

“Lo siento chicas, no me encuentro muy bien. Voy a ir a la enfermería.”

“Lo siento Bette” y “¿quieres que te acompañe?” hicieron sentir un poquito mejor a Bette. Pero el hecho de saber de la cita de Tina entre la multitud de estudiantes hizo volver a poner mal a Bette. Educadamente dijo que no hacía falta y se marchó.

Pero Alice no estaba muy lejos. La alcanzo en el pasillo del colegio sacando las llaves de su auto.

“¡Porter, estás a punto de vomitar! ¡Dios mío, esto es un hecho histórico! ¡Avisen a los medios de comunicación!” Bromeó Alice para suavizar un poco la situación.

“Tengo que largarme de aquí.” Dijo Bette con la cabeza baja mientras se dirigía hacia la salida.

“Es-espera un minuto.” Dijo Alice, tomando del brazo a Bette para hacerla detenerse. “Escucha, es sólo una cita, nada más…”

“Pero es una cita con Monty.” Gruñó Bette. “Ese idiota no se merece a una chica como Tina. Ni siquiera le debería estar permitido respirar el mismo aire que ella.”

Bette exhaló y miró a Alice a los ojos. “No sé qué hacer aquí. Me gusta Al, me gusta mucho.”

“Ya lo sé.”

“¿Y qué se supone que debo hacer? No se lo puedo contar aún, es muy pronto, alucinaría…”

“Si, pues tendrás que ser paciente.” Alice tomo a Bette por los dos brazos. “Sé que ese no es tu fuerte, pero tendrás que serlo.”

Bette suspiró. “Lo seré…ahora necesito irme de aquí un rato.”

“¿Quieres que te acompañe?”

Bette negó con la cabeza. “No. Quiero estar sola. Estoy bien, de veras. Y tendré paciencia…”

“Eso es. Paciencia. Es una virtud ¿sabes?”

“Está bien.” Se le escapó una pequeña sonrisa por el lado de su boca. “Te llamaré más tarde, ¿vale?”

“De acuerdo.”

Alice abrazó a Bette antes de dejarla marchar.

Bette no sabía a dónde ir. No podía ir a casa; su padre hoy no trabajaba. El centro comercial era aburrido; no tenía ganas de comer en uno de esos restaurantes. Tampoco tenía ganas de ir al cine o hacer algo así por su cuenta, así que…

Se fue al parque.

Bette encontró el mismo banco en que ella y Tina estuvieron aquella noche. Ella simplemente se sentó para pensar.

¿Es que acaso debería intentarlo con Tina? Hasta ahora ella y yo sabemos que es hetero. Pero Alice siempre dice, “Todas son hetero hasta que dejan de serlo…”

"Perfecto, ¿así que ahora voy a hacer caso a Alice?”

Pero es que me gusta mucho Tina, mucho. Nunca había sentido nada parecido. La primera vez que la vi, supe que iba a ser importante en mi vida y que no podría vivir sin ella.

¿Y entonces qué? ¿Voy a esperar hasta que ella decida que ya no le gustan más los hombres?

Los pensamientos de Bette fueron interrumpidos por el sonido de un claxon de un coche que pitaba a otro.

Bette se pasó la mano por el pelo y exhaló.

Carajo

Una hora y media después de que Dana terminara su entrenamiento de tenis, ésta se encontró con Alice en la sala de computadoras. Alice la saludó afectuosamente y la hizo sentar. Sacó una grabadora, una pequeña libreta para tomar notas y un lapicero. “Voy a grabar la entrevista en caso de que no me dé tiempo a escribirlo todo. ¿Te parece bien?”

Dana se encogió. “Está bien, supongo.”

“Vale, bien.”

El silencio invadió la habitación por unos segundos mientras Alice se ponía cómoda en su silla. Dio golpecitos con su lapicero en la libreta, sonriendo maliciosamente a Dana que se arremangó un tanto nerviosa.

“¿Por qué estás tan nerviosa?”
“¿H ?” Dana miró a Alice, preocupada al oír esa pregunta.
Alice simplemente sonrió. “¿Es que acaso te doy miedo?”

Dana movió la cabeza.

“Oh no, no. Es sólo que…soy nueva en esto. Esta es mi primera entrevista.”

“Es normal. Bueno, deberíamos empezar, ¿no?” Alice encendió la grabadora y la dejó en medio de las dos.

“Oh…claro.”

“Bien. Ésta es Alice Pieszecki para el Corona Bay con la Srta. Dana Fairbanks, la estrella de tenis del instituto.” Alice asintió y sonrió. Poniéndose recta y tomando el lapicero, Alice carraspeó y se puso seria. “Bueno, Dana, ¿cuándo empezaste a jugar a tenis?”

Dana ladeó la cabeza hacia un lado y cerró un ojo mientras pensaba. “Bueno, si preguntas a mis padres, te dirán que nací con una raqueta en la mano, pero creo que empecé a jugar en serio cuando tendría 10 años. Cuando mis padres empezaron a pagar mi entrenamiento en el club de tenis.”

“¿Y compites también fuera del colegio?”

Dana movió la cabeza. “No. Todavía no. Practico mucho. Y este verano, en los campamentos de tenis gané el torneo. Primer puesto.”

“¡Felicidades!” Dijo Alice impresionada.

“Gracias.” Dana sonrió tímidamente, mirándose a las manos. Alice podría decir que se estaba encontrando cada vez más cómoda.

“¿Y planeas seguir jugando para el colegio?”

“Si.”

“¿Qué hay del tenis profesional?”

“Ese es mi sueño. Sólo espero ser lo suficientemente buena.”

“Dado tu record Dana, creo que todos podemos asumir que eres suficientemente buena.”

Dana simplemente se encogió.

“Oh venga, no seas modesta.” Dijo Alice. “Desde que te hiciste del equipo hace dos años, sólo has perdido en dos ocasiones. Podría decir que ya estás preparada para dedicarte al tenis profesional.”

“No lo sé.” Dana volvió a desviar la mirada. “Mi entrenador dice que todavía tengo que seguir trabajando en un par de técnicas y que mi revés es un poco pobre, pero gracias por el voto de confianza.” Dana se rió un poco, echándose atrás en la silla.

Alice también se apoyó en el respaldo de su silla y echó un buen vistazo a Dana. Ella es algo más. Esa sonrisa es preciosa. Su cuerpo es increíble y es tan dulce. Es un poquito inocente, pero eso sólo hace que resulte más atractiva. Me pregunto cómo besará. Seguramente que…

“…bien?” Preguntó Dana, sacándola de sus pensamientos.

“¿Eh?” Alice pestañeó un par de veces, volviendo a la realidad.

“Que si estás bien. Parecías fuera de ti durante un segundo.”

Alice sonrió a Dana que le devolvió la sonrisa. Pensando por un momento, Alice decidió ir a por ello. Paró la grabadora y dejo en la mesa la libreta y el lapicero.

Confusa, Dana preguntó. “Oh, ¿ya está?”

“No, pero quería preguntarte algo sin la grabadora.”

“Ah…vale.” Susurró Dana, insegura. Alice se había acercado más, inclinándose en la mesa, cerca de Dana.

“Me estaba preguntando…si te gustaría salir conmigo alguna vez.”

Dana se quedó impactada. Pensando que había malentendido, pregunto. “Perdón… ¿cómo dices?”

Alice echó una risita. “¿Te gustaría salir algún día conmigo?”

Dana palideció. ¿Me está pidiendo una cita? “¿Cómo…una cita?” Rápidamente, extraños pensamientos le invadieron su cabeza. Una cita conlleva a besarse, y besarse ocurre en público a veces, y besar a una chica en público sería malo. Mis padres lo verían… Mis padres se enterarían… Mis padres se volverían locos…

“Bueno, si.”

“Yo…este…” Dana no sabía qué responder, así que dijo la primera cosa que se le pasó por la cabeza. “¿Pero tú no estabas saliendo con ese chico?”

Alice entrecerró los ojos. “No exactamente. Huber fue divertido por un rato, pero ahora estoy por cosas mejores. Así que, ¿qué me dices?”

La mirada de Dana se perdió en sí misma, pensando en todo esto. Sin devolverle la mirada a Alice, le preguntó, “¿Cómo sabes siquiera si soy gay o no?”

Un poco confundida, Alice se inclinó hacia ella y le susurró al oído, “Sé que lo eres, no pasa nada…”

Con la confirmación de Alice, Dana saltó de su sitio. “Te-tengo que irme.” Y salió corriendo del aula atravesando los pasillos. Sus lágrimas le nublaban la vista.

Alice simplemente se apoyó en el respaldo de la silla. Bueno, eso ha sido interesante. Podría haber jurado que sí que era gay. ¿Puede ser posible? ¿Es que mi gay-radar ya no funciona bien?


Bette entró en su habitación y se desplomó en la cama, mirando al techo. Todo lo que había estado pensando le había dado dolor de cabeza y ahora mismo quería dormir un rato antes de la cena para que así pudiera soportar a su padre y no contestarle bruscamente. Había cerrado los ojos y se estaba empezando a quedar dormida cuando su celular sonó de repente. Empezó a buscarlo, Bette sacó su celular del bolsillo y lo abrió sin molestarse a ver el número. “¿Si?”

“Hola Bette, soy Tina.”

Los entrecerrados ojos de Bette se abrieron de pronto y se sentó en la cama. “¿Tee? ¿Cómo conseguiste mi número?”

“Alice me lo dio después de que te hubieras marchado. Llamaba sólo para ver si estabas bien. Cuando te marchaste no parecías encontrarte muy bien.”

“Oh, sí. Estoy mejor. Gracias.” Bette no podía esconder su más sentida gratitud. Se ha preocupado lo suficiente como para llamar.

Quizá sólo estaba siendo una buena amiga. Los buenos amigos siempre se preocupan.

“Bien.” Dijo Tina. “Oye, me estaba preguntando, desde que he quedado esta noche, podríamos hacer algo mañana todas juntas, ¿no?”

“Si. Eso estaría genial. Claro.”

“Perfecto, suena a plan. Llamaré a Dana y tú puedes llamar a Alice, ¿de acuerdo? Y a partir de ahí ya se nos ocurrirá qué hacer.”

“Vale, si.”

“Bien. Bueno, me tengo que arreglar. Ya hablaremos.”

Bette intentó esconder su desilusión. “Vale. Adiós.”

“Adiós.”

Bette cerró su teléfono y refunfuñó. Cerrando los ojos, puso el teléfono en silencio y lo dejó en su mesa de noche. Se acomodó y se puso a dormir.

Tina colgó el teléfono con cara de preocupación. Había llamado a Dana cuatro veces en las dos últimas horas y Dana no le había contestado ninguna de sus llamadas. Quizá sólo esté ocupada o algo. Tina decidió no darle más importancia, al menos, hasta que volviera de su cita. Además, seguro que Dana la llamaba cuando ella estuviera fuera.

Mirando el reloj, Tina se volvió a mirar una vez más en el espejo para asegurarse de que estaba toda bien. Eric le había llamado la noche antes para decir a Tina que se vistiera casual, que sólo iban al cine y después a cenar algo con sus amigos. Tina decidió llevar su sudadera azul marina encima de su camiseta negra sin mangas, unos tejanos y los converse. Se alisó el pelo y se maquilló muy levemente, para ir lo más natural posible. Echándose un poco de perfume, Tina examinó sus dientes, y se metió un chicle de menta. Tomo su bolso justo cuando el timbre de la casa sonaba.

Perfecto, justo a tiempo Romeo, vamos a ver cómo vienes.


Última edición por Anaïs el Sáb 5 Mar 2016 - 19:33, editado 3 veces
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Mensaje  Anaïs Sáb 5 Mar 2016 - 19:29

Tina salió de su habitación justo cuando Samantha le dejaba pasar. Iba muy guapo con su polo negro y unos pantalones flojos. Vio a Tina y sonrió. “Hola.”

“Hola.” Le sonrió también cuando Amy entraba.

“Hola. ¿Eric verdad?” Preguntó Amy.

“Si, madam.” Eric asintió, extendiendo su mano. “Eric Montague.”

“¿Mon- tay- gue?” Le dijo Samantha a Tina moviendo los labios, que simplemente se encogió de hombros. Samantha intentó que no se le escapara la risa, apretando los labios. Sus hombros se movían mientras se encontraba detrás del chico.

Amy le dio la mano. “Encantada, Eric.” Sintiendo la necesidad de decirle a Eric que sólo porque ella fuera la madre no tenía por qué ser simpática, Amy dijo firmemente. “Espero que actúes con responsabilidad esta noche, ya que voy a confiar en ti la vida de mi hija durante unas horas que pasaran juntos.”

Tina cerró los ojos, muriéndose de la vergüenza.

Eric no parecía sorprendido. “Absolutamente, Sra. Kennard. Tiene mi palabra.”

Apretándole la mano un poquito más a modo de trato, Amy añadió, “Y también confío en que serás un caballero esta noche y en otras ocasiones.”

Eric ladeó la cabeza. La sonrisa de su boca nunca se borraba. “Yo siempre soy un caballero, Sra. Kennard. Lo prometo.”

Amy finalmente le dejó, aparentemente satisfecha. “Bueno, muy bien entonces. El toque de queda de Tina es a las once.”

“Mamá.” Suplicó Tina.

“Está bien, media noche, pero ni un minuto más tarde, ¿entendido?”

“Si madame.”

“Gracias mama.” Tina dio un paso y le dio un beso en la mejilla a Amy. Tomo a Eric y lo condujo hacia la puerta. “Hasta luego Sammy.”

“Adiós peque. Que te diviertas.” Dijo Samantha, haciendo lo imposible para aguantar la risa por un segundo.

Nunca había visto a Amy actuar tan negativamente con ningún otro chico antes. Había sido divertidísimo.

Una vez que Tina y Eric se hubieron marchado, Samantha dejó de aguantarse la risa y moviendo la cabeza dijo, “¿Qué es lo que pasa Ma?” Preguntó mirando a Amy de pie en frente de la puerta.

“No me gusta ese chico.”

“¿Cómo puedes saberlo? Lo acabas de conocer, y has tratado con él durante un minuto.”

“Es algo en su cara. Es un chico con experiencia, demasiada para Tina. No me gusta ni un pelo.”

Samantha se acercó a su madre y le puso un brazo en los hombros. “Es sólo una cita Ma, y Tina sabe cuidarse sola. No te preocupes. Puedes confiar en ella.”

“Oh, confío en Tina. Pero de ese chico no me fío.”



“Perdona lo de mi madre.” Se disculpó Tina, avergonzada. “Nunca había actuado así antes.”

“Hey, está bien. Lo entiendo. Sólo trata de protegerte.” Dijo Eric mientras caminaban hacia su cochazo. “¿Te he dicho lo guapa que estás?”

“No, pero puedes decírmelo.” Dijo Tina sonriendo.

“Estás guapísima.”

“Gracias Romeo.” Dijo Tina. Eric le abrió la puerta del coche a Tina y luego se fue hacia el lugar del conductor y se marcharon.



Después de cenar, Bette se fue hacia su habitación esperando terminar la hoja de historia. De repente, se acordó que dejó su celular en silencio. Lo tomo y se sentó en la cama, abriéndolo para ver si Tina o Alice la habían llamado.

El teléfono mostraba dos llamadas perdidas. Bette miró y las dos eran de Alice.

La llamó.

“Hello.”

“Hey, Al, ¿qué pasa?”

“¡Ah! ¡Vive!” Exclamó Alice. “¿Qué te ha pasado? Te he llamado como cinco veces.”

“Me has llamado dos.”

“Bueno, y que, ¿nos encontramos mejor?”

“Si.”

“Bien, porque podemos tener un problema.”



Eric y Tina salieron del cine. Los dos iban tomados por la cintura. “Bueno, y ¿qué te ha parecido la película?”

“Un rollo.” Dijo Tina mirando hacia arriba al chico.

“Bueno, no podrías esperar una película de óscar cuando se llama “Hombre que come zombis de Marte.” Pero al menos podrías haber pretendido tener miedo.”

“¿Por qué?”

“Porque creo que la gente se estaba empezando a enfadar contigo.”

“¿En serio?” Dijo Tina totalmente ajena.

“Si, bueno, reírse cuando un zombi le está mordiendo la cabeza a una chica a alguna gente les podría molestar.”

“Lo siento, pero veías la cara que ponía cuando lo hacía. Y la manera en que la sangre salía disparada a chorros, híjole, era divertidísimo.”

“Y…yo esperaba que tuvieses miedo para que así saltases a mis brazos.” Le confió Eric a Tina.

“Me lo imaginaba.” Dijo Tina, levantando una ceja a Eric. “Oh Romeo, eres tan predecible, pero te doy unos puntos por eso.”

“¿Por qué?”

“Por amenazar a esos chicos con tirarles la bolsa de palomitas en la cabeza por gritarme. Muy machito.”

“Solo les dije.” Eric se rió, apretando a Tina más hacia él.



“¡¡¡Qué!!!” Chilló Bette al teléfono.

“Jesús, Porter. Córtate un poco, me has dejado sorda de un oído.”

“¡¿Qué carajo te dije Alice?! ¡Te dije que no dijeras ni hicieras nada a Dana! ¿Qué pasa contigo?” Bette quería desesperadamente en esos momentos estrangular a Alice. Empezó a dar vueltas por la habitación, apretándose y desapretándose los puños, haciendo lo imposible para no estallar y gritar un millón de maldiciones.

“Bueno, ¿ahora qué más da? Estaba totalmente equivocada…”

“No, no lo estabas y posiblemente lo hayas jodido todo. ¿Por qué? ¿Por qué no me hiciste caso?”

“¿De qué me estás hablando?”

Bette gruñó y suspiró. Debería contárselo también, ahora de nada sirve mantenerlo en secreto. “Dana es gay. Tina me lo contó cuando me llevó al parque, pero ella no quería que nadie más lo supiese.”

“Ajá…así que tenía razón. Sabía que mi gay-radar seguía activado.”

“¡No se trata de eso Alice! ¡Dana probablemente vaya a pensar que Tina te lo contó! Carajo…Tina va a pensar que yo te lo conté a ti. Oh carajo, va a estar tan enojada conmigo…”

A Bette le costaba tragar. La idea de ver a Tina enfadada con ella era demasiado dolorosa como para que Bette pudiera con ello.

“Vale, Vale, relájate ahora. Tenemos que controlar un poquito el daño, eso es todo.”

“Estoy segura que ella sí que tiene daño. Carajo, porque no pensaste. ¿Por qué no puedes escucharme? ¿Por qué?”

“Yo nunca escucho a nadie Porter, ya lo sabes.”

“Estamos bien jodidas.”



Eric y Tina entraron en el restaurante tomados de la mano. Eric pronto localizó a su grupo de amigos. Llevó a Tina e iba chocando los cinco con todos sus colegas y presentándoles a Tina. Una vez allí, para sorpresa de Tina, Tim se encontraba allí.

