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[Terminado] No solo una adición

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Mensaje  julia Miér 15 Abr 2009 - 20:02

Autora: Bluemini

Traducción: Joanna


Capítulo 1

I

“!Mierda!

Alice escuchó la maldición a través de la puerta entreabierta de la casa de Shane y Jenny. Empujó la puerta y miró dentro cautelosamente. Shane saltaba por todo el salón apoyándose en un pie, mientras se cogía el otro con las manos. Su cara reflejaba una expresión de dolor y cólera mezclado con algo más que Alice no podía definir, parecía resignación.

“¡Hijo de puta!” maldijo otra vez Shane, ahora más tranquila, mientras se dejaba caer en el sofá profundamente agitada, y comenzó a frotarse con cuidado el dedo dañado.

“¿Puedo hacer algo por ti? ¿traigo hielo? ¿un saco de arena, quizás?” preguntó Alice poniendo su mano suavemente sobre el hombro de Shane para intentar calmarla.

“No, gracias, perdona”, dijo Shane suavemente mirando al suelo. “Es sólo que a veces todo parece estar fuera de su sitio para fastidiarme a mi, hasta la pata de la maldita mesa”.

Alice asintió con la cabeza y acarició el hombro de su amiga. Dos semanas habían pasado desde la boda que no fue. Carmen ya había recogido sus cosas y había abandonado la casa que en otro tiempo pensó compartir con su novia el resto de su vida. Shane evitó deliberadamente estar en la casa cuando ella volvió, sabiendo que no tenía razones que justificaran por qué la había abandonado en el altar. ¿Cómo podría explicar lo que había hecho si no lo entendía ni ella misma? se preguntó sonriendo tristemente al suelo. Ella merecía el golpe en el pie y cualquier otro horrible sufrimiento que la fatalidad le quisiera enviar.

“¿Té? Preguntó Alice de repente, dirigiéndose a la cocina sin esperar una respuesta de Shane. Sabía que su amiga necesitaba tiempo para asimilar lo que había pasado con Carmen. Comprendía el dolor que ambas sentían mejor que nadie, ella había necesitado 7 meses para terminar con Dana, y hasta el último instante no dejó de pensar que había alguna posibilidad de que volvieran a estar juntas. Pero entonces el destino trabajó contra ellas llevándose a Dana de la vida de Alice definitivamente.

“Cáncer de mierda”, refunfuño Alice mientras echaba el agua en la tetera. Esta frase se había convertido en una cantinela desde que a Dana se le había diagnosticado la enfermedad. Decirla en voz alta la liberaba ocasionalmente de la cólera que sentía bullir en su interior, pues aún no podía entender por qué su mejor amiga había sido arrancada de sus vidas tan injustamente. Sintió las familiares lágrimas fluyendo en sus ojos, y con un movimiento de ira las apartó con su mano derecha rápidamente.

“¿Qué estás diciendo? Preguntó Shane, que había entrado en la cocina justo a tiempo de oir la queja de Alice.

“Oh, hum, nada… ¿Dónde está el te? Preguntó Alice dando la espalda a Shane y revolviendo en los armarios para ocultar su cara cubierta por las lágrimas. Alice comprendía que éstos eran momentos difíciles para Shane, no quería añadir la muerte de Dana a la lista de cosas que la hacían sentir mal, aún cuando sabía que su amiga sintió la pérdida casi tan profundamente como ella misma.

“Oh, tiene que haber. Creo que Jenny trajo algo”, dijo Shane abriendo otro armario y sacando una caja de té de hierbas. “Una especie de mierda rara de manzanilla”, explicó riéndose de los gustos orgánicos de Jenny. Shane dirigió su mirada a Alice a tiempo de ver con inquietud como se limpiaba una lágrima de la mejilla.

“¡Eh!, ¿qué pasa, Alice?” Shane se acercó a su amiga y la abrazó. “Se supone que ahora mismo soy yo la única que lo ha jodido todo”. Alice esbozó una pequeña sonrisa y se apartó de ella. “Tu estás jodida”, se rió, borrando la última lágrima. “Yo sólo estoy siendo una buena amiga solidarizándome con tu miseria”, añadió dándole un codazo cómplice.
“Gracias, Alice”, dijo Shane con una sonrisa inquieta. Sabía bien lo que Alice sentía en su interior, era lo mismo por lo que ella había pasado los dos últimos meses, sintiéndose molesta consigo misma. Su mejor amiga, la persona que ellas pensaban que siempre estaría allí formando parte de su grupo, estaba muerta. Y había ocurrido todo tan rápidamente que ninguna de ellas lo había digerido correctamente. Shane sabía que a pesar de lo mucho que había sentido la pérdida de Dana, Alice lo había sentido mucho más, incluso más que nadie. Con aire de culpabilidad, Shane comprendió que había estado demasiado absorta en su propio dolor por la muerte de Dana, y después con los planes de la boda, en lugar de ofrecer un poco de consuelo a su amiga. Pero ahora, estaba decidida a estar allí para ella.

“¿Por qué no te sientas y yo acabo de hacer el té?” dijo Shane, acercándole una silla de la cocina. Alice protestó, pero muy brevemente. Se sentó en la mesa sintiéndose agotada de repente. Siempre ocurría de la misma manera: pensaba en Dana, se enfadaba y lloraba, y después acababa exhausta.

Últimamente, su patrón de comportomaiento concluía usualmente con una llamada a alguien que ella jamás pensó que sería su amiga, y aún menos su amante: Lara. Después del memorial de Dana, Lara se convirtió rápidamente en una especie de adición para Alice. Aparte de ella misma, Lara era la persona más cercana a Dana, por lo que estar con ella parecía casi un juego de sustitución. Al menos así fue como comenzó.

II

Su primer beso había ocurrido en un momento de sentimiento de pérdida y tristeza absoluta. De pie en medio del apartamento de Dana, que parecía cavernoso y frío sin la presencia de su dueña, se aferraron la una a la otra desesperadamente. Lara había echado ligeramente hacia atrás la cabeza para mirarla, y después la había cogido de improviso presionando sus labios contra los suyos, y Alice había respondido instintivamente al beso. Ambas lo habían profundizado antes de separarse rápidamente, embarazadas y sorprendidas por sus propias acciones. Sin apenas mirarse la una a la otra, con una despedida torpe, habían separado sus caminos aquella noche. Más tarde, sin pensar realmente lo que hacían, comenzaron a llamarse, normalmente por la noche, para quedar en el apartamento de una u otra. Las conversaciones telefónicas eran breves, y las palabras, inexistentes, cuando se encontraban.

Incluso aunque la única comunicación permanente entre ellas era física, Alice se había dado cuenta que durante estos momentos de pasión muda llegaron a decirse muchas cosas. Y en lugar de ser un acto rutinario de desesperación como era al principio, habían comenzado a tomarse su tiempo la una con la otra, moviéndose despacio para saborear los momentos de placer. Lo más espantoso de todo era que Alice comenzaba a ver a Lara en lugar de Dana cuando miraba a la pelirroja. Y ella le gustaba, le gustaba en un grado que era demasiado alarmante para reconocerlo abiertamente.

Alice se había dado cuenta de que sus sentimientos hacia Lara cambiaban gradualmente, pero esto sólo agregó más confusión a una situación ya bastante complicada. No podía librarse de una desagradable sensación de culpa, del sentimiento de que traicionaba a Dana por acostarse con Lara, y aún así no podía dejar de hacerlo noche tras noche. Si Lara era una adición, Alice comenzaba a pensar que no quería dejarla.

Y pensaba que el sentimiento era mutuo. Pero unos días después del regreso de Canadá, Lara había ido al apartamento de Alice para decirle que dentro de tres semanas volvía a París para acabar su curso de chef. A Alice le hizo daño el repentino cambio de actitud de Lara, que parecía distante y fría mientras permanecía de pie al otro lado de la sala de estar, tan lejos de ella como podía. Era como si tuviera miedo de estar cerca de ella. Entonces, Alice hizo lo que había jurado hacer después de que Dana rompiera su corazón: se protegió. Sonrió para ocultar su tristeza, y le dijo a Lara que no se preocupase, que ellas no habían adquirido ningún compromiso la una con la otra y que las dos sabían que esto acabaría algún día. Hasta hizo un chiste malo que hizo sonreir a Lara. Sin embargo, después de que se marchara, corrió a la ventana para mirarla entrar en su coche, y estaba segura que vió a la pelirroja llevarse un pañuelo a los ojos en dos ocasiones antes de irse.

Este era uno de los motivos por los que había venido a ver a Shane. Además de comprobar como se sentía su amiga después de la noboda, también quería contarle lo que había ocurrido entre ella y Lara. Quizás sacándolo fuera sería capaz de racionalizarlo, o al menos alguien podría convencerla de que era una locura. Y entonces quizás podría ponerle fin, algo que hasta ahora no había sido tan fácil como esperaba.

Aún cuando ella misma consideraba incorrecto ocultar a sus amigas esta relación, a Alice la asustaba lo que Shane y todas las demás pensaran de ello. ¿Se enfadarían y pensarían que había traicionado la memoria de Dana? ¿Pensarían que finalmente había caído en un agujero profundo? Con estos miedos en su mente Alice no podía decidirse a pronunciar las palabras a Shane. En cambio, intentó dirigir la conversación hacia los problemas de su amiga.

“¿Y cómo te encuentras?’” preguntó intentando ocultar la emoción en su voz

Shane la miró con cautela, pero, comprendiendo que Alice no tenía ninguna intención de revelar por qué estaba tan alterada, decidió desviar su atención por el momento. “Estoy bien…bueno, pienso que lo estoy. No es fácil, pero creo que era lo mejor. Carmen está mejor sin una infiel como yo en su vida”, finalizó Shane amargamente.

“Shane…” comenzó Alice. Después suspiró. La verdad era que ella creía que era mejor que no se hubieran casado, su relación era demasiado tumultuosa para un compromiso a largo plazo. Pero, viendo a su mejor amiga en un estado de ánimo tan terrible quiso decirle algo esperanzador que la sacara de su depresión.

“Eh!, al menos no volverán a pegarte por hacer un tatuaje a Cherie Jaffe en un sueño, ¿No?”

“No, ni a ti por ser un enano tampoco”, dijo Shane”. Cuando las dos mujeres se dieron cuenta de que había citado las palabras de su amiga perdida, se entristecieron.

Finalmente, Shane miró a Alice y habló. “Sólo estoy tan jodidamente perdida ahora mismo…¿sabes?”

“Si”, susurró Alice, “Lo sé”.
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Mensaje  Invitado Jue 16 Abr 2009 - 13:34

ste fic si k es wai i ta bien eskrito nod
no komo otros pornografikos k no kiero decir nombres No
xk si lo digo me trinkan superlol

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Mensaje  pke Jue 16 Abr 2009 - 13:45

buuuuuuuuuffffffffff!!!!!!!!!!! este fic!!!!!!! chicaenamorada es genial!!! que recuerdos... I love you
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Mensaje  julia Miér 22 Abr 2009 - 15:57

Capítulo 2

Alice estaba sentada sola en una mesa del Planet, escribiendo palabras al azar en su portátil y mirando fijamente la pantalla, aunque sin ver realmente nada. Se suponía que estaba escribiendo el guión para el siguiente programa de “El gráfico”, pero su mente estaba en otra parte, ahora mismo estaba donde últimamente le gustaba pasar la mayor parte del tiempo: en cierta chef pelirroja. Por mucho que intentara sacar a Lara de su mente, no podía dejar de revivir el breve tiempo que habían estado juntas. De repente comprendió que la echaba de menos, y Lara no estaba todavía en París. La chef estaba trabajando en la cocina del Planet, pero había evitado tener cualquier relación con Alice desde su última conversación. Alice había estado evitándola, también, era demasiado doloroso estar cerca de ella sabiendo que se marcharía dentro de una semana. Por ese motivo, aparte del embarazoso “hola” en los encuentros casuales, no habían vuelto a hablar desde aquella noche.

