[Terminado] Saludos al sol

muxas gracias julia!!!

q interesante está!! vaya con Alice, la pobre estaba q no se lo creía!! jijijiji

Julita esto está que arde, no nos tengas muchos dias a la espera que nos faltan las escenas de cama.
JAJAJAJAJAJA

ahh q bonito!!... Me ncantan stas dos xD...
graxias julia x el ff,,,
jejeje y como dice marijoe no nos agas esperar tanto, q va tan bn la cosa entre ellas, y no morimos x saber q sigue ^^ ...

A las 16:28 en punto Tina atravesó el aparcamiento y chirriando las ruedas, paró delante del gimnasio. Sonrió mientras disfrutaba del sentimiento de estar sentada en el coche que Bette tanto apreciaba. Si Bette hubiera estado fuera y hubiese visto su maniobra, no habría podido tener ese final ruidoso. Tina giró el cuerpo para poner su mochila en el asiento de atrás. Cuando volvió a la posición recta, vio a Bette en la puerta del coche, en el lado del conductor, con una sonrisa burlona en su boca. “Has venido muy rápido, ¿eh, Tina?”.

“Creo que me tienes confusa con tu novia anterior, baby. Ah, pero espera. No había ninguna novia antes ni la habrá después”. Tina se rió.

“Pensaremos en esto. Debería buscarme una novia nueva que respete el límite de velocidad”.

“Aburrida”, canturreó Tina en un tono bajo y monótono. “Ella no sabrá como ponerte caliente cuando el semáforo está rojo y el coche está parado como lo hago yo. ¿Sabes cómo me gusta sentir tu orgasmo en plena calle?”.

Bette se rió tontamente, entró en el coche y le dio un beso largo y apasionado a Tina.

“Para, baby. Me vas a poner caliente y molesta aquí fuera”, dijo Tina explorando el aparcamiento.

“No pienses en eso, T. Yo sólo te estaba saludando”.

“Bueno, utilizo este tipo de saludo bastante a menudo, pero por lo general no tiene por que afectar a la gente. Supongo que hago algo malo. ¿Podríamos repetir para asegurarme de que lo he entendido?”.

“Tina, por favor, conduce”.

Las dos se rieron mientras Tina encendía el motor y salieron tan deprisa como un murciélago del infierno.

Hubo poca conversación en el camino a casa. El tráfico era moderado, era una hermosa tarde y ambas mujeres en privado agradecían el amor que habían encontrado la una en la otra. Tina conducía de forma fantástica, y Bette se apoyó en el asiento y disfrutó del paseo tranquilo mientras la mano de Tina descansaba sobre su muslo.

En cuanto llegaron a casa, la entrenadora personal, cansada, se dirigió a la ducha. Después de un día entero enseñando ejercicios duros a sus clientes, se sentía desorientada y sudada. Una música suave invadió la casa mientras Tina terminaba de hacer la cena y ponía la mesa. Olía a pan recién hecho en el horno. A Tina le gustaba cocinar, sobre todo para Bette. Era algo en lo que era bastante buena, pero nunca lo había hecho para otra persona. Bette era muy especial y ella intentaba tenerla contenta. No había nada que le gustara tanto a Tina como este momento cuando Bette y ella se reunían después de haber estado separadas todo el día. Cuando el sol dorado comenzó a desaparecer, en el cielo quedó un rastro púrpura y gris. Todo estaba bien en el mundo de Tina Kennard.

“¿Estás limpia y a gusto ahora?”, preguntó Tina provocadora desde la puerta del cuarto de baño.

“Si, lo estoy”, contestó Bette frotándose el trasero con una toalla.

“Aunque apuesto que no te has secado completamente, ¿verdad?”.

“Es lo que estoy haciendo ahora, Tina”, contestó Bette algo molesta.

Tina se rió, sabiendo que estaba a punto de caer en su juego favorito. “Pues yo apuesto a que hay una parte de tu cuerpo que aún está mojada. Y siempre estará mojada, cueste lo que cueste. ¿No es verdad, Bette”.

“Eso es falso, T. En unos minutos, como verás, estaré completamente seca”, dijo Bette confidencialmente mientras un latido profundo resonaba entre sus piernas.

“Entonces, me estás diciendo que cuando hayas acabado de pasar la toalla por tu bello cuerpo, si yo te tocara por todas partes, tu estarás seca, ¿Es correcto, baby?”.