“Hey Tim, ¿qué hay?” Dijo Tina, y Tim casi escupe su refresco.

“Tina, ¿qué estás haciendo aquí?”

“Ella está aquí conmigo pelotas entumecidas.” Respondió Eric y todo el mundo se rió excepto Tina y Tim.

“No sabía que eras amigo de Romeo.”

“No sabía que salías con él.” Contestó Tim, mirando de Tina a Eric.

“¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Es que ustedes dos salen o qué?” Bromeó Eric.

“Es mi vecina.” Corrigió Tim mientras le daba un pequeño empujón.

“Oh.” Dijo Eric, plantándole un beso rápido en los labios a Tina.

“¡Váyanse a una habitación!” Dijo uno de sus compañeros y todos se echaron a reír. Tina puso los ojos en blanco y se sentó.

“Vuelvo enseguida.” Dijo Eric mientras se iba al baño, dejando a Tina sola para familiarizarse con sus amigos.

Un par de minutos después, Tim también se excusó y se levantó. Entró en los baños justo cuando Eric se estaba lavando las manos.

“Hey, ¿qué pasa? No sabía que vivías al lado de Tina.”

“Ella es como una hermana pequeña para mí.” Dijo Tim, mirando con dureza a Eric.

“De acuerdo.” Dijo Eric, lanzando la toalla con la que se había secado las manos.

“Más te vale que la trates bien. No la jodas con ella como haces con todas las otras chicas.”

“Yo no la jodo con nadie.” Dijo Eric, sonriendo a Tim.

“Lo digo en serio. Se amable.”

“Yo siempre soy amable.” Eric le dio unos golpecitos a Tim en el hombro y pasó por su lado, pero Tim lo tomó por el brazo y lo paro. “¿Qué carajos quieres?”

“No estoy bromeando Eric.”

“Jesús, Haspel, cálmate. Todo va bien, Tina se lo está pasando bien. Estamos bien.” Luego Eric se quitó el brazo de Tim. Se acercó más a Tim. Sus caras estaban a tan sólo centímetros. “Pero, vuélveme a tomar así otra vez y tendremos un problema, ¿me entiendes?”

Tim apretó los dientes mientras se quedaba mirando a Eric. “Hazle daño a Tina y sí que tendremos un problema.”

Eric simplemente miró a Tim y se giro y salió del baño. Se reunió con Tina y con sus amigos con una sonrisa en la cara.



A las once y media Eric y Tina llegaban a su calle. Estaciono el coche y se quitó el cinturón. Se giró hacia Tina y le dijo, “espero que hayas pasado un buen rato esta noche.”

Tina se volvió para ver a Eric, sonriendo. “Si, lo he pasado bien. Gracias.”

“Y espero que quieras volver a repetirlo otra vez.”

“Si.”

“Bien.” Susurró Eric y se inclinó para encontrarse con los labios de Tina.

El beso comenzó suave y tierno pero luego se convirtió en apasionado. Mientras Tina besaba a Eric, empezó a sentirse intranquila. Pensó que sería mejor. De hecho, el chico era bueno, pero ella pensaba que habría fuegos artificiales. Hubo algunas chispas, pero nada más. Quizá era que yo me esperaba mucho más. Después de un rato, la necesidad de respirar hizo a Tina separarse. Jadeando, Eric sonrió a Tina, poniéndole un mechón de pelo detrás de su oreja.

“Gracias por esta tarde estupenda.” Dijo Tina mientras salía.

“De nada. Te llamaré, ¿vale?”

“Vale.” Dijo Tina cerrando la puerta del auto. Se dirigió hacia la puerta principal y se giró para decir adiós con la mano a Eric. Moviendo la cabeza, abrió la puerta y entró en casa, encontrando a Amy y Samantha sentadas en el sofá mirando una película.

“Hey, has llegado pronto.” Dijo Samantha dándose cuenta de Tina la primera. “¿Qué tal la cita?”

“Ha estado…bien. Muy bien.”

“¿Ha sido un caballero?” Preguntó Amy, llevándose una mano llena de palomitas a la boca.

“Si mama.” Gimió Tina, acercándose a su madre para darle un beso en la mejilla.

“¿Y vas a volver a salir con él?”

“No lo sé. Quizá.” Tina se encogió. “Mira, estoy muerta. Voy a llamar a Dana y luego me iré a dormir.”

“Pero…” Samantha empezó pero Tina la interrumpió.

“Mañana. Te lo contaré todo mañana, lo prometo.” Dijo Tina mientras se iba hacia su habitación.

Después de ponerse ropa más cómoda, lavarse la cara y desmaquillarse, Tina cogió el teléfono y llamó a Dana. Después de un par de tonos, Dana le contestó. “Hey Dana, he intentado llamarte antes, ¿estás bien?”

“No lo sé.” Respondió Dana débilmente. Parecía como si hubiera estado llorando.

Tina se dio cuenta enseguida. “Hey, ¿qué pasa?”

“¿Cuánto has esperada para contárselo a todo el mundo? ¿Eh? ¿Un día? ¿Una hora?”

“¿De qué estás hablando?”

“Ya sabes de lo que hablo.” Dijo Dana, su voz se iba haciendo más fuerte a cada palabra.

“Dana, te juro que…”

“¿Ah sí? ¿Quieres saber lo que ha pasado durante mi entrevista de hoy? Te lo diré. Alice me ha pedido una cita.”

“¿Cómo?”

“Si, y me dijo que sabía que era gay. Así que ¿cuándo se lo contaste?”

“No-no se lo conté.”

“Mentira.” Dana prácticamente gritó al teléfono, y en un llanto dijo, “¿cómo me has podido hacer esto? Yo confiaba en ti.”

“Dana, no le dije nada…”

“¿Entonces a quién se lo contaste? ¿Bette?”

Tina permaneció en silencio, mordiéndose la uña.

“¿Por qué?” Dana casi sollozaba.

“No-no lo sé.” La propia voz de Tina se volvió llorosa. “Pensé que podía confiar en ella.”

“Justo igual que yo pensé que podía confiar en ti. Si bueno, mira hasta dónde nos ha llevado.”

“Lo siento Dana…”

“Déjalo. No quiero volver a hablar contigo nunca.” Dijo Dana, su voz se volvió a una voz con furia.

El corazón de Tina se le rompió. “Vamos Dana, sólo…”

“La única razón por la que te he contestado ha sido para que me dejes de llamar. No me vuelvas a llamar más.” Y con eso, Dana colgó.

Las lágrimas le invadieron los ojos de Tina mientras todo su cuerpo decaía. Profundamente dolida, despacio colgó el teléfono. ¿Cómo ha podido hacerme esto? ¿Cómo ha podido contárselo a Alice?

¿Cómo he podido decírselo?

Confiaba en ella.

Igual que Dana confió en mí. Ahora, he perdido a mi mejor amiga.

Tina se dejó caer en la cama, mientras unas lágrimas le caían por la cara. Luego paró. Se secó las lágrimas y se volvió para apagar la luz y poder dormir.

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Mensaje  Anaïs Sáb 5 Mar 2016 - 19:51

Capítulo 8

Al día siguiente, Bette llegaba a casa de Tina justo cuando Amy, Samantha y Jagger salían. Estaciono el auto y salió rápido para alcanzarlas.

“Hola Bette.” Dijo Amy sonriendo.

“Hola Sra. Kennard, Samantha. ¿Está Tina en casa?”

“Si.” Contestó Samantha. “Pero está en un humor de perros, así que tendría cuidado si fuera tu.”

"Carajo". Bette intentó no fruncir el ceño. Ellas, obviamente que no sabían por qué Tina se encontraba de tan mal humor, y Bette tampoco quería darles ninguna pista. “¿A si? ¿Debería pasar más tarde?”

“Ni hablar.” Amy sacudió su cabeza y puso su brazo en la espalda de Bette llevándola hacia la puerta. “Creo que lo que más necesita Tina ahora es una amiga.”

“Pero ¿a dónde van ustedes dos?” Preguntó Bette. Estaba feliz de estar a solas con Tina, pero tampoco quería que lo supieran.

“Yo me voy hacer compras.” Respondió Amy.

“Y yo me llevo a Jagger para dar el paseo más largo de nuestras vidas” Continuó Samantha. “Hemos intentado animarla, pero no ha funcionado. Quizá tú puedas ayudarla.”

Bette sólo se encogió de hombros. “Puedo intentarlo.” Si no me ataca primero.

“Bueno, que la suerte te acompañe.” Dijo Amy, subiéndose al auto. “Supongo que volveré dentro de una o dos horas.”

“Vale.” Dijo Bette poniendo una de sus mejores sonrisas. Pronto, Amy y Samantha se fueron. Bette, despacio abrió la puerta y entró, mirando alrededor. Tina no estaba por ningún sitio. “¿Tee? Soy Bette.” Llamó Bette, moviéndose cautelosamente por la casa. Estaba todo silencioso y oscuro, no había luces encendidas. Bette se dirigió hacia la habitación de Tina, mirando antes al salón por el que pasó. Tina no se encontraba en ninguna de las dos habitaciones. ¿Dónde podría estar? “¿Tina?”

Bette entró en la cocina, mirando a la puerta que daba al patio trasero. Lo suficientemente segura, de que lo que veía era un poco la cabeza de Tina que emergía de detrás de una silla plegable, Bette con cautela se dirigió hacia fuera, sin decir una palabra hasta que estuviera frente a frente con Tina.

No se le veía muy bien. Tenía los ojos rojos llorosos. Estaba ahí sentada con unos pantalones de mezclilla viejos y una camiseta, los brazos rodeaban sus rodillas en las que reposaba su barbilla. Miró hacia arriba a Bette, su voz entrecortada cuando habló. “¿Qué estás haciendo aquí?”

“He venido a ver cómo te encontrabas.” Dijo Bette, agachándose al lado de Tina. “Supongo que ya has debido hablar con Dana.”

“¿Por qué se lo contaste a Alice?”

Bette movió la cabeza. “No se lo conté Tee, te juro por Dios que no lo hice.”

“Bueno, y ¿cómo se enteró?”

“Es la cosa esa del gay-radar. Alice simplemente puede decirlo. No sé cómo, pero puede.”

“La cosa del gay-radar.” Repitió Tina, mirando hacia el patio.

Bette tomo la mano de Tina, al borde de llorar. “Tienes que creerme Tee, nunca se lo habría contado a nadie, nunca. Sé cómo es el guardar ese secreto y el miedo que se siente cuando otros lo averiguan. Por favor, créeme.”

Tina suspiró. Mirando otra vez a Bette. “Te creo.”

“A-así que ¿no estás enfadada conmigo?”

“No.” Dijo Tina prácticamente en un susurro. “Pero ahora Dana me odia.”

“No te odia.”

“Me dijo que no quería volver a hablar conmigo más.”

“Sólo está enojada. No lo dice en serio.”

Soltando sus rodillas, Tina se sentó mejor. “No, esta vez sí que creo que lo decía en serio. No sé qué hacer ahora. Ella ha sido mi mejor amiga durante tanto tiempo… no tengo a nadie más.”

Bette se movió de su posición y se sentó al lado de Tina en la silla. “Eso no es verdad. Me tienes a mí.”

Tina le dio una pequeña sonrisa de gratitud. “Si.”

“Y Alice me ha dicho que le va a explicar todo a Dana.”

“¿Estás segura de que eso es una buena idea?”

Bette suspiró. “No lo sé, pero tenemos que hacer algo, ¿verdad?”

“Supongo.” Dijo Tina.

De repente, el celular de Bette empezó a sonar.

“Es Alice.” Le dijo a Tina antes de contestar. “Hey Al, ¿qué pasa?”

“No está en casa.”

“¿Quién? ¿Dana?”

“No, el hada madrina, claro Dana. Se ha ido a no-sé-dónde con sus padres todo el fin de semana.”

“Carajo.”

“Hey, no pasa nada. Hablaré con ella el lunes.”

“Si bueno, estoy aquí con una Tina guapa que tiene el corazón destrozado. Piensa que Dana la odia.”

“Eso es un poco drástico, ¿no?”

“Si bueno, no estaríamos así si tú me hubieras escuchado y hubieras mantenido tu boquita cerrada.”

“Relájate Porter, lo arreglaré. Confía en mí, para el lunes por la tarde, todo estará bien. Escucha, me voy a ver a Huber para decirle que está terminado, así que si en una hora no tienes noticias mías, es que me ha matado y me ha colgado de su puerta como un tributo a nuestro amor.”

“Que Dios te acompañe.” Dijo Bette y colgó.

“¿Qué ha dicho?” Preguntó Tina, su cabeza reposaba en las palmas de sus manos.

“Dana aparentemente no está en casa este fin de semana, así que se ocupará de ello el lunes.”

“Vale. Espero que escuche a Alice.”

“Creo que sí. Siento que haya pasado esto Tina. Le dije a Alice que no le dijera nada a Dana.” Recibiendo un asentimiento con la cabeza por parte de Tina, Bette continuó. “Ella me dijo que Dana era gay antes de que me lo contaras tú. Y le dije que no dijera nada, pero Alice nunca escucha a nadie. Estoy segura de que si hubiera sabido que esto iba a pasar, no le hubiera pedido a Dana salir.”

No sabía cómo responder a eso, así que Tina se limitó simplemente a asentir con la cabeza. Se levantó de la silla y se estiró. “Vamos adentro. Estoy algo cansada.”

“Oh si, de acuerdo.” Dijo Bette siguiendo a Tina. “¿Necesitas algo?”

“¿Eh?” Tina se giró alzando una ceja.

“Quiero decir como comida, o algo, lo que sea.” Bette señaló la cocina.

“No gracias, estoy bien. Pero eso ha sido muy amable por tu parte.” Tina caminó arrastrando los pies hacia el salón. “Ven a ver la tele conmigo.” Le dijo a Bette que aún seguía en la cocina. Bette entró en el salón para encontrar a Tina debajo de una manta, acurrucada en el sofá con el control a distancia en su mano. Bette se rió nerviosa, dando unos pasos aprensivos hacia Tina y dejándose caer al otro lado del sofá. Contrólate Bette. Está dolida. Es vulnerable.

Oh, pero es que quiero besarla.

“¿Alguna idea?”

Muchas. “¿Sobre qué?”

“Sobre qué vemos.” Dijo entre dientes, pasando por todos los canales sin que le diese tiempo a Bette de ver lo que había.

Después de unos cuantos minutos, Tina suspiró. “No hay nada.” Dijo, tirando el control a modo de derrota.

Poniéndose las manos encima de las rodillas, Bette miró a Tina, “Bueno, y ¿qué quieres hacer ahora?”

Tina lo pensó por un momento. “Necesito una distracción.”

Yo te la podría proporcionar.

“¿Por qué no me cuentas más sobre tu familia?” Preguntó Tina, situándose en el sofá de forma que estuviera cara a cara con Bette.

Bette se rió, frotándose la parte de atrás del cuello. “La verdad es que no hay mucho que contar.”

“Dime Bette. Tú has conocido a mi familia, al menos cuéntame algo sobre la tuya.”

“Bueno… ¿te dije que mi padre trabajaba como profesor en la universidad?”

“No. Y, ¿qué da?”

“Oh, eh…historia del arte.”

Tina sonrió un poco. “Supongo que eso explicaría tu pasión por el arte.”

“Si, toda mi vida he estado rodeada por el arte. Pero nunca se me hace aburrido.”

“Debería preguntarle a Sammy si alguna vez ha sido su maestro tu padre.”

“Oh, por favor, no. No quiero que me asocie con mi padre en caso de que no le guste.”

“No lo haría. A Sammy le caes bien; piensa que eres una chica muy buena onda.”

“Recuérdame que le dé las gracias.” Dijo Bette, un tanto aliviada. Desde que dijo Samantha que conocía a Kit, Bette había tenido miedo de que la hermana de Tina asociase a Bette con su hermana mayor, Kit.

Como si le hubiera leído la mente de Bette, Tina preguntó lo inevitable. “¿Y qué me cuentas de Kit? Me dijiste que estaba de gira con su grupo…” Tina no terminó la frase al ver el comportamiento incómodo que se apoderó de Bette al preguntarle. “Oh, perdona. Si no quieres hablar sobre ello...”

“No, no pasa nada.” Se apresuró Bette a decir. Dándose cuenta que también le tendría que contar sobre Kit si esperaba cualquier oportunidad de hacerse buena amiga de Tina, Bette comenzó a contarle. “Kit, bueno, era un poco loca en el instituto.”

“Mi hermana me dijo eso.”

“¿Si?” La frente de Bette se frunció con preocupación.

“Pero sólo me dijo eso. Escucha, no hace falta que me lo cuentes si no quieres.”

“No pasa nada. Quiero contarte.” Dijo Bette acomodándose en el sofá. “Solía salir mucho de fiesta. Mucho. Estaba toda la noche fuera, y mi padre siempre despierto y preocupado. Y le quedó esa…reputación.” Dijo Bette, esperando que no tuviera que clarificarlo.

Tina lo entendió. “Oh.”

“Si, la verdad es que yo no tengo esa relación con mi hermana que Samantha y tú tienen. Apenas hablamos. Hace semanas que no sabemos nada de ella, pero creo que mi padre ya tuvo bastante.”

“Ajá.”

“Y sabes, me esforcé mucho por no seguir sus pasos y por sacar buenas notas, y obedecer a mi padre, para que al menos, tuviera una hija de la que poder estar orgulloso, ahora creo que me esforcé demasiado.”

“¿Qué quieres decir?”

Sentándose recta, Bette dijo, “Bueno, ahora mi padre espera el mundo para mí. Es como si todo lo que hiciera nunca fuera suficiente. Nada de lo que hago le hace feliz.”

“Estoy segura que tu padre se siente muy orgulloso de ti.” Dijo Tina con dulzura.

“¿Si?Mira, el primer día de colegio, cuando volví a casa y le conté sobre mis clases, mi padre insistió en que tomara más. Yo ya estoy haciendo cuatro clases extras y un curso de lengua avanzado más el servicio a la comunidad que tengo que hacer sin hablar de mis solicitudes a la universidad. Pensaba que era más que suficiente. Pero no, siempre está ese “algo extra” que necesito hacer.” Dijo Bette con voz amarga.

“Bueno, no conozco a tu padre, pero seguro que te decía que hicieras todo eso porque él de verdad quiere que vayas a Yale. Mi tutor sigue diciéndome que tengo que sacar buenas notas y hacer todo eso del servicio a la comunidad que me dará puntos para cuando las universidades miren mi expediente. Como si fuera a ir a otra universidad que no fuera la Corona Bay University.”

“No digas eso. Estoy segura que un montón de universidades te querrán tener.”

“Si claro, estarían contentos de tenerme, y yo estaría contenta de ir si se encargarán de la factura. Que lo más seguro es que no.”

“¿Por qué te vuelves tan pesimista?” Preguntó Bette un tanto frustrada y curiosa a la vez.

“No soy pesimista, soy realista.”