Cuando Alice tecleaba sin rumbo en su ordenador, una camarera que llevaba demasiados vasos de cóctel de arándano pasó junto a su mesa y con un ruidoso “Ooomph” tropezó con la funda del portátil que estaba junto a su silla. Todos los vasos cayeron al suelo, y el zumo de arándano se roció sobre el top blanco y los tejanos de Alice.

“Que coño…?” Gritó, saltando de su asiento e intentando salvar su portátil de la inundación.

“Lo siento, ¡pero por qué has puesto un bolso aquí en medio!” chilló la camarera con ira.

“¿Cómo, estás diciendo que tu torpeza es culpa mía?” la desafió Alice.

“Ey, ey, ey chicas”, interrumpió Kit, caminando con cuidado entre los cristales rotos desparramados por el suelo . “Beth, ¿que haces, empapando así a una de mis mejores clientes?. ¿Por qué no vuelves a tu trabajo mientras limpio ésto?. Beth se marchó rápidamente tartamudeando sus disculpas a Kit.

“Alice, lo siento chica, ¿Por qué no vas a la cocina y consigues algo de jabón para lavar tu camisa antes de que la mancha deje marcas?”.

Sólo la mención de la cocina hizo que el corazón de Alice saltase bruscamente. No podía ir allí y dejar que Lara la viera en el estado que estaba, como una versión absurda de Carrie cubierta de sangre en su fiesta de graduación.

“No, Kit, no es necesario. Iré al cuarto de baño y le daré con un poco de agua”, dijo Alice intentando no parecer demasiado desesperada.

“Mujer, ¿que estás diciendo? No se irá la mancha sólo con un poco de agua, necesitas frotarlo con algo más consistente”

“De verdad, vale, Kit. Es una camiseta vieja de todas formas”. En realidad Alice la había comprado la semana anterior, pero pensaba que su dignidad valía más que una camiseta, por muy cara que fuera.

“¿Qué es lo que pasa contigo? ¡No te dejo salir de mi restaurante con una camiseta estropeada!. Además la cocina estará vacía ahora, ya está hecho el trabajo preparatorio del día. Realmente deberías quitarte ésto y remojarlo un rato en una pica. Puedo conseguirte otra camisa mientras tanto”. Kit la miró con expectación. Alice no tenía otra alternativa, no podía admitirle a Kit que no quería entrar en la cocina por miedo a encontrarse con Lara
Se dirigió de mala gana a la parte trasera del Planet y abrió la doble puerta que marcaba “Sólo personal de cocina”. Mirando con atención desde la puerta, exploró el recinto buscando a la pelirroja. Viendo que no había absolutamente nadie, dio un suspiró y se encaminó hacia el fregadero. Se quitó la camiseta, vertió agua y algo de jabón en el fregadero y la sumergió en la mezcla. Después, cogió un paño y limpió sus pechos, el zumo de arándano había logrado introducirse a través de la camiseta hasta el sujetador.

“¿Alice?”, una voz familiar habló suavemente detrás de ella, sobresaltándola y causando que el paño se le cayera de las manos. Se giró con el pánico reflejado en la cara.

“¡Lara!” replicó demasiado fuerte. Después, intentando rectificar el nivel y el tono de su voz, balbuceó “Um, estoy… um... limpiando mi camiseta”.

“Ya lo veo”, sonrió la pelirroja, acercándose. Sus ojos exploraron la imagen de Alice medio desnuda, sientiendo como se oprimía su pecho. “¿Se ha roto tu ordenador?”, se interesó.

“Uh, ¡no!”, se rió Alice de manera forzada. Se sentía bastante insegura sin su camiseta, y no podía menos que notar la mirada ardiente que estaba recibiendo de la chef. Intentando alejar estos pensamientos de su mente, explicó, “una de las camareras tropezó con la funda de mi portátil y me mojó con el cóctel de arándano. Kit me dijo que viniera aquí a lavar mi camiseta.” Alice hizo una pausa. “Ella… um… ella dijo que no habría nadie aquí”.

Los ojos de Lara se oscurecieron un poco, pero rápidamente reemplazó la mirada por una sonrisa dulce. “¿Cómo? ¿entonces no estabas haciendo un striptess para mi gozo?” Preguntó juguetonamente.

“¿Te gustaría que lo hiciera?” Como siempre, las palabras salieron de su boca demasiado rápidas para detenerlas. Alice no tenía ni idea de por que quería coquetear tan obviamente con alguien que le había causado mucho dolor diciéndole que no veía un futuro con ella. Pero, estando de pie a sólo unos pasos de Lara, sintió como volvía la vieja adicción, situándola inefablemente cerca de la pelirroja.

Al parecer, Lara la sentía también. Se acercó aun más a Alice, tanto que casi la presionó contra el borde del fregadero, la cara de Lara se puso seria.

“¿Y si dijera que si?” susurró

Entonces, poniendo sus manos sobre las caderas de Alice, se inclinó hacia adelante hasta que sus frentes se tocaron. Alice cerró los ojos, aspirando el olor familiar de la pelirroja. Los conflictos que habían causado confusión en su mente desde que comenzara todo ésto entre ellas, desaparecieron por un breve momento, y todo lo que sentía era que aquello era agradable. Lara movió sus manos despacio por encima de la cintura de Alice, a través de su pecho hasta su cara. Atrapándola con suavidad, rozó ligeramente sus labios, obteniendo un leve jadeo de la rubia. Alice rodeó con sus brazos la cintura de Lara, y, tirando de ella, la acercó más para que no hubiera ningún espacio que las separara. Después, profundizó el beso, explorando con su lengua la boca de Lara, que lanzó un gemido apagado como respuesta. Las manos de Lara pronto encontraron el camino a los botones de los tejanos de Alice, y justo cuando empezaba a desabrocharlos, oyeron el sonido que la doble puerta hizo al abrirse, y vieron como Kit entraba con la camiseta de repuesto que había prometido a Alice. Se separaron rápidamente, pero no lo suficiente.

Kit había visto los últimos momentos de su abrazo, y comprendió en un instante por qué las dos se habían comportado de forma tan extraña en las últimas semanas. También entendió que ellas obviamente no querían que nadie supiera nada de esto, así que sólo se rió de ellas y entregó a Alice la camisetaq, con una broma acerca de lo grande que le iba a quedar. Después, se fue de la cocina, dejándolas de pie, mirándose torpemente la una a la otra.
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Mensaje  julia Dom 3 Mayo 2009 - 12:54

Capítulo 3

Lara cerró la puerta de su apartamento con un golpe fuerte, lanzó el bolso al suelo y se arrojó sobre el sofá con un gemido. Se inclinó hacia delante y escondió la cabeza entre las manos.

¿Qué demonios estoy haciendo?, se preguntó en voz alta.

Acababa de volver a casa desde el Planet, donde de forma inexplicable había besado a la persona de la que se había jurado durante las dos últimas semanas que se iba a alejar: Alice. Antes de esta noche, Lara había hecho un trabajo muy bueno para evitarla, y casi se había convencido a ella misma que era feliz por marcharse a París la semana siguiente, que no había nada que la retuviera en LA. Es decir, hasta que vio a Alice medio desnuda, de pie en medio de la cocina del Planet, mirándola con una expresión que le pareció tan encantadora, tímida, y atractiva a la vez. Todos los proyectos de Lara, tan bien planificados, saltaron por los aires en un instante. Parecía incapaz de controlarse cuando estaba cerca de Alice, sus manos moviéndose sobre su cuerpo, besándola…

“Joder”, susurró Lara mirándose fijamente las manos.

Después de que Kit interrumpiera su abrazo, se habían quedado de pie en medio de la cocina, intercambiando miradas confusas. Alice se puso rápidamente la camisa que Kit le había traido, como si la fina tela la protegiera de la atracción que aún no se había disipado del todo tras su beso apasionado. Lara pudo ver como Alice hacía esfuerzos para superar la situación y cerrarle las puertas de nuevo; desvió su mirada y murmuró algo sobre la necesidad de terminar de escribir su monólogo para “El gráfico”. Antes que Lara pudiera pensar en decir algo, Alice se había girado y sprintado hacia la puerta del comedor del Planet, dejándola desconcertada, frustrada y sola.

Lara no entendía qué ocurría entre ella y Alice, pero sabía que era algo primario que parecía actuar por encima de cualquier pensamiento racional que tuviera en su cabeza. Tal vez esto explicaba por que ninguna de ellas había puesto mucho cerebro a sus acciones desde el principio; unidas en la pena por la muerte de Dana, habían caido una en brazos de la otra casi instintivamente. Por una parte, a Lara le parecía natural tender la mano a la persona más cercana a Dana, sin embargo, de algún modo sentía que era una traición a la memoria de su ex novia. Lara había vuelto a L.A. esperando ayudar a Dana a recuperarse, y en cambio había caido en algo con Alice que desafiaba cualquier explicación.
Traición, culpa y necesidad intensa, este era el resumen de sus sentimientos durante las primeras semanas de su relación con Alice. Aunque nunca lo hablaran, Lara sabía que Alice sentía lo mismo. Por este motivo habían mantenido en secreto sus encuentros de medianoche. Nunca pensaron que esto fuera a ninguna parte, sólo pensaban en salir adelante.

Sin embargo, gradualmente las cosas fueron cambiando sin que ninguna de las dos fuera totalmente consciente de ello. Cuatro semanas antes, Lara se había asustado al comprender que esperaba con ansiedad su cita de la noche con Alice, no porque quisiera sentir más cerca a Dana, sino porque buscaba tocar, oler y saborear a Alice. Esto era como una maravillosa adicción, y era algo que Lara nunca había sentido antes.

Pero las adicciones también pueden ser dolorosas. Después de la noche que Alice había suplicado a Lara que le arañase, se había forzado a sí misma a pensar en las consecuencias de aquella relación. Aunque Lara había expresado sus reservas acerca de la petición de Alice, rápidamente había consentido, arañando la espalda de su amante en un trazo largo. Cuanto más pidió Alice querer sentir algo, más deseó ser ella quién se lo hiciera sentir. Después habían hecho el amor más apasionadamente que ninguna otra vez, pero cuando llegó a su casa, la pregunta que había estado pugnando por salir de su mente rechazó quedarse encerrada. Por el contrario, gritó: ¿Qué estamos haciendo?.
En última instancia, Lara había reconocido que tenía miedo que Alice sólo la usara como un modo de sentir algo que le acercara a Dana. Quizás Alice no sentía nada por ella. Aunque no quería considerar esta posibilidad, había decidido que de una u otra manera necesitaba saberlo. No hablar sobre sus sentimientos era una parte de su arreglo tácito con Alice, pero ahora quería más, quería más para las dos.

Fue entonces cuando decidió afrontar a Alice en Canadá. Buscaba ser todo lo honesta posible sobre sus sentimientos y también esperaba averiguar que sentía Alice por ella. Pero cuando Alice llegó a su habitación del hotel después de la fiesta de despedida de soltera de Shane, se cerró completamente a Lara. “No quiero hablar”, había susurrado. Luego se alejó. En aquel momento entendió el significado de aquellas palabras: Alice no tenía ninguna intención de hacer que esta relación llegara a ser permanente.