“Absolutamente”, se rió Bette.

“Bien, baby. Deja que me asegure de que es cierto. Antes de nada, ¿has acabado con la toalla?”.

“Afirmativo”, dijo Bette, lanzándole la mullida toalla a Tina, que la cogió con una mano.

“Bien. Entonces, si yo hiciera esto…”, dijo Tina de manera seductora deslizando su dedo índice por la base del cuello de Bette, rodeando su ombligo y separando el suave pelo rizado… ¿todavía estás seca?”.

Bette respondió suave, “correcto, T,”.

“Wow, esto es asombroso”, dijo Tina alegremente.


“¿Y si te beso?. Seguro que un beso haría aparecer humedad por alguna parte”.

“No sobre mi, asesina”, anunció Bette llena de resolución.

“Uuummmm, vamos a ver, hermosa”

Tina se rió en la boca de Bette y acarició sus labios con un dedo delicado. Después puso la lengua donde antes estaba el dedo y entró en la frescura mentolada de Bette. “Mmmmm baby, sabes maravillosamente. ¿Aún nada?”.

“No. Notta”.

“¿Qué te parece un segundo beso? ¿Puedo besarte una vez más?. Entonces me rindo”, dijo Tina levantando las manos en una señal de derrota fingida.

“Como quieras, pero creo que te vas a decepcionar, Tina”.

Tina se mantuvo de pie, tan cerca de su novia desnuda como podía, sin tocarla. Introdujo su lengua otra vez en la boca de Bette, sus dedos rozaron los pezones y luego pasaron por la parte interior del muslo interior de Bette. Tina acabó bruscamente el beso mientras sus dedos seguían ocupados. La piel lisa de Bette le parecía tan buena, que sus manos no obedecían la orden de detenerse.

hot, hot!! muxas gracias julia!!!

está más q interesante....

.. q bonitoo!!!... el amor q emerge d stas dos es tan lindo xD...

muxas graciasss julia ...
sigue cuunaddo puedass ... =DD...

Mientras miraba a Tina con una mirada llena de orgullo, la respiración de Bette se hizo pesada al sentir la mano de Tina que tocaba un rastro de humedad que goteaba en su muslo. Sabía que este pequeño juego había llegado al final, y empezaba uno nuevo, más grande. La anticipación la consumía. Su deseo de Tina era tan grande que no podía pensar en nada más.

Tina presionó su frente contra Bette y habló suavemente sobre su boca abierta. Respirar ahora significaba un gran esfuerzo para las dos mujeres. “Baby, siento interrumpirte. Parece que estás teniendo dificultades para respirar, así que no te haré perder el tiempo demasiado. Sin embargo, creo que he encontrado bastante humedad en la parte de tu cuerpo a la que me refería antes. ¿Recuerdas?”. Bette se rió débilmente. “Quizás mi toalla no sea tan absorbente”, susurró entre jadeos. “O quizás no no te habías secado tanto como decías” , proclamó Tina con una sonrisa perversa.

Se habían familiarizado la una con el cuerpo de la otra, y aún así Tina todavía se asombraba cada vez que veía a Bette desnuda. Bette lo amaba todo de su novia. Amaba lo enamorada que se sentía Tina ante su presencia física y como le gustaba su proximidad. Bette sabía lo hipnotizadas que se sentían las mujeres ante las habilidades de Tina. Ella misma había sido víctima de las maravillas de la increíble diosa. Nunca había experimentado nada como aquello y estaba bastante segura de que nunca más lo sentiría. La rubia dio un paso hacia atrás, tragó con fuerza, y leyó el permiso para seguir adelante en los ojos de la hermosa mujer que tenía delante. Tina, permaneció de pie, tranquila, sonriendo traviesa, dispuesta a llevar a cabo lo que pedía su deseo.

“Bette, eres muy sexy. Sólo quiero que lo sepas. Te necesito…”.

Tina suspiró, cerró los ojos e intentó liberar la pasión que corría por sus venas. Antes de que Bette se diera cuenta, la apretó contra la pared y dirigió su lengua a su clítoris. Incapaz de permanecer tranquila, un coro de gemidos acompañó a la mujer indefensa que se apoyó en la pared para estabilizarse. Su otra mano estaba en la cabeza de Tina, dirigiéndola. “Aquí, baby”. Tina le señaló la tapa borrosa del water. Bette asintió, sentándose, e inclinó sus caderas para darle todo lo que causaba estragos en su mente y en su cuerpo. Una lengua caliente empezó a trabajar. Y como otras veces, parecía que alguien misteriosamente había robado todo el aire de la estancia.