“Pero esa no es la realidad, Tee. Tú puedes hacer cualquier cosa que te propongas e ir a cualquier sitio que quieras.”

Cerrando los ojos, Tina bromeó. “Así que si de verdad pienso en ir a Aruba, ¿pasará? Espera, voy a probarlo.” Tina apretó los ojos con fuerza. “Oh, espera, ¡creo que lo tengo! Oh no…carajo.” Tina abrió los ojos.

Bette puso los ojos en blanco y le dio a Tina con un cojín. Tina se rió devolviéndole el cojín justo cuando sonaba el timbre. “¡Ya voy!” Dijo Tina, saltando del sofá. Bette la miró irse, contenta de que Tina parecía más animada de lo que lo estaba antes. Al menos le he alegrado el día. Pensó Bette, sonriéndose a sí misma.

Tina abrió la puerta, seguía riéndose, pero luego paró. “¿Qué estás haciendo aquí?”

Con un ramo de flores, haciendo una media reverencia, dijo Eric, “¿Qué? ¿A caso no puedo parar y acercarme a decir hola?”

Oyendo esa voz, hizo a Bette que le recorriera fuego por la garganta. ¡Carajo! Justo cuando empezaba a estar genial… Bette se levantó, comprobando que tenía las llaves en su bolsillo. No se iba a quedar más por aquí y dejarse pisotear por él. Un momento, eso dejaría a Tina en casa sola con él. ¡No puedo dejarla sola! “Carajo.”

“Si, bueno, pero preferiría que me llamaras antes de venir a decirme hola. Estoy hecha un desastre.” Dijo Tina tomándose de la camiseta para enfatizarlo.

“Yo creo que estás estupenda.” Dijo Eric. “Bueno, ¿vas a tomar las flores y dejarme pasar o nos vamos a quedar aquí en la puerta?”

Poniendo los ojos en blanco, Tina tomo las flores y se hizo a un lado para dejar pasar a Eric. “Son preciosas Romeo, gracias.” Eric se dirigía hacia el salón, sin darse cuenta de que estaba Bette, pero Tina sí que se dio cuenta cuando éste se inclinó para darle un beso. Muy consciente de la otra presencia de la casa, Tina le dio un beso en los labios y luego le apartó. “Eh, Eric, ¿conoces a Bette Porter?” Tina señaló detrás de Eric, que se giró de golpe en sorpresa.

“Bueno, hola Porter.”

“Monty.” Dijo Bette cruzándose de brazos mientras se le quedaba mirando con gran desdén.

“Voy a poner esto en un jarrón. Ahora vengo.” Dijo Tina, dejando a Bette y Eric solos.

Una vez que se aseguró que estaban fuera del alcance del oído de Tina, la cara de Eric se tornó en disgusto. “¿Qué demonios estás haciendo aquí?”

“El educado, simpático y amable Monty, ¿no es así?”

“Tú sigues siendo la reprimida zorra de hielo, por lo que veo.”

Bette se rio mientras se volvía a sentar en el sofá. “Y tú el mismo putón sin alma que siempre has sido.”

“¡Que te d…”

“Las flores son muy bonitas, gracias Eric.” Dijo Tina mientras entraba a la habitación.

“Que sólo un minuto.” Dijo Eric rápidamente, tratando de salvar la situación.

“¿Qué?” Dijo Tina, mirando a uno y al otro.

“Oh, le estaba diciendo a Bette que sólo me quedaba por un minuto.” Eric forzó una sonrisa. “Quería preguntarte si querías volver a salir conmigo mañana.”

Mordiéndose el labio, Tina lo pensó por un instante. “M ...No lo sé. Tengo que terminar un trabajo, así que…”

“¿Qué tal por la tarde entonces?”

Bette tenía que esforzarse en mantener su boca cerrada para no gritar: ¡No lo hagas Tina!

“Déjame que lo piense, Romeo.” Dijo Tina. “Te llamo más tarde, ¿vale?”

“Está bien.” Murmuro Eric, algo decepcionado. Abrió la puerta, dándole un beso en la mejilla a Tina. Luego se giró. “Adiós.”

“Adiós.” Dijo Tina, después cerró la puerta. Se puso el pelo detrás de la oreja, respirando profundamente mientras volvía a tomar su sitio en el sofá.

“¿Vas a… salir con él otra vez?” Bette hizo el esfuerzo para decirlo, intentando que no le viniesen náuseas o que gritase, o los dos a la vez.

Tina se encogió de hombros. “No lo sé. Parece buen chico, pero ahí no hay nada. Pero quizá sea muy pronto para decírselo.”

“¿Qué quieres decir con que no hay nada?”

“Bueno, ayer por la noche, cuando me trajo, nos besamos.” Empezó a contar Tina y Bette tenía que forzar su cara para que pareciese neutral. “Pero no sentí nada. Esa chispa no estaba ahí. Besa bien, pero…no sé. Simplemente no es el chico de mis sueños. Quizá sea muy pronto para contarle.”

“Quizá.” Bette logró decir, aunque en su interior quería gritar: "¡Olvídale! ¡No lo necesitas!”

“Supongo que puedo ir a comer con él.”

¡Y nada más! Si conociera a Monty, que estoy segura de que si, él querrá más.

“Puedes.” Y Bette no se pudo aguantar y añadió, “sólo ten cuidado.”

“Lo tendré.” Dijo Tina asintiendo. “Oh, por cierto, ¿por qué le llamas Monty?”

“¿Eh?”

“Has llamado a Eric, Monty, ¿por qué?”

“Porque le molesta.” Se rió Bette.

“Ustedes dos no se llevan bien, ¿eh?”

A Bette se le escapó un largo suspiro. “Es una larga historia que encantada compartiré contigo pero no ahora, en otro momento. Porque ahora mismo, te sigue gustando, así que no quiero arruinártelo.” Dándose cuenta que lo mejor sería cambiar de tema cuanto antes, Bette tomo el control de la tele. “Estoy segura de que habrá algo por la tele que podamos ver.”

“De acuerdo.” Dijo Tina confusa. Bueno, sea lo que sea, no era algo bueno. Es increíble la cantidad de cosas que puede oír uno cuando está tan solo a una habitación. Bette llamando a Romeo putón se lo dijo, ¿pero él llamándola a ella zorra de hielo? Algo debe de haber pasado. De todas formas, tampoco la voy a presionar. Ya me lo contará ella cuando quiera.

Pero, ¿por qué quiero saberlo todo tan desesperadamente sobre ella?

Tina pensó para sí misma mientras miraba a Bette pasando por todos los canales.
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Mensaje  Anaïs Dom 6 Mar 2016 - 14:21

Capítulo 9

Al día siguiente, Tina seguía un poco tristona pero mejor que el día anterior, gracias a Bette.

Bette se quedó a cenar y un ratito después también para acompañar a Tina. Hablaron, rieron, simplemente pasaron un buen rato. Dana siempre estaba presente en los pensamientos de Tina, pero teniendo a Bette ahí hizo que todo fuera mejor, especialmente asegurándole siempre que Alice lo arreglaría todo el lunes.

Esa noche, cuando Eric llamó, Tina le dijo que podrían quedar para comer. Entonces quizá podría decidir si continuar con él o dejarlo ya.

Ya se acercaba la hora, y Tina se estaba examinando delante del espejo, esperando que estuviese bien. Después de mirarse una última vez, cogió su bolso y se fue al salón, donde Samantha estaba sentada leyendo un libro. Cuando Tina entró, dejó el libro encima de sus piernas. “Hey, ¿otra cita con Romeo?”

“Algo así.” Dijo Tina, dejándose caer al lado de Samantha. “¿Dónde está mamá?”

“Paseando a Jagger.”

“Híjole, últimamente no para.”

“Si, y bueno, ¿qué tal es Romeo? No me has revelado nada.” Dijo Samy, dándole con la mano en la pierna de Tina. “Quiero todos los detalles. ¿Se besaron?”

Tina asintió. “Si.”

Después de esperar un segundo, Samantha no pudo aguantarse más. “¿Y? ¿Qué tal era?”

“Besa bien.”

Samantha sabía que había algo más que eso. “Pero…”

Tina se encogió. “No lo sé. No sentí nada. Sentí más como una obligación que no como algo que de verdad me apetecía hacer.”

“Oh, eso nunca es bueno.” Dijo Samantha. “¿Entonces por qué vas a comer otra vez con el chico?”

“Todo el mundo se merece una segunda oportunidad.”

“¿Y si tampoco funciona?”

“Entonces es que no funciona.”

“Bueno, estaré aquí si necesitas que te devuelva a casa.” Le dijo Samantha.

“Muchas gracias.” Dijo Tina, dándole en el brazo.

Acto seguido, el timbre empezó a sonar y Tina se levantó. “Es él. Deséame suerte.”

“Buena suerte.” Dijo Samantha, enfocando su atención otra vez en su libro.

“Hola.” Dijo Tina mientras abría la puerta.

“Hola.” Contestó Eric inclinándose para darle un beso. Tina lo aceptó pero se apartó al poco. Nada…de momento no vamos bien.



Bette se tumbó en la cama y miró al reloj. Era la hora en que Tina iría a comer con Eric. Se imagino que Tina estaría a salvo. Eric nunca haría nada a plena luz del día. El esperaba a la oscuridad de la noche para mostrar su verdadero lado. Cerró los ojos, pensando en aquellos años, cuando ella tenía catorce.

Bette se apoyó en los lockers intentando forzar una sonrisa. Eric acercó su cara a la suya, estaban a tan sólo centímetros el uno del otro, su brazo extendido y apoyando la palma de su mano en el lockers. Incluso a los catorce años el chico era todo un Casanova. “¿Sabes lo guapa que eres?”

Ella sonrió, mordiéndose el labio inferior mientras buscaba aquellos fríos ojos azules. Esos ojos de hielo llenos de nada que parecía quemar su cuerpo. ¿No era esto lo que se decía una cita? Chica conoce a chico, salen, se besan y juntos para siempre.

Pero Bette no quería conocer a chicos. Ella quería ir a sus clases, sacar buenas notas, y probar a todos que ella no era una versión en pequeño de su hermana. No le interesaban los chicos. Estaban bien al otro lado de la mesa, pero Eric estaba demasiado cerca. Tan cerca que incluso notaba su respiración. “Sólo sal conmigo esta noche.” Eric le rogaba, susurrándole al oído.

“Vale.” Pronunció Bette. “No hará daño salir una vez con un chico. Además, todas tus otras amigas han salido alguna vez con un chico. ¿No querrás estar apartada?” Pensó Bette, mientras en un trocito de papel le escribía su dirección y su número de teléfono.

Bette sabía que ella no era como el resto de sus amigos. Mientras no paraban de hablar de chicos del colegio, de actores o de cantantes que estaban tan buenos, Bette se fijaba en las chicas. Los hombres sólo eran hombres, pero las mujeres eran preciosas. Sus figuras, su pelo, sus labios, sus ojos, sus pechos, la forma en que les quedaba la ropa, la forma de caminar, la forma en que se movían sus caderas…todo.

Tampoco podía compartir con sus amigos lo que sentía ella. La verían rara. Pero si les contaba que tenía una cita con Eric Montague, sería su ídolo durante semanas.

Así que pretendía estar muy emocionada cuando les contó a sus amigas sobre su cita, que comenzaron a chillar y a saltar y a elogiar a Bette por que el chico más popular del colegio se hubiera fijado en Bette. Y cuando llegó el día de la cita, todas sus amigas la prepararon para que fuera perfecta a la cita: el pelo, la ropa, el perfume… incluso ayudaron a Bette a mentir a su padre sobre a dónde iba, porque no habría forma alguna en la tierra de que Melvin Porter permitiera que su preciosa niña de catorce años fuera corrompida por un chico.

Eric fue puntual para encontrarse con Bette en los recreativos. Sus amigas la acompañaron y luego al dejaron sola. A Bette le llovieron cumplidos por parte de Eric desde su precioso pelo hasta sus finos tobillos. Bette simplemente sonreía. Era como si se hubiera tapado la boca, porque eso fue lo que hizo toda la noche, mientras miraba como Eric conseguía la máxima puntuación en los recreativos.

Compartieron unos trozos de pizza, hasta que se encontraron con los inmaduros amigos de Eric.

Finalmente, consiguió convencer a Bette de que abandonase los recreativos para irse fuera, con la excusa de estar solos.

Allí fuera estaba todo muy oscuro. Bette estaba apoyada en una pared de ladrillos, y Eric volvía a acercarse a Bette. Otra vez, volvió a ver esos fríos ojos azules brillando con una luz penetrante. Y sintió su cálido aliento en el cuello, pero su mano…la mano que antes reposaba en los lockers ahora recorría su cuerpo, tocándole sitios en los que no estaba cómoda.

“Eric, para, para.” Le pidió Bette, pero él la calló con un beso. Ella le empujó por los hombros, pero él era más fuerte, más fuerte que cualquier otro cuerpo que hubiera conocido, y definitivamente, mucho más fuerte que ella.

Su mano exploradora iba bajando hacia sus pechos que le hizo estremecerse. Pensó que iba a vomitar cuando las lágrimas le empezaron a resbalar por sus mejillas. Sus besos eran fuertes. Ése sabor era asqueroso. Necesitaba respirar. La estaba asfixiando. Su mano, esa mano descendiente se deslizaba hacia abajo de su estómago y luego por su pierna donde comenzó a subir.

Y ahí es cuando gritó.

Ella gritó lo más fuerte que pudo. Aturdiendo a Eric. Él se separó lo suficiente como para que Bette pudiera apartar los brazos y empujarle lo más fuerte que podía y salir corriendo por la calle. Ella corrió. Corrió todo el camino hasta su casa, jadeando, sudando, y llorando hasta que entró de escondidas a su casa y se encerró en el baño donde lo echó todo.

Después de estar un buen rato sollozando, Bette se quitó la ropa y se dio un baño, esperando que se fuera también esa mugre que le envolvía por todo el cuerpo. Se sentó en la esquina del baño, y mientras el agua le caía, se prometió a sí misma de no dejar que eso le volviera a pasar nunca. Eric cabrón Montague, que te jodan. No le importaba que fuera el chico más popular del colegio. Jamás se le volvería a acercar.



Al día siguiente, Bette no fue bien recibida por sus amigas que le echaron en cara el escaparse corriendo de Eric cuando él lo que intentaba era mostrarle cuanto la quería. Y cuando Bette se defendió, sus amigos ni quisieron escucharla. Así que les mandó al carajo decidiendo que con amigos así estaría mejor sola.

Y cuando Eric se la encontró por el pasillo y ella le amenazó con pegarle una patada en sus partes bajas si se acercaba más de lo que estaba, Eric sólo se rió y la llamó mojigata y zorra de hielo que no tendría la oportunidad de volver a estar más con él nunca. Bette le dijo que preferiría más tragarse un cristal roto que volver a salir con él y Eric la invitó a hacer eso. Y ella le soltó un puñetazo en toda la mandíbula. Él pegó un grito de dolor. Y ella se marchó, sintiéndose de lo más orgullosa que se había sentido nunca, a pesar de que le doliera la mano.

Pero nadie se acuerda de esa parte. Se acuerdan de “Moji-Porter”, el nombre más inmaduro, y menos original e inteligente con que Eric bautizó a Bette. Y durante los últimos cuatro años, cuando se cruzaban, Eric llamaría a Bette “Moji-Porter” y Bette le llamaría “Monty”.

Bette abrió los ojos pensando en Tina. Le dejaría hasta el final de su comida para que decida sola. Luego, después de la comida, le contaría su historia. Con esperanzas de evitarle ese trauma.


“Eric, eres un chico muy simpático, y me gustas, pero no creo que esto vaya a funcionar.” Dijo Tina rápidamente, recostándose en su silla mientras esperaba la respuesta de Eric.

Estaban comiendo en una cafetería en la esquina de una de las calles más concurridas de Corona Bay. Eric le estaba pegando un bocado enorme a su triple hamburguesa cuando Tina se lo soltó. Tragándose el trozo, Eric se inclinó hacia la rubia. “¿Qué decías?”

Tina suspiró, sonriendo. “Lo siento Romeo, pero no puedo hacer nada sobre lo que siento. Eres un buen chico, pero no el chico para mí. Y honestamente, yo tampoco soy la chica para ti.”

“¿Quién lo dice?”

“Yo lo digo.”

“¿Cómo puedes estar tan segura? Esta es nuestra segunda cita y tampoco es que sea del todo una cita. Es como media cita, así que…”

“Lo cacho. Pero eso no me hará cambiar de opinión. Lo siento.” Tina bajó la vista, tomando un trozo de lechuga de su ensalada.

Eric se quedó mirando a Tina por un minuto, sus ojos entrecerrados con furia. Se limpió la boca furiosamente y arrojó la servilleta en su plato. En todos los años que llevaba andando detrás de las chicas, nunca había sido rechazado. Bueno, había una excepción, Bette Porter, pero era joven entonces. Fue demasiado rápido con ella. Pero Eric ahora sabía más. El sabía ir despacio y esperar al momento preciso para tener lo que él quería. Y estaba seguro de que con Tina le quedaba la mitad hasta que le dijo esto.

“¿Te ha hablado moj..Bette sobre mi? ¿Es por eso que viene todo esto?”

“No.” Dijo Tina, mirando hacia arriba a Eric. “Bette no tiene nada que ver con esto, aunque podría decir que ustedes dos no se llevan muy bien. Pero no, esta es mi propia decisión.”

“¿Cómo puedes hacer tal decisión basada en sólo una cita y media? Creo que me merecería otra más.” Me estás costando eh Tina Kennard…pero me gustan los desafíos.

“No creo.” Dijo Tina, levantándose.

“Sólo, considéralo.” Dijo Eric rápidamente. “Vete a casa y piénsalo antes de decidir nada y echarlo todo por la borda, porque esto podría ser lo mejor que te pasara en la vida.”

Eso es un poco presuntuoso. “No lo sé.”

“Piénsalo Tina.” Dijo Eric de modo encantador mientras se levantaba y se acercaba a Tina, como si pareciese que estaban teniendo un momento íntimo. “No dejaré de ser pesado hasta que lo pienses. Por favor.”

Dándose cuenta que se iría pronto, Tina cedió. “Bien, lo pensaré.” Quitó su muñeca de su alcance. “Pero no mantengas mucho la esperanza.”

“Eso es todo lo que puedo pedir.” Dijo Eric. “¿Quieres que te lleve a casa?”
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Mensaje  Anaïs Dom 6 Mar 2016 - 14:33

Capítulo 10

En cuanto llegó a casa Tina tomo el teléfono y se fue hacia su habitación mientras iba marcando el número de Bette. Se sentó con las piernas cruzadas en su cama. Bette contestó el teléfono. “Hey hola.” Dijo Bette afectuosamente sabiendo quién llamaba.

“Hey Bette.”

“¿Qué tal tu comida con Monty?”

“Lo he terminado.”