Lara decidió cortar los lazos con Alice antes de que sus sentimientos se hicieran más complicados de lo que ya eran. No estaba preparada para sufrir una pérdida tan pronto después de Dana. Así, cuando regresaron de Canadá, visitó a Alice en su apartamento para decirle que volvía a París para terminar su curso de Chef. Cuando le explicó sus proyectos, pensó que había visto como un destello una mirada afligida en la cara de Alice, pero rápidamente la sustituyó por una sonrisa. Esta sonrisa le hizo más daño que nada, puesto que confirmaba todos sus miedos sobre la falta de intención de Alice de invertir emocionalmente en ella. Sintiendo como el estómago le saltaba hasta la garganta, Lara supo que tenía que irse del apartamento antes de que estallara en llanto. Se marchó bruscamente, y cuando llegó a su coche, las lágrimas ya habían empezado a caer libremente.

Cortar con Alice le había dolido mucho más de lo que esperaba, aún así estaba convencida de que hacía lo correcto. Y durante las dos semanas que habían transcurrido desde esta conversación, había permanecido segura de que era la mejor opción para las dos.

Hasta una hora antes, se había engañado satisfactoriamente pensando que se podía ir a París sin náuseas, sin sentimientos persistentes, sin asuntos inacabados.

Pero ahora, con el sabor dulce de los labios de Alice todavía en sus labios, no sabía que pensar.

…….

“¡Kit! ¡Hola! ¿Cómo estás” saludó Alice, levantándose de un salto de la silla en la mesa del Planet. Intentaba parecer tranquila y despreocupada, pero era consciente de que desgraciadamente su voz tenía un tono ligeramente nervioso. Era la mañana siguiente a la que Kit había sorprendido a Lara y Alice en un abrazo apasionado en la cocina del Planet. Alice había llegado al café a las 9:00 a.m. con la intención de hablar con ella antes de que llegara alguien. No creía que Kit contara nada de lo que había visto al grupo, pero necesitaba estar segura.

“Hey, chica, que ocurre? Sonrió Kit, caminando hacia la mesa de Alice.

“Poca cosa”, contestó Alice, y las dos se sentaron. “En realidad, te buscaba para hablar sobre lo que pasó ayer en la cocina”.

“¿A qué te refieres? Ah, te refieres a cuando Lara y tu os abrazabais en el fregadero, ¿no?”, bromeó Kit dandole un codazo travieso.

“Si, a eso”, la voz de Alice de repente se quebró, y tuvo que hacer una pausa para aclarar la garganta. “Um, lo siento, Kit. Fue una especie de error… y, … ah… no volverá a ocurrir de nuevo.

“No necesitas explicarme nada, Alice, no te preocupes”. Kit dijo más seriamente. “Entre Lara y tu hay algo desde el Memorial, ¿verdad?”

Alice la miró fijamente en estado de shock, no muy segura de como responder. Finalmente, decidió ser clara. “Si, si, hay algo. Pero no debes contar nada a nadie sobre esto, ¿de acuerdo? No queremos que la gente lo sepa. Además, no es algo permanente, y de hecho ya se ha terminado.”

“¡A mi no me pareció que estuviera terminado!” replicó Kit mirando a Alice atentamente. Podía ver que la periodista estaba luchando para mantener a raya sus emociones. Observó como doblaba su servilleta tan fuerte como podía, y miraba fijamente la mesa como si fuera lo más interesante que había visto en su vida.

“No, de verdad, se ha acabado” dijo, fingiendo alegría. “ Lara se va a París pronto, y…” repentinamente, se le ahogaron las palabras, y una nube de lágrimas nubló sus ojos.

“Ey, ey, Alice!” dijo Kit, haciendo rodar su silla para sentarse junto a Alice y rodearla con sus brazos. “¿Qué te pasa?”

“No, estoy bien, estoy bien”, repitió Alice mientras las lágrimas resbalaban por su cara despiadadamente. “Joder, esto es una locura! Yo estoy loca, ¿verdad?” Preguntó, examinando la cara preocupada de Kit

“No, no estás loca”. Tu eres una de las personas más fuertes que conozco”, respondió Kit con firmeza, apretándola en un abrazo. Alice devolvió el abrazo, y sintió que las lágrimas comenzaban a desaparecer lentamente.

“Gracias, Kit”, gimoteó, desdoblando la servilleta para limpiarse la cara.

“Mira, Alice, sé que esto no es asunto mío, y si quieres que me calle sólo tienes que decírmelo, ¿de acuerdo?” Alice asintió con la cabeza. “Si estás trastornada por la marcha de Lara, tienes que decírselo, y deja que ella decida. Por lo que yo vi ayer, tu no eres la única que siente más de lo que está dispuesta a admitir”.

Alice la miró y suspiró. “Kit, no puedo decirle algo así. Estoy tan fastidiada ahora mismo, con Dana y todo lo demás que ni yo misma sé lo que siento. Quizás sólo me aferro a una persona que me recuerda a ella, ¿sabes?”.

“Quizás”, replicó Kit dudosa. “Pero tengo que decirte, Alice, que yo no lo pienso. Creo que estás usando eso como una excusa para no acercarte a alguien que podría hacerte feliz, porque significa que también podría hacerte daño. Estás asustada, ¿y quién podría culparte?. Pero tienes que coger esto, chica. Tienes que cogerlo. Porque mereces un poco de felicidad en tu vida, y nunca la conseguirás si apartas a todo el mundo de ti.”

En ese momento, la puerta de la cocina se abrió de golpe, y Lara caminó hacia el mostrador delantero con una bandeja de pasteles. Cuando los dejaba encima del tablero, miró a lo largo de la sala a Alice y Kit. Aunque Lara intentaba desesperadamente no mirar a Alice, sus ojos se dirigieron irresistiblemente hacia ella. Ambas cerraron los ojos, y temblaron con los sentimientos que se transmitieron a través de ellos. Incluso a pesar de la distancia que las separaba, la electricidad entre ellas era palpable. Instantes después, Lara separó de mala gana su mirada de Alice y volvió a la cocina.

Kit sonrió, notando lo que acababa de pasar entre las dos mujeres. “Ah, si”, rió en silencio, “chica, esto no parece que esté terminado”.

Mirando todavía fijamente a las puertas de la cocina, Alice dijo suavemente, “Si, quizás tienes razón”.
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Mensaje  pke Dom 3 Mayo 2009 - 15:02

mrgreen me gusta!!


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Mensaje  julia Jue 7 Mayo 2009 - 23:13

Capítulo 4

“Entonces, ¿quién vendrá?” preguntó Shane, apoyándose en la parte delantera de su silla y mirando a sus amigas alrededor de la mesa, la mayor parte de las cuales habían ido acudiendo al Planet para el almuerzo.

“Quién irá dónde”, preguntó Alice, levantando la vista de su portátil.

“¿De qué he estado hablando durante los diez últimos minutos, Al?. Milk. Esta noche. Baile. Diversión, para cambiar..”

“Vale, vale, perdona”, contestó Alice. La verdad era que ella no había prestado atención a la conversación que Shane, Jenny, Bette, Tina y Kit habían mantenido en la última media hora. Aunque sus amigas tenían asumido que ella estaba ocupada con el guión de su siguiente programa de “El gráfico”, en realidad pasaba la mayor parte del tiempo vigilando la doble puerta de la cocina del Planet buscando a Lara. El estómago de Alice había continuado produciendo un suministro infinito de mariposas desde que había visto a Lara aquella mañana. Lo que más deseaba era dirigirse a Lara y darle un beso como el que habían compartido la noche anterior, pero sus preocupaciones sobre las consecuencias de hacer algo así la mantuvieron firmemente arraigada en su asiento. No sabía lo que sentía Lara sobre lo que ocurrió entre ellas, y también la asustaba descubrirlo. Aunque la incertidumbre la volviera loca, Alice temió que saberlo fuera aún más terrible.

“Bien, yo iré” dijo Jenny entusiasmada, poniendo su brazo alrededor de los hombros de su compañera de piso y agitándole el pelo juguetonamente con la otra mano.

“Lo siento, Shane”, dijo Bette, mientras mecía suavemente a Angélica entre sus brazos. “Angelica está con la dentición, y ha estado muy irritable toda la noche. Nosotros no queremos que Angus tenga que cuidarla en ese estado”.

“¡Pobre Angus!”, la imitó Kit, riendo. “Angus es bastante mayorcito para manejar bien la dentición. Apuesto que hasta ha compuesto una canción sobre el tema. Además, yo estaré allí para ayudarlo si mi sobrinita se pone demasiado pesada”.

Tina comenzó a oponerse, pero Kit la interrumpió. “Venga, merecéis una noche de fiesta las dos. ¿Cuándo fue la última noche que fuisteis a bailar?”.

Bette y Tina se miraron sonriendo. La oferta era tentadora, sabían que no habían pasadp demasiado tiempo juntas desde que la niña nació.

“Vale, en realidad, sería agradable una escapada”, admitió Tina.

“Si, desde luego que lo será. Gracias, Kit”, dijo Bette sonriendo a su hermana. Después, mirando a Tina, dijo, “supongo que tendríamos que ir a casa y poner a Angélica a dormir la siesta”.

“Si”, afirmó Tina levantándose de la silla. “¿Y qué llevan las niñas hoy día a estas fiestas, Shane?, Sólo como referencia, ya sabes, para viejas carcamales aburridas como nosotras”. Compartió una mirada divertida con Bette mientras cogía a Angélica entre sus brazos.

“Bien, he oido que los 80 quedaron atrás, ya no se llevan los calcetines de tubo ni las camisetas con la espalda al aire, y nada de hombreras”, contestó Shane riéndose de la imagen de Bette y Tina que acudió a su mente.

“Ey, yo llevo una camiseta con la espalda al aire”, protestó Alice, todavía manipulando distraídamente su teclado.

“Pero no calcetines de tubo”, interpuso Shane. “Tienes que llevar las dos cosas para completar el conjunto”.

“Ja, ja”, se burló Bette. “Estoy segura que podremos estar a la altura”. Bette caminó de espaldas hacia la puerta de salida, mientras hablaba a la mesa, “Ey, Kit, llama a Angus y dile que nada de asuntos divertidos en nuestra cama esta noche”, dirigió el dedo amenazador a su hermana.

“Si, mama”, contestó Kit, dirigiendo a Bette un guiño gracioso.

“Piénsalo, Kit”, advirtió Bette ya junto a la puerta.

“Supongo que será mejor que vaya a llamar a Angus y decirle que hoy hacemos de canguros”, dijo Kit, sacando su móvil en cuanto se levantó de la mesa. “Bien, sed buenas esta noche, chicas”

“Siempre lo somos”, contestó Shane. Se inclinó sobre la mesa y cerró el ordenador de Alice con un golpe firme. “Bueno, Alice, tu vendrás?”

“Mmmmm. Vale, vale. De acuerdo, iré”, respondió Alice, agitando la cabeza con movimientos rápidos, en un intento fallido de sacar a Lara de su mente.

“Estupendo! Bien, nos encontraremos fuera de Milk a las 10”, dijo Shane con una brilante sonrisa, una de las primeras expresiones felices que había mostrado desde el fiasco de boda en Canadá. Aunque Alice no estaba muy entusiasmada con la idea de ir de fiesta esa noche, se alegró de haber dicho que si cuando vió que algunas sombras desaparecían de la cara de su amiga.

“¿Qué hace Helena esta noche?” preguntó Shane.

“Está todavía en Nueva York, preguntando a su madre si va a poner fondos para apoyar su estudio de cine”, contestó Alice, estremeciéndose al pensar en la nueva situación de su amiga, que ahora tenía la necesidad de pedir dinero prestado.