Ambas disfrutaron de las demostraciones de afecto. Era algo que no se podía verbalizar. Una oleada poderosa, muy familiar, comenzó a moverse en el estómago de Bette. Todo el escenario removía sus sentidos. El diálogo erótico con su novia sobre la limpieza y la ducha, la música relajante que llegaba desde la sala de estar, el aroma delicioso de una comida casera, sin olvidarse de la visión de Tina, todo ello despertó su pasión. Bette sintió que estaba cerca un gran orgasmo, y Tina tocándola. Abrió sus piernas y se dispuso a disfrutar del momento.

No sabía donde acababa el cuerpo de Tina y donde comenzaba el de Bette. Todos sus miembros enlazados, parecían una. Si Tina pudiera de algún modo formar parte del cuerpo de Bette, lo haría. Introdujo dos dedos en la calidez de Bette y buscó la pasión de la mujer que estaba un poco más abajo que ella. “Eres tan sexy Bette, que me vuelves loca. Es lo que me hubiera gustado decirte esta mañana, cuando te vi levantando las pesas. ¿Sabes una cosa, baby?. Te necesito”. Tina no pudo seguir cuando vio el deseo reflejado en la cara de su novia. Mientras los ojos color avellana estaban fijos en la impresionante visión que tenía delante, dedos expertos comenzaron a moverse rítmicamente. “Bette, eres tan hermosa, me excitas”. La mente de Tina la abandonaba, y no pudo acabar de hablar. Unos ojos marrones permanecieron muy abiertos mientras la mano de Bette recorría su estómago y se desplazó hacia abajo, hasta detenerse, como si estuviera solicitando permiso para seguir. Tina lo notó y sonrió de forma seductora. “Sigue Bette, toca donde quieras”. Tina estaba muy excitado, y las manos de Bette se deslizaron por sus pechos, pellizcó los pezones que se pusieron tensos mientras gemidos suaves se oían por todas partes. La boca de Tina recorría todas las partes del cuerpo de Bette, y sus dedos hábiles se movían por su clit.

Bette entró en un estado pre-orgásmico, en el país de las maravillas. “Fóllame, Tina. Si, eso es, cariño, fóllame”. A medida que las habilidades de Tina se iban exhibiendo, las palabras de Bette se hacían más audibles. “Que bueno es esto… No pares, cariño, no pares, T. Por favor, no pares”. Una serie de ooohhhs y aaaahhhs interrumpió las palabras y los gemidos de placer. Tina agarró fuertemente las caderas de Bette que parecían tener una mente propia. Lamió, chupó, acarició y saboreó, sintiendo la esencia de la mujer a la que adoraba. A Tina le gustaba complacer a Bette, y esto era evidente en sus acciones. Tina casi se corrió. El clit de Bette besó los labios de Tina, y Tina le correspondió con su lengua. La atractiva instructora de yoga iba a la deriva y su novia estaba a punto de acompañarla. Cuando Bette pensó que ya no podía más, se olvidó de todo y comenzó a gritar. “Ahí, cariño. Si, Tina, joder”. A medida que las exclamaciones seguían, el tono se hizo más autoritario y las órdenes más precisas. “Joder, si, Tina. Eso es. Cómeme toda, que bueno”. Cuando los niveles de pasión estaban en su punto más álgido y Bette comenzó a temblar y a tener convulsiones, la plegaria se detuvo. Sin embargo, siguió escuchándose el nombre de Tina mezclado con los quejidos de placer.

Muslos delgados y fuertes capturaron a Tina, impidiendo cualquier movimiento de la rubia apasionada. La diosa del sol no podía cambiar su posición, aunque quisiera. Tina sonrió mientras siguió lamiendo y besando las áreas sensibles que provocaban que Bette se estremeciese. Pasados unos segundos, Bette abrió los ojos para darse cuenta que estaba agarrando la cortina de baño que se había salido de los ganchos por algunas partes. “Joder”, dijo fuerte. Tina sonrió tontamente mientras seguía besando a Bette. “Cosas que pasan”, indicó señalando la parte de la cortina caída. “Lo podíamos haber evitado si tu hubieras admitido que estabas mojada”.

“Tina, no tengo ningún problema en admitir cuando estoy mojada. Sólo que no parecía que estuviera en ese momento en esa situación”.