“¿Si? Y ¿qué tal se lo ha tomado? Seguro que no muy bien. Bette pensó para sí mientras se imaginaba la cara que se le quedaría a Eric al cortar Tina con él. Seguramente que estuviera bien enojado."

“Bien supongo. Me ha estado insistiendo en una segunda cita.”

“Y ¿le vas a dar?”

“No creo. Si no hay nada, no hay nada. Además, no me gustó la forma en que te trató ayer.”

“¿Lo escuchaste?” Bette se estremeció, ella también le había dicho malas palabras a Eric. Esperaba que Tina no estuviera enfadada con ella.

“Si.” Tina se movió en la cama para ponerse más cómoda. “Bueno, y ¿qué pasó exactamente entre ustedes dos?”

Bette suspiró mientras se sentaba también en su cama, poniéndose cómoda también. Iba a tomar un buen rato. “Bueno…”

Bette le contó a Tina la historia al completo, desde el principio hasta el final, y Tina no la interrumpió en ningún momento. Incluso tuvo que comprobar Bette que Tina seguía a la otra línea del teléfono. Cuando todo estuvo dicho, Bette suspiró otra vez. “Y así es como yo me convertí en Moji-Porter y Eric en Monty.”

“Jesús.” Tina apenas susurró, imaginándose lo mal que lo habría pasado Bette, lo sola que se habría sentido, y lo valiente que era por tener que verle cada día a él y a sus amigos y enfrentárselos.

“Tina, ¿sigues ahí?” Bette volvió a preguntar, temiéndose que quizá su historia haya sido demasiado para ella. Carajo, debería habérsela contado en persona, para que así pudiera ver la expresión de su cara ahora mismo.

Moviendo el cable del teléfono, Tina respiró profundamente. “Sí, sí, estoy aquí. No sé qué decir…¡menudo idiota!”

Bette sonrió a la inmadura, pero sin embargo, apropiada reacción de Tina. “¡Sí!”

“No me extraña que tú… Dios es que no… ¡ah! Es que me enfada tanto y yo…” Tina no era capaz de terminar una sola frase.

Bette no sabía si sentirse agradecida que su historia hubiera provocado tanta emoción en Tina, o temerse de que a la próxima vez que Tina viera a Eric hiciera algo drástico. “Gracias supongo.” Dijo en tono simpático, intentando suavizar la situación.

Aparentemente funcionó, porque Tina soltó una risa. “Lo siento. Es que este tipo de cosas me ponen mala… no lo sé.”

“No pasa nada.”

“Si estuvieras aquí o yo estuviera ahí, te abrazaría.” Dijo Tina, haciendo que el corazón de Bette se acelerase. “Y eso es mucho, porque muy pocas veces dejo a nadie que me abrace voluntariamente, solamente me dejo a mi abrazar a alguien voluntariamente.” Bromeó también Tina.

Bette sonrió, más que nada porque ya podía sentir los brazos de Tina a su alrededor.

“Gracias. ¿Qué tal si guardas ese abrazo para cuando nos veamos?”

“Vale.”

Bette rápidamente buscó un tema con el que seguir manteniendo a Tina al otro lado del teléfono, cualquier tema sólo para hablar un ratito más con ella. “¿Qué tal va tu trabajo?”

“Aún no he empezado.” Admitió Tina con cierto tono de culpabilidad.

“Tinaa.” Le riñó Bette con cariño.

“Si, siempre dejo las cosas para más tarde.”

“Por vagancia.” Dijo Bette, pero inmediatamente después se rió.

“Bueno, y ¿hace cuánto que terminaste el tuyo?”

“Hace dos días.”

“Geek” (es decir de alguien que siempre hace los deberes)

“¿Sabes lo que significa geek Tina?”

“Estoy segura que si buscase la palabra geek en el diccionario me aparecería una foto tuya al lado.”

“Muy bueno,  .” Dijo Bette. “No, geek era una persona que en los carnavales de la antigüedad mordía la cabeza de pollos vivos.”

La explicación de Bette no asombró a Tina en lo más mínimo. “Interesante…pero sigues siendo una geek, en el sentido más moderno de la palabra.”

“Muchas gracias.”

Tina se rió. Después de un rato suspiró. “Sabes, tú eres la persona con la que es más fácil hablar.”

“¿Cómo?” Dijo Bette sorprendida.

“No de verdad, por alguna extraña razón, siento como que contigo puedo contártelo todo. Las otras dos personas con las que siento lo mismo son Sammy y Da…” Tina paró, se le vino a la cabeza la voz herida de Dana, y sintió una puñalada de dolor en el corazón.

Notando la angustia de Tina, Bette rápidamente intentó remediar la situación. “Hey, Tee, no te preocupes. Alice lo arreglará todo mañana.”

“Si…sólo que… lo siento mucho. Dana no se merece esto. Ella no ha sido nada excepto una muy buena amiga y yo la he decepcionado.”

“No, tú no la has decepcionado. Tenías que guardar un gran secreto e hiciste todo lo que pudiste. Tenías que hablarle a alguien de esto, y me alegro que me escogieras a mí.”

“Yo también me alegro de haberte elegido.”

“Todo se arreglará para el lunes por la tarde, créeme.”

Alice llegó al colegio más temprano de lo habitual con esperanzas de encontrar a Dana en su lockers. Se quedó ahí, examinando a la multitud de estudiantes que pasaban. Cruzó los brazos y se apoyó en el lockers de Dana. Estaba completamente confiada de que con una buena disculpa y una explicación de lo sucedido se iba a solucionar todo. Que Dana ni se molestase en escuchar a Alice nunca le pasó por su mente.

Hasta que apareció Dana.

“¿Qué estás haciendo?” Dijo Dana por detrás de Alice, asustándola.

Alice dio un pequeño grito y se giró. “Jesús, me has asustado.”

“Estás en mi lockers.” Dijo Dana, haciendo un gesto para que se quitara.

“Oh, perdona.” Dijo Alice mirando al lockers y luego a Dana. Dana abrió con rapidez su lockers y tomo sus cosas. Alice se rió nerviosa. “Yo sólo quería disculparme por el pasado vier…”

Alice fue cortada por el golpe que dio Dana al cerrar el lockers. En un abrir y cerrar de ojos, Dana ya se alejaba por el pasillo, mezclándose con la multitud. Alice la siguió, llamándola. “¡Hey!…¡Oye!” Gritó Alice, tocándole por el hombro, se giró.

“Tengo que ir a clase.” Dijo Dana, empezando a caminar otra vez.

Alice la tomo por el brazo. “Espera…sólo escúchame por un segundo.”

Dana movió la cabeza. “No puedo.” Apartó el brazo de Alice y continuó por el pasillo.

“¿Qué tal a la hora de comer?” Preguntó Alice, jadeando mientras intentaba seguirla.

“Ocupada.” Gritó Dana por encima de su hombro.

“¿Después de colegio?”

“Tengo entrenamiento.” Contestó Dana acelerando su paso.

“Dana, tienes que darme una oportunidad de que me expli…” Gritó por el pasillo Alice, pero fue interrumpida por un grupo de chicos que se iban pasando una pelota de futbol americano, bloqueándole el paso. Para entonces, Dana ya había desaparecido. Frustrada, dijo entre dientes. “Carajo.” De mala gana, se dirigió hacia la entrada, sacando su celular de su bolsillo. “Bette me va a matar.”

Tina apoyó su cabeza contra la ventanilla del autobús, viendo casas, árboles, coches, gente pasar… llevaba su músicas puesta, no se daba cuenta que Jenny estaba a su lado y que trataba de hablar con ella. Antes de saber qué estaba pasando, una mano le golpeó en la cabeza que hizo que se le cayeran también sus auriculares. Dio un brinco al contacto asombrada, tomando sus auriculares antes de que cayeran al suelo del autobús. “¿Qué pasa?” Se volvió bruscamente hacia Jenny y otra chica.

“¡Shane!” Gritó Jenny, quedándose mirando a la chica con grandes ojos abiertos.

La chica era alta, desgarbada, e iba vestida como un chico de pies a cabeza. Pero le sentaba bien. Su pelo negro alborotado le sobresalía haciendo ángulos, y sus gafas de sol le cubrían una mirada que Tina estaba segura que sería intensa. Tina inmediatamente se acordó. Era la chica con la que se chocó Bette el primer día.

Jenny se sentó al lado de Tina, que aún seguía mirando a Shane con una mezcla de enfado y curiosidad a la vez. “Lo siento mucho. No sé por qué ha hecho eso.”

“Para llamar tu atención.” Contestó Shane. Su voz es profunda y tranquila, completamente libre de esa violencia que demostró hace tan solo minutos. Se sentó al lado de Jenny, que le hizo hueco, dejando a Tina apretada contra la ventana.

¿Qué tal de tocarme con la mano en el hombro? Tina pensó irritada. Algo dentro de ella le hizo no decirle eso a Shane, porque seguramente tendría como respuesta otro golpe.

“Oh, soy una idiota.” Se rió Jenny. “Shane, esta es Tina. Te hablé sobre ella, ella me ayudó mi primer día de la escuela. Tina, esta es Shane McCutcheon. Va conmigo a todas mis clases.”

“Encantada de conocerte.” Dijo Tina, mientras murmuraba entre dientes “zorra”.

“Sip.” Respondió Shane, asintiendo de manera cortante.

El ruido del motor del autobús y el murmullo de los estudiantes llenaba la atmósfera. Después de unos segundos, cuando pensó que ya estaba a salvo, dijo Tina, “bueno chicas, si no les importa, me gustaría volver a mi música.” Tina se rió, enseñándoles sus auriculares.

“Oh, sí, claro.” Dijo Jenny. “Adelante.”

Tina sonrió a Jenny y prosiguió a ponerse los auriculares, intentando ponerse lo más cómoda en el poco espacio que tenía. Volvió a poner su atención en el exterior, preguntándose si Alice ya lo habría arreglado.

Dejando el auto en el parking, Bette salió rápidamente de él, dando un portazo, viendo a Alice, se lanzó hacia a ella, chillando. “¿Qué ha pasado Al?”

“No me ha dado oportunidad de explicarle. Lo intenté, pero ella no ha querido escucharme ni por tan solo ¡un jodido minuto!” Alice retrocedió cuando finalmente Bette la alcanzó.

“¡Esto no está bien! ¡Le prometí a Tina que hoy estaría todo arreglado!”

“Bueno, y ¿por qué le dirías semejante estupidez?”

Los ojos de Bette se hicieron más grandes. “¿¡Estás bromeando!? ¡Me dijiste que lo arreglarías!” Chilló Bette. “Relájate Porter, lo arreglaré.” Bette se burló de Alice imitando su voz.

“Y lo haré.” Alice movió su cabeza, pestañeando, completamente insegura. “Ya sabes, cuando Dana me deje hablarle.”

Bette se le acercó a Alice de tal forma que estaban a unos centímetros la una de la otra. “No me importa qué es lo que tengas que hacer. Como si tienes que secuestrarla y atarla en una silla para que te escuche y que le digas que nada de todo esto ha sido por culpa de Tina, ¿entendido?”

“Vale, vale, entendido.”

“Deduzco que las cosas no han ido de lo esperado.” Dijo Tina, apareciendo de la nada, su voz llena de decepción. Ambas, Bette y Alice se giraron.

Alice fue la primera en reaccionar. “No es nada, sólo un pequeño contratiempo.” Alice juntó sus manos. “Pero te prometo que lo arreglaré. Te lo prometo.”

“Si.” Tina murmuro, sintiéndose ya deprimida. “Mira, tengo que irme a mi lockers, pero te veo en clase.”

“Tee…” Comenzó Bette, pero luego lo dejó. No tenía palabras con las que reconfortar a Tina o la promesa de decirle que todo iría mejor, y Bette no sabía qué decir. Tina caminó hacia el colegio cabizbaja.

“Hey, lo intenté Bette, de veras que sí. Si crees que tú lo harías mejor, pues adelante.” Dijo a Alice viendo a la retirada de Tina. Se sentía muy mal por ella, que se le veía muy triste.

“Carajo.” Murmuro Bette. No puedo perderla por esto.

Tina, distraída, abrió su lockers y tomo su libro de historia, le recorrían un millón de pensamientos sobre Dana. Necesito hablar con ella. Tengo que hacerla ver lo mucho que lo siento. Necesito de vuelta a mi mejor amiga. Tina cerró su lockers y se giró para encontrarse cara a cara con Eric.

“Bueno, ¿qué me dices?” Dijo Eric, sin tan siquiera saludar a Tina, con una sonrisa amplia y esperanzadora.

“No lo sé Eric.” Dijo quejándose Tina. La última cosa que necesitaba esta mañana era tener a Eric dándole la lata. Entonces, se acordó de la historia de Bette y comenzó a molestarse. Decidió decírselo, esperando que le quedase claro. “No lo creo.”

“Vamos Tina, no estás siendo justa.” Dijo Eric. “Apenas me has dado oportunidad…”

Tina comenzó a caminar hacia su clase, con Eric siguiéndola. “Escucha, la respuesta es no, de verdad, no.”

“Eso es inaceptable.” Dijo Eric convincentemente, empezaba a perder los nervios.

“Bueno, aprende a aceptarlo.” Tina ya había tenido suficiente con él. Empezó a acelerar el paso, pero Eric la tomo fuertemente por el brazo haciéndole girar.

“¡No!” Casi le dijo gritando, pero volvió en sí. Se rió, moviendo la cabeza a la rubia. “Sabes, ninguna chica me había dado tantos problemas como tú, Tina.” Su furia se sustituyó por una repentina seguridad en sí mismo, Eric se puso más recto, una sonrisa con picardía se le dibujó en la cara. “Pero estoy seguro que volverás por mí.”

Tina simplemente movió la cabeza. “Si claro, como dicen: puedes esperar sentado.” Se dio la vuelta y se marchó.

Cuando terminaron las clases, Tina se dio prisa para ir a los lockers con la esperanza de cachar a Dana. No sabía lo que le iba a decir, o cómo iba a decírselo. Todo lo que sabía es que necesitaba disculparse con Dana cara a cara y hacerla entender. Mientras daba la vuelta a la esquina, se le hizo un nudo en el estómago. Dana aún no estaba ahí, lo que le dio tiempo a Tina para calmarse un poco.

Mientras pasaban los minutos, su tensión iba en aumento hasta hacerla encontrarse mal. A Dana no se la veía por ninguna parte. Tina esperó hasta que sonara el segundo timbre, sin conseguirlo, se dirigió hacia la clase de inglés para ser amonestada por el Sr. Stone. En su camino, pasó por la clase de Dana. Miró hacia dentro. Vio a una Dana sentada, su cara expresaba una mezcla de monotonía, preocupación, y depresión.

Tina suspiró y se fue despacio a su clase cuando el profesor de su clase vio a Tina mirando. Me va a evitar siempre. Carajo Tina. ¿Cómo le pudiste hacer eso?

Durante la comida, Tina se sentó con Alice y con Bette, que hicieron todo lo que pudieron para distraer a Tina. “Hey T.K., ¿te importa si te llamo T.K.?”Preguntó Alice moviendo su tenedor.

Tina se encogió. “Me da igual. Parece que estos días todo el mundo me está poniendo diminutivos.” Miró a Bette medio sonriendo. Bette sonrió en contestación.

Dándose del momento entre las dos Alice sonrió para sí. ¡Así se hace Porter!

“Bueno, y ¿Qué hay entre Montague y tú?”

“Quiero saber todo lo bueno, así que empieza a cantar.”

Bette le echó una mirada de hielo a Alice. De todos los temas que podría haber escogido tiene que sacar este.

“No hay buenas. Rompí con él ayer.”

“Ouch. Estoy segura que eso le hirió su orgullo.”

“Si, bueno, no lo sientas todavía mucho por él.” Dijo Tina, mordiendo una papita frita. “Es un chico muy persistente.”

“¿Cómo? ¿Todavía se cree que sigue teniendo otra oportunidad?” Preguntó Bette, empezándole a hervir la sangre.

“Si, es bastante patético.”

“Hablando del putón.” Dijo Alice alzando las cejas y apuntando en la dirección de Eric mientras este se iba acercando. “Bueno, bueno, bueno, si ese no es Eric Montague, el héroe del equipo de futbol que me maten ahora.”

Tina se giró para mirarle y luego miró a Alice y a Bette, poniendo los ojos en blanco. “Ya volvemos.”

Bette apretó su mandíbula inferior contra la superior, le empezaba a salir su ira. Qué estúpido es este tío. Tina dijo no, debería ser no.

Pero Eric no aceptaba un no por respuesta.

“Tina.” Dijo en un arrullo Eric, pasando una pierna por el banco y sentándose de cara a ella. Tina no se movió de su posición. “Quería pedirte disculpas por lo de esta mañana. Actúe como un estúpido.”

“No pasa nada.” Dijo Tina mirando a Eric, y luego a Alice y a Bette.

Bette cerró los ojos. Respuesta equivocada

Eric sonrió ampliamente. “¿Qué tal si lo arreglo invitándote a cenar? Esta noche en el…”

“Eric.” Le advirtió Tina.

“Hey, ¿Qué le ha pasado a Romeo? Me gustaba.”

“No creo que sea lo más apropiado ahora.” Dijo Tina.

Alice disfrutaba observando la escena, apoyando su cabeza en la mano, sus ojos se movían de Eric a Tina, como si viera un partido de tenis. Bette, por otra parte, intentaba mantenerse al otro lado de la mesa y no saltarle hacia él.

“¿Por qué no?”

Cansada de él, Tina suspiró. “Porque ya no coqueteo más contigo. No voy a volver a salir contigo, y seguiré diciéndote no hasta que lo entiendas o hasta que encuentres otra chica.”

“Oh n , yo no te haría eso.” Eric intentó reírse, pero todo el mundo veía que empezaba a perder la paciencia.

“ a lo hicieras.” Dijo entre dientes Tina y Alice no pudo evitar soltar una risotada y hundió su cabeza en el brazo.

Bette aprovechó ese momento para intervenir. Se levantó, tenía apretados tanto los dientes que pensaba que los iba a romper. “Creo que deberías marcharte…ahora.”

Eric respiró profundo por su nariz, dándole a Tina la impresión de que fuera un toro apunto de embestir. Miró a Bette con una ardiente mirada y luego a Tina, contemplando si podría evitar empezar a llamar a Bette por todos sus nombres. La mirada de advertencia de Tina le dijo que mejor no. Tragándose toda la ira, Eric forzó una sonrisa. “Bueno, me tengo que volver con mis amigos.” Se levantó, mirando a Bette y luego a Tina. “Ya hablaremos más tarde.”

Tina le aguantó la mirada. Se le arrugó la frente mientras le miraba. Alice sintió la necesidad de soltarlo, una pícara sonrisa se le dibujó en la cara.“Oh Eric, ¿te marcha tan pronto?”

Eric fulminó con la mirada a Alice y se marchó. Bette se volvió a sentar, notando que su furia disminuía a cada paso que Eric se alejaba. Tina movió la cabeza. “Ves lo que digo.”