Mirando a través de la mesa a Shane, Alice notó que la mirada de su amiga se dirigía a un punto fijo detrás de su silla.
“¡Ey, Lara! ¿Qué haces esta noche?” preguntó Shane casualmente.

La garganta de Alice se oprimió y los latidos de su corazón se triplicaron al instante. Se giró, y se encontró con la figura alta, escultural de Lara que estaba de pie detrás de su silla. Lara miró fugazmente hacia abajo a Alice, y una sonrisa tímida apareció en su cara.

“No estoy segura”, contestó con vacilación, mirando a Shane. “¿Qué pasa?”

“Vamos a ir a Milk esta noche, y tu vienes con nosotras”, dijo Shane

Alice se volvió, dando la espalda a Lara, y miró fijamente el tablero. No estaba segura cual quería que fuese la respuesta de Lara. Por una parte, nada le gustaría más que tenerla bailando junto a ella, sólo pensarlo hizo que su sentido se hiciera ligeramente vertiginoso. Pero, por otro lado, el secreto sobre su relación significaba que nunca podían mostrarse abiertamente delante de sus amigas. También, Alice pensó que necesitaban hablar sobre lo que estaba pasando entre ellas antes de que se expusieran en situaciones donde estuviera presente el alcohol y en locales abarrotados de gente.

Además, Alice pensó, ¿por qué Lara iba a querer salir con ella esta noche? ¿No se iba a ir a París pronto? ¿No había aclarado ya que no veía un futuro para ellas?

Mientras estas cuestiones bramaban por la cabeza de Alice, Lara intentaba decidir la mejor respuesta. Sabía que ella y Alice tenían que hablar, pero pensó que parecería extraño rechazar una noche de fiesta con el grupo sin una razón lógica, sobre todo teniendo en cuenta que Shane lo necesitaba tan obviamente. Y, siendo completamente honesta, quería pasar su tiempo con ellas. Las había echado de menos a todas últimamente; Shane, Jenny, Bette, Tina y Kit habían llegado a ser su familia también, especialmente desde que Dana murió.

Y Alice. Aunque estaba intentando olvidarr sus sentimientos por ella, tenía que admitir que la echaba de menos por encima de todas. Mirando hacia la espalda de Alice, que su top escotado dejaba expuesta, Lara buscó los rastros de las marcas que le había hecho unas pocas semanas antes cuando Alice le pidió que la arañara mientras hacían el amor. No había nada allí, sólo la piel lisa, blanca que parecía tan atrayente a Lara que tuvo que desviar su mirada antes que nadie notara lo cautivada que estaba.
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Mensaje  julia Sáb 16 Mayo 2009 - 12:12

“De acuerdo”, replicó Lara suavemente, en una decisión repentina, respondiendo a la petición de Shane. Estaba de pie, detrás de la silla de Alice, lo suficientemente cerca para ver como su pecho se hinchaba con un rápido suspiro en respuesta a sus palabras. La mano de Lara, que se apoyaba ligeramente sobre el respaldo de la silla, rozó por casualidad su espalda, transmitiendo temblores de placer a las dos mujeres que ambas intentaron sofocar. Aunque lo intentó con todas sus fuerzas, Lara no podía retirar su mano de la espalda de Alice. Con sumo cuidado, acaració el espacio entre los omoplatos en círculos pequeños, concéntricos, dejando un rastro de carne de gallina en toda la piel de la rubia. Alice aspiró profundamente, y miró más atentamente a la mesa, intentando no gemir de placer. Sabía que nadie más en la mesa podía ver lo que Lara hacía, pero no dejaba de preocuparle que alguien lo viera. ¿Qué pasaría entonces?.

“!Perfecto!”, contestó Shane, completamente ajena a lo que pasaba entre Lara y Alice. “Bueno, tengo una cita en Wax, me tengo que ir”. Cuando Shane se levantó de la mesa, la mano de Lara dejó rápidamente la espalda de Alice y volvió a apoyarse en la silla, causando otro gemido involuntario de la periodista, esta vez de descontento.

“Espera, me voy contigo”, dijo Jenny, terminando de un trago su té de hierbas. “Hace un siglo que quiero echar un vistazo a la línea nueva de ropa de Wax”.

“Vale”. Shane se colocó sus gafas de sol, y se dirigió hacia la puerta con Jenny. “Chicas, nos vemos esta noche”.

“¡De acuerdo! Fan-tás-ti-co”, replicó Alice, remarcando cada sílaba, en una tentativa vana de mantener a sus amigas unos segundos más en la mesa. Aunque deseaba quedarse a solas con Lara para continuar lo que la mano de la chef había comenzado, su cerebro le decía que tenían que hablar. Y la conversación sólo traería abandono y tristeza, porque tendrían que afrontar el hecho de que Lara iba a estar en la otra parte del mundo dentro de una semana. Alice no quería hablar sobre ello, irracionalmente, pensaba que hablándolo se convertiría en realidad. Y, más que nada en el mundo, no quería que el viaje de Lara se hiciera realidad.

Lara vió reflejados pensamientos turbadores en la cara de Alice, pero no tenía ni idea de como leerlos. No sabía como comenzar a hablar sobre el beso de la noche anterior en la cocina, o incluso de las acciones de su mano errante, que todavía ardía con el calor de la espalda de Alice.

Se miraron la una a la otra y sonrieron tímidamente, comprendiendo que ninguna de ellas sabía como comenzar esta conversación.

“Siéntate”, ofreció Alice, señalando una silla a su lado.

“Gracias”, contestó Lara, mirándola de reojo mientras se sentaba.

Después de unos segundos de silencio, las dos mujeres hablaron a la vez.

“Sobre anoche…” comenzó Alice

“Tenemos que hablar…” dijo Lara

Se detuvieron, y rieron de nuevo.

“Tu primero”, dijo Alice

“Vale, quería decirte que…”

“¡Lara!” un camarero con mirada agotada se materalizó de repente junto a la mesa, sosteniendo un plato con comida completamente quemada. “¡Tienes que hacer algo con Brandon!. Todo se le quema, y la gente está empezando a quejarse”, el camarero hablaba deprisa, luego hizo una pausa para tomar aliento.

“No te preocupes, Mark. Me ocuparé del asunto”, lo tranquilizó Lara, levantándose de la mesa. Mirando a Alice, dijo “¿podemos hablar después? ¿Quizás antes de ir a Milk?”

“De acuerdo”, dijo Alice, sintiéndose decepcionada y también de una manera extraña liberada. Antes de irse, Lara puso su mano sobre el hombro de Alice. Toda su calma, sus sentimientos racionales, salieron volando por la ventana en cuanto sintió el roce de los dedos de Lara, dejando un rastro de fuego en su piel desnuda. Alice alzó la vista para encontrar la mirada de Lara en un breve pero intenso momento, después la observó mientras caminaba rápidamente a la cocina. Con este único toque, Alice supo que quería mucho más.

...........................

“¡Wuau, me encanta esta canción!” gritó Shane cogiendo la mano de Alice y arrastrándola prácticamente de la barra, donde acababa de terminar su quinta tequila, a la pista de baile con Jenny.

“¡Vale, Shane, vale, ya voy!” Alice estaba lo sufientemente bebida como para disfrutar de cualquier música que el DJ quisiera poner independientemente de su calidad. Había pasado la medianoche, y Lara no había aparecido todavía por Milk. Aunque habían planeado hablar antes de salir con el grupo, Alice no había sabido nada de Lara en todo el día. Claramente, pensó, Lara no creía que valiera la pena hablar sobre su relación, o como se quisiera llamar a aquello que que ocurría entre ellas.

Entonces Alice decidió que si Lara huía de sus problemas, ella también lo haría. Se movió al ritmo de la música, y rió con Shane y Jenny intentando imitar los movimientos de baile de un vídeo antiguo de Milli Vanilli.

“¡Ey, haced sitio para las mamás!” gritó Tina por encima de la música, cuando Bette y ella se apretujaron entre Shane y Alice.

Cuando la canción se acabó, las cinco mujeres volvieron a la barra para otra ronda de tequila. Bette y Tina vertieron sal en las muñecas de la otra y la lamieron antes de tomar sus tragos simultáneamente. Shane y Jenny hicieron lo mismo, dejando a Alice sola para lamer su propia sal.

“¿Puedo ayudar?” sonó una voz detrás de ella.

“¡Gabby!”, gritó Alice, aturdida por ver a su ex novia otra vez.

“Parece que necesitas una compañera”, dijo Gabby sonriendo seductora. Cogió el salero de Alice y lo vertió sobre su muñeca. “Aquí tienes”, dijo, proponiendo su muñeca de manera incitante.

“Um, gracias”, replicó Alice, no sabiendo exactamente como reaccionar a los avances de Gabby. Tenía indicios de que no debía animarla, pero con la neblina producida por el alcohol, no le preocupaba particularmente que muñeca lamía. Cogió el brazo de Gabby y rápidamente lamió la sal antes de beberse de un trago su tequila. Después introdujo en su boca un trozo de limón, estremeciéndose cuando el zumo ácido se extendió mezclándose con el aún peor gusto del alcohol.

“Me alegra verte, Alice”, dijo Gabby. Entonces, antes de que Alice comprendiera lo que pasaba, se sintió siendo arrastrada de forma ruda y recibiendo un beso. Intentó apartarse, pero Gabby mantenía sus manos apretadas en su cabeza de manera que había poco espacio para huir. Finalmente, Alice logró empujarla lejos de ella.

“Gabby, que coño haces…” En cuanto comenzó a hablar, Alice vió un reflejo familiar de pelo rojo alejándose de la barra y desapareciendo entre la multitud. Su corazón se hundió. Estaba segura que justo antes de marcharse, la pelirroja la había mirado con dolor, con expresión enfadada, y comprendió, incluso con la mente cargada de tequila, que Lara lo había visto todo.
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Mensaje  pke Dom 17 Mayo 2009 - 12:45

joliiiiiiinnnn!!!!!!!!!!!! grito

siempre tiene que ser gabby... ggggrrrr grito grito


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Mensaje  julia Vie 22 Mayo 2009 - 10:40

Capítulo 5

Lara se sentó en su apartamento, a oscuras, con un vaso de vino tinto en las manos y mirando fijamente a la nada. Sentía como si estuviera en medio de una terrible pesadilla de la que no podía despertarse. Lo intentó con todas sus fuerzas, pero no podía liberar su mente de la imagen de Alice y Gabby besándose. Lara las había encontrado juntas en la barra después de haberse abierto paso entre la multitud para llegar hasta Alice, a la que había descubierto desde la otra parte del Club. Había llegado a la barra justo a tiempo de ver a Alice lamiendo sensualmente la muñeca de Gabby, antes de que ésta le diera un beso profundo en la boca. Aturdida, Lara se sintió inmovilizada, incapaz de dar la vuelta y marcharse de allí. Parecía que el mundo se había parado, la música se desvaneció, y todo lo que podía ver era a Alice besando a alguien que no era ella. Después de un tiempo que le pareció una eternidad, consiguió recuperar el mando de su cuerpo y salió precipitadamente, latiendo su corazón con furia.

Bebió un trago de vino y notó que su mano temblaba, depositó con cuidado el vaso sobre la mesa y cruzó los brazos. Miró el reloj: 1:43 a.m. Había pasado ya una hora desde que llegara a casa, y la había pasado cavilando sobre los acontecimientos de la noche.