Se rieron mientras Tina sostenía la cara de Bette muy cerca de su corazón, enamorada, en el cuarto de baño, en su casa, muy cerca del suelo.

muxas gracias julia!!!

sin palabras!

Fuck Julia!!!!!!!!!!!!!!! si alguien no se pone a cien con tus relatos debe ir al psiquiatra rápido LOL. Hija mia que imaginación, poner como capitana de la neve a Tina y a Bette como la sumisa. Tal como tu lo cuentas yo ME lo creo y mira que me cuesta ver a MY JENNIFER sometida a alguien, pues lo consigues.
Muchas gracias bonita por estos ratitos.

Gracias por tus cumplidos Maryjoe, pero los méritos de todas las cosas que pasan en este relato son de su autora Greentea, yo sólo traduzco lo que ella escribe. Aunque sí que es cierto que al traducir también se refleja mi estilo, y a veces me invento cosas para dar más credibilidad a la historia.

A todas las fieles seguidoras de este fic, os informo de que ya sólo quedan 3 capítulos. Después de tanto tiempo, supongo que estaréis deseando que se acabe. Pues ese momento ya se acerca, quizás dentro de un mes, o mes y medio, depende de las ganas que yo le ponga, y del tiempo que pueda dedicarle

Pues vaya con Teverde LOL y vaya con tu adaptación aplausos compartidos Julia.
Sobre todo agradecerte tu tiempo.

De verdad julia que lo haces fenomenal, me encanta como lo escribes...

Lástima que solo qeden tres capítulos, pero todo llega a su fin, que le vamos a hacer... tu tranqui, aquí estaremos esperando a ver como continua esta magnífica historia, no te estreses con esto y ve haciendolo cuando tengas tiempo...

ayy dios!!! solo tres capis restan... triste ... en fin como dice lu-lomas todo tiene un fin ...

... graxias julia por tu dedicacion y tiempo a ste ff,
y tu no te preocupes aki esperaremos sin prisa alguna ...

besos

Como?, q se termina ahora?. Ya ire leyendo poco a poco, pero está muy bien, bastante hot.

No como la serie de Xena q no pasaba casi nada.

De todas formas he leido el principio de este fic y estaba Bette con Helena?. Tengo q seguir leyendo.

CAPÍTULO 30

Parte 1 de 3 “Una razón”

“La gente entra en nuestras vida por una razón, una temporada o una vida entera. Cuando entiendes lo que es, sabes exactamente que hacer”. Michelle Ventor

Los siguientes meses pasaron a gran velocidad. Bette ya no recordaba cuando fue la última noche que pasó en su casa. Siempre que iba, Tina la acompañaba. Todavía eran inseparables y estaban perdidamente enamoradas. El vínculo que existía entre las dos crecía a medida que el tiempo pasaba inexorable.

Helena regresó de San Francisco sólo para volverse a marchar enseguida otra vez a Nueva York. Su relación con Bette era ahora breve y cordial. Hablaron torpemente acerca de la amistad, el amor y Tina Kennard. Estas torpes conversaciones torpes dejaron a Helena desprovista de cualquier esperanza mientras Bette se andaba con mucho cuidado. Podían hablar de arte, de otra gente, de trabajo o del último libro que habían leído. Pero lo que más le gustaba a Bette era hablar de Tina, y lamentablemente no podía compartir su alegría con la mujer que había sido su mejor amiga desde que se trasladó a LA. Sus días de conversaciones profundas y largas horas habían acabado. Como meras conocidas, ahora evitaban hablar de las complejidades de sus vidas. Tanto Helena como Bette añoraban la amistad que un día compartieron, pero no querían causar más tensión intentando reanimar algo que ambas sabían que estaba muerto.

Quizás las cosas habrían sido diferentes si Helena no hubiera llegado a casa en el momento que lo hizo. Había cogido un vuelo un día antes de lo previsto con la esperanza de pasar más tiempo con Bette. En cuanto abrió la puerta, los sonidos inequívocos de Bette y Tina haciendo el amor pudieron oírse. Los sonidos no eran ruidosos y alarmantes, sino suaves y bastante eróticos. Cualquier persona probablemente los describiría como atractivos. Pero Helena no. Cuando comprendió lo que estaba oyendo, se sintió enferma y se fue a un hotel a pasar la noche. La pareja enamorada nunca supo que ella había estado allí.