“Tanto golpe en la cabeza no es bueno. Su cráneo es igual de grueso que el relleno de su c .” Bromeó Alice.

“Has sido demasiado buena con él.” Dijo Bette.

“¿Qué más se supone que tengo que hacer? No conozco más formas de decirle que no.”

“Puedes empezar diciéndole no y luego seguir con, niet, nein, never, ah-ah, de ninguna forma, nunca en tu vida, sigue soñando, vete al carajo, y el popular, rodillazo en la entrepierna.” Sugirió Alice, y ambas Bette y Tina estallaron en carcajadas.

“Veo que estaba equivocada.” Se rió Tina.

“Cielo santo, me pone tan enferma.” Bette respiró, aún riéndose por el comentario de Alice.

“No dejes que pueda contigo.” Dijo Tina, apartando su bandeja y bebiendo de su refresco.

“Si Porter, es agua pasada, además T.K. lo tiene bajo control. Me ha encantado la forma con la que lo has llevado.” Añadió Alice.

“Gracias.”

El resto de la comida continuó con Bette y Alice distrayendo a Tina para que no pensase en Dana, que parecía funcionar. En verdad, las tres buscaban con la mirada a Dana a ver si la veían por la cafetería, pero sin resultado.
o sería hasta dentro de dos semanas enteras que Tina no tendría la oportunidad de hablar con Dana, bajo unas inusuales circunstancias.
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Mensaje  Anaïs Dom 6 Mar 2016 - 14:35

Capítulo 11

2 semanas. 14 días. 336 horas. Eso es lo que tardaría Tina en poder hablar con Dana. Y no por las veces que lo intentó, porque Alice, Bette y Tina, intentaban acercarse a la chica siempre que podían. Dana simplemente no lo permitiría. Las evitaba en el colegio y en los entrenamientos, no contestaba sus llamadas, y le dijo a Jessica, la chica de su casa, que les dijera que no estaba en casa cuando iban a buscarla.

Tina se encontraba abatida. Dana fue la única mejor amiga que tuvo. Dana estuvo allí cuando su padre murió, cuando su madre pasó por esa fuerte depresión que no se podía levantar ni de su cama, todas esas noches que se quedaba en casa. Bette y Alice pronto se convirtieron en los pilares de Tina, saliendo con ella, quedando en su casa, e intentando que no pensara en ello, pero no ayudaba mucho.

Sinceramente, estaba empezando a fastidiar todo esto a Bette. Si, Tina le prometió a Dana guardar su secreto y si, rompió su promesa al contárselo a Bette, pero Bette no se lo contó a nadie. Alice simplemente lo sabía. Y si, Alice tampoco tendría que haberle dicho nada a Dana, pero lo hizo. Dana estaba dolida y asustada de que se enterase todo el colegio, pero después de dos semanas sin ningún tipo de comentario por parte de ningún compañero, ¿no se tendría que dar cuenta que su secreto seguía a salvo? Para Bette, Dana estaba siendo poco razonable.

Bueno, aunque la gente no suele ser a menudo razonable cuando están heridos y tienen miedo.

Así que aquí estaban, dos semanas después, y Bette ya estaba a punto de coger a Dana, atarla a una silla y hacerla escuchar a todo lo que le tenía que decir. Haría cualquier cosa con tal de que desapareciese esa triste mirada de la cara de Tina y daría cualquier cosa por ver su verdadera sonrisa también.

También había que decirlo, que tampoco haría mucho que Bette consiguiera poner a Tina y a Dana para hablar. Incluso Alice, que lo había estado intentando tanto, no podía alcanzar a Dana. Sería otra persona, completamente ajena al grupo que conseguiría que Dana y Tina se reconciliasen.

Shane McCutcheon.


Bette llamó a la puerta del Sr. Plotkin antes de pasar. El Sr. Plotkin estaba al teléfono, pero le hizo un gesto a Bette para que entrase y se sentase. Bette obligada, se sentó en la silla de cuero de enfrente de su escritorio, preguntándose por qué su tutor la habría llamado. Terminó con la llamada y cogió unos papeles de debajo de una gran pila. “Hola Bette. Estoy seguro de que debes saber a qué viene todo esto.”

“De echo, Sr. Plotkin, no lo sé. No lo siento, ¿me he olvidado de algo?”

“No querida, es sobre tu programa de dar clases.”

La cara de Bette se iluminó. “Oh si, ya me acuerdo. ¿Ya ha empezado?”

“Empieza hoy el programa. Siento no haberte avisa con más antelación, pero como puedes ver…” El Sr. Plotkin movió sus brazos enseñándole la pila de papeles que tenía en su escritorio. “He estado bastante ocupado. ¿Tenías pensado algo? Por que podrías empezar mañana si quieres.”

Bette movió la cabeza. “No. Puedo empezar hoy mismo.”

“Perfecto. Excelente.” El Sr. Plotkin le pasó algunos papeles a Bette. “Este es el horario y los formularios de tu servicio a la comunidad. Me los rellenas y yo me los quedo. Y ahora, ¿de qué asignatura te gustaría dar clase?”

“Mates. Si no hay inconveniente.” Bette supo al minuto la asignatura que escogería en cuanto Tina le dijo. Afortunadamente, se le daban bien las mates, aunque no fuese una de sus asignaturas favoritas.

“Estupendo. Sólo tenemos otros dos tutores más de matemáticas y hay unos cuantos alumnos con problemas. Puedes ayudar a otros si quieres, pero yo te he asignado a un estudiante que tendrás que ayudar cada semana."

Bette asintió, mirando en sus papeles. “¿Quién?”

El Sr. Plotkin buscó entre sus papeles, murmurando. “Tiene que estar por alguna parte.” Dio la vuelta a varios papeles y otras cosas cuando por fin lo encontró. “¡Ajá!” Mostrándole el papel a Bette. Entrecerró los ojos para descifrar lo que había escrito. “Shane McCutcheon.”

“Y dónde me encuentro con Shane?”

“En la clase 316 hoy y el resto de los lunes, al terminar las clases durante una hora. A medida que vaya progresando, Shane dejará de ir a las clases y recibirás a otro estudiante.”

“Pero también puedo ayudar a otros, ¿verdad?”

Si. Para eso tienes los miércoles y los jueves. Puedes ayudar a otros o continuar con Shane si tú lo crees conveniente, que me parece que con Shane, necesitarás más clases. "Es algo problemática.” Viendo la mirada de preocupación en el rostro de Bette, el Sr. Plotkin rápidamente la tranquilizó. “Pero no te preocupes: que siempre habrá un profesor vigilando.”

“¿Y si Shane no viene?”

“Es obligatorio, pero si decide no venir, no le pasará nada a tu servicio de comunidad, pero deberías quedarte e intentar ayudar a otro estudiante.”

“De acuerdo.”

“Bueno, ¿alguna otra pregunta más?”

Bette movió la cabeza. “No, creo que lo sé todo.”

“Muy bien, bueno, si tienes alguna pregunta, no dudes en decírmela.”

Bette se puso en pie. “Gracias Sr. Plotkin.”

“De nada, estoy seguro que serás una buena profesora.”

“Eso espero.” Bette le estrechó la mano al Sr. Plotkin antes de irse.


Tina se encontró con Bette y Alice en el pasillo para irse a comer. Volvieron a buscar un poco a Dana, pero sin esperanzas también. Dana probablemente ya las habría pasado y estaría de camino al sitio que fuera que desde luego no era la cafetería del colegio. No estaba siendo justa con Bette y Alice que hacían tanto por ayudarla. Hoy iba a intentar no parecer tan triste para pasar un buen rato con sus dos nuevas mejores amigas, aunque echaba de menos a su otra mejor amiga. Pero no iba a dejar que se viera que seguía preocupada.

Valiente Tina, valiente.

“Ey chicas. Mirad lo que tengo.” Dijo Tina sacándose de bolsillo un móvil. “Ahora soy parte de la era de la tecnología.”

“¡Bienvenida a la tierra de molestos tonos de llamada y de un asqueroso servicio!” Exclamó Alice chocándole la mano con Tina.

Tina sacó dos trozos de papel. “Aquí tenéis mi número y estad contentas de ser los primeros números en mi móvil después claro, del de mi casa, el trabajo de mi madre y el de Sammy.”

“Qué honor.” Dijo Bette sarcásticamente, leyendo el número.

Iban caminando hacia la cafetería cuando Tina paró de repente. “Mierda, olvidé mi dinero en la taquilla.”

“¿Guardas el dinero en tu taquilla? Eso tiene corage.” Dijo Alice.

Tina movió la cabeza. “No, lo llevaba en mi chaqueta y me la he olvidado allí.”

“¿Quieres que te acompañemos?” Preguntó Bette, esperando que no fuese sólo una excusa.

Tina ya había empezado a ir hacia las taquillas. “No, sólo cogedme un sitio. Estaré ahí en un momento.”

“De acuerdo.” Suspiró Bette. No parecía convencida, de hecho, le preocupaba.

Esa mirada de preocupación de Bette hizo reconfortar a Tina, lo que inmediatamente le asustó. ¿Qué demonios está pasando aquí? Decidiendo olvidarse de ello, Tina simplemente sonrió. “Tardaré un minuto.” Se volvió y continuó. Es amable por su parte el que se preocupe por mi. Eso es todo. Estoy agradecida de que sea una persona que se preocupe tanto por los demás. Una persona maravillosa.

Una persona maravillosa.

Una persona maravillosa, guapa… Los pensamientos de Tina fueron interrumpidos cuando se chocó accidentalmente contra alguien. Ya oliendo el fuerte olor a colonia que le era familiar, Tina miró hacia arriba y dio un quejido. Era Eric.


Dana salió de clase cuando estaba segura de que ya no había nadie por los pasillos. Mirando alrededor, Dana se dirigió rápida hacia su taquilla, esperando no encontrarse ni a Tina ni a Bette ni a Alice.

Dana no sabía qué hacer. Sabía que su secreto seguía a salvo, ya que nadie le había dicho nada al respecto, pero seguía muy enfadada y le había dicho tantas cosas a Tina como para intentar salvar la relación. Cuando Alice y Bette fueron a su casa, le dio tal vergüenza, que incluso se encerró más en sí misma, hasta meter en el problema a la pobre Jessica. Ella no sabía exactamente qué es lo que pasaba, sólo que Bette, Alice o Tina no la podían ver y todo esto, sin decir nada a sus padres. Pensó que debería buscar a Tina, que se le veía tan triste durante las dos últimas semanas, le partía el corazón. Pero no podía. No sabía cómo.

Llegó a las taquillas y abrió la suya, a Tina no se le veía por ninguna parte. Por el momento bien.. Cogió su comida y cerró la puerta, pero al darse la vuelta, alguien estaba detrás de ella. Dana se sobresaltó y pegó un pequeño grito, pero no tenía escapatoria. Los brazos de la persona estaban a ambos lados de la cabeza de Dana apoyados en su taquilla, acercándose más a Dana, estando a tan sólo centímetros.

Era una chica alta, delgaducha, y vestida a lo chico. Sus grandes gafas de sol oscuras escondían sus ojos: unos ojos que Dana sabía que la miraban viéndola sin ropa alguna. “Hola.” Dijo con voz ronca, sonriendo ampliamente. “Soy Shane.”

“Ho-ho-hola Shane.” Tartamudeó Dana muy nerviosa.


Eric puso sonrisa de seductor. “No puedes despegarte de mi ¿eh?”

“Oh Dios.” Dijo Tina, inmediatamente apartándose del cuerpo de Eric. “¿Cuántas veces y de cuántas maneras te tengo que decir que te alejes de mi?”

“Ey, tú has sido la que te has echado encima de mi, Julieta, no de la otra manera.”

“¿¡Julieta!? ¿¡Julieta!? ¿Estás bromeando?” Gritó Tina. Después de dos semanas de acecharla, Tina ya había tenido más que suficiente. A cualquier sitio que fuera, ahí estaba Eric. En los pasillos, en la cafetería, en el patio, dos veces en la tienda y una en la casa de Tim. No solamente empezaba a cansarla sino que también le entraban ganas de estrangular a Eric. “Todo este tiempo, y después de todos mis rechazos lo único que podrías hacer es ser lo ingenioso y original como para llamarme otra cosa. Pero por el amor de Dios, ¡Julieta!”

“Ey, tranquila.” Se rió Eric. “Estaba bromeando.”

“Ya he tenido suficiente Eric. ¡Basta! Te vuelves a acercar a mi Eric y yo haré…”

“Harás que.” Susurró Eric, acercándose a Tina. “Te quitaré todo lo que tengas.”

“Eres repugnante.” Tina le escupió, dándose la vuelta y saliendo corriendo.

Acto seguido Eric corrió persiguiéndola. “¡Eh!”


“Hueles muy bien.” Añadió Shane.

Dana se retorció. “Eso es porque a penas hay un centímetro entre nosotras.”

“Eres preciosa.”

Dana cerró los ojos. “Por favor, por favor, déjame sola.”

“¿Por qué?”

“Porque, ¿y si alguien nos ve?” Dana susurró con temor, completamente alertada por la posibilidad de que algún alumno o profesor apareciese por esa esquina y viera la escena.

“¿Cómo? ¿Te avergüenzas o algo?”

“¿De qué?” Se le hizo un nudo en el estómago a Dana.

“De que la gente sepa que eres gay.” Dijo Shane alzando un poco la voz y a pesar de que en ese pasillo estaban solas, Dana sintió su corazón agitarse.

“¿Quién te lo ha contado?” Susurró Dana. Pero antes de que contestase, le dio tal empujón con tanta fuerza que la tiró al suelo.

Shane se sentó en el suelo, boquiabierta mirando a Dana desde el suelo, que estaba paralizada. Esa sonrisa encantadora del principio desapareció, un fuerte bramido emergió de su garganta. “¡Zorra!” Chilló Shane, su voz quebrada como la voz de un chico adolescente. En cuestión de segundos, se puso de pie, y embistió a Dana.


Tina iba a paso rápido hacia las taquillas, sin ser consciente de que Eric la iba siguiendo. “¡Deja de seguirme!” Dijo lo suficientemente fuerte como para que la oyera, justo cuando pasaba la esquina, Tina se quedó helada.

Ahí estaba, Dana, presionada contra las taquillas por Shane que la tenía cogida por el cuello. “¡Oye!” Gritó Tina, rompiendo a correr, olvidándose por completo que Dana ya no le hablaba y corriendo a ayudar a su amiga.

Shane maldijo. “mariposilla zorra, has cometido el error más grande..” Shane fue interrumpida por un golpe en el hombro, sacudiéndola. Se giró y se balanceó, sin importarle quién era.

Tina sintió una mano contra su mejilla y se vio el suelo en la cara. Afortunadamente, sus brazos reaccionaron antes de que golpease su cabeza contra todo el suelo.

“¡Jesús!” Eric gritó mientras vio la escena completa, cogiendo a Shane por el cuello y encarándosela. La puso en alto. “¡¿Qué coño te pasa tío?! ¡Pegando a dos chicas!” Le riñó, pretendiendo hacerse el héroe. “Debería pegarte una patada en el culo.”

Shane le propinó a Eric una patada en todas sus partes bajas. La soltó e inmediatamente se cubrió su parte herida, dejándose caer en sus rodillas, respirando entrecortadamente. Shane se rió mientras se alzaba sobre él. “Soy una chica gilipollas.”

"Dana se desplomó al suelo, mirando a Tina, la que se sentó, frotándose su dolorida mejilla.”

Shane miró alrededor, su furia empezó a desaparecerle al darse cuenta que era la única persona que estaba en pie, y no estarían solos por mucho tiempo. Decidió salir disparada, esperando que no la pillaran. Mientras llegaba al final del pasillo, se topó con el subdirector.

La cogió por el cuello. “¡Quítame las manos de encima!” Chilló, no dejándose de mover una vez que el director la tenía cogida.

“¿Qué demonios está pasando aquí?” Gritó el Sr. Greenbaum, arrastrando a Shane hacia el lugar. Su dura y frían frente labrada por años de estudiantes problemáticos y la obligación de mantener la paz se arrugó.

Eric fue el primero en hablar, medio ahogado mientras intentaba respirar. “¡Esa maldita zorra loca me atacó!” Quejándose de dolor mientras se retorcía en el suelo.

Tina sonrió, viendo a Eric a través de su pelo que se le había puesto en su cara. Gracias Shane.

El Sr. Greenbaum suspiró profundamente, mirando al desastre que había causado Shane. “Muy bien, todo el mundo de pie. Vámonos.” Dándose cuenta de que los demás no le darían ningún problema, puso su atención en Shane. Cogió a Eric por el brazo, ayudándole a levantarse. Eric apenas podía caminar, con el cuerpo doblado. Dana iba caminando despacio, seguida por Tina.



Greenbaum iba delante, llevando a Shane consigo que aún seguía retorciéndose. Todo el mundo seguía en línea con Eric caminando el último.


Bette miró a su reloj y luego escaneó el comedor. “¿Dónde está?” Se dijo flojito para sí, pero Alice la escuchó.

“No lo sé, pero debería darse prisa o se va a quedar sin comida.”

La mente de Bette empezó a dar vueltas con mil posibilidades de algo que le podría haber pasado, el más importante de que Eric cogiera a Tina por el pasillo y la acorralase. Relájate Bette, Tina sabe cuidarse sola.

Pero Monty es un vicioso asqueroso.

Bueno, en el colegio nunca intentaría nada. Seguramente que no sea nada.

“¡Ey!” Dijo Alice, su cara se le iluminó. “¿Crees que se haya encontrado con Dana y que puedan estar hablando?”

Ese pensamiento no se le había pasado por la cabeza a Bette. “H ..podría ser una posibilidad. ¿Qué crees?”

“No sé, pero estaría totalmente asombrada si ocurriera. Dios, estaba empezando a perder la esperanza. Estaba a nada de escribir en toda la pared del colegio un gigante Lo Siento.” Dijo Alice.

“¿Cómo? ¿No ibas a utilizar la radio?” Bromeó Bette.

“Ese era el plan B. Y si tampoco funcionaba iba a dibujar un corazón gigante en su jardín.”

“Si, seguro que a los Fairbanks les encantaba.”

“No, pero sí que al jardinero. Se les paga extra por limpiar eso.”

Bette se rió.

El timbre que indicaba el comienzo de las clases sonó. Alice y Bette se levantaron, Bette miró una vez más. No había señal de Tina. Después de la comida tampoco vio a Tina el resto del día. Y luego tenía las clases de repaso, así que no volvería a verla hasta más tarde del colegio. Bette sólo esperaba que Tina estuviese bien.


Shane se sentó en una silla cerca del despacho del director, moviendo la pierna mientras miraba a los otros tres. Tina estaba encorbada, sosteniendo una bolsa de hielo contra su mejilla y un pañuelo en su labio que se lo mordió sin querer al pegarle Shane. Dana estaba sentada, moviendo sus manos con nerviosismo, pensando en todos los problemas que se iba a meter por esto. Eric estaba sentado en medio, con una bolsa de hielo en sus partes.