Lara había salido con Gabby durante un período breve de tiempo, así que podía entender la atracción inicial de Alice. Sus emparejamientos constituían el modelo más extraño del gráfico de Alice: Gabby a Lara, a Dana, a Alice y otra vez vuelta a Lara y Gabby. Pero Lara no podía entender por qué Alice perdía el tiempo con Gabby, considerando su historia. Y aún más, estaba convencida de que Alice sentía algo verdadero por ella, sobre todo después de su beso reciente y las miradas penetrantes que habían intercambiado en el Planet durante el día. En parte, era debido a las emociones que aquellas miradas provocaban en ella por lo que Lara se había decidido a enfrentarse al hecho de que sus sentimientos por la periodista se habían hecho más profundos, a pesar de sus esfuerzos para someterlos durante las semanas anteriores.

Lara suspiró, apoyó los codos sobre las rodillas y colocó la cabeza entre las manos. Si hubiera tenido alguna posibilidad aquella tarde en el Planet de decirle a Alice lo que sentía, pensó, tal vez nada de lo que siguió habría ocurrido. Tal vez Alice estaría allí con ella ahora en vez de Dios sabe dónde con Gabby.

Después de la promesa de ponerse en contacto con Alice amtes de que salieran con el grupo, Lara había pasado el resto de la tarde y principio de la noche en el Planet resolviendo un problema tras otro en la cocina. El reloj había marcado las 11:00 p,m. cuando comprendió preocupada que ya no tenía tiempo para ir a casa a cambiarse para ir a Milk, y que ya no había tiempo para hablar a solas con Alice. Lara sabía que Alice probablemente estaría enfadada con ella por no llamarla para terminar su conversación, pero había esperado poder hacerlo cuando llegara al club. No esperaba que Alice tomara represalias tan rápidamente dejando a Gabby que la besase en el bar.

Lara se levantó del sofá, encendió una lámpara y comenzó a pasear por la sala de estar intentando poner en orden sus pensamientos. Profundamente absorta en sus reflexiones, apenas notó el ruido exterior de los truenos y de la lluvia golpeando despiadadamente sobre el pavimento.

Lo peor de todo es que comprendía que Alice tenía derecho a besarse con quien quisiera. Después de todo, había sido ella quien le había dicho que tenían que terminar su relación, y era ella quien se marchaba a París dentro de una semana. Como Alice había dicho dos semanas antes cuando Lara le informó de que había decidido terminar su curso de chef, no se habían hecho promesas la una a la otra.

Entonces, ¿por qué esperaba más de Alice?¿No estaba siendo injusta? Lara gimió de frustración en voz alta y pasó los dedos por su largo pelo rojizo, sin dejar de pasear por su apartamento.

Justo cuando llegaba junto a la puerta de la calle, oyó un golpe suave que le hizo detenerse sorprendida. Colocó el oido junto a la puerta, y escuchó una voz familiar que la llamaba desde fuera, “¿Lara? Soy yo, Alice!”.

Lara se detuvo, mientras su corazón palpitaba desordenadamente. No esperaba ver a Alice tan pronto, y todavía no tenía ninguna idea de lo que quería decirle. ¿No deberían esperar hasta que se hubieran calmado para intentar solucionar esto? Al mismo tiempo, pensó, con una sensación agradable en su estómago, ¿No era un buen signo que Alice estuviera en su puerta en lugar de estar con Gabby?.

Lara vaciló en la puerta, dejándose dominar por pensamientos opuestos, e intentó trazar un plan de acción.

“Vamos, Lara, estoy viendo tu sombre bajo la puerta”, dijo Alice interrumpiendo sus pensamientos.

“¡Maldición!”. Sintiéndose avergonzada, Lara abrió la puerta despacio y se quedó boquiabierta ante la vista que se le presentó. Apoyada en el marco de la puerta la miraba con mirar cansado una empapada Alice. Llevaba sólo una fina camisa negra y tejanos, estaba mojada de los pies a la cabeza y temblaba de frío.

“¿Qué has hecho, Alice? ¿Has venido andando desde Milk con esta lluvia?” preguntó Lara, abriendo la puerta completamente para dejarla entrar.

“Si”, contestó Alice simplemente, caminando temblorosa hacia la calidez del apartamento.

“Te vas a congelar”, dijo Lara. “Te traeré una toalla”. Entró corriendo al cuarto de baño y salió poco después llevando una toalla grande blanca. Alice la cogió con gratitud y frotó en las partes más mojadas. Todavía estaban de pie en la entrada del apartamento, pero Lara no podía decidir si tenía que invitarla a entrar o no. Para empezar, todavía no entendía por que estaba allí.

Alice acabó de secarse el pelo, miró a Lara y sus ojos se oscurecieron. El paseo bajo la lluvia no sólo había anulado el tequila de su cuerpo, también le había dado una perspectiva nueva de lo que había pasado en Milk. Al principio, cuando se había separado del abrazo forzado de Gabby, se disponía a abroncar a su ex por la presunción de que ella todavía deseaba estar con ella, sin hablar del beso en medio del club. Pero cuando vio la expresión afligida de Lara en medio de la multitud, sintió una punzada horrible de culpa que rasgó su corazón, y que aún se agravó más cuando vio como Lara huía precipitadamente.

Gabby, comprendiendo que la atención de Alice estaba en otra parte, se dio la vuelta a tiempo para observar el cambio mudo de miradas entre sus ex. Miró a la periodista de forma inquisidora, pidiendo una explicación, pero Alice ya sólo pensaba en salir corriendo detrás de Lara. Dando una excusa precipitada a Shane, Alice simplemente abandonó el club, dejando confusa a Gabby que la miraba fijamente desde la barra.

Cuando Alice salió de Milk en medio de la noche lluviosa, Lara había desaparecido. Sintió una necesidad imperiosa de explicarle en ese mismo momento como habían ocurrido las cosas, e impulsivamente se dirigió al apartamento de la pelirroja. Pero, a medida que iba caminando dificultosamente a lo largo de las calles oscuras, pensando en lo ocurrido en Milk, sus sentimientos de culpa se iban transformando en cólera. Toda la frustración contenida, y la confusión sobre lo que la había estado preocupando las últimas semanas acerca de lo que ocurría con Lara, encontraron una salida en esta emoción. Considerando lo que había pasado entre ellas, pensaba Alice enrabiada, ¿qué derecho tenía Lara a juzgarla? Era Lara quien había decidido terminar con ella, y ahora parecía no aceptar la idea de que Alice se fuera. De acuerdo, ella no tenía ninguna intención de irse con Gabby o ninguna otra, pero en su estado de ánimo indignado e irracional, este hecho no contaba mucho. Siguió caminando, mientras la lluvia que caía pertinaz sobre ella empeoraba su humor. Poco después llegó a la puerta del apartamento de Lara, empapada hasta los huesos y sus sentimientos rayando la furia.

“¿Por qué te fuiste de Milk?” preguntó bruscamente.

Lara no esperaba una pregunta tan directa en el principio de la conversación, y contestó con una evasiva mirando fijamente sus pies. “¿Qué quieres decir?”

Pero Alice no estaba de humor para juegos. “Digo, ¿por qué viniste a Milk y luego te fuiste cuando viste a Gabby besarme?”

La cólera apareció de repente en los ojos de Lara cuando ella levantó la vista para desafiar la mirada de Alice. “¿Qué querías? ¿Qué me quedara para mirar el espectáculo?”, replicó.

Alice la miró incrédula. “¿Por qué iba a preocuparte mirar el espectáculo?”, desafió.

Se miraron fijamente en silencio, intentando decidir que decir después. Aunque la cólera hirviera en la mente de Lara, otro sentimiento familiar comenzaba a dominar su cuerpo. Siempre que estaba cerca de Alice, su atracción por la rubia se apoderaba de cada pensamiento de su cabeza. Comprender su propia incapacidad para superar esta atracción hizo que Lara se sintiera más frustrada por la situación.

Incluso ahora, cuando la miraba enfurecida, no podía dejar de notar el modo en que la ropa mojada de Alice se adhería a su cuerpo, remarcando las curvas. Como si conspirara contra ella, un botón de la blusa de Alice se había desabrochado, dejando expuesta la hendidura de sus pechos a la mirada de Lara.

Lara forzó a sus ojos a volver a mirar a la cara de Alice. No sabía que responder a su pregunta, y decidió esquivarla; en cambio, de nuevo se dejó dominar por el daño que le había producido la escena que presenció en Milk. “¿No deberías estar en el apartamento de Gabby ahora mismo?” preguntó amargamente.

La mirada herida que captó en los ojos de Alice hizo que Lara se arrepintiera de haberlo dicho, pero la cólera no iba a abandonar a Alice tan fácilmente. Aunque la lluvia había hecho desaparecer casi toda su embriaguez, todavía quedaba bastante tequila en su sistema para darle el coraje suficiente para decidir que no iba a dejar escapar a Lara esta vez.

“¿Qué mierda es ésto, Lara? Fuiste tu quien tomó la decisión de terminar lo que había entre nosotras. Así que si Gabby o alguien más quiere besarme, tu no tienes ningún derecho a estar preocupada por eso. Pero si te hubieras quedado un rato más esta noche en vez de escaparte, habrías visto que Gabby me obligó en aquel beso, y que le dije unas cuantas palabras después.” Lara sintió una sacudida de alivio indescriptible en respuesta a las palabras de Alice. “Además”, siguió la rubia, provocando la ira de Lara otra vez, “eres tu quien se va al otro lado del mundo para escaparse de esto”.

“¿Si?, bien, pues tu eres quien se siente tan culpable de lo que hacemos que no se lo puede contar a sus amigas más cercanas”, respondió Lara con ira. “¿Cómo crees que me hace sentir eso? ¿Saber que soy una especie de secreto vergonzoso que tienes que mantener escondido?”. Las palabras de Lara salieron deprisa, antes de que tuviera alguna posibilidad de pensar en ellas, pero se sintió aliviada al expresar un miedo que la había estado desgastando las últimas semanas.

Los ojos negros de Alice siguieron destellando ira hacia Lara. “No soy la única que se siente culpable”, dijo en tono moderado. “Además, ¿por qué voy a contar algo sobre nosotras si no hay nada que contar?”. La voz de Alice cambió de tono cuando las lágrimas acudieron a sus ojos. “Hemos terminado, ¿no?” preguntó con un deje de derrota, mirando abajo para ocultar la vulnerabilidad que de pronto sintió.
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Mensaje  julia Sáb 30 Mayo 2009 - 12:48

Lara notó el cambio de la voz de Alice, y la expresión de su cara se ablandó antes de responder. Durante su discurso Alice había dado unos pasos al frente hasta quedar sólo a dos pies de separación de ella. Aunque las dos mujeres habían pasado la mayor parte de la discusión dominadas por la cólera, la liberación de una emoción tan fuerte actuaba como un afrodisíaco para ellas. Sin darse cuenta, se acercaron aún más y se miraron fijamente con miradas que mezclaban la cólera, la tristeza y la necesidad con algo más que ninguna de las dos podía definir con palabras. La tensión de la pelea había cambiado dramáticamente, y ambas lo sintieron. Cualquier pensamiento racional que permaneciera en sus mentes se desmoronaba rápidamente bajo la presión aplastante del deseo de la una por la otra.

“Alice”- comenzó Lara con voz ronca; finalmente, cediendo a la tentación, rodeó con un brazo la cintura de Alice y con el otro su cuello y le dio un beso profundo. Alice no protestó, ella había estado sintiendo la misma fuerza invisible que la empujaba hacia Lara desde que llegó al apartamento. ¿No era esto lo que la había llevado hasta allí en un principio?