A la mañana siguiente mientras intentaba conseguir un tazón de cereales para Bette en la cocina, Tina descubrió una hoja de papel en el suelo. Una inspección minuciosa le reveló que era la tarjeta de embarque de Helena de la noche antes. Una pequeña sonrisa apareció en la cara de Tina cuando comprendió la magnitud del descubrimiento. Una parte de ella hubiera deseado ver la cara de Helena cuando oyó a su compañera de piso gemir suavemente, o quizás pidiendo a Tina que siguiera con su dulce tortura. Pero por otra parte sentía que Helena hubiera escuchado por casualidad algo que le hubiera podido causar un dolor enorme. Ella no le deseaba ningún mal a nadie, ni siquiera a su peor enemigo.

Cuando Tina le mostró a Bette lo que había encontrado, la única respuesta audible que salió de la boca de Bette fue: “¡Joder!”. Esa palabra era la única que podía describir los sentimientos que la abrumaban. Helena dejó un mensaje más tarde en el buzón de voz de Bette diciéndole que no iría a LA debido a un repentino cambio de proyecto.

……………………………………….

Bette se detuvo en la zona de recogida de equipajes del LAX y murmuró para sí mientras inconscientemente ponía su coche en punto muerto. Los ojos castaño oscuro se cerraron por un momento, en un intento de calmar su preocupada mente. Su corazón estaba agitado al pensar en la conversación que iba a tener cuando una atractiva mujer sentada en un banco cercano llamó su atención. La mente de Bette trabajó de forma extraordinaria imaginando los diversos escenarios que se le podían presentar en los instantes siguientes. Sonrió mientras observaba a la majestuosa mujer que sostenía una taza de Starbucks y hojeaba tranquilamente una gruesa revista. “Debe ser Vogue”, pensó Bette para sí misma.

Hubo un tiempo en que Helena no esperaba nada. Si no era sólo un poco de retraso, una molestia inevitable o algo inesperado le reñiría a gritos como una loca. Hubo también un tiempo en que la idea de Bette de ir a recoger a su antigua rival al aeropuerto era inimaginable. Un tiempo en que las palabras y los gestos fríos eran lo único que conocían. Las dos mujeres acabaron por descubrir lo mucho que se parecían.

Cuando Bette llamó a Helena unos días antes para saber si aún estaba viva, Helena le informó de que volvía a lA para visitarla. No habían hablado en todo un mes, y Bette decidió que era la hora de coger al toro por los cuernos y tener una conversación. Al principio, la morena rechazó educadamente la propuesta de Bette de encontrarse en el aeropuerto, excusándose en el tráfico que hay por las tardes y que pensaba coger una limosina que la llevara a casa. Después, cansada de a insistencia implacable de Bette, finalmente accedió a que su compañera de piso fuera a recogerla. Después de acabar aquella llamada una sonrisa de victoria apareció en la boca de Bette, orgullosa por sus tácticas de persuasión.


Volviendo al presente, Bette salió de su coche de mala gana y llegó de una zancada hasta la mujer que leía detenidamente las últimas páginas de la revista.

“Hola”, dijo Bette suavemente plantándose delante de la asombrosa morena.

“Hola Bette”, le devolvió el saludo Helena con una sonrisa.

“¿Llevas mucho tiempo esperando?”

“No. Unos 15 minutos”. Bette levantó la ceja ante esa afirmación, no se podía creer que estuviera tan tranquila.

“Se te ve absolutamente fabulosa”, Helena hizo una pausa. Sus ojos se pusieron a la par de su sonrisa cuando traspasaron el cuerpo de Bette. Un sonoro suspiro salió de sus labios mientras cerraba la revista, se acabó de beber el café, y se levantó. “¿Nos vamos?”.

Bette sabía que el tono alegre era una fachada, sin embargo la sonrisa era auténtica. Era obvio que Helena estaba contenta de verla. Nunca había sabido ocultar sus sentimientos. Su cara siempre mostraba los detalles de lo que pensaba. Una mirada a los ojos marrones de Bette le dijo todo sobre la complicada mujer a la que pertenecían. Le decían que se sentía adorada por Tina. No importaba si discutían o hacían el amor. Todo lo que tenía que hacer era mirar la cara de Bette para saber lo que sentía francamente.

Bette finalmente respondió, “Si, claro, vámonos”, se dieron dos castos besos en la mejilla evitando que sus cuerpos se rozaran.