El director, el Sr. Freeman, abrió la puerta y miró hacia abajo. “Srta. McCutcheon.” Suspiró. “Venga conmigo.”

Shane se levantó no sin antes mirar a Dana. El Sr. Greenbaum salio de su oficina, acercándose a Eric. “Ven conmigo hijo.” Se volvió hacia su oficina.

Eric dio un quejido mientras se levantaba, caminando despacio hasta la oficina del subdirector. La puerta se cerró, dejando a Dana y a Tina solas.

Se quedaron sentadas, en un incómodo silencio. Y las dos chicas lo notaban.

Dana finalmente decidió reunir el valor para romper el silencio. “¿Es-estás bien?”

“No.” Susurró Tina.

“¿Te duele mucho la cara?” Dana se inclinó.

“Lo siento Dana.” La voz de Tina era entrecortada cuando se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas.

“Yo también lo siento. Siento haber dejado sobre ti este gran secreto y esperar que no lo contaras.”

“Debería haber podido. Confiaste en mi.”

“Pero sé que no se lo dijiste a Alice. Ya sé que ella simplemente lo supo. Igual que Shane también lo supo. Es como una cosa, supongo.”

“Lo siento. Aunque se lo contase a Bette, tienes que creerme que jamás haría nada para herirte. Yo sabía que Bette podía guardar el secreto.”

“Lo sé, y siento haberte dicho todas esas cosas sin ni siquiera darte la oportunidad de que me explicaras.”

“Te echo de menos.” Tina apenas dijo en un susurro, mirando a Dana.

“Yo también te echo de menos.” Unas pocas lágrimas le resbalaban por la cara, se levantó y se fue a sentar al lado de Tina, dándole un fuerte abrazo.

Tina también la abrazó, sus lágrimas le recorrían la cara. “Lo siento mucho.” Dijo casi sollozando, abrazándola.

“No lo sientas, volvamos a ser amigas, ¿vale?”

“Vale.” Tina asintió.

Se abrazaron hasta que el Sr. Freeman abrió la puerta y Shane salió. “Ahora te quedas ahí sentadita. Como te muevas, llamaré a seguridad y tendrás más de ocho semanas de detención, ¿entendido?”

Shane simplemente se dejó caer en la silla. El Sr. Freeman ahora miró a las chicas. “¿Dana Fairbanks?”

Dana alzó la vista y se separó de Tina. Secándose las lágrimas se levantó. “Si Sr.”

“Sígueme.” Y entraron en su despacho.

Dana volvió a mirar a Tina antes de entrar. Se paró delante del Sr. Freeman con temor a lo que Shane le hubiera contado. ¿Qué pasaría si Shane le hubiera dicho que Dana la empujó al decirle ella que era gay? ¿Se lo contaría a sus padres? ¿Qué haría?

“Porfavor, siéntate.”

Dana vacilante se sentó, su estómago dando saltos y su corazón latiendo cada vez más rápido. El Sr. Freeman se sentó, mirando un archivo. “Srta. Fairbanks, estás en el equipo de tenis, ¿no es así?”

“Si, señor.”

“¿Y sabías que peleándose en el colegio como la de hoy podría echarte fuera del equipo?”

“Si, señor.” Dana suspiró mirando abajo.

La Srta. McCutcheon me ha contado lo que ha pasado, que ella te atacó primero, pidiéndote dinero, y tú sólo la empujaste. ¿Es eso verdad?”

Asombrada, Dana simplemente cabeceó. ¿Por qué diría eso?

“De acuerdo.” El Sr. Freeman se sentó en su silla. “Dana, eres una excelente estudiante, con un expediente limpio, así que voy a dejar irte con una detención por un día. Muéstramelo y te marcaré como que has llegado tarde a clase.”

El corazón de Dana dio un brinco. “¿Eso es todo?” Dijo antes de que tuviera oportunidad de pararse.

El Sr. Freeman asintió. “Pero no quiero volverte a ver por aquí más, ¿entendido?”

Dana asintió con alegría. “Si señor, gracias.”

“De acuerdo, puedes irte. Recoge el papel en secretaría y vete a clase.”

Dana se levantó, suspirando profundamente de alivio. “Gracias señor.”

“Y asegúrate de ganar este fin de semana.”

“Absolutamente señor.” Dijo Dana, abriendo la puerta y marchándose. Sonriendo, inmediatamente buscó a Tina, pero ahí no estaba. Probablemente estaría con el subdirector, pero Shane seguía allí.

Dana miró a Shane, que simplemente le devolvió la mirada. Fue a coger la nota en secretaria e iba a salir por la puerta, parándose en frente de Shane.“Esto..gracias.”

“Como quieras.” Respondió poniendo los ojos en blanco.

¿Qué es lo que pasa con esta chica?

Dana simplemente movió la cabeza.

Bette usó el pase para ir al baño para llamar a Tina. En uno de los pasillos que parecía estar desierto, marcó su número. Mordiéndose el labio inferior, iba andando de un lado a otro mientras escuchaba los tonos.


Escuchó un sonido sordo de fondo detrás de ella, haciendo Bette girarse. Siguió el sonido. Allí, debajo de las taquillas era de donde provenía el sonido, Bette se agachó. Era un móvil igual que el de Tina que no paraba de vibrar, lo abrió y le dio un vuelvo al corazón al ver que en la pantalla decía Bette llamando.

Colgó, llevándose su móvil con ella. Mierda, algo ha pasado.

Espera, quizá sólo lo haya perdido.

Algo malo ha pasado.

¡No lo sabes!

¡Llama a su casa!

¿Y preocupar a su madre por nada?

MIERDA, MIERDA, MIERDA

Confusa, preocupada e indefensa, Bette despacio hizo el camino de vuelta a su clase, su corazón golpeándole en el pecho mientras se preocupaba por Tina.

Al terminar las clases, Bette buscó a Tina hasta que no pudo más. Tenía que ir a la clase 316 para darle clases de repaso a Shane McCutcheon. Quería saltársela, pero ya le había dicho al Sr. Plotkin que hoy empezaba. Quizá podamos terminar pronto por ser el primer día. Bette pensó mientras se dirigía hacia la habitación, llevando un libro de mates y una libreta. Para su sorpresa, se encontró al Sr. Plotkin ahí.

“¿Sr. Plotkin?” Dijo Bette mientras caminaba hacia su tutor.

“Oh Bette, aquí estás.”

“¿Qué está pasando?”

“Parece ser que Shane se ha metido en algún problema y estará en detención durante las próximas ocho semanas.”

“Oh.”

“¿Te importaría darle clase ahí?”

“Eh, no. Supongo que no.” Dijo Bette, tocándose el cuello.

“Bien, bien. Bueno, ella y otros más están en la clase 423. Siento el cambio, espero que no te cause molestias.”

“No, simplemente subiré hasta allí.” Bette suspiró, seguía pensando en Tina.

“Vale. Gracias Bette.”

Bette asintió e hizo su camino hasta la clase 423, llegando en nada. Abrió la puerta y se paró en seco. Tina y Dana estaban sentadas en un lado de la clase, Eric estaba en la última fila sentado, y la chica que Bette recordaba como la que se chocó con ella el primer día estaba al lado opuesto de la última fila también, tirándole una bola de papel a Eric. El profesor, un chico joven, sin duda un sustituto, tenía puesto su iPod con el volumen a tope y estaba leyendo el periódico, ni si quiera se dio cuenta de que Bette entró.

“¿Tina?” Bette dio un grito ahogado, aliviada de que Tina estuviera bien y luego desconcertada de que estuviera en detención.

“¿Bette?” Dijo Tina mirándola. “¿Qué estás haciendo aquí?”

“Est-estoy aquí para dar clasea a..” Bette miró a Shane, definitivamente si que era la chica que se chocó con ella, y no parecía tener muchas ganas de clases de repaso.

“¡Jesús!” Masculló Bette.

Bette volvió a mirar a Tina. “¿Qué estás haciendo aquí?”

“Una historia muy larga.”
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Mensaje  Anaïs Dom 6 Mar 2016 - 14:36

Capítulo 12

Bette se acercó más hacia Tina perpleja. Rápidamente miró a Tina, que tenía una gran sonrisa en la cara. “¿Qué está pasando? ¡Oh Dios mío! ¡Tee!”Bette gritó más de lo que quería, viendo el morado en su mejilla y el corte en el labio. “¿Qué ha pasado?” Incapaz de controlarse, Bette le acarició la cara donde tenía el dolor, rozándole ligeramente con sus dedos.

Los ojos de Tina se agrandaron al contacto de Bette, notando como se le acaloraba la cara. “No-no es nada.” Apartó su cara, incapaz de mirar a Bette directamente a los ojos.

“¿Quién te ha hecho eso?” Dijo Bette mientras iba en aumento su furia. Inmediatamente miró a Eric, que parecía estar dormido. Tenía los c s de música puestos y los ojos cerrados así que parecía que estuviera durmiendo. “Le mataré.” Bette apretó los dientes. Debería haber ido con ella.

“No, Bette no. No fue Eric.” Dana respondió por Tina, totalmente confundida e interesada en lo que estaba pasando entre ellos. “Fue Shane.”

“¿Cómo?” Bette se giró bruscamente hacia Shane, que estaba hundida en su silla haciendo más bolas de papel. Luego se giró hacia Dana. “Ey, espera, Tina y tú ya…”

Dana asintió, riéndose. “Hemos hablado.”

“Lo siento mucho Dana. Sé cómo se siente…”

Dana interrumpió a Bette moviendo la cabeza. “Está bien. Ya es agua pasada.”

Bette sonrió a Dana por un segundo, aliviada. Luego se agachó al lado de la mesa de Tina. Ésta seguía sin mirarla. El pelo le cubría la cara. “¿Estás segura que estás bien?”

Recuperada, Tina finalmente miró a Bette y sonrió. “Si estoy bien. Lo prometo.”

“Vale.” Bette le sonrió, levantándose. Se volvió hacia Shane lanzándole una mirada asesina. Suspiró y se dirigió hacia ella.

“Bette.” Tina la llamó y ésta se giró.

“No la pagues con ella. Shane es una buena tía.”

“Tee, te dio un golpe en la cara.”

“¡Eh!, que estoy aquí sentada.” Interrumpió Shane, sentándose más recta, ganándose otra mirada fulminante de Bette.

“Y también le dio una patada a Eric en todas su partes.” Tina apuntó con el dedo gordo hacia atrás a Eric que seguía sin moverse de su posición. En ese mismo momento, Shane le tiró una bola de papel a Eric, y le dio en toda la cabeza.

Eric dio un brinco, abriendo los ojos y bufando. Quejándose se agarró su recién parte dolorida. “Oh joder.” Casi sonó como un sollozo mientras bajaba su cabeza contra la mesa.

Tina y Dana no pudieron contener su risa y estallaron en carcajadas. Incluso Bette, a pesar de lo enfadada que estaba, también se le escapó la risa. Shane cruzó sus brazos, sonriendo triunfalmente.

Respirando profundo, Bette se dirigió hacia Shane que alzó su mirada desafiante. “¿Qué?”

Bette se sentó, apoyando los libros en la mesa de Shane. “Hola Shane. Soy Bette Porter, tu profesora de mates.” Acto seguido, Bette se acercó a ella de forma que nadie más la pudiera oír y le dijo en un susurro. “Y si alguna vez, alguna vez vuelves a tocar a una de mis amigas, no sólo haré que tu vida sea un infierno, sino que yo personalmente me encargaré de que no vuelvas a usar tu brazo derecho, ¿me entiendes?”

Shane se quedó mirando a Bette directamente a los ojos. Esta tía no habla sólo de una amiga. “Si, lo cojo.”

“Bien.” Asintió Bette, sentándose. “Muy bien.” Bette miró al reloj. “Nos queda media hora, así que por qué no empiezas diciéndome qué es lo que entiendes y qué es lo que no.” Abrió el libro de mates y buscó la página del índice.

“Eso es fácil. Todo y nada.”

“Ah-vale. ¿Y tienes idea de por dónde vais en clase?”

“Nop.”

“¿Has ido a las clases Shane?”

“¿A qué clase?”

Bette cerró los ojos. “Mates.”

“Ahm..¡si! eso creo, bueno, no sé, quizá.”

“De acuerdo.” Dijo Bette cerrando el libro y llevándoselo a su regazo. “Veo que hoy no podremos hacer mucho, pero no importa, tenemos ocho semanas para ponerte al día.”

Shane simplemente se puso sus gafas de sol.

Regresando de su doloroso estupor, Eric giró su cabeza hacia Shane y le soltó, “mariposilla zorra loca, vas a pagar por esto.”

“¡A qué estás esperando debilucho!” Le contestó Shane levantándose.

Bette agarró a Shane por su camiseta y la sentó. “Siéntate.”

“Ese hijo de…”

“Todavía no he terminado contigo.” Bette movió su cabeza.

“¿Qué edad tienes?”

“Dieciséis.”

“Y estudias..”

“Tercero", espera, ¿y a ti qué te importa? Shane soltó su camiseta de la mano de Bette.

“Quiero ayudarte Shane. Si no te sacas el graduado del instituto ya puedes decirle adiós a tu futuro. ¿Es eso lo que quieres?”

“Me importa una mierda.”

“Si, bueno, ese es tu problema.” Bette deslizo el libro de mates hacia Shane. “Ahora sé que ponerte a hacer mates es la última cosa que querrías hacer, pero tienes una hora aquí cada día después de clase durante las próximas ocho semanas. ¿Por qué malgastar ese tiempo?”

“Preferiría clavarme un lápiz en el ojo.”

“Eso sería un desperdicio de un buen lápiz.”

Shane sonrió. Mola mucho.

“Sólo, piénsalo.”

Detrás de sus gafas Shane puso los ojos en blanco. “Lo que sea.”

Bette se giró para mirar a Tina que le estaba contando algo en el oído de Dana que la hizo reír. Ella se alegraba de que Tina y Dana lo hubieran arreglado; Tina estaba tan triste todo el tiempo, que le rompía el corazón a Bette. Con ese problema menos, quizá ahora Bette podría empezar a acercarse más a Tina sin ninguna distracción.

El profesor parecía haber estado en algún tipo de reloj biológico, porque en el momento en que terminó la hora del castigo, dobló su periódico y se quitó los auriculares. “Muy bien. La hora de castigo se ha terminado. Podéis marcharos.”

Bette, Shane, Tina y Dana se levantaron rápido mientras Eric luchaba por levantarse. Observando sus lentos y cuidadosos movimientos, Bette susurró, “Jesús, le diste una buena patada, ¿eh?” No pudo evitar que se le dibujase una sonrisa en la cara.

“Fui toda una David Beckham.”

Bette se rió mientras las chicas abandonaban la clase e iban caminando por el pasillo. Shane se volvió a Tina. “Ey, lo siento por haberte pegado. A veces suelto mi mano sin ni siquiera mirar a quién doy, ¿sabes?” Shane se rascó el cuello mirando a Tina con ojos sinceros.

“No pasa nada.” Dijo Tina, dándole a Shane en el hombro.

“Y también a ti.” Shane le dijo a Dana. “No debería haberme acercado a ti de esa manera.”

“Y yo no debería haberte empujado.”

“Lo siento, no debería haberte atacado.”

“¿Nos llevamos bien?” Dijo Shane alzando las cejas, mirando a Bette a Tina y a Dana. Las otras tres asintieron. Shane sonrió. “Bien.” Luego se volvió y se marchó, saliendo del colegio a toda prisa.

Las tres chicas se quedaron viendo como Shane se iba, completamente desconcertadas por la chica. “Bueno.” Dijo Bette. “Me vais a tener que explicar todo desde el principio.” Mientras caminaban Bette abrió las puertas del colegio. “¿Necesita alguien una vuelta a casa?”

Dana movió la cabeza. “Mi madre me viene a recoger.”

“¿Tina?” Preguntó Bette mirando a Tina con esperanza en sus ojos.

“Puedo coger el bus, está bien.”

“No, déjame que te lleve.” Bette la cogió por la mano, poniéndole esa sonrisa de un millón de vatios.

Tina se la devolvió con una de las suyas. “De acuerdo.” Y se soltó de la mano de Bette y caminó hacia Dana. Se abrazaron fuerte, como si no se fueran a volver a ver en mucho tiempo.

“Llámame esta noche, ¿vale?” Le dijo Dana.

“Claro.” Respondió a Tina, aún abrazando a Dana.

Bette se fue hacia su coche, uno de los tres que quedaban en todo el parking, y dejó a Tina y a Dana solas. Cuando las chicas se despidieron, Dana saludó con la mano a Bette y se fue en la dirección contraria para esperar a su madre. Tina caminó hacia Bette, entrecerrando los ojos por la luz del sol.

Tina silbó. “Coche chulo.”

“Oh, ¿este viejo tanque?” Bromeó Bette, abriéndole la puerta a Tina. Tina se metió y Bette le cerró la puerta y se fue a su lado. “Bueno, y ¿quieres el techo puesto o que lo quite?”

“Ooh, ¿puede ir descapotado?” Tina preguntó como una niña emocionada.

Bette asintió, tocando el botón. Vio a Tina sonreír mientras el techo se desconectaba de la parte delantera e iba descendiendo, Tina lo siguió con la mirada hasta que se metió en el maletero.

Sin pensarlo, dijo Tina. “Espera, ¿estás intentando impresionarme con tu nuevo super coche?”

Siguiendo el mismo tono, Bette dijo, “¿y qué si lo hago?”

Se le fue dibujando una sonrisa en la cara de Tina mientras miraba a los profundos y conmovedores ojos marrones de Bette. “Está funcionando.”Susurró para sí, muy bajito para que Bette no la oyera. ¿Pero qué coño?

“¿Qué?”

“No, nada.” Tina carraspeó y miró alrededor. “Y bueno, ¿vas a mover a este pequeño o nos vamos a quedar aquí sentadas toda la tarde?”

Bette pusó los ojos en blanco, encendiendo el coche. “Jesús, si supiera que iba a llevar a la Sra. Daisy, no me habría ofrecido.”

“Venga Ho_ke, no tengo todo el día.” Dijo Tina siguiendo la broma y haciendo un gesto a Bette para que arrancase.

Bette soltó una carcajada. Como si nada, Tina tenía un ingenio que congeniaba en un nivel sumamente parecido que el de Bette. “Si Madame.”

De camino a su casa, Tina le contó a Bette todo lo que había sucedido en el día. Desde encontrarse con Shane en el autobús esta mañana hasta que estaban esperando en el despacho del Sr. Greenbaum. Cuando llegaron a casa de Tina ya había terminado con su historia. “Por lo que tengo detención el resto de la semana aún sabiendo que todo lo que hice fue que me dieran un golpe en la cara.”

“Lo siento Tina, debería haber ido contigo.”

“¿Para qué ¿Para que Shane también te hubiera pegado?”