Alice gimió cuando la lengua de Lara se adentró en su boca, y respondió hundiendo sus manos en el cabello de la pelirroja. Lara mordió su labio inferior con cuidado, arrancándole un jadeo de placer. Alice deslizó sus manos bajo la camiseta de Lara y comenzó a estirarla por encima del estómago, pero Lara estaba decidida a llevar el control. Agarró las manos de Alice, y presionó su espalda contra la pared, detrás de ella. Depués, separando sus labios, besó su cuello ávidamente, provocándole exhalar un largo suspiro de placer. Mientras remontaba el contorno del cuello de Alice con su lengua, Lara liberó sus brazos para desabotonarle la camisa mojada. Cuando ésta cayó al suelo, se inclinó hacia atrás para observar el cuerpo expuesto de Alice con una larga, persistente mirada. Examinó sus ojos atentamente, antes de apoyar su frente en la rubia, conteniéndose para prolongar la emoción del momento.

“Alice…” susurró Lara, uniendo sus labios en un beso lento, pero apasionado. Finalmente, dejó que Alice le quitara la camiseta. Ceñidas en un abrazo, las dos mujeres compartieron un estremecimiento al contacto de su piel desnuda. Parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que habían estado juntas como ahora, y quisieron hacerlo durar.

De repente, un golpe fuerte en la puerta rompió el momento entre ellas. Asustadas, Lara y Alice se miraron la una a la otra de manera inquisidora, y después miraron a la puerta.

“¿Lara?” la voz de Gabby llamó desde fuera.

“Oh, Dios mío, me está persiguiendo, susurró Alice impresionada. “¡No contestes!”, suplicó Alice sosteniendo a Lara cerca de ella y mirando fijamente a la puerta. Notando la alteración repentina en la expresiva cara de Alice, Lara sofocó una risa con su mano.

“Lara, puedo ver la luz por debajo de la puerta” dijo Gabby, “venga, déjame entrar. Tu sabes que lo estás deseando”.

“Oh, Dios mío, te persigue a ti” comprendió Alice confusa. Lara gruñó, sabiendo que no había ninguna forma de evitar la confrontación con su ex. Ambas mujeres se pusieron sus camisas rápidamente antes de que Lara abriera la puerta.

“Hola, Gabby” dijo Lara manteniendo la puerta medio cerrada para que no pudiera ver a Alice que estaba de pie detrás de ella.

“Hola, Lara” contestó Gabby intentando poner su voz más seductora. Alice hizo rodar sus ojos. Te vi esta noche en Milk, pero no te quedaste para saludar”

“No, había quedado con una amiga, pero no fue y decidí recogerme temprano”, mintió Lara, intentando que su voz sonara tan informal como fuera posible.

“Ah, siento oir esto. Pero alguien que te deje plantada es un idiota en mis libros”.

“Esto no te impidió hacerlo unas cuantas veces” no pudo dejar de contestar Lara. Detrás de la puerta, Alice levantó sus cejas sorprendida. No sabía que el modelo de Gabby de “amarlas y abandonarlas” se había extendido más allá de ella.

“Yo era una idiota entonces, Lara” dijo Gabby optando por una conversación clara, “Lo comprendí esta noche cuando vi el daño que te hizo verme besar a Alice. Por eso vine aquí, quería preguntarte si no es demasiado tarde para nosotras”. Ella intentó acompañar sus palabras con una risa atractiva, pero lo que Lara pensó era que se parecía a una serpiente lista para devorar su presa.

“Um, en realidad, Gabby”, comenzó Lara, abriendo la puerta para revelar a Alice que estaba de pie detrás de ella, “ya tengo compañía”

“Hooola, Gabby”, dijo Alice con una voz levemente chillona.

Sobresaltada, Gabby miró a las dos mujeres por turno, comprendiendo que se acababa de poner en ridículo. Intentando salvar algo de dignidad, se rió amargamente y dijo, “bien, esto es un poco patético, ¿verdad?, me refiero a que vosotras dos ciertamente habéis compartido bastantes ex… primero yo, después Dana…”. Y antes de girar sobre sus talones y alejarse, les dirigió una risa falsa.

Lara cerró la puerta y apoyó la espalda contra ella con un suspiro, después miró a Alice con una sonrisa triste. “No le hagas caso”, dijo, notando los intentos fracasados de Alice por ocultar el daño sobre su cara. “Ella sólo es Gabby”

“Lo sé”, dijo Alice suavemente, “pero ella tiene algo de razón, ¿sabes?

“¿Por qué? ¿Porque tenemos un par de ex novias en común? Eso no es nada raro en nuestro círculo”, dijo Lara acercándose a Alice. Pero viendo su ceño fruncido, y sus ojos oscurecidos, supo que sus sentimientos de culpa y de tristeza por Dana emergían de nuevo. Lara rápidamente comprendió que no iban a terminar lo que habían comenzado antes de la interrupción de Gabby. Sólo esperaba que no hubieran retrocedido demasiados pasos.

“Supongo que tienes razón”, dijo Alice dudosa. Entonces, mirando tímidamente al suelo, preguntó, “um, sé como va a sonar esto, pero… ¿puedo quedarme aquí esta noche? Es tarde, y … no significa que tengamos que…” comenzó a explicar, su cara llena de rubor por la verguenza.

“Lo se”, la tranquilizó Lara, “tu siempre eres bienvenida, te puedes quedar en mi cama y yo dormiré en el sofá”.

“No, no tienes que…” Alice comenzó a sugerir que podían dormir las dos en la cama, pero se paró, comprendiendo que eso se podría convertir en un problema. En cambio, insistió en dormir ella en el sofá.

“De acuerdo”, accedió Lara, “pero tienes que dejarme hacer el desayuno mañana”.

“Vale”, contestó Alice con una sonrisa. Estaba aliviada porque a Lara no le había dolido que ella no quisiera seguir en el punto en el que estaban antes de la interrupción de Gabby. Cautivada por el cuerpo bien proporcionado de Lara otra vez, comprendió que no era que ella no quisiera seguir aquella línea de acción. Era sólo que pensar en Dana la había hecho recordar que no habían resuelto nada entre ellas esa noche. Y ella pensaba que el mejor camino para avanzar era tener una conversación sincera antes de que hicieran algo demasiado tonto.

“Necesitarás alguna ropa seca para esta noche”, dijo Lara de pronto, desapareciendo en su dormitorio y volviendo a aparecer instantes después con un pantalón de pijama y una camiseta, que entregó a Alice.
Estuvieron de pie durante un minuto, sin saber que decir ninguna de las dos, conscientes de haberse dicho muchas cosas, pero haber hablado muy poco.

“¿Lara?”, se aventuró Alice. “Siento mucho haber entrado aquí sin permiso y haberte gritado.

“Ningún problema”, contestó Lara, sintiéndose contenta por la franqueza recién descubierta de la una con la otra. “Me parece que yo también he participado en los gritos. He sido una mala anfitriona”

“Creo que has sido muy hospitalaria” bromeó Alice, emocionando a Lara con una de sus atractivas sonrisas, marca de la casa.

“Supongo que todavía tenemos muchas cosas pendientes para hablar”, dijo Lara vacilante. “Esta noche no hemos hecho más que gritar”.

“Los gritos son un principio”, contestó Alice, “pero, quizás sería bueno seguir hablando mañana”.

“Bien”, dijo Lara, mirándola aliviada. Entonces, acercándose a Alice, le cogió la cara entre sus manos y presionó sus labios ligeramente contra los de ella. Después, se apartó y sonrió al ver los ojos de alice todavía cerrados y una sonrisa abierta en su boca. “Buenas noches, Alice”, dijo suavemente, y caminó hasta su dormitorio.

“Buenas noches”, contestó Alice, mirando como se iba. Después, instalándose en la sala de estar, se quitó rápidamente la ropa mojada y la sustituyó por el pijama de Lara. Cuando pasaba la camiseta por su cabeza, de repente fue impregnada por el olor familiar limpio, dulce de Lara. Se llevó el tejido hasta la nariz y respiró profundamente, cerrando los ojos.

¿Cómo era posible que estuviera tan cautivada por el olor de una mujer que dormía en el cuarto de al lado? Se preguntó Alice mientras se tendía en el sofá y se arropaba con la manta que Lara le había dado.
Pero, antes de que el sueño le llegara, Alice echó un vistazo a la fecha luminosa que aparecía en el reproductor DVD de Lara, y de repente fue sacudida en su ensueño al darse cuenta que, exactamente dentro de una semana, Lara podría estar en París.
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Mensaje  julia Mar 9 Jun 2009 - 13:01

Capítulo 6

Alice estaba de pie en medio de un campo. Miró a su alrededor, pero sólo vio hierba y cielo. Los verdes y azules que la rodeaban eran resplandecientes y hacían daño a la vista. Entrecerrando los ojos, miró a lo lejos a través del campo, y vio otro color brillante: el reflejo rojo del pelo de Lara. Esta vez, el color no era doloroso, era familiar. Consolador. Alice tuvo un indescriptible impulso de atraer a la pelirroja hacia ella.

¡Lara! Llamó Alice, pero su voz fue barrida por una ráfaga repentina de viento. Lara miró fijamente a Alice, pero no se le acercó. Un ineludible sentimiento de temor comenzó a extenderse por el cuerpo de Alice cuando comprendió que Lara estaba de pie, peligrosamente cerca del borde de una enorme roca.

¡Lara, espera! ¡No te muevas! Gritó Alice desesperadamente corriendo hacia ella. Otra vez su voz fue arrastrada por el viento aullador. Cuando corría percibió que, aunque Lara no se movía, por alguna razón extraña parecía estar cada vez más lejos. No importaba lo rápido que corriera, parecía que no podía llegar hasta el lugar en el que Lara estaba de pie.

¡Lara!, volvió a gritar, moviendo sus piernas con energía renovada, pero sin conseguir todavía acercarse a la pelirroja. Su corazón golpeaba furioso en el pecho y su respiración se entrecortaba. Sólo podía pensar en retirar como fuera a Lara del borde del precipicio que se abría extensamente delante de ella.

Lara extendió la mano hacia Alice cuando, de repente, una ráfaga de viento la empujó hacia atrás. Alice miró con horror como Lara desaparecia.


Alice se despertó con un jadeo, sentándose tiesa sobre el sofá y mirando alrededor desesperadamente. Su corazón palpitaba alocadamente en su pecho. En un intento de devolver su mente a la realidad, frotó sus ojos repetidamente.

“Joder”, susurró mientras la idea de que había estado soñando se adueñó poco a poco de ella.

Observó el entorno desconocido y rápidamente tomó conciencia de que estaba en el salón de Lara. El sol se colaba entre las cortinas, sugiriéndole que ya era media mañana.

Se levantó del sofá, y de repente fue consciente del silencio inusual que había en el apartamento. Deambuló hasta el vestíbulo y notó que la puerta de la habitación de Lara estaba abierta. Echando una ojeada desde la esquina, comprobó que la cama estaba hecha.

“¿Lara?” la llamó indecisa, volviendo al vestíbulo y a la cocina vacía. Ella todavía se sentía tensa después del sueño y despertar para descubrir que en la realidad Lara había desaparecido del apartamento no ayudaba a que sus sentido fuera más estable.

Sobre la mesa de la cocina había un pote lleno de café y un recipiente con molletes. Una hoja de papel se apoyaba contra la cafetera. Alice la leyó con impaciencia.

Alice,

No he querido despertarte, pero me han llamado del Planet para cubrir una baja en el trabajo preparatorio de la mañana y he tenido que irme. Siento no haber podido preparar el desayuno que te prometí. Espero que los molletes lo compensen – son una receta nueva que creé ayer por la mañana. Siéntete como en tu casa.