“Bien”, refunfuñó Helena con poco entusiasmo.

Bette cogió el poco equipaje que llevaba la diseñadora y lo metió en el maletero de su coche.

Helena se sentó con gracia en el asiento del pasajero, presionó su cabeza contra el reposacabezas y permitió que sus pensamientos la invadieran. Se preguntaba que le debía decir a la mujer de la que había estado enamorada. Después de todo, ¿no había dicho ya suficiente?. De todas las formas posibles ya le había dicho que odiaba a Tina. De hecho, no sabía por que había permitido a Bette que fuera a recogerla al aeropuerto. Esta situación era embarazosa para ella. Sentía que se asfixiaba a pesar de que Bette tenía bajada la capota del co0che y el aire le pegaba en la cara, y sentía no saber que decir, pero siguió sin decir nada. Recordaba la mirada de Bette después de su discusión en Nueva York. El dolor puro estaba escrito en la cara de Bette. “Soy una idiota”, pensó, y sacudió la cabeza.

Bette cerró la capota del coche, decidida. No quería competir con el viento y otras distracciones extrañas. Helena comenzó a hablar, pero su voz fue ahogada por las sinceras palabras de Bette.

“Te echo de menos, Hel”. Ambas mujeres se miraron fijamente mientras el corazón se perdía en los recuerdos.

“Yo también te echo de menos, Bette… más de lo que nunca sabrás. Siento lo que te dije”.

“Mira, Hel, has pedido perdón un millón de veces, y yo acepto tus disculpas. No importa cuanto quiero, pero no toleraré que le pierdas el respeto a Tina, y eso es lo que hiciste”, declaró Bette. Los recuerdos de su conversación en Nueva York estaban todavía frescos. Su mirada volvió a concentrarse en la carretera. “Tu sabes Bette que algunos de mis mejores recuerdos los comparto contigo”.

Bette sonrió. “Si, es cierto, los míos también”. Helena se sorprendió con esta información. Pensó que el camino de su amistad se había reanudado de nuevo.

“¿Recuerdas todos los paseos que dimos cuando lo único que hacía era llorar, Bette?”.

“Lo recuerdo”.

“Acuérdate de aquel día que dejamos de llorar y nos pusimos a reír hasta que se nos saltaron las lágrimas. Estábamos tan acostumbradas a llorar que no sabíamos ser felices. Y eso era triste”.

“Era tan triste que resultaba gracioso”.

“Es verdad”. Helena se rió.

“Ese fue uno de los mejores días de mi vida, Hel. ¡Era tan bueno reírse!. Era casi orgásmico”. Bette se detuvo. “Mierda, no debería haber dicho eso”, pensó.

“Fue de verdad un día maravilloso”. Helena sonrió sinceramente.

El nudo en la garganta de Bette le impedía hablar. “Tu fuiste mi salvación, Hel, y nunca lo olvidaré. Siempre estaré en deuda contigo por ayudarme cuando yo sentía que estaba muerta”. La voz de Bette vacilaba y la visión de la carretera era borrosa.

Los ojos de Helena se llenaron de humedad y miró por la ventanilla para recomponerse. No pudiendo conseguir el coraje para mirar a la conductora del coche, miró hacia adelante. “Estaba muy contenta de poderte ayudar. Ojalá mis sentimientos por ti no se hubieran interpuesto en nuestro camino”.

“Vaya mierda de retrospectiva”, murmuró Helena para sí misma.

“Pero tu sabes que tuvimos un montón de buenos momentos a pesar del terrible infierno que estábamos viviendo”.

“Absolutamente”.

Helena dudó y dijo en voz baja, “Me pregunto como podremos recuperarlos”.

Una pausa embarazada invadió el vehículo. “No sé si podremos”, admitió Bette en voz baja.

Helena regresó a su posición de descanso anterior y cerró los ojos en un intento de detener la cascada de pensamientos que estaba en camino. Bette se dio cuenta de que lo que decía era verdad.

“Supongo que estás cansada, Helena. Trata de descansar un poco”.

Bette no sabía que el descanso era tan difícil como la reanimación de su amistad.

Bette admiró a Helena que aparentemente descansaba y sonrió. Helena luchaba para evitar que los gemidos de tristeza salieran de su boca. Sin embargo, perdió la batalla contra las lágrimas, y con resignación tragó las gotas de líquido salado que bajaban por sus mejillas.