“Bueno, habría valido la pena con tal de ver a Eric retorciéndose de dolor por la patada en sus partes.”

Tina se rió. “Oh Dios mío, pensaba que le iba a estallar la cabeza, se puso tan colorado. Pero no deberíamos estar riéndonos, no es muy bonito.”

“Se lo merece.” Dijo Bette, y luego suspiró. “Pero llevas razón.”

Tina y Bette se quedaron mirándose por un minuto después de es volver a estallar en risas. Después de un rato, Tina abrió la puerta. “Bueno, debería irme a casa y enfrentarme a mi madre que estoy segura que me va a matar.”

“Estoy segura de que no.” Bette confortó a Tina. “El Sr. Greenbaum seguramente que le haya explicado todo.”

“Eso espero.” Tina cerró la puerta no sin antes inclinarse en ella. “Bueno, te veo mañana entonces, Ho_ke.”

Bette se rió e hizo ver como si hiciera una reverencia con un sombrero imaginario. “Un placer, Sra. Daisy.” De pronto, se acordó del móvil de Tina.“Oh, casi me olvido.” Dijo Bette buscando en el bolsillo de su abrigo. Sacó el móvil de Tina. “Encontré esto en el suelo.”

“Oh, mierda, ¡ni si quiera me había dado cuenta!” Exclamó Tina, cogiendo su móvil. “Muchas gracias. La última cosa que me faltaba era tener que decirle a mi madre que encima de haberme metido en una pelea, también había perdido mi móvil nuevo.”

“No hay problema. Bueno, entonces…”

“Si, nos vemos mañana.” Tina se separó de la puerta y Bette pitó con el claxon mientras se iba.

Metiéndose una mano en el bolsillo de atrás del pantalón le dijo Tina adiós con la mano quedándose de pie hasta que Bette desapareció. Luego se volvió y miró a su casa preguntándose qué es lo que le esperaba por parte de su madre.



Sharon apareció con el coche y abrió la puerta. “Tengo que recoger la ropa de tu padre en la tintorería, pero ya hablaremos cuando lleguemos a casa, ¿entendido?”

“Si mama.” Contestó Dana sobriamente. Sinceramente, no se podía sentir más feliz. Tina volvía a ser su amiga y su secreto seguía a salvo, y sólo tuvo que ir a detención por un día y tampoco la iban a echar del equipo de tenis. Su vida en aquel instante era de lo mejor pero Dana no le podía decir eso a su madre. Dana salió del coche frunciéndole el ceño a su madre.

Sharon alzó una ceja amenazadora a su hija. “Y para cuando vuelva a casa, quiero encontrarte arriba en tu habitación haciendo tus deberes. ¿Está todo claro?”

“Si mamá.” Repitió Dana colgándose la mochila de un hombro.

Sharon asintió. Había echo su trabajo. Despacio se marchó. Dana suspiró y se dio media vuelta, recorriendo el camino hacia la entrada. Seguramente, que el director ya les hubiera contado que Dana se metió en una pelea, sólo era cuestión de que Dana les acabase de contar la información que no les había dado el director. Así, el castigo no sería muy severo. Mientras Dana pensaba qué es lo que les iba a contar, una figura saltó de entre los arbustos directamente en frente de la morena.

Dana pegó un brinco y gritó completamente sorprendida, y luego se dio cuenta de que sólo era Alice. “¡Joder Alice!” Gritó Dana, poniéndose una mano en el pecho y cerrando los ojos. “Me has dado un susto de muerte.”

“Lo siento.” Dijo Alice. “Pero necesitas escuchar lo que te tengo que decir. Ahora ya sé que no tendría que haberte llamado como te llamé, sólo que a veces mi boca empieza sin el permiso de mi cerebro…"

“Al.”

“Tina no tenía nada que ver con esto. Yo simplemente lo sabía.”

“Al.”

“Y vale, se lo contó a Bette, pero de verdad, es un gran secreto y ella no podía quedárselo para sí sola y Bette te juro que no me lo contó. Bette sabe guardar un secreto, sus labios están más sellados que una tumba.”

“Alice.”

“Así que no puedes seguir castigando a Tina porque ella lo está pasando tan mal y le prometí que lo arreglaría y así lo hago…”

“¡ALICE!” Gritó Dana, moviéndola por los hombros para que dejase de hablar. Dana movió su cabeza y se rió. “Ya está todo claro. Tina y yo hablamos hoy. Todo está bien.”

“¿Si?” Preguntó Alice con esperanza en la voz.

“Si. Así que tómate un respiro.”

Alice asintió suspirando profundamente. Todo su cuerpo se relajó, sintiendo un alivio que le recorría todo el cuerpo. Luego, miró a Dana. “¿Sabes? He estado en esos arbustos durante una hora, ¿dónde has estado?”

“Es una larga historia que me encantaría compartir pero tengo que ir a dentro. Estoy hecha polvo.”

“¿Por qué?”

“Esa es parte de la historia. Llámame esta noche y te lo contaré. O, quizá Tina ya se lo haya contado a Bette así que te lo puede contar ella. Como quieras.”

“Vaya, ¿así que ahora estoy fuera de onda? Que soy una reportera. Tendría que estar siempre al corriente de todo lo que pasase en el instituto.”

Dana simplemente le dio un apretón en el hombro de Alice, moviendo la cabeza. “Te veo luego, ¿vale?”

“Muy bien.” Dijo Alice, volviéndose para ver entrar a Dana. “Bueno, ¿así que todo está bien?”

“Si.” Asintió Dana, y puso la sonrisa más grande que Alice nunca había visto.

Alice respiró aliviada. Que bien que ya haya terminado. “Bien.”

“Vale. Te veo mañana.”

Dana entró en casa. Inmediatamente Alice cogió su móvil y empezó a marcar, dando golpecitos en el suelo con el pie mientras esperaba una respuesta.

“Alice…” Comenzó Bette pero fue interrumpida por ésta.

“¿Qué ha pasado hoy exactamente y por qué no estoy enterada?”

“Es una historia muy larga.”

“Bueno, ¿qué tal si empezamos desde el principio?”

Esa misma noche, después de una larga y seria charla por parte de sus padres, Dana subió a su cuarto y llamó a Tina. Estuvieron hablando por un buen rato de todo un poco, como lo que estuvieron haciendo Tina, Bette y Alice estos días, de lo triste que se encontraba Tina todo el tiempo. También hablaron sobre Eric y su insistencia con Tina. También hablaron de un partido que perdió Dana, pero ganó los dos siguientes partidos y le hicieron una gran fiesta en casa, pero también estuvo triste. Después de todo esto, empezaron a hablar de cosas más importantes.

“Ey Tina, ¿puedo hacerte una pregunta?”

“Dispara.”

“¿Sabes que Bette está colada por ti?”

Silencio.

“¿Tina? ¿Tina estás ahí?”

Carraspeó. “¿Qué te hace pensar eso?”

“No lo sé. Es la forma en cómo se comporta cuando está contigo. La manera en que te mira, todo. Parece como si le gustases.”

“H ..pues nunca me había fijado.” Dijo Tina intentando sonar indiferente. Rápidamente cambió de tema. “¿Y Alice que? A ella le gustas.”

“¿Crees que de verdad le gusto a Alice?”

Tina se rió un poquillo. “Lo de Alice es que le gusta todo el mundo.”

“Eso es bonito de escuchar.” Farfulló Dana desalentada.

Tina se rió. “No, pero de verdad, a ella si que le gustas. Deberías salir con ella un día.”

Dana tosió. “Si claro. ¿A dónde iríamos? No puedo ser vista en público en una cita con una chica.”

“Siempre podrías ir a casa de Alice…”

“Olvida esa idea.”

“¿Por qué? La madre de Alice sabe que es bi, ¿cuál es el problema?”

“Si, y lo que me faltaba es que su madre se encontrase con la mía en el super, o en el centro comercial, o por la calle, o donde sea y le contase.”

“Desde luego, tú misma te pones un montón de inconvenientes para poder pasártelo bien, ¿eh?”

“Ey, es algo de lo que no estoy orgullosa.”

“Bueno, bueno, piensa en algo.”

“Espera, ¿quién dice que quiera pensar en algo?”

“Dana.”

Dana suspiró. “Está bien, entonces, ¿qué voy a hacer?”

“No te preocupes, ya encontraremos algo, siempre lo hacemos.”

“Vale.”

“Bien, pues nos vemos mañana.”

“De acuerdo. Hasta mañana.”

“Adiós.” Tina colgó.

Minutos después, el teléfono de Dana sonó. Waw, ¿ya se te ha ocurrido algo? Dana lo descolgó.

“¿Hola?”

“Ey, Dana, soy Alice.”

“Oh. Ey.”

“Esucha. Ya sé que todo eso ha terminado y se ha arreglado, pero quería disculparme por la forma en que actué aquel viernes. Quizá fui muy directa. Lo siento.”

“Disculpas aceptadas.”

“Bien.” Dijo Alice.

Hubo un incómodo silencio durante unos segundos que parecieron horas. Dana sabía que había algo más en esta conversación que no sólo una disculpa, ella estaba esperando a que Alice hablara. Mientras esperaba, notaba como si tuviese algo en el estómago que le diese vueltas.

“Y me gustaría decirte que mi propuesta sigue en pie.”

“¿Propuesta?”

Dana prácticamente podía ver a Alice riéndose. “Ya sabes, en salir algún día conmigo.”

“Oh” Susurró Dana. Jesús, estaba hablando de esto mismo con Tina. ¿Qué se supone que tengo que decirle? “Ehm..”

Dándose cuenta de que Dana estaba teniendo algo de problemas, Alice se apresuró a decir, “no pasa nada, no hace falta que me contestes ahora. Consúltalo con la almohada.”

Dana exhaló aliviada, cerrando los ojos. “Si, lo consultaré con la almohada.”

“De acuerdo.”

“Bien, entonces.”

“Si, adiós.”

“Adiós.” Dana colgó el teléfono, cogiéndose la cabeza. Dios, eso ha sido incómodo. Espero que no sea así en nuestra. Espera, ¿nuestra cita? ¿Nuestra cita? "¡NUESTRA CITA!”

"¿Qué demonios voy a hacer?"

Tina se sentó en la cama poniéndose con los deberes. Después del corto, pero severo sermón que le echó su madre sobre que la violencia no es la respuesta, y Tina intentándole explicar que todo lo que hizo fue tocarle en el hombro a Shane, su madre la envió a su habitación a que se pusiera a hacer los deberes. De momento había estado bien, desde que había estado hablando con Dana, pero ahora estaba sentada ahí pensando en cómo podría ayudar a su mejor amiga gay quedar con otra chica sin que fuesen pilladas.

El sonido del móvil interrumpió los pensamientos de Tina. Lo cogió y abrió su móvil. BETTE LLAMANDO decía en la pantalla. “Ey, ¿qué hay?”

“Nada, quería saber cómo lo llevabas.”

“Estoy bien. Estoy castigada por esta noche, pero eso es todo.”

“Eso es bueno, ¿no?”

“Si.” Asintió Tina. “Bueno, y ¿qué cuentas?”

"¿Sabes que Bette está colada por ti?"

“No mucho. Acaba de llamarme Alice y decirme que le ha pedido salir a Dana.”

Es la forma en cómo se comporta cuando está contigo.

Tina hizo todo lo posible por mantener un tono de voz normal.

“¿De verdad? Justo Dana y yo hablábamos de eso. Dana no sabe cómo va a hacer para salir con Alice y que siga siendo un secreto a la vez.”

La manera en que te mira, todo.

“Si, me he imaginado. Así que tengo una idea.”

“¿A sí? ¿Y qué has pensado?”

Parece como si le gustases.

“Estaba pensando que podríamos salir nosotras con ellas.”

Tina sintió como se le acaloraba la cara y se le aceleraba el corazón. Sintió un cosquilleo por piernas y brazos. ¿Qué es lo que estoy sintiendo? ¿Emoción? ¿Me está pidiendo salir? “¿Eh?”

“Ya sabes, para que así parezca una cosa de amigas, más que una cita. Sería la mejor tapadera para Al y Dana.”

Tan rápido como le vino esa emoción, desapareció. Pero no sin ser remplazada por otro estado de ánimo. Decepción. “Oh, si, si. Parece una idea estupenda.”

¿Es decepción lo que siento en tu voz Tee? “De acuerdo, llamaré a Al y le cuento el plan, y tú a Dana cuando quieras. ¿Qué tal este viernes?”

“Genial.”

“Estupendo. Bien, pues nos vemos mañana.”

“Sip.”

Colgaron, dejando a Tina con una nueva situación por la que estar rallada. ¿Qué está pasando aquí Tina? Eres hetero, ¿te acuerdas?

No lo sé.

No, no, tienes que saberlo. ¿Cómo no puedes saberlo? A ti te gustan los chicos, siempre te han gustado.

Bueno.

No, ves, esto es sólo el producto de que Dana, Bette y Alice son gay. Te sientes la diferente. Eso es todo, la necesidad de ajustarse.

¿Pero y si no lo es?

¿Qué pasa si estoy empezando a sentir cosas por Bette?



Bette también tenía sus pensamientos.

Podría jurar que escuche decepción en la voz de Tina, pero ¿por qué?

¿Y qué es lo que dijo en el coche?

¿Podría ser posible? ¿Estoy empezando a gustarle a Tina?

¡No! Qué tontería. Tina es hetero.

Todas son heteros hasta que dejan de serlo.

Hmmmm, ¡no!

Pero.

Va a ser una noche interesante la del viernes.
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Mensaje  Anaïs Dom 6 Mar 2016 - 14:36

Capítulo 12

Bette se acercó más hacia Tina perpleja. Rápidamente miró a Tina, que tenía una gran sonrisa en la cara. “¿Qué está pasando? ¡Oh Dios mío! ¡Tee!”Bette gritó más de lo que quería, viendo el morado en su mejilla y el corte en el labio. “¿Qué ha pasado?” Incapaz de controlarse, Bette le acarició la cara donde tenía el dolor, rozándole ligeramente con sus dedos.

Los ojos de Tina se agrandaron al contacto de Bette, notando como se le acaloraba la cara. “No-no es nada.” Apartó su cara, incapaz de mirar a Bette directamente a los ojos.

“¿Quién te ha hecho eso?” Dijo Bette mientras iba en aumento su furia. Inmediatamente miró a Eric, que parecía estar dormido. Tenía los c s de música puestos y los ojos cerrados así que parecía que estuviera durmiendo. “Le mataré.” Bette apretó los dientes. Debería haber ido con ella.

“No, Bette no. No fue Eric.” Dana respondió por Tina, totalmente confundida e interesada en lo que estaba pasando entre ellos. “Fue Shane.”

“¿Cómo?” Bette se giró bruscamente hacia Shane, que estaba hundida en su silla haciendo más bolas de papel. Luego se giró hacia Dana. “Ey, espera, Tina y tú ya…”

Dana asintió, riéndose. “Hemos hablado.”

“Lo siento mucho Dana. Sé cómo se siente…”

Dana interrumpió a Bette moviendo la cabeza. “Está bien. Ya es agua pasada.”

Bette sonrió a Dana por un segundo, aliviada. Luego se agachó al lado de la mesa de Tina. Ésta seguía sin mirarla. El pelo le cubría la cara. “¿Estás segura que estás bien?”

Recuperada, Tina finalmente miró a Bette y sonrió. “Si estoy bien. Lo prometo.”

“Vale.” Bette le sonrió, levantándose. Se volvió hacia Shane lanzándole una mirada asesina. Suspiró y se dirigió hacia ella.

“Bette.” Tina la llamó y ésta se giró.

“No la pagues con ella. Shane es una buena tía.”

“Tee, te dio un golpe en la cara.”

“¡Eh!, que estoy aquí sentada.” Interrumpió Shane, sentándose más recta, ganándose otra mirada fulminante de Bette.

“Y también le dio una patada a Eric en todas su partes.” Tina apuntó con el dedo gordo hacia atrás a Eric que seguía sin moverse de su posición. En ese mismo momento, Shane le tiró una bola de papel a Eric, y le dio en toda la cabeza.

Eric dio un brinco, abriendo los ojos y bufando. Quejándose se agarró su recién parte dolorida. “Oh joder.” Casi sonó como un sollozo mientras bajaba su cabeza contra la mesa.

Tina y Dana no pudieron contener su risa y estallaron en carcajadas. Incluso Bette, a pesar de lo enfadada que estaba, también se le escapó la risa. Shane cruzó sus brazos, sonriendo triunfalmente.

Respirando profundo, Bette se dirigió hacia Shane que alzó su mirada desafiante. “¿Qué?”

Bette se sentó, apoyando los libros en la mesa de Shane. “Hola Shane. Soy Bette Porter, tu profesora de mates.” Acto seguido, Bette se acercó a ella de forma que nadie más la pudiera oír y le dijo en un susurro. “Y si alguna vez, alguna vez vuelves a tocar a una de mis amigas, no sólo haré que tu vida sea un infierno, sino que yo personalmente me encargaré de que no vuelvas a usar tu brazo derecho, ¿me entiendes?”

Shane se quedó mirando a Bette directamente a los ojos. Esta tía no habla sólo de una amiga. “Si, lo cojo.”

“Bien.” Asintió Bette, sentándose. “Muy bien.” Bette miró al reloj. “Nos queda media hora, así que por qué no empiezas diciéndome qué es lo que entiendes y qué es lo que no.” Abrió el libro de mates y buscó la página del índice.

“Eso es fácil. Todo y nada.”

“Ah-vale. ¿Y tienes idea de por dónde vais en clase?”

“Nop.”

“¿Has ido a las clases Shane?”

“¿A qué clase?”

Bette cerró los ojos. “Mates.”

“Ahm..¡si! eso creo, bueno, no sé, quizá.”

“De acuerdo.” Dijo Bette cerrando el libro y llevándoselo a su regazo. “Veo que hoy no podremos hacer mucho, pero no importa, tenemos ocho semanas para ponerte al día.”

Shane simplemente se puso sus gafas de sol.

Regresando de su doloroso estupor, Eric giró su cabeza hacia Shane y le soltó, “mariposilla zorra loca, vas a pagar por esto.”

“¡A qué estás esperando debilucho!” Le contestó Shane levantándose.

Bette agarró a Shane por su camiseta y la sentó. “Siéntate.”

“Ese hijo de…”

“Todavía no he terminado contigo.” Bette movió su cabeza.

“¿Qué edad tienes?”

“Dieciséis.”

“Y estudias..”

“Tercero", espera, ¿y a ti qué te importa? Shane soltó su camiseta de la mano de Bette.

“Quiero ayudarte Shane. Si no te sacas el graduado del instituto ya puedes decirle adiós a tu futuro. ¿Es eso lo que quieres?”

“Me importa una mierda.”

“Si, bueno, ese es tu problema.” Bette deslizo el libro de mates hacia Shane. “Ahora sé que ponerte a hacer mates es la última cosa que querrías hacer, pero tienes una hora aquí cada día después de clase durante las próximas ocho semanas. ¿Por qué malgastar ese tiempo?”