Te veré pronto,
Lara


Alice Leyó la nota dos veces antes de dejarla con una mirada confusa. Aunque era agradable que Lara hubiera dejado una explicación, pensó que el tono de la nota parecía amistosamente doloroso. Peor todavía, no había ninguna mención de cuando o si iban a hablar de lo que había pasado la noche anterior. Alice se mordió el labio inferior nerviosamente. No podía saber si era la pesadilla lo que la agitaba o si era el hecho de que Lara se había ido sin despertarla. Quizás Lara había cambiado su intención, se preocupó Alice mientras vertía el café en la taza. Tal vez a la fría luz del día había decidido que no podía controlar el estar con alguien como Alice.

Tal vez ella todavía planeaba ir a París dentro de una semana.

Alice sorbió su café despacio, pensando qué podía significar la nota. De repente, se detuvo.

“Mierda, Alice”, dijo en voz alta, sacudiendo la cabeza. Sabía que daba demasiadas vueltas a la nota y a la marcha repentina de Lara. Parecía como que últimamente lo único que hacía era intentar entender el significado de las acciones de Lara. Y, entendió, su poder de deducción no había sido particularmente productivo hasta ahora. Por tanto, decidió intentar hacer algo nuevo: no interpretaría el significado de la nota de Lara hasta que no siguieran con la conversación que ellas comenzaron por la noche.

Alice cogió un delicioso mollete y fue a la sala de estar. Sentada sobre el sofá, miró alrededor el espacioso apartamento de Lara. Había fotos de su familia por todas partes; en cada una de ellas Lara, sus hermanos y sus padres parecían sinceramente felices, mostrando lo unidos que estaban. El lugar entero era hogareño, pensó Alice, recostándose sobre el sofá y mordiendo el mollete. Era como Lara: cálido, relajado y confortable.

“¡Oh, Dios mío!” dijo Alice complacida mientras masticaba. No tenía ni idea de cual era el sabor del mollete, era fruta y limón y, como la mayor parte de la cocina de Lara, dejaba una sensación asombrosa.

Alice siguió explorando el apartamento desde su asiento en el sofá. Una estantería grande llena de libros colgada en la pared llamó su atención, se levantó, y se dirigió hasta ella, para examinar los títulos con curiosidad. No era sorprendente que hubiera un número grande de libros de cocina, pero había también un conjunto de libros de otro tipo colocados sobre la estantería sin ningún orden particular: bestsellers modernos estaban al lado de títulos oscuros, y algunas biografías históricas estaban mezcladas con una amplia colección de clásicos. Lara era, obviamente, una rata de biblioteca, pensó Alice riendo mientras cogía una copia muy gastada de Wuthering Heigths.

Cuando lo estaba hojeando, vio otra estantería y se paró, mirando fijamente. Dos libros habían llamado su atención: uno era una guía turística de París, y el otro el prospecto del curso de Chef de Lara. Alice tuvo el impulso indescriptible de leer el prospecto, pero por otra parte no era capaz de informarse sobre la vida que Lara estaría viviendo pronto sin ella cerca. Permaneció de pie, inmóvil, durante unos momentos, su corazón golpeando con fuerza en el pecho. Después, rápidamente se puso su ropa, todavía húmeda del paseo nocturno bajo la lluvia, y dejó el apartamento.
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Mensaje  julia Lun 22 Jun 2009 - 17:56

"Lara, creo que ya hay suficiente. Puedes dejar de cortar", dijo Kit, acercándose a la mesa en la que se preparaban los alimentos en la cocina del Planet y sobresaltando a la pelirroja de su ensueño. Lara miró hacia abajo y comprendió que había cortado en trozos la mayor parte de los pepinos que había en la cocina. Montones de ellos estaban apilados encima de la mesa. Profundamente sumida en sus pensamientos, dándole vueltas a su encuentro con Alice la noche anterior, no había prestado atención a lo que estaba haciendo.

"¡Mierda! Lo siento, Kit", dijo Lara ruborizándose ligeramente.

"No te preocupes" le contestó Kit sonriendo, "ya se me ocurrirá algo para utilizar todo ésto. Tal vez anuncie un almuerzo especial de emparedados de pepino".

Lara devolvió la sonrisa a Kit distraidamente, luego juntó las verduras en una ensaladera grande y las colocó en la nevera.

"¿Estás bien?" le preguntó Kit mirándola alarmada. "Pareces un poco preocupada".

"Si, estoy bien Kit", contestó Lara intentando parecer despreocupada. "Solo estoy un poco cansada". Esto era cierto. Había pasado la mayor parte de la noche mirando fijamente al techo y pensando en la persona que dormía a sólo unos metros de distancia. Lara hubiera querido ir hasta su sala de estar, sacar a Alice del sofá y llevarla a su dormitorio, pero su buen juicio venció su deseo. En cambio, intentó analizar sus sentimientos sobre lo que había pasado aquella noche, aunque no había llegado a ninguna conclusión acerca de la manera en que Alice y ella podían avanzar. Sabía que tenían que hablar, pero tenía miedo del resultado de su conversación.

El hecho era que no importaba lo apasionado que había sido su abrazo, después de ver la mirada en los ojos de Alice cuando Gabby hizo su comentario malicioso sobre Dana, Lara comprendió que estaba atrapada en la culpa, un sentimiento que ella misma compartía. Estando en la cama aquella noche Lara había comprendido que se sentían culpables no sólo por su relación, sino también debido a la muerte de Dana en si misma. Las dos estaban convencidas de que la habían abandonado, aunque de formas muy diferentes. Lara todavía se lamentaba de haberse ido a París cuando Dana más la necesitaba, y Alice no podía dejar de pensar que había abandonado su cabecera justo antes de que muriese. Ambas cargaban con su sentimiento de culpabilidad en su relación, y era por este motivo que nunca habían dicho a nadie lo que pasaba entre ellas, y nunca habían hablado sobre sus sentimientos.

Pero lo que más asustaba a Lara ahora mismo era que cuanto más conocía a Alice, su sentimiento de culpa iba siendo sustituido gradualmente por otro sentimiento más fuerte. Antes de la muerte de Dana, ella siempre pensaba en Alice como una gran persona, divertida, agradable y con un corazón muy grande, pero nunca pensó en ella más que como amiga de Dana. Ahora, de repente, sus sentimientos habían cambiado completamente. Ya no era sólo la atracción física, el buen humor de Alice, su dulzura y su energía se habían ganado el corazón de Lara casi sin que ella misma se diera cuenta.

Por la noche, tumbada nerviosa en la cama, Lara había llegado a una conclusión que la había emocionado y aterrorizado a la vez: quería estar con Alice. El problema era que no sabía como podrían avanzar juntas cuando su situación era tan confusa. Pensaba que tenían que hablar pronto, pero necesitaba más tiempo para aclarar sus sentimientos antes de definirlos con palabras. Así, por la mañana, en lugar de aclarar los malentendidos con Alice enseguida, decidió tomar la vía más cobarde y se levantó temprano para ir a trabajar al Planet.

Antes de abandonar su apartamento, no pudo dejar de echar un vistazo a la mujer que dormía en la sala de estar. La vista era fascinante: Alice se había dormido rápido en el sofá, el pelo esparcido desordenado sobre la cara, respirando profundamente con la boca ligeramente separada. Mirándola, Lara sonrió a su pesar. Incluso dormida, Alice era increíblemente adorable. Finalmente, se fue, dejando antes una nota breve para que Alice la encontrara al despertarse.

“Lara, ¿por qué no te coges un descanso y sales fuera a tomar un café conmigo?” preguntó Kit interrumpiendo los pensamientos de Lara. “Pienso que el trabajo urgente ya está hecho”.

“Vale, de acuerdo” dijo Lara siguiendo a Kit fuera de la cocina.

Cogieron un café cada una y se sentaron en una mesa en la terraza del Planet. Lara miró el cielo, el sol ya brillaba intensamente sugiriendo que iba a ser un día caluroso.

“¿Y cómo van las cosas con Alice?”, preguntó Kit. Aunque sabía que no era asunto suyo, Kit había estado planeando hablar con Lara sobre esto después de haber visto a Alice tan trastornada con la marcha de Lara a París en su conversación del día anterior. Kit pensó que las dos mujeres necesitaban un poco de estímulo para acercarse la una a la otra y, como era la única persona que conocía su relación pensó que tenía que darles un empujón. Por eso, aprovechando la oportunidad de dirigirse a Lara decidió saltarse los preámbulos e ir directamente al tema importante.

Lara acababa de tomar un sorbo de café, y estuvo a punto de arrojarlo al escuchar la intencionada pregunta.”¿Q-que?”, tartamudeó después de lograr tragarse el café.

“Vamos Lara, puedo ser unos años mayor que vosotras, pero no estoy ciega. Incluso si no os hubiera visto abrazadas el otro día en la cocina, me habría figurado que sueñas despierta con una chica sólo por la mirada que hay en tu cara y el montón de pepinos que había en la mesa. Lo tienes mal, y la única chica con la que te he visto perder el tiempo últimamente es con Alice.” Kit sonrió en silencio cuando notó que la cara de Lara comenzaba a igualar el color que su pelo. “Mira, no tienes que hablar conmigo de esto si no quieres, pero supongo que soy la única persona que sabe lo que pasa entre vosotras y quería que supieras que estoy aquí si quieres hablar de algo”.

“Gracias, Kit”, dijo Lara, moviendo la taza y mirando a la mesa. En ese momento no podía decidir si era buena o mala idea hablar con alguien sobre lo que sentía antes de tener su conversación con Alice. Posiblemente, hablando con alguien ajeno a la situación ayudaría a aclarar la confusión que había en su mente.

“Ummm”, comenzó a hablar, “realmente no sé por donde empezar”.

“Bien , se que os habéis estado viendo desde el Memorial”, dijo Kit, dirigiendo a Lara una mirada comprensiva. “Y, considerando lo que he visto que ha pasado entre vosotras las últimas 24 h., supongo que os sentís las dos muy confusas.”

“No tienes ni idea”, dijo Lara sonriendo tímidamente.

“Y”, continuó Kit, decidida a dar un pequeño empujón al tema, “Supongo que tus sentimientos son más serios de lo que te gustaría admitir”.

“Si”, dijo Lara suavemente, no atreviéndose todavía a mirarla. Sólo reconocerlo hizo que se sintiera tremendamente vulnerable, aunque también, de manera extraña, aliviada. “Pero no sé que hacer. Me marcho dentro de una semana y todavía no hemos hablado de lo que pasa entre nosotras”.

Kit tomó un sorbo de café y miró a Lara pensativa. Dejando su taza sobre la mesa, dijo “Lara, déjame preguntarte algo, ¿Por qué decidiste volver a París?”

Lara alzó la vista y la miró a la cara por primera vez. “Bueno, es un buen curso y pensé que debería terminar lo que empecé”.

“No me fastidies, Lara”, Kit la interrumpió en un amable pero duro tono, ¿por qué decidiste realmente volver a París?.

Lara hizo una pausa durante unos segundos mientras ordenaba sus pensamientos. Parecía que habían transcurrido varios años desde que decidiera terminar su curso en París, habían pasado tantas cosas desde que tomó la decisión que los motivos originales le parecían poco claros ahora. “Supongo que me asusté”, admitió finalmente, “Me di cuenta de que las cosas con Alice estaban cambiando y tuve miedo de que ella sólo quisiera estar conmigo para tener una conexión con Dana”. No sabía por qué, de repente, había sido capaz de hablar con Kit tan libremente de sus sentimientos, pero fue un alivio enorme sacar esa carga de su pecho.