“Preferiría clavarme un lápiz en el ojo.”

“Eso sería un desperdicio de un buen lápiz.”

Shane sonrió. Mola mucho.

“Sólo, piénsalo.”

Detrás de sus gafas Shane puso los ojos en blanco. “Lo que sea.”

Bette se giró para mirar a Tina que le estaba contando algo en el oído de Dana que la hizo reír. Ella se alegraba de que Tina y Dana lo hubieran arreglado; Tina estaba tan triste todo el tiempo, que le rompía el corazón a Bette. Con ese problema menos, quizá ahora Bette podría empezar a acercarse más a Tina sin ninguna distracción.

El profesor parecía haber estado en algún tipo de reloj biológico, porque en el momento en que terminó la hora del castigo, dobló su periódico y se quitó los auriculares. “Muy bien. La hora de castigo se ha terminado. Podéis marcharos.”

Bette, Shane, Tina y Dana se levantaron rápido mientras Eric luchaba por levantarse. Observando sus lentos y cuidadosos movimientos, Bette susurró, “Jesús, le diste una buena patada, ¿eh?” No pudo evitar que se le dibujase una sonrisa en la cara.

“Fui toda una David Beckham.”

Bette se rió mientras las chicas abandonaban la clase e iban caminando por el pasillo. Shane se volvió a Tina. “Ey, lo siento por haberte pegado. A veces suelto mi mano sin ni siquiera mirar a quién doy, ¿sabes?” Shane se rascó el cuello mirando a Tina con ojos sinceros.

“No pasa nada.” Dijo Tina, dándole a Shane en el hombro.

“Y también a ti.” Shane le dijo a Dana. “No debería haberme acercado a ti de esa manera.”

“Y yo no debería haberte empujado.”

“Lo siento, no debería haberte atacado.”

“¿Nos llevamos bien?” Dijo Shane alzando las cejas, mirando a Bette a Tina y a Dana. Las otras tres asintieron. Shane sonrió. “Bien.” Luego se volvió y se marchó, saliendo del colegio a toda prisa.

Las tres chicas se quedaron viendo como Shane se iba, completamente desconcertadas por la chica. “Bueno.” Dijo Bette. “Me vais a tener que explicar todo desde el principio.” Mientras caminaban Bette abrió las puertas del colegio. “¿Necesita alguien una vuelta a casa?”

Dana movió la cabeza. “Mi madre me viene a recoger.”

“¿Tina?” Preguntó Bette mirando a Tina con esperanza en sus ojos.

“Puedo coger el bus, está bien.”

“No, déjame que te lleve.” Bette la cogió por la mano, poniéndole esa sonrisa de un millón de vatios.

Tina se la devolvió con una de las suyas. “De acuerdo.” Y se soltó de la mano de Bette y caminó hacia Dana. Se abrazaron fuerte, como si no se fueran a volver a ver en mucho tiempo.

“Llámame esta noche, ¿vale?” Le dijo Dana.

“Claro.” Respondió a Tina, aún abrazando a Dana.

Bette se fue hacia su coche, uno de los tres que quedaban en todo el parking, y dejó a Tina y a Dana solas. Cuando las chicas se despidieron, Dana saludó con la mano a Bette y se fue en la dirección contraria para esperar a su madre. Tina caminó hacia Bette, entrecerrando los ojos por la luz del sol.

Tina silbó. “Coche chulo.”

“Oh, ¿este viejo tanque?” Bromeó Bette, abriéndole la puerta a Tina. Tina se metió y Bette le cerró la puerta y se fue a su lado. “Bueno, y ¿quieres el techo puesto o que lo quite?”

“Ooh, ¿puede ir descapotado?” Tina preguntó como una niña emocionada.

Bette asintió, tocando el botón. Vio a Tina sonreír mientras el techo se desconectaba de la parte delantera e iba descendiendo, Tina lo siguió con la mirada hasta que se metió en el maletero.

Sin pensarlo, dijo Tina. “Espera, ¿estás intentando impresionarme con tu nuevo super coche?”

Siguiendo el mismo tono, Bette dijo, “¿y qué si lo hago?”

Se le fue dibujando una sonrisa en la cara de Tina mientras miraba a los profundos y conmovedores ojos marrones de Bette. “Está funcionando.”Susurró para sí, muy bajito para que Bette no la oyera. ¿Pero qué coño?

“¿Qué?”

“No, nada.” Tina carraspeó y miró alrededor. “Y bueno, ¿vas a mover a este pequeño o nos vamos a quedar aquí sentadas toda la tarde?”

Bette pusó los ojos en blanco, encendiendo el coche. “Jesús, si supiera que iba a llevar a la Sra. Daisy, no me habría ofrecido.”

“Venga Ho_ke, no tengo todo el día.” Dijo Tina siguiendo la broma y haciendo un gesto a Bette para que arrancase.

Bette soltó una carcajada. Como si nada, Tina tenía un ingenio que congeniaba en un nivel sumamente parecido que el de Bette. “Si Madame.”

De camino a su casa, Tina le contó a Bette todo lo que había sucedido en el día. Desde encontrarse con Shane en el autobús esta mañana hasta que estaban esperando en el despacho del Sr. Greenbaum. Cuando llegaron a casa de Tina ya había terminado con su historia. “Por lo que tengo detención el resto de la semana aún sabiendo que todo lo que hice fue que me dieran un golpe en la cara.”

“Lo siento Tina, debería haber ido contigo.”

“¿Para qué ¿Para que Shane también te hubiera pegado?”


“Bueno, habría valido la pena con tal de ver a Eric retorciéndose de dolor por la patada en sus partes.”

Tina se rió. “Oh Dios mío, pensaba que le iba a estallar la cabeza, se puso tan colorado. Pero no deberíamos estar riéndonos, no es muy bonito.”

“Se lo merece.” Dijo Bette, y luego suspiró. “Pero llevas razón.”

Tina y Bette se quedaron mirándose por un minuto después de es volver a estallar en risas. Después de un rato, Tina abrió la puerta. “Bueno, debería irme a casa y enfrentarme a mi madre que estoy segura que me va a matar.”

“Estoy segura de que no.” Bette confortó a Tina. “El Sr. Greenbaum seguramente que le haya explicado todo.”

“Eso espero.” Tina cerró la puerta no sin antes inclinarse en ella. “Bueno, te veo mañana entonces, Ho_ke.”

Bette se rió e hizo ver como si hiciera una reverencia con un sombrero imaginario. “Un placer, Sra. Daisy.” De pronto, se acordó del móvil de Tina.“Oh, casi me olvido.” Dijo Bette buscando en el bolsillo de su abrigo. Sacó el móvil de Tina. “Encontré esto en el suelo.”

“Oh, mierda, ¡ni si quiera me había dado cuenta!” Exclamó Tina, cogiendo su móvil. “Muchas gracias. La última cosa que me faltaba era tener que decirle a mi madre que encima de haberme metido en una pelea, también había perdido mi móvil nuevo.”

“No hay problema. Bueno, entonces…”

“Si, nos vemos mañana.” Tina se separó de la puerta y Bette pitó con el claxon mientras se iba.

Metiéndose una mano en el bolsillo de atrás del pantalón le dijo Tina adiós con la mano quedándose de pie hasta que Bette desapareció. Luego se volvió y miró a su casa preguntándose qué es lo que le esperaba por parte de su madre.



Sharon apareció con el coche y abrió la puerta. “Tengo que recoger la ropa de tu padre en la tintorería, pero ya hablaremos cuando lleguemos a casa, ¿entendido?”

“Si mama.” Contestó Dana sobriamente. Sinceramente, no se podía sentir más feliz. Tina volvía a ser su amiga y su secreto seguía a salvo, y sólo tuvo que ir a detención por un día y tampoco la iban a echar del equipo de tenis. Su vida en aquel instante era de lo mejor pero Dana no le podía decir eso a su madre. Dana salió del coche frunciéndole el ceño a su madre.

Sharon alzó una ceja amenazadora a su hija. “Y para cuando vuelva a casa, quiero encontrarte arriba en tu habitación haciendo tus deberes. ¿Está todo claro?”

“Si mamá.” Repitió Dana colgándose la mochila de un hombro.

Sharon asintió. Había echo su trabajo. Despacio se marchó. Dana suspiró y se dio media vuelta, recorriendo el camino hacia la entrada. Seguramente, que el director ya les hubiera contado que Dana se metió en una pelea, sólo era cuestión de que Dana les acabase de contar la información que no les había dado el director. Así, el castigo no sería muy severo. Mientras Dana pensaba qué es lo que les iba a contar, una figura saltó de entre los arbustos directamente en frente de la morena.

Dana pegó un brinco y gritó completamente sorprendida, y luego se dio cuenta de que sólo era Alice. “¡Joder Alice!” Gritó Dana, poniéndose una mano en el pecho y cerrando los ojos. “Me has dado un susto de muerte.”

“Lo siento.” Dijo Alice. “Pero necesitas escuchar lo que te tengo que decir. Ahora ya sé que no tendría que haberte llamado como te llamé, sólo que a veces mi boca empieza sin el permiso de mi cerebro…"

“Al.”

“Tina no tenía nada que ver con esto. Yo simplemente lo sabía.”

“Al.”

“Y vale, se lo contó a Bette, pero de verdad, es un gran secreto y ella no podía quedárselo para sí sola y Bette te juro que no me lo contó. Bette sabe guardar un secreto, sus labios están más sellados que una tumba.”

“Alice.”

“Así que no puedes seguir castigando a Tina porque ella lo está pasando tan mal y le prometí que lo arreglaría y así lo hago…”

“¡ALICE!” Gritó Dana, moviéndola por los hombros para que dejase de hablar. Dana movió su cabeza y se rió. “Ya está todo claro. Tina y yo hablamos hoy. Todo está bien.”

“¿Si?” Preguntó Alice con esperanza en la voz.

“Si. Así que tómate un respiro.”

Alice asintió suspirando profundamente. Todo su cuerpo se relajó, sintiendo un alivio que le recorría todo el cuerpo. Luego, miró a Dana. “¿Sabes? He estado en esos arbustos durante una hora, ¿dónde has estado?”

“Es una larga historia que me encantaría compartir pero tengo que ir a dentro. Estoy hecha polvo.”

“¿Por qué?”

“Esa es parte de la historia. Llámame esta noche y te lo contaré. O, quizá Tina ya se lo haya contado a Bette así que te lo puede contar ella. Como quieras.”

“Vaya, ¿así que ahora estoy fuera de onda? Que soy una reportera. Tendría que estar siempre al corriente de todo lo que pasase en el instituto.”

Dana simplemente le dio un apretón en el hombro de Alice, moviendo la cabeza. “Te veo luego, ¿vale?”

“Muy bien.” Dijo Alice, volviéndose para ver entrar a Dana. “Bueno, ¿así que todo está bien?”

“Si.” Asintió Dana, y puso la sonrisa más grande que Alice nunca había visto.

Alice respiró aliviada. Que bien que ya haya terminado. “Bien.”

“Vale. Te veo mañana.”

Dana entró en casa. Inmediatamente Alice cogió su móvil y empezó a marcar, dando golpecitos en el suelo con el pie mientras esperaba una respuesta.

“Alice…” Comenzó Bette pero fue interrumpida por ésta.

“¿Qué ha pasado hoy exactamente y por qué no estoy enterada?”

“Es una historia muy larga.”

“Bueno, ¿qué tal si empezamos desde el principio?”

Esa misma noche, después de una larga y seria charla por parte de sus padres, Dana subió a su cuarto y llamó a Tina. Estuvieron hablando por un buen rato de todo un poco, como lo que estuvieron haciendo Tina, Bette y Alice estos días, de lo triste que se encontraba Tina todo el tiempo. También hablaron sobre Eric y su insistencia con Tina. También hablaron de un partido que perdió Dana, pero ganó los dos siguientes partidos y le hicieron una gran fiesta en casa, pero también estuvo triste. Después de todo esto, empezaron a hablar de cosas más importantes.

“Ey Tina, ¿puedo hacerte una pregunta?”

“Dispara.”

“¿Sabes que Bette está colada por ti?”

Silencio.

“¿Tina? ¿Tina estás ahí?”

Carraspeó. “¿Qué te hace pensar eso?”

“No lo sé. Es la forma en cómo se comporta cuando está contigo. La manera en que te mira, todo. Parece como si le gustases.”

“H ..pues nunca me había fijado.” Dijo Tina intentando sonar indiferente. Rápidamente cambió de tema. “¿Y Alice que? A ella le gustas.”

“¿Crees que de verdad le gusto a Alice?”

Tina se rió un poquillo. “Lo de Alice es que le gusta todo el mundo.”

“Eso es bonito de escuchar.” Farfulló Dana desalentada.

Tina se rió. “No, pero de verdad, a ella si que le gustas. Deberías salir con ella un día.”

Dana tosió. “Si claro. ¿A dónde iríamos? No puedo ser vista en público en una cita con una chica.”

“Siempre podrías ir a casa de Alice…”

“Olvida esa idea.”

“¿Por qué? La madre de Alice sabe que es bi, ¿cuál es el problema?”

“Si, y lo que me faltaba es que su madre se encontrase con la mía en el super, o en el centro comercial, o por la calle, o donde sea y le contase.”

“Desde luego, tú misma te pones un montón de inconvenientes para poder pasártelo bien, ¿eh?”

“Ey, es algo de lo que no estoy orgullosa.”

“Bueno, bueno, piensa en algo.”

“Espera, ¿quién dice que quiera pensar en algo?”

“Dana.”

Dana suspiró. “Está bien, entonces, ¿qué voy a hacer?”

“No te preocupes, ya encontraremos algo, siempre lo hacemos.”

“Vale.”

“Bien, pues nos vemos mañana.”

“De acuerdo. Hasta mañana.”

“Adiós.” Tina colgó.

Minutos después, el teléfono de Dana sonó. Waw, ¿ya se te ha ocurrido algo? Dana lo descolgó.

“¿Hola?”

“Ey, Dana, soy Alice.”

“Oh. Ey.”

“Esucha. Ya sé que todo eso ha terminado y se ha arreglado, pero quería disculparme por la forma en que actué aquel viernes. Quizá fui muy directa. Lo siento.”

“Disculpas aceptadas.”

“Bien.” Dijo Alice.

Hubo un incómodo silencio durante unos segundos que parecieron horas. Dana sabía que había algo más en esta conversación que no sólo una disculpa, ella estaba esperando a que Alice hablara. Mientras esperaba, notaba como si tuviese algo en el estómago que le diese vueltas.

“Y me gustaría decirte que mi propuesta sigue en pie.”

“¿Propuesta?”

Dana prácticamente podía ver a Alice riéndose. “Ya sabes, en salir algún día conmigo.”

“Oh” Susurró Dana. Jesús, estaba hablando de esto mismo con Tina. ¿Qué se supone que tengo que decirle? “Ehm..”

Dándose cuenta de que Dana estaba teniendo algo de problemas, Alice se apresuró a decir, “no pasa nada, no hace falta que me contestes ahora. Consúltalo con la almohada.”

Dana exhaló aliviada, cerrando los ojos. “Si, lo consultaré con la almohada.”

“De acuerdo.”

“Bien, entonces.”

“Si, adiós.”

“Adiós.” Dana colgó el teléfono, cogiéndose la cabeza. Dios, eso ha sido incómodo. Espero que no sea así en nuestra. Espera, ¿nuestra cita? ¿Nuestra cita? "¡NUESTRA CITA!”

"¿Qué demonios voy a hacer?"

Tina se sentó en la cama poniéndose con los deberes. Después del corto, pero severo sermón que le echó su madre sobre que la violencia no es la respuesta, y Tina intentándole explicar que todo lo que hizo fue tocarle en el hombro a Shane, su madre la envió a su habitación a que se pusiera a hacer los deberes. De momento había estado bien, desde que había estado hablando con Dana, pero ahora estaba sentada ahí pensando en cómo podría ayudar a su mejor amiga gay quedar con otra chica sin que fuesen pilladas.

El sonido del móvil interrumpió los pensamientos de Tina. Lo cogió y abrió su móvil. BETTE LLAMANDO decía en la pantalla. “Ey, ¿qué hay?”

“Nada, quería saber cómo lo llevabas.”

“Estoy bien. Estoy castigada por esta noche, pero eso es todo.”

“Eso es bueno, ¿no?”

“Si.” Asintió Tina. “Bueno, y ¿qué cuentas?”

"¿Sabes que Bette está colada por ti?"

“No mucho. Acaba de llamarme Alice y decirme que le ha pedido salir a Dana.”

Es la forma en cómo se comporta cuando está contigo.

Tina hizo todo lo posible por mantener un tono de voz normal.

“¿De verdad? Justo Dana y yo hablábamos de eso. Dana no sabe cómo va a hacer para salir con Alice y que siga siendo un secreto a la vez.”

La manera en que te mira, todo.

“Si, me he imaginado. Así que tengo una idea.”

“¿A sí? ¿Y qué has pensado?”

Parece como si le gustases.

“Estaba pensando que podríamos salir nosotras con ellas.”

Tina sintió como se le acaloraba la cara y se le aceleraba el corazón. Sintió un cosquilleo por piernas y brazos. ¿Qué es lo que estoy sintiendo? ¿Emoción? ¿Me está pidiendo salir? “¿Eh?”

“Ya sabes, para que así parezca una cosa de amigas, más que una cita. Sería la mejor tapadera para Al y Dana.”

Tan rápido como le vino esa emoción, desapareció. Pero no sin ser remplazada por otro estado de ánimo. Decepción. “Oh, si, si. Parece una idea estupenda.”

¿Es decepción lo que siento en tu voz Tee? “De acuerdo, llamaré a Al y le cuento el plan, y tú a Dana cuando quieras. ¿Qué tal este viernes?”

“Genial.”

“Estupendo. Bien, pues nos vemos mañana.”

“Sip.”

Colgaron, dejando a Tina con una nueva situación por la que estar rallada. ¿Qué está pasando aquí Tina? Eres hetero, ¿te acuerdas?

No lo sé.

No, no, tienes que saberlo. ¿Cómo no puedes saberlo? A ti te gustan los chicos, siempre te han gustado.

Bueno.

No, ves, esto es sólo el producto de que Dana, Bette y Alice son gay. Te sientes la diferente. Eso es todo, la necesidad de ajustarse.

¿Pero y si no lo es?

¿Qué pasa si estoy empezando a sentir cosas por Bette?



Bette también tenía sus pensamientos.

Podría jurar que escuche decepción en la voz de Tina, pero ¿por qué?

¿Y qué es lo que dijo en el coche?

¿Podría ser posible? ¿Estoy empezando a gustarle a Tina?

¡No! Qué tontería. Tina es hetero.

Todas son heteros hasta que dejan de serlo.

Hmmmm, ¡no!

Pero.

Va a ser una noche interesante la del viernes.
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