“¿Todavía piensas lo mismo?

“No lo sé, quizás no” contestó Lara con vacilación. “Tuvimos una discusión anoche y parecía que ella quería aclarar las cosas conmigo. Pero, al final, no tuvimos una oportunidad para hacerlo”.

“Te voy a preguntar esto directamente, Lara, ¿Quieres aclarar tu situación con Alice? ¿Quieres estar con ella?”, Kit se apoyó en la mesa, inclinando su cuerpo hacia delante cuando hacía estas preguntas, esperando que Lara fuera honesta con ella.
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Mensaje  julia Vie 26 Jun 2009 - 18:30

Lara permaneció en silencio un largo rato, mirándose las manos. Si la respuesta dependiera sólo de ella, no habría ninguna vacilación a la pregunta de Kit. Había comprendido la noche antes que no había en el mundo nada que desease más que estar con Alice. Pero también sabía que había obstáculos en su camino, el más importante era que no estaba segura si Alice sentía lo mismo por ella. Lara se movió nerviosa, y finalmente decidió una respuesta. “Si”, dijo simplemente, mirando a los ojos a Kit.

“Entonces, ¿cómo puedes estar pensando todavía irte a París?” preguntó Kit cogiendo las manos de Lara con preocupación. “Mira, Lara, no me interpretes mal, eres una jefe de cocina muy buena y me gustaría que trabajaras para mi el resto de tu vida, pero no es por esto por lo que te hago esta pregunta. No, la razón por la que soy tan malditamente curiosa y te pregunto estas cosas es la misma que le dije ayer a Alice: porque mereces ser feliz. Después de lo que habéis pasado estos últimos meses, encontrar la felicidad juntas es un regalo. Esto es algo que no deberíais despreciar porque tenéis miedo a lo que puede pasar, o a lo que la gente pueda pensar. ¿No piensas que al irte a la otra parte del mundo das la impresión a Alice de que quieres alejarte de ella?”.

Sintiendo como las lágrimas acudían a sus ojos, Lara dijo, “pero tal vez lo mejor para nosotras es que yo me marche. Tal vez lo que hacemos es enfermizo”.

“Esto es lo que sientes? ¿Estar con Alice es enfermizo?” preguntó Kit . Ella ya sabía la respuesta, pero creía que Lara tenía que decirlo.

“No”, contestó Lara con sinceridad, “estar con Alice me parece asombroso. Y confuso. Y aterrador. Pero no enfermizo.”, sonrió tristemente, “Aunque quizás ella no sienta lo mismo”.

“¿Y cómo puedes saberlo si no se lo preguntas?”, desafió Kit apretando la mano de Lara suavemente. “Lara, escucha lo que te voy a decir porque hablo por experiencia. Si huyes al otro lado del mundo para alejarte de lo que Alice puede decirte, lo lamentarás siempre”.

Lara pensó detenidamente las palabras de Kit, después la miró con gratitud. “Gracias, Kit”, dijo sonriendo.

“Ey, chicas”, se oyó una voz grave detrás de la silla de Lara.

“Hola, Shane, ¿cómo va eso, muchacha?”, preguntó Kit soltando la mano de Lara y haciendo señas a Shane para que se sentara en una silla. Shane se arrojó sobre ella pesadamente.

“Ah, un poco resacosa esta mañana, Kit”, contestó Shane gesticulando. Después, se bebió el café de un solo trago.

“Vaya, ¿una noche larga en Milk?”, preguntó Kit, riéndose de la expresión de Shane.

“Si, aunque muy divertida. Tu deberías haber venido también, Lara”, dijo Shane, revisando a la pelirroja detrás de sus gafas de sol.

“Ah, si, gracias Shane”, contestó Lara, “Estuve trabajando hasta tarde en el Planet, y cuando terminé estaba muy cansada”. Se sintió horrible por mentir, pero no podía explicar que estuvo en Milk sólo dos minutos y se marchó de repente cuando vio a Gabby besar a Alice. “Otro día, quizás…”

“Wuau, Shane, no eres la única que parece estar resacosa hoy”, Kit se rió cuando vió acercarse a Jenny por el Jardín del Planet con grandes ojeras. Sronrió débilmente y se desplomó en una silla junto a Lara.

“,Si, tomamos unas cuantas tequilas anoche. Alguien pensó que eso era una buena idea”, dijo Shane señalando con el dedo a Jenny.

“Oh, Dios, no me menciones el tequila, por favor”, pidió Jenny un poco abatida.

“¿Bette y Tina se fueron de marcha vosotras también?, preguntó Kit

“Si, pero ellas tuvieron más cerebro y se marcharon antes de que cerraran el Club”.

“Son madres responsables y todo”, explicó Shane.

“Hablando del diablo”, dijo Kit observando a Bette y Tina que entraban en el Jardín del Planet, se las veía sorprendentemente bien descansadas. “Ey, hermanita”, llamó Kit, haciéndole señas para que se unieran al grupo.

“Hola, chicas”, saludó Bette, “¿Cómo os encontrais esta mañana”, preguntó mirando a Shane y Jenny. Parecía que vuestra noche comenzaba justo cuando nos marchábamos.

“Si, fue una locura”, dijo Jenny sonriendo a Shane.

“Bien, tenemos el remedio justo para todos vuestros problemas” dijo Tina. “Bette y yo tenemos una barbacoa esta noche y estais todas invitadas”.

“Me suena bien”, dijo Shane mientras se levantaba de la mesa para pedir otro café. “Para quitar una resaca no hay nada mejor que una hamburguesa grasienta”

“Y holgazanear al lado de una piscina”.

“!Perfecto! Lara, ¿trabajas esta noche? ¿podrás venir?”, preguntó Bette.

“No, definitivamente no trabaja esta noche” contestó Kit por Lara, “Después de las horas extras que ha hecho últimamente por la noche y por la mañana, se merece una noche libre”.

Lara sonrió a Kit, pero interiormente se sentía incómoda. Asumía que Alice también iría a la barbacoa de Bette y Tina, lo que significaba que tendrían que mantener en secreto lo que pasaba entre ellas una noche más. Aunque aquella perspectiva no entusiasmaba a Lara, no podía negarse a una oferta tan amable. Además, cualquier oportunidad de ver a Alice, aunque fuera en circunstancias confusas, era bienvenida para ella. “Entonces, supongo que estaré allí”, dijo, sonriendo abiertamente a Bette y Tina.

“¿Estar dónde?”, preguntó una voz familiar detrás de Lara. Las mejillas de Lara inmediatamente se encendieron cuando comprendió que Alice había llegado al Planet.

“Hola, alice”, dijo, girándose y mirando a la rubia tímidamente.

“Hola”, contestó Alice con voz estridente, encogiéndose por dentro cuando su mirada se cruzó con la mirada de Lara. Saludando a todo el mundo, se sentó en una silla al lado de Jenny.

“Tenemos una barbacoa para celebrar el buen tiempo y ayudar a Shane y Jenny a terminar con su resaca, explicó Tina a Alice, “¿podrás venir?”

“Si, seguro”, dijo Alice vacilando un poco, intentando no mirar a la pelirroja que prestaba mucha atención a su respuesta. Como a Lara, a ella tampoco le agradaba el pensamiento de tener que mantener una fachada falsa delante de sus amigos. Aunque Alice lo intentó, no consiguía apartar de su cabeza las imágenes de su sueño y de los libros de París. Estaba loca por hacerle a Lara varias preguntas sobre la noche anterior, y deseaba desesperadamente una explicación sobre su salida abrupta de la mañana. Pero no quería parecer que evitaba a Lara, tampoco. Tal vez, pasar una tarde distraída juntas rompería un poco la tensión torpe que sentía crecer entre ellas otra vez.

“Bien, está bien”, dijo Bette, “aunque supongo que pronto tendremos que hacerte una fiesta de despedida, Lara, ¿verdad?”. El corazón de Alice casi brincó en su garganta al escuchar aquellas palabras, pero intentó ocultar su emoción tomando un trago enorme de café.

“Oh, si, es cierto”, dijo Jenny antes de que Lara tuviera la posibilidad de contestar. “Te marchas dentro de una semana, ¿verdad? ¿Estás muy excitada por volver allí?”.

Lara sonrió nerviosa para intentar ganar tiempo para pensar una respuesta adecuada. Miró a Alice, pero la rubia todavía bebía su café. A Lara le picó la despreocupación evidente de Alice por el tema de conversación. Si Kit tenía razón sobre los sentimientos de Alice, ¿no debería preocuparse por las respuestas de Lara a las preguntas sobre París?.

“Supongo que si”, contestó evasivamente, “ Estoy un poco inquieta con todo eso”, añadió, intentando atrapar la mirada de Alice. Pero Alice miraba fijamente su taza de café intentando dominar las emociones que se reflejaban en su cara.

“Bien, es comprensible, te vas al otro lado del mundo después de todo. Pero volverás pronto, ¿no?”.

Lara limpió su garganta. De repente encontraba difícil hablar sobre sus proyectos en voz alta. “Mmm, pues el curso dura seis meses, pero después hay otro curso de mejora que dura un año”, contestó. Ella odiaba tener aquella conversación delante de todo el mundo, sobre todo porque aún no lo había con Alice.

“¡Wau! Entonces te irás por un año y medio entero”, dijo Jenny, “¿Qué haremos todo ese tiempo sin tu deliciosa cocina?”.

“Ella quiere decir sin tu maravillosa compañía”, añadió Shane sonriendo a Lara.

“Bien, obviamente eso también, Shane”, dijo Jenny dándole un codazo.

“¡Wau!”, gritó Alice de repente, mirando dramáticamente su reloj. Todo el mundo la miró. “Lo siento, no me había dado cuenta de la hora que era. Tengo que ir a KCRW a entregar mi guión de El gráfico”, se levantó rápidamente, “Me matarán si no entrego algo a mi jefa antes del mediodía”. Mientras se ponía el bolso sobre el hombro, por casualidad atrapó los ojos de Lara al otro lado de la mesa. Intercambiaron una mirada corta pero significativa que nadie más percibió, excepto Kit. “Adiós chicas”, agitó las manos cuando abandonaba la mesa.

“¿Te veremos esta noche?”, le dijo Tina antes de que abandonara la terraza.

“De acuerdo, si, hasta luego” Alice contestó desde lejos mientras se iba del Planet, dejando a Lara mirando confusa detrás de ella. Kit suspiró silenciosamente, reconociendo que a pesar de sus tentativas de ayudar a las dos mujeres a hablar entre ellas, todavía les quedaba un largo camino que recorrer.
---
“¡J*der!, Esto si que es una hamburguesa sabrosa, Lara!”, clamó Shane hablando con la boca llena mientras se sentaba al borde de la piscina de Bette y Tina.

“Si, están deliciosas”, afirmó Tina.

“Incluso las vegetarianas están buenas”, gritó Jenny desde el otro lado de la piscina.

“Gracias, chicas”, contestó Lara, sonriendo a todo el mundo desde detrás de la barbacoa. Pocas cosas le proporcionaban más placer que cocinar para los demás, especialmente cuando la comida le salía bien. Bueno, había una cosa que le daba más placer, pensó, cuando su mente volvió a dirigirse, como era habitual, hacia Alice. Echó un vistazo al interior de la casa donde Alice había desaparecido media hora antes para hacer una ensalada. Decidió ir a comprobar como le iba, así que le entregó las pinzas a Angus, que estaba a su lado terminando de comer su tercera hamburguesa.
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Mensaje  Carulinetaaa Vie 26 Jun 2009 - 23:56

Espero q hablen prontoo!
Sigue en cuanto puedas
besos